«El Tigre»: William Blake; poema y análisis.
El Tigre (The Tyger) es un poema del romanticismo del escritor inglés William Blake (1757-1827), publicado en 1794 como parte de los Cantos de inocencia y experiencia (Songs of Innocence and of Experience).
Para analizar El Tigre, uno de los mejores poemas de William Blake, primero es necesario quitar del camino los lugares comunes. Hagámoslo rápido: se dice que es un poema que formula algunas inquietudes teológicas [como la inutilidad de darle un sentido simple a Dios], que debe entenderse en el contexto de la Revolución Francesa, etc; lo cual es cierto. También que William Blake es un autor poco convencional, aislado incluso del movimiento literario predominante en su tiempo: el Romanticismo. Mientras los románticos adoraban a la naturaleza, William Blake encontraba la belleza en el interior del ser.
El hecho de que no exista acuerdo sobre el significado de El Tigre es quizás un tributo a la complejidad del pensamiento de William Blake. El problema, creo, surge cuando se analiza el poema tratando de buscar algo que revele la naturaleza de su autor. William Blake simplemente está haciendo grandes preguntas para las que él, por supuesto, no tiene respuestas. Estas grandes preguntas tienen que ver con la idea del Mal, y la dificultad de reconciliar la noción de un Dios omnipotente y benévolo con la presencia del Mal en el mundo.
El Tigre de William Blake comienza con una pregunta directa dirigida a un tyger. Uno podría pensar que se trata de un animal real, impresionante en tamaño y fuerza, pero el hecho de que el título del poema acentúe la excentricidad de la criatura al sustituir la letra «i» por la menos común «y» es un indicio de que no estamos ante un tigre cualquiera, sino la de una figura que no debe tomarse literalmente. Su poderoso impacto en el narrador es evidente desde las primeras líneas:
Tigre, tigre, brillo ardiente
en los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo forjar tu terrible simetría?
en los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo forjar tu terrible simetría?
La referencia a «los bosques de la noche» es un recordatorio del primer Canto de La Divina Comedia de Dante Alighieri. Antes de su encuentro con Virgilio, el narrador declara: «Me encontré dentro de un bosque oscuro, / porque el camino recto se había perdido». La imagen de los oscuros senderos del bosque genera la impresión de estar perdido, o al menos desviado del rumbo correcto. Sin embargo, en la noche de la incertidumbre aparece el Tigre con su «brillo ardiente», tal vez una guía, una luz en la oscuridad.
El Narrador de William Blake, en lugar de mirar introspectivamente, busca una respuesta en el mundo exterior para darse una idea de quién es el creador del Tigre. Lo que imagina es un ser inmortal que, como mínimo, tiene la fuerza para trascender el tiempo a través de su obra [el Tigre]. Entonces surge la pregunta: «¿qué mano inmortal, qué ojo pudo forjar tu terrible simetría?»; es decir, la «mano» del escritor y el «ojo» de la imaginación para concebir una obra [un poema sobre el Tigre] con su «terrible simetría»?
En este punto, la mayoría de las interpretaciones sobre El Tigre de William Blake viran hacia un significado teológico, y si bien acaso sea imposible eludir por completo las creencias que pudo haber tenido el autor, personalmente siento [más que creer con fundamentos] que está hablando de otra cosa. De todos modos, el Narrador continúa con una serie de preguntas retóricas sobre el Creador [el Artista-Dios] y la posible intención detrás del obra [el poema-Tigre]
¿En qué distantes abismos, en qué cielos
ardió el fuego de tus ojos?
¿En qué alas atrevidas te elevaste?
¿Qué mano audaz osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, qué arte
pudo torcer las fibras de tu corazón? Y al comenzar a latir,
¿qué mano temerosa, qué pie?
ardió el fuego de tus ojos?
¿En qué alas atrevidas te elevaste?
¿Qué mano audaz osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, qué arte
pudo torcer las fibras de tu corazón? Y al comenzar a latir,
¿qué mano temerosa, qué pie?
A pesar de reconocer la separación temporal entre el Creador-Autor y el lector, el Narrador no logra conectarse con el poema que tiene frente a él [o ella], con el Tigre, y en su lugar deambula por lejanas posibilidade teológicas, por «cielos» y «distantes abismos» en busca de respuestas que puedan brindarle una explicación de la grandeza del Tigre-Poema. ¿Cuáles eran las aspiraciones del Creador-Poeta, las «alas» que esperaba dar a su obra? ¿Y cómo pudo tener la audacia y el coraje de tomar y controlar el «el fuego» creador? Con estas dos preguntas el narrador de William Blake decididamente se desvía del «camino recto» del narrador de Dante, porque el deseo de intelectualizar la intención autoral se apodera de toda la interpretación.
Además, la siguiente estrofa introduce referencias a algunas de las partes del cuerpo del Creador, agregando un «hombro» y «pies» a su mano y ojo, como si el narrador solo pudiera vislumbrar fragmentos de la personalidad del autor y admirar su Tigre [su obra] basado en pistas aisladas e inconexas. Sin comprender que la imagen evocada será distorsionada y mezclada con su propia experiencia, personalidad e ideología, el Narrador [lector] asume un rol pasivo, contentándose con observar en lugar de recrear el poema. En consecuencia, continúa preguntándose sobre las «fibras» del «corazón» palpitante del Tigre-Poema y, por lo tanto, sobre las emociones que el autor pudo haber tenido e invertir en él.
La suposición aquí es que, debido a que el Tigre es tan impresionante y temible, la entidad que le dio vida debe ser aún más grandiosa. El Narrador tiene la impresión de que la creación está completa y su papel es simplemente dar un paso atrás, contemplarla y cantar su belleza, sin cuestionar por qué el Tigre se ve bajo esta luz y no otra, sin considerar la posibilidad de que el Tigre-Poema, en lugar de reflejar a su autor, podría estar reflejando al lector.
Para lograr una imagen más concreta y física del Creador-Autor, en narrador lo imagina como un herrero que forja sus palabras:
¿Qué martillo, qué cadena,
en qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué terribles garras
osaron dominar el terror más implacable?
en qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué terribles garras
osaron dominar el terror más implacable?
Así, en lugar del lápiz y el papel, los instrumentos del Creador son el «martillo», la «cadena», el «horno» y el «yunque», que dan cuenta de la enormidad del esfuerzo y la energía puesta en la creación de la obra, así como la naturaleza compleja del proceso de escritura.
El «cerebro» del Tigre aparece como una metáfora del razonamiento detrás del poema, mientras que el horno puede representar la fuerza creativa del autor que funde y forja conceptos y rimas según su propio calor personal. En este contexto, el título del poema es engañoso porque el énfasis no está en el Tigre, como cabría esperar, sino en la naturaleza de su creador. Por lo tanto, los elogios del Narrador no se dirigen en realidad a la belleza y espanto del Tigre-Poema, sino hacia las cualidades de su hacedor.
Todos los elementos que componen al Tigre [«ojos», «corazón» y «cerebro»] están cuidadosamente controlados. De este modo, como Mary Shelley trabajó en su Frankenstein, juntando partes del cuerpo solo para perder el control sobre su creación una vez que estuvo terminada, el Tigre de William Blake necesita un observador, una conciencia, un lector que lo vista con su imaginación. De otra manera es solo un monstruo inanimado e informe.
Si bien el universo, representado por las estrellas, es impotente frente al Tigre, ya que no puede abarcar ni al Creador ni a la Creación, el narrador aún espera arrojar un poco de luz sobre el carácter del autor:
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas,
¿sonrió al ver Su obra?
Él, que hizo al Cordero, ¿también te hizo?
y bañaron los cielos con sus lágrimas,
¿sonrió al ver Su obra?
Él, que hizo al Cordero, ¿también te hizo?
Las «estrellas» se presentan aquí como un ejército derrotado. Si bien nuestra traducción dice que «arrojaron sus lanzas», tal vez generando la impresión de que están atacando, el original [threw down their spears] implica que bajaron las armas, quizás reconociendo que no son lo suficientemente poderosas para mantener cautivo al Tigre dentro de un marco de pura lógica. Sus «lágrimas» son signos de dolor y frustración por haber renunciado a la lucha por captar el significado del Tigre-Poema.
En apariencia, el Tigre es libre, pero al mismo tiempo está cautivo, incluso esclavizado por la búsqueda inflexible del Narrador por descubrir el carácter del Creador, por saber si el artista quedó satisfecho, si «sonrió al ver Su obra». La «simetría» no solo es una característica «terrible» del Tigre, sino que se erige como una evidencia de la redundancia de las interpretaciones del Narrador:
Tigre, tigre, brillo ardiente
en los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo
se atrevió a forjar tu terrible simetría?
en los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo
se atrevió a forjar tu terrible simetría?
El final de El Tigre de William Blake es casi idéntico a su comienzo, con la excepción de la palabra could [«pudo»] reemplazada por la mucho más fuerte dare [«atrever»]. La pregunta ahora ya no es cómo el Creador pudo tener la habilidad de construir algo tan poderoso como el Tigre, sino cómo tuvo la audacia de hacerlo. Sin embargo, este cambio no afecta al Narrador, ya que su interés sigue estando en el Creador-Autor, en su intención, no en la reunión de su obra con el lector. En otras palabras, el Narrador ha estado haciendo las preguntas equivocadas. Todavía está perdido en «los bosques de la noche», sin haber hecho ningún progreso desde el comienzo del poema.
La interpretación estándar de El Tigre de William Blake tiene que ver con el Mal, o mejor dicho, con la naturaleza de Dios, que siendo [supuestamente] omnipotente y misericordioso fue capaz de crear al Tigre y al cordero que sería devorado por él. Sin embargo, esto es derribado por el propio William Blake, que realizó un dibujo que acompaña al poema [ver izq.]. Este tigre no tiene casi nada en común con el Tigre del poema. En primer lugar, parece estar caminando, sin preparar un ataque y sin inspirar miedo, mucho menos terror. En segundo lugar, el tigre del dibujo tiene una expresión pacífica, mansa, como la de un animal domesticado, que definitivamente no induce asombro y espanto en un salvaje despliegue de colmillos y garras, sino que muestra simpatía, incluso sumisión, manteniendo la cola baja y las orejas hacia atrás. La diferencia entre el Tigre del poema y el del grabado demuestra, una vez más, cómo la perspectiva del lector puede modificar la realidad. En última instancia, la representación del Tigre [en términos de obra artística] no depende de las intenciones del Creador-Autor, sino de la experiencia subjetiva del lector.
El Tigre.
The Tyger, William Blake (1757-1827)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Tigre, tigre, brillo ardiente
en los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo forjar tu terrible simetría?
¿En qué distantes abismos, en qué cielos
ardió el fuego de tus ojos?
¿En qué alas atrevidas te elevaste?
¿Qué mano audaz osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, qué arte
pudo torcer las fibras de tu corazón? Y al comenzar a latir,
¿qué mano temerosa, qué pie?
¿Qué martillo, qué cadena,
en qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué terribles garras
osaron dominar el terror más implacable?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas,
¿sonrió al ver Su obra?
Él, que hizo al Cordero, ¿también te hizo?
Tigre, tigre, brillo ardiente
en los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo
se atrevió a forjar tu terrible simetría?
Tyger Tyger, burning bright,
In the forests of the night;
What immortal hand or eye,
Could frame thy fearful symmetry?
In what distant deeps or skies,
Burnt the fire of thine eyes?
On what wings dare he aspire?
What the hand, dare sieze the fire?
And what shoulder, and what art,
Could twist the sinews of thy heart?
And when thy heart began to beat,
What dread hand? And what dread feet?
What the hammer? what the chain,
In what furnace was thy brain?
What the anvil? what dread grasp,
Dare its deadly terrors clasp!
When the stars threw down their spears
And water'd heaven with their tears:
Did he smile his work to see?
Did he who made the Lamb make thee?
Tyger Tyger burning bright,
In the forests of the night:
What immortal hand or eye,
Dare frame thy fearful symmetry?
William Blake (1757-1827)
In the forests of the night;
What immortal hand or eye,
Could frame thy fearful symmetry?
In what distant deeps or skies,
Burnt the fire of thine eyes?
On what wings dare he aspire?
What the hand, dare sieze the fire?
And what shoulder, and what art,
Could twist the sinews of thy heart?
And when thy heart began to beat,
What dread hand? And what dread feet?
What the hammer? what the chain,
In what furnace was thy brain?
What the anvil? what dread grasp,
Dare its deadly terrors clasp!
When the stars threw down their spears
And water'd heaven with their tears:
Did he smile his work to see?
Did he who made the Lamb make thee?
Tyger Tyger burning bright,
In the forests of the night:
What immortal hand or eye,
Dare frame thy fearful symmetry?
William Blake (1757-1827)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Poemas góticos. I Poemas de William Blake.
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El análisis, traducción al español y resumen del poema de William Blake: El Tigre (The Tyger), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
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