«Ve a la tumba»: Nathaniel Hawthorne; poema y análisis.


«Ve a la tumba»: Nathaniel Hawthorne; poema y análisis.




Ve a la tumba (Go to the Grave) es un poema fúnebre del escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne (1804-1864), publicado originalmente en el periódico Spectator en 1820.

Ve a la tumba, posiblemente uno de los poemas de Nathaniel Hawthorne menos recordados, es un ejemplo brillante del Romanticismo Oscuro.

En la superficie, Ve a la tumba es un poema sobre la vanidad, la fugacidad de la existencia humana y la importancia de la vida. En este contexto, el narrador insta al lector a visitar la tumba de sus amigos para aprender que somos efímeros, que «no somos más que polvo y arcilla», y que al final nos espera el mismo destino: todos somos iguales. De este modo, Nathaniel Hawthorne nos da una idea de lo corta que puede ser la vida, mientras nos lleva a la tumba donde están enterrados nuestros amigos, a quienes pronto volveremos a ver.

Si uno piensa en tumbas, lápidas y cementerios en la literatura estadounidense del siglo XIX, la referencia obligada es Edgar Allan Poe, dado su simbolismo mortuorio y su reputación general como autor de lo macabro. Sin embargo, no es Edgar Allan Poe, sino su contemporáneo, Nathaniel Hawthorne, cuyo trabajo está más impregnado de tales referencias. Su obsesión con la muerte probablemente está relacionada con su lugar de nacimiento: Salem, Massachusetts [ver: Nathaniel Hawthorne y las brujas de Salem]. Más allá de esto, parece claro que algo dentro de Nathaniel Hawthorne resonó con la mitología de los cementerios [ver: La leyenda del Espíritu Guardián de los cementerios]

Es importante tener en cuenta que Ve a la tumba fue escrito por Nathaniel Hawthorne cuando este tenía dieciséis años, demostrando así su genio pero también su preocupación por la brevedad de la vida. Este poema, así como dos ensayos publicados en Spectator, sugieren que el joven Nathaniel Hawthorne estaba inmerso en una prematura y sombría contemplación de la muerte. De hecho, muchos de sus biógrafos han señalado que, incluso cuando era niño pequeño, Nathaniel Hawthorne pasaba largas horas en solitaria meditación [ver: El lugar más triste del cementerio]

Otros poemas juveniles de Nathaniel Hawthorne, además de Ve a la tumba, expresan estas preocupaciones mórbidas con un toque de esperanza al final. Otoñal (Autumnal) sostiene que el hombre «se desvanece como las estaciones», pero su alma sobrevivirá y será recompensada. El final del año (The End of the Year) nos sitúa en un lúgubre cementerio, donde las voces de los muertos nos advierten que pronto nos uniremos a ellos.

El interés de Nathaniel Hawthorne por la muerte [y por la vida después de la muerte] quizás pueda explicarse por su admiración por los poetas de cementerio, una escuela de poesía del siglo XVIII popularizada por Thomas Gray y su clásico Elegía escrita en un cementerio rural (Elegy Written in a Country Churchyard). En este contexto, Ve a la tumba, entre otras producciones juveniles del autor, es un intento de imitar a los poemas de cementerio y, al mismo tiempo, estimular el lado sacerdotal de su personalidad. De hecho, Ve a la tumba demuestra que, de muy joven, Nathaniel Hawthorne estuvo influenciado por la creencia en la inmortalidad. Varios años después, en sus Cuadernos, el autor cuestiona esta creencia tradicional y considera la posibilidad de un tipo diferente de existencia inmortal, que ofrece una vida eterna en la tierra. Por lo tanto, la imitación temprana, quizás subconsciente, del tema de la muerte y la inmortalidad, se convierte más tarde en una idea central en muchas de sus obras.

La «lección» de Ve a la tumba es que debemos observar nuestras acciones teniendo en cuenta la certeza de que moriremos. Sin embargo, la contemplación de la muerte también es una forma de reafirmar la propia vitalidad.

Los epitafios fingen encarnar las voces de los muertos; los dolientes van a la tumba a llorar, a recordar y hablar con sus muertos; mientras que los símbolos mortuorios intentan articular una respuesta [ver: Significado de las estatuas de los cementerios]. En este sentido, Nathaniel Hawthorne nos invita a visitar una tumba para revivir las voces de los muertos, pero también para encontrar las nuestras. Por supuesto, podemos someternos al silencio simbólico de nuestro destino final en el cementerio, pero también llenar este vacío con el sonido de nuestras voces, reemplazando el signo de la muerte con fantasías sobre nuestra continuidad. Contrariamente a las expectativas de que un poema sobre la tumba es algo morboso o lúgubre, en realidad estas obras nos brindan una lúcida reafirmación de la vida.




Ve a la tumba.
Go to the Grave, Nathaniel Hawthorne (1804-1864)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Ve a la tumba donde yacen los amigos,
y aprende cuán rápido se desvanecen los mortales,
aprende cómo debe marchitarse la flor más hermosa,
aprende cómo debe encorvarse la forma más fuerte,
aprende que no somos más que polvo y arcilla,
criaturas de un día.
Sin embargo, no suspires:
hay un lugar en el que morarán eternamente,
quienes aquí, en la tierra, sirven a su Creador,
y nunca se desvían de sus preceptos.
La tumba para ellos no es más que un camino
que los conduce a esa bendita morada.


Go to the grave where friends are laid,
And learn how quickly mortals fade,
Learn how the fairest flower must droop,
Learn how the strongest form must stoop,
Learn that we are but dust and clay,
The short-liv'd creatures of a day.
Yet do not sigh -- there is a clime,
Where they will dwell through endless time,
Who here on earth their Maker serve,
And never from his precepts swerve.
The grave to them is but a road,
That leads them to that blest abode.


Nathaniel Hawthorne
(1804-1864)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Nathaniel Hawthorne.


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El análisis, traducción al español y resumen del poema de Nathaniel Hawthorne: Ve a la tumba (Go to the Grave), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

Daniel Milano dijo...

No puedo aceptar la melancólica resignación de estas líneas sabiendo que un chico de dieciséis años las escribió. Distinto hubiera sido sin el dato aportado en la intro.
Lo que sí reconozco sin problemas es la delicadeza de la pluma de Hawthorne... ¡a esa edad!
¡Un Messi de la tinta, este Hawthorne! (Perdón por el símil pero sigo en sintonía mundialista. El fútbol me arrebata tanto como la buena literatura.)
Gracias una vez más por su elección y versión, Sebastián.

Sebastian Beringheli dijo...

Comparto esa sintonía, Daniel, y todo lo dicho antes. Que la imaginación y la melancolía afloren a una edad tan temprana es menos asombroso que el talento de Hawthorne para traducirlas en estos versos sencillos, inquietantemente maduros.



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