«El Sueño»: Lord Byron; poema y análisis.


«El Sueño»: Lord Byron; poema y análisis.




El sueño (The Dream) es un poema del Romanticismo del poeta inglés Lord Byron (1788-1824), escrito en 1816 y editado en la antología de 1904: Las obras de Lord Byron (The Works of Lord Byron).

El Sueño, uno de los grandes poemas de Lord Byron, constituye una especie de biblia sobre la concepción de los sueños en la filosofía del Romanticismo.

Hoy en El Espejo Gótico nos centraremos en la sección incial de El Sueño, enfocada en la psicología de los sueños [de acuerdo al pensamiento romántico], que consiste en una estrofa. El resto del poema versifica los incidentes del amor juvenil de Lord Byron por su prima, Mary Anne Chaworth. Algunos biógrafos sostienen que El Sueño le costó a Lord Byron muchas lágrimas. Otros afirman que el poema no tiene valor autobiográfico, y que su título anuncia que se trata de una fantasía, una ilusión, como suelen ser los sueños.

Lo cierto es que Lord Byron, como la mayoría de los poetas del Romanticismo, se interesó en los sueños en términos de lenguaje poético. La primera sección del poema cominza afirmando que el Sueño contiene su propio «mundo», diferente de lo que consideramos «realidad»:


Nuestra vida es doble: el dormir tiene su propio mundo,
una frontera entre las cosas mal llamadas
Muerte y existencia: el dormir tiene su propio mundo
y un amplio reino de realidad salvaje,
y los sueños en su desarrollo tienen aliento,
lágrimas, torturas y el toque de la Alegría;
dejan un peso sobre nuestros pensamientos del día,
alivian el peso de nuestras diurnas fatigas,
dividen nuestro ser; se convierten
en parte de nosotros mismos como de nuestro tiempo,
y parecen heraldos de la Eternidad.


En este «mundo» de los sueños, que a veces se reduce a una escena minimalista, cualquier cosa puede suceder; incluso convertirse en «un amplio reino de realidad salvaje». Para la poesía del Romanticismo, los sueños son una frontera entre la vida y la muerte, un espacio liminal donde podemos experimentar «lágrimas, torturas y el toque de la Alegría» de un modo más intenso que durante la vigilia. La noción de control, de la que actualmente se jacta la teoría de los Suños Lúcidos, está completamente ausente en el Romanticismo; de hecho, los sueños son interesantes precisamente porque están sujetos a leyes sobre las que la consciencia no tiene ninguna autoridad:


Pasan como espíritus del pasado,
hablan como Sibilas del futuro; tienen poder;
la tiranía del placer y del dolor;
nos hacen lo que no fuimos, lo que será,
y nos sacuden con la visión de lo que fue,
el miedo a las sombras desaparecidas.
¿Son eso? ¿No es todo sombras el pasado?
¿Qué son? ¿Creaciones de la mente?
La mente puede crear sustancia y poblar sus propios mundos
con seres más brillantes que los que han existido,
y dar aliento a formas que pueden sobrevivir a la carne.
Me gustaría recordar una visión que soñé,
tal vez, mientras dormía, porque sólo un pensamiento,
un pensamiento adormecido, es capaz
de durar años y vivir una larga vida en una hora.


Lord Byron deja en claro que el Sueño es el amo de su propio mundo, donde el tiempo no es lineal. «pasan como espíritus del pasado» pero también nos hablan «como Sibilas del futuro»; «nos sacuden con la visión de lo que ha sido» pero nos permiten ser «lo que no fuimos». En ellos no somos del todo nosotros mismos, podemos hacer y decir y sentir cosas que normalmente consideraríamos fuera de nuestro rango de posibilidades [ver: Los sueños como subrutinas del subconsciente]

Soñar, para los poetas románticos, puede sacar a relucir el pasado, el presente y el futuro. Lord Byron en particular parece hablar de los sueños como una visión que, al despertar, desaparece para siempre. Habla de «creaciones de la mente» [que es exactamente lo que es soñar] y continúa diciendo que los sueños puedn crear «sustancias» y poblar sus propios «mundos». Esta última declaración es interesante: nuestro cerebro puede amasar una cifra inconcebible de pequeños incidentes del pasado y transformarlos en episodios dramáticos, pero también invocar cosas que nunca han sucedido, cosas que, en términos de Sigmund Freud, tu inconsceinte desea que sucedan, o que hayan sucedido.

El Sueño fue escrito en el verano de 1816, cuando el matrimonio de Lord Byron con Annabella Milbanke estaba a punto de colapsar. En la primera sección, Lord Byron describe el funcionamiento de los sueños, y comienza a perfilar la transición hacia una capa más profunda. En la segunda sección, el poema revela los sentimientos de amor no correspondidos de un muchacho. Más adelante, el muchacho se convierte en un hombre, descubre los verdaderos sentimientos de la joven y huye. Pasa las noches solo en una casa, pero regresa después de que la mujer se casa con alguien más. Ella tiene hijos con este nuevo hombre y parece feliz, pero en el fondo siente que algo [que no puede comprender] no anda bien. El hombre se casa con otra mujer, pero durante la ceremonia su mente se distrae; empieza a divagar. Al final, cada uno enfrascado en su realidad, piensan en el otro, se encuentran en esta especie de sueño compartido de lo que podría haber sido [estar juntos] pero no fue [ver: Si dos personas tienen el mismo sueño, ¿sigue siendo un sueño?]

Lord Byron propone que hay una delgada línea que separa el mundo de los sueños de la realidad, pero no le asigna a ninguno de esos planos una preponderancia sobre el otro. «Nuestra vida es doble», dice, sugiriendo que cualquier hecho que suceda en un sueño [como vivir plenamente un amor] tiene el mismo valor que los incidentes de la vida diurna.

Lord Byron no está siendo un romántico empedernido aquí. En la primera sección de El Sueño expone las similitudes que guardan los sueños y la realidad: tienen «aliento», «lágrimas», «torturas» y «alegría», estableciendo que lo que soñamos muy probablemente está influido por lo que nos ocurre en la vigilia. Esto es psicoanálisis puro: la realidad influye en los sueños. La diferencia conceptual, para Lord Byron [y los poetas del Romanticismo], es que los sueños también influyen en nuestras vidas. Después de todo, «nuestra vida es doble».Si una pesadilla puede estar inspirada en un suceso de la realidad, ¿cuántas decisiones de la vida diaria, felices o desacertadas, tuvieron su origen en un sueño que no recordamos? [ver: Si la vida es sueño, ¿la muerte es el despertar?]

Lord Byron va todavía más allá: los sueños «dejan un peso» sobre nuestros pensamientos despiertos, afirma, un peso tan sutil que a veces se convierte en «una porción de nosotros mismos». En este contexto, podríamos reformular la pregunta anterior del siguiente modo: ¿cuántas decisiones de la vida diaria, felices o desacertadas, fueron tomadas por el Otro que sueña?

Parece haber una categoría externa en El Sueño de Lord Byron. De vez en cuando recibimos la visita de «espíritus del pasado» que «parecen heraldos de la Eternidad». Estos agentes ejercen «la tiranía del placer y el dolor», es decir, «nos sacuden con la visión de lo que fue» pero también nos convierten en «lo que no fuimos». En el mundo de los sueños podemos vivir cosas nuevas, revivir otras desde una perspectiva diferente; podemos corregir errores y ejercer crueldades que hemos reprimido; y no tenemos ningún control sobre todo eso. En este punto, Lord Byron regresa sobre la idea de que las personas le dan forma a sus sueños, y estos le dan forma a las personas que los originaron.

En el poema de John Donne: El Sueño (The Dream), vemos una resonancia entre los sueños y la realidad. Aquí, el poeta sueña con el rostro de la mujer que ama, despierta, y descubre que ella está sobre él en la cama, mirándolo [y acaso iniciando el coito]. John Donne apela a una hermosa coincidencia, a una sincronización entre el sueño y la vigilia, pero invita a una consideración más profunda sobre el poder del inconsciente para forjar un mundo que precede a la realidad. La Poesía, de hecho, tiene mucho que ver con esta idea, porque todo buen poema hace que el lector sienta que está entrando en una realidad diferente.

En Un sueño (A Dream), William Blake [también romántico] escribe: «Una vez un sueño tejió una sombra», en cierto modo, personificando al Sueño, dándole el poder de apoderarse de la mente. Esto se correlaciona con Lord Byron y la noción romántica de que las emociones están por encima de la racionalidad. El poema de William Blake invoca la sensación de que uno está entrando en un sueño, incluso lo establece al afirmar que el sueño se ha apoderado de la mente [tejiendo «una sombra»]. En términos psicoanalíticos, el subconsciente se apodera de la mente durante el sueño y produce sus propios «mundos».

El poema de Edgar Allan Poe: Un sueño dentro de un sueño (A Dream Within A Dream), explora la crisis existencial que se produce cuando empezamos a cuestionar la distinción entre los sueños y la realidad. La consecuencia racional de este conflicto es el miedo a perder el control de la propia mente; la respuesta romántica es la aceptación de que ambos «mundos» son igualmente ilusorios y reales, y que incluso nosotros, nuestras vidas, podrían ser el sueño de nuestro verdadero Ser [diferente al Yo], que se manifiesta en sueños [ver: «In Somnis Veritas»: análisis de «Un sueño dentro de un sueño»]




El sueño.
The Dream, Lord Byron (1788-1824)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Nuestra vida es doble: el dormir tiene su propio mundo,
una frontera entre las cosas mal llamadas
Muerte y existencia: el dormir tiene su propio mundo
y un amplio reino de realidad salvaje,
y los sueños en su desarrollo tienen aliento,
lágrimas, torturas y el toque de la Alegría;
dejan un peso sobre nuestros pensamientos del día,
alivian un peso de nuestras diurnas fatigas,
dividen nuestro ser; se convierten
en parte de nosotros mismos como de nuestro tiempo,
y parecen heraldos de la Eternidad;
Pasan como espíritus del pasado,
hablan como Sibilas del futuro; tienen poder;
la tiranía del placer y del dolor;
nos hacen lo que no fuimos, lo que será,
y nos sacuden con la visión de lo que fue,
el miedo a las sombras desaparecidas.
¿Son eso? ¿No es todo sombras el pasado?
¿Qué son? ¿Creaciones de la mente?
La mente puede crear sustancia y poblar sus propios mundos
con seres más brillantes que los que han existido,
y dar aliento a formas que pueden sobrevivir a la carne.
Me gustaría recordar una visión que soñé,
tal vez, mientras dormía, porque sólo un pensamiento,
un pensamiento adormecido, es capaz
de durar años y vivir una larga vida en una hora.


Our life is twofold: Sleep hath its own world,
A boundary between the things misnamed
Death and existence: Sleep hath its own world,
And a wide realm of wild reality,
And dreams in their developement have breath,
And tears, and tortures, and the touch of Joy;
They leave a weight upon our waking thoughts,
They take a weight from off our waking toils,
They do divide our being; they become
A portion of ourselves as of our time,
And look like heralds of Eternity;
They pass like spirits of the past,—they speak
Like Sibyls of the future; they have power—
The tyranny of pleasure and of pain;
They make us what we were not—what they will, And shake us with the vision that's gone by,
The dread of vanished shadows —Are they so?
Is not the past all shadow?—What are they?
Creations of the mind?—The mind can make
Substance, and people planets of its own
With beings brighter than have been, and give
A breath to forms which can outlive all flesh
I would recall a vision which I dreamed
Perchance in sleep—for in itself a thought,
A slumbering thought, is capable of years,
And curdles a long life into one hour.


Lord Byron (1788-1824)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Lord Byron.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Lord Byron: El sueño (The Dream), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

Daniel Milano dijo...

'El sueño' de Byron me encuentra enfrascado en otro sueño: el soñado por Frederic Prokosch sobre la vida de Lord Byron en 'El manuscrito de Missolonghi', libro que recomiendo mucho como todo lo de Prokosch. Feliz coincidencia! Como la de John Donne al despertar de su sueño y ver, tras su delineado onírico, el rostro palpitante de su amada...

Sebastian Beringheli dijo...

Me agendo el dato del libro, Daniel.



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