«El Testimonio de los Soles»: George Sterling; poema y análisis.


«El Testimonio de los Soles»: George Sterling; poema y análisis.




El testimonio de los soles (The Testimony of the Suns) es un poema de horror cósmico del escritor norteamericano George Sterling (1869-1926). Comenzó a escribirse en 1901 y fue publicado originalmente en la antología de 1903: El testimonio de los soles y otros poemas (The Testimony of the Suns and Other Poems).


¿Anheláis una tregua, oh soles supremos?
¿Qué Orden os dignaréis escuchar,
enormes transportes de oscuridad,
que tejen el sueño eterno?


El Testimonio de los Soles, uno de los mejores poemas de George Sterling, es una pieza de puro cosmicismo. El poema trata sobre la indiferencia del universo, una idea moderna en 1903, que luego sería desarrollada por H.P. Lovecraft y otros autores como matriz del Horror Cósmico, pero escrito en un estilo arcaico que imita la cadencia de In Memoriam [tetrámetro yámbico] de Alfred Tennyson.

El orador de El Testimonio de los Soles empieza contemplando el cielo nocturno, estudia las «sílabas de fuego» con la esperanza de «leer la runa télica de Orión». Pero Orión no revela nada más que la impresión de que el cosmos es un campo de batalla sin sentido, de dimensión infinita, indiferente a «la finitud del hombre». George Sterling escribe:


¡Oh Espacio y Tiempo y estrellas en pugna,
qué terrible vuestra infinitud
ensalzada por vuestra trinidad sin término,
qué extraña, qué terrible es la vida!


El orador espera «saber qué mora la permanencia / más allá del velo que dibujan los sentidos». Al mismo tiempo, siente una amarga empatía con los habitantes de los «mundos futuros», quienes, al igual que él, buscarán en vano una respuesta al misterio de la creación en «el silencio de la estrellas». El único destino para el observador del cielo nocturno es unirse, al final de su existencia, con el polvo nebular que contempla.

La filosofía de El Testimonio de los Soles expresa la desesperanza de George Sterling, no solo por la insignificancia del ser humano en contraste con la escala cósmica, sino por la imposibilidad de encontrar algún tipo de orden o plan divino en este universo indiferente [ver: Horror Cósmico: la vida no tiene sentido, la muerte tampoco]. El poema está lleno de alusiones astronómicas y nombres de constelaciones, tal vez para reforzar la noción de que el ser humano ha esparcido sus patrones antropomórficos entre las estrellas, dándoles familiaridad, incluso un comportamiento mitológico afín a las expectativas humanas. Sin embargo, no hay eco de tales proyecciones en los cielos. No hay ningún mensaje oculto para nosotros en las estrellas.

El Testimonio de los Soles alude a las increíbles extensiones de espacio para demostrar que el universo simplemente opera con sus propias leyes fijas, que estas leyes son impersonales, y que incluso se aplican a la humanidad [ver: Einstein, la Relatividad y los Antiguos]. Es decir que el ser humano no debe sentirse alienado por el aparente caos del universo porque nosotros también existimos de acuerdo a las mismas leyes.

A fines de 1901, George Sterling comenzó a escribir El Testimonio de los Soles, el cual suscitó el entusiasmo de su mentor, Ambrose Bierce. En una carta a George Sterling fechada el 15 de marzo de 1902, Bierce escribe:


«No puedo confiar en mí mismo para decir lo que pienso. (El poema) es grande en su forma, pero la grandeza del tema... ¡eso está más allá de todo! Es un campo nuevo, el más amplio descubierto hasta ahora. Los tremendos fenómenos de la Astronomía nunca han tenido un tratamiento poético adecuado. Debes convertirlo en tu dominio. Serás el poeta de los cielos, el profeta de los soles.»


A la luz de este elogio, queda claro porqué El Testimonio de los Soles comienza con una cita de Ambrose Bierce sobre el vasto e inmutable cosmos. George Sterling aborda la cuestión con solemnidad, despojado de la típica extravagancia decadentista, pero tratando de expresar la desesperación ante la falta de propósito de la vida humana. Más adelante, Clark Ashton Smith tomaría el mismo motivo, pero para celebrar la inmensidad y antigüedad que aterrorizan a George Sterling.

Si hay un punto de apoyo para la crítica de George Sterling es su falta de fisicalidad. Algernon Swinburne, por ejemplo, exploró el mismo tema pero ofreciendo espacio a la sensualidad, es decir, al factor físico que hace que el cuerpo humano pueda encajar, o contrastar, con la inmutabilidad cósmica. Por su parte, George Sterling abraza la desesperación, lo cual equivale a abandonar el consuelo que ofrece la sensualidad. En cambio, se concentra por completo en el nihilismo, en la sombría futilidad de la existencia. Pero incluso en esta aceptación pura de la desesperación podemos encontrar una pizca de esperanza asomándose entre los soles.

George Sterling admite que, de hecho, hay un Dios/Creador, y que el universo y su indiferencia existen por una razón, solo que esta es incomprensible e insatisfactoria para el ser humano. Esto lo sitúa significativamente más lejos de la verdadera desesperación lovecraftiana, donde no hay un Creador y es imposible comprender la agenda de sus seres extradimensionales. George Sterling, entonces, nos brinda apenas una pizca de esperanza, pero esperanza al fin, de que la experiencia humana tenga algún propósito preestablecido por Dios, y por lo tanto desempeñe un papel infinitesimalmente pequeño en el cosmos. Por una parte, El Testimonio de los Soles nos arrebata el consuelo de la sensualidad y la fisicalidad, pero nos brinda un atisbo de esperanza, de propósito [ver: Horror Cósmico: qué es, cómo funciona, y por qué el tamaño sí importa]

Ambrose Bierce, un auténtico artesano del lenguaje, hizo anotaciones y comentarios marginales en el borrador de su discípulo, muchos de los cuales serían reconocidos e incluidos por George Sterling en la versión final del poema, de modo que el lector con buen olfato puede detectar, aquí y allí, algunas pinceladas de Ambrose Bierce en El Testimonio de los Soles, sobre todo en los momentos en los que George Sterling vacila, y el elemento humano y sentimental amenaza con opacar su fuerza cósmica. Al final, el mensaje no afirma que no haya significado en la vida humana, sino que vindica el fracaso de la mente humana para encontrar su propósito en el universo. Y, dado que los soles mismos perecerán algún día, ¿qué esperanza podemos albergar a largo plazo? [ver: Horror Cósmico: el universo conspira para destruirnos]

Personalmente creo que la figura de Ambrose Bierce limitó la pedantería natural del discurso de George Sterling. Supongo que también estaba al tanto de su propia influencia, y no ahorró elogios a su discípulo para robustecer su autoestima: «escrito en francés y publicado en París, habría removido los adoquines de la calle», sostuvo. En parte, es un elogio justificado. El Testimonio de los Soles incorpora versos muy hermosos que evocan el silencio de la infinitud, así como el crujido interior de los mundos y las llamadas a la guerra de soles y galaxias. En otras palabras, hay una cadencia sideral en el poema; sonido, y ausencia de sonido, que se encuentran en cada verso.

A diferencia de Swinburne y Tennyson, George Sterling no se preocupó por el conflicto teleológico inherente en El Testimonio de los Soles. No hay desacuerdo entre religión y ciencia, ni siquiera entre el optimismo creacionista y el pesimismo evolucionista. George Sterling simplemente propone una hipótesis: postula el agnosticismo como respuesta por default ante los misterios del universo. A fin de cuentas, no importa si hay un orden y un propósito en el cosmos, nuestro cerebro no posee las herramientas para encontrarlos, de modo que es como si no existieran.

Hay un fuerte componente antropocéntrico en El Testimonio de los Soles, al estilo de John Milton y su humanización de Satanás en El Paraíso Perdido [ver: El «Efecto Milton» y la simpatía por el diablo]. Aquí, la primera parte del poema de Sterling representa a las estrellas en guerra. Dirigidas por sus capitanes, las estrellas más grandes [Altair, Aldebarán, Capella, Betelgeuse] se precipitan una hacia la otra en los confines del espacio, chocan y se desintegran en nebulosas que se convierten en nuevas estrellas, repitiendo el mismo proceso sin propósito aparente:


Esplendores de la lucha elemental;
colisión de soles que estremecen la penumbra;
nueva luz cuya historia de perdición estelar
pasa a una nueva vida ignorante.


La segunda parte de El Testimonio de los Soles reflexiona sobre los vanos esfuerzos del ser humano por determinar su importancia, o su falta de importancia, en esta «lucha elemental», es decir, en el movimiento incesante del universo. El punto de vista George Sterling, una perspectiva común en su época, insinúa que el conocimiento científico ha destruido las viejas certezas del ser humano y las ha reemplazado con incertidumbre. Estamos asombrados y desconcertados por las maravillas del cosmos, con los secretos del espacio y el tiempo, y nunca hemos sido tanto una mota de polvo en medio de fuerzas enfrentadas que no podemos comprender ni controlar:


Oscuras son las leyes que dictan los sabios,
pues la Ciencia ve en todas sus tierras
crepúsculos ilusorios, en sus manos
están los juicios de lo Relativo.

Oscurece las tinieblas que albergan la Verdad,
y silencia los labios de los que anhelamos
el secreto guardado de la tumba.
¡Tan pronto se volvió muda ante la palabra y la verdad!


Algunos elementos de El Testimonio de los Soles resuenan en la ciencia ficción, sobre todo este sentimiento de alienación ante la inconcebible soledad del espacio. George Sterling recurre a una amplia variedad de imágenes arquetípicas que justifican esa vigencia, y aseguran su futuro. A medida que nos adentramos en los misterios del universo, la insignificancia de nuestro propio mundo se vuelve cada vez más notoria.


Y hacia las estrellas se desplaza el mundo afligido,
un punto en una penumbra inalterable,
muerto, con un sombrío universo por tumba,
yendo hacia una oscuridad aún más vasta.


La poesía cósmico-astronómica de George Sterling, al lidiar con elementos tan descomunales que exceden nuestra capacidad de comprensión, termina insinuando una experiencia extática muy similar a la revelación divina. Este es el verdadero gérmen de la ficción de Lovecraft: presentar una perspectiva [humana] sobre nuestra falta de propósito en el esquema universal de las cosas. En El Testimonio de los Soles se presenta una batalla simbólica de soles y mundos desconocidos, cuyos cursos eventualmente los llevan a colisionar. Lovecraft presenta una lucha primordial similar, pero entre entidades antiguas y poderosas. En ambos casos, el ser humano es apenas un observador casual, y frecuentemente el daño colateral, de fuerzas desconocidas en conflicto.

Por tratarse de un poema muy extenso solo hemos traducido al español un fragmento de El Testimonio de los Soles.




El testimonio de los soles.
The Testimony of the Suns, George Sterling (1869-1926)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


A Quien pertenecen los incesantes soles,
y la causa es una con la consecuencia,
a Cuyo divino sentido inclusivo
el gemido se mezcla con el canto.
[Ambrose Bierce]


¡Cuántas veces, oh Vida, en mundos olvidados,
en tus innumerables formas,
has visitado las transmutadoras tormentas del Tiempo,
y has luchado hasta que la tormenta y la tensión desaparecieron!

¡Cuántas veces te has esforzado, ansiado y muerto,
o, agonizante, te has entregado al grato descanso,
huésped inevitable de la Noche,
en extraños reinos desconocidos!

Cuántas veces regresaste al Misterio y al Tiempo,
a sus antiguas maneras de sostener,
con labios que nunca han dicho
las noticias de ese clima distante.

Con pequeñas manos que no pudieron guardar
el poderoso mensaje de la Noche,
ni desnudar ante la suplicante vista del Día
los anales ocultos de tu sueño.

¿Crees que la eternidad venidera
revelará por fin el secreto
sobre el cual un pasado eterno
mantuvo los labios mudos a la revelación?

¡Cuán vastos son los abismos del deseo humano!
Hijos del Cambio, soñamos con compartir
la vigilia de Altair,
y ver expirar al gran Fomalhaut;

Vivir, donde los soles oscurecidos recubren
sus reinos en la neblina abismal,
donde la Noche que se acerca acompaña
al resplandor de los altos Antares, rojos por la perdición;

Oír en lo profundo de la Ley
la Palabra que mueve sus mareas causales;
saber qué Permanencia continúa
más allá del velo que corren los sentidos.

¡Tal es la esperanza que llena tu corazón,
oh Vida! En algún mundo alrededor,
el sitial del trueno de Procyon gira
o se balancea en el abismo de Espiga.

Así soñaron tus hijos en mundos destruidos
cuyo polvo atrae nuestros ojos descuidados,
mientras, iluminado por fin en cielos extraños,
el meteoro se derrite en el vacío.

Así tu simiente en los mundos futuros,
en altares construidos para soles lejanos,
anhelará desde el silencio de la estrella
la solución de tu misterio;

Y anhelar sin respuesta, hasta que,
negados por la penumbra cósmica y el resplandor estelar,
los cerebros sean el polvo que soportó la oración,
y polvo los anhelantes labios que lloraron.


How oft, O Life, on worlds forgot,
Hast thou, in thine unnumbered forms,
Gone forth to Time’s transmuting storms,
And fought till storm and stress were not!

How oft hast striven, hoped, and died,
And dying, fared to gracious rest,
The Night’s inevitable guest,
In alien realms unverified!

How oft to Mystery and Time
Returned, their ancient ways to hold,
With lips that never yet have told
The tidings of that distant clime—

With little hands that could not keep
The mighty message of the Night,
Nor bare to Day’s appealing sight
The hidden annals of thy sleep.

Dost deem the eternity to come
The secret will disclose at last
Where unto an eternal past
Held lips to revelation dumb?

How vast the gulfs of man’s desire!
Children of Change, we dream to share
The battle-vigil of Altair,
And watch great Fomalhaut expire;

To live, where darkened suns relume
Their kingdoms in the abysmal haze —
Where nearing Night attends the blaze
Of high Antares red with doom;

To hear within the deep of Law
The Word that moves her causal tides;
To know what Permanence abides
Beyond the veil the senses draw.

And such the hope that fills thy heart,
O Life! on some allegiant world
Round Procyon’s throne of thunder whirled
Or poised in Spica’s gulf apart.

So dreamt thy sons on worlds destroyed
Whose dust allures our careless eyes,
As, lit at last on alien skies,
The meteor melts athwart the void.

So shall thy seed on worlds to be,
At altars built to suns afar,
Crave from the silence of the star
Solution of thy mystery;

And crave unanswered, till, denied
By cosmic gloom and stellar glare,
The brains are dust that bore the pray’r,
And dust the yearning lips that cried.


George Sterling (1869-1926)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de George Sterling.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de George Sterling: El testimonio de los soles (The Testimony of the Suns), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremendo poema y gran reseña! Cómo siempre ! Gracias por compartir y mantener viva esta gran pagina

Anónimo dijo...

Maravilloso, gracias por traducirlo.

Warlord dijo...

Muchas gracias por subirlo

Daniel Milano dijo...

El gran Ambrose Bierce apadrinó a Sterling y éste a Clark Ashton Smith. Menuda familia literaria! Coincido con el primer comentario: gran reseña. Tan buena y prometedora que el fragmento traducido sabe a poco. Aunque, justo es decirlo, se degustan en él las bondades destacadas. Qué bien escribe, Sebastián: "George Sterling simplemente propone una hipótesis: postula el agnosticismo como respuesta por default ante los misterios del universo."Este es el verdadero gérmen de la ficción de Lovecraft: presentar una perspectiva [humana] sobre nuestra falta de propósito en el esquema universal de las cosas." Sana envidia.

Sebastian Beringheli dijo...

Gracias!



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