«Elegía escrita en un cementerio de aldea»: Thomas Gray; poema y análisis


«Elegía escrita en un cementerio de aldea»: Thomas Gray; poema y análisis.




Elegía escrita en un cementerio de aldea (Elegy Written in a Country Churchyard) —a veces traducido como Elegía sobre un cementerio de aldea— es un poema de cementerio del escritor inglés Thomas Gray (1716-1771), publicado en 1751.

Elegía escrita en un cementerio de aldea es uno de los grandes poemas de cementerio de su tiempo, un estilo que se anticipó al romanticismo y el gótico, incorporando elementos macabros, lúgubres, en los que abundan referencias a los cementerios, los camposantos, las tumbas, las lápidas, los epitafios.

A pesar de su título, Elegía escrita en un cementerio de aldea no es precisamente una elegía, sino más bien una oda, una meditación acerca de la muerte, quizás inspirada en el fallecimiento del poeta Richard West. Más allá de esto, la vida de Thomas Gray estuvo atravesada por el dolor y la pérdida. Prácticamente todas las personas que conoció y amó fallecieron prematuramente.

En este sentido, Elegía escrita sobre un cementerio de aldea, uno de los grandes poemas de Thomas Gray acaso sea el resultado lógico, aunque genial, de toda una vida vagando por los cementerios.




Elegía escrita en un cementerio de aldea.
Elegy Written in a Country Churchyard; Thomas Gray (1716-1771)

Suena el toque de los difuntos al partir el día,
El viento suspira lentamente sobre el prado,
El arador vuelve a casa por el camino cansado,
Y abandona el mundo a la oscuridad, y a mi.

Ahora el paisaje se deshace, apenas brilla en los ojos,
Y todo el aire sostiene una quietud solemne,
Donde zumba el vuelo, las ruedas del escarabajo,
Un rumor soñoliento que se pierde en la distancia.

A salvo de la joven hiedra en la torre,
El búho decrépito se queja con la luna,
Vagando cerca de su secreta laguna,
Perturba su reino antiguo y desolado.

Bajo aquellos olmos rugosos, aquella sombra del Tejo,
Donde el césped cubre las almas en descomposición,
Cada uno en su célula estrecha, por siempre,
Los rudos antepasados de la aldea sueñan.

La llamada ventosa del incienso en la mañana,
El trago que gorjea en el cobertizo de paja,
El clarín áspero del gallo, o el cuerno que resuena,
Ya no los despertará de su cama eterna.

Para ellos el hogar ardiente ya no quemará,
O la atareada ama de casa los cuidará:
Ningún niño gritará al volver su padre,
Rodeando sus rodillas para sellar el regreso.

A menudo barría la cosecha con su hoz,
El surco obstinado siempre se quebró:
¡Cuán alegre conducía su grupo lejos!
¡Cómo dobló los bosques bajo su golpe robusto!

La ambición no se burla de su trabajo útil,
De su felicidad hogareña, su destino oscuro;
Ni el esplendor oye, con su sonrisa desdeñosa,
Los breves y simples anales de los pobres.

La jactancia de la heráldica, la pompa del poder,
Y todo lo que la belleza, lo que la riqueza dio,
Aguardan su hora inevitable: los caminos
De la riqueza también conducen a la tumba.

Ni tu, orgulloso, cargues de culpa sus huesos,
Si la memoria sobre sus tumbas no tiene trofeos,
Donde por el pasillo largo su bóveda y arte ilustró
El himno aumenta las melodías de su plegaria.

¿Es que puede la urna legendaria
Recuperar su aliento breve?
¿Puede la voz del honor provocar el polvo silencioso,
O la adulación suavizar el oído helado de la muerte?

Tal vez en este espacio olvidado habita un corazón,
Alguna vez agitado por el fuego celeste;
Manos, que la rueda del imperio hayan convocado,
O despertado el éxtasis de una lira en llamas.

Pero el Conocimiento, con su amplia página,
Nunca desenrolló en sus ojos el despojo del tiempo;
La miseria fría reprimió su rabia noble,
Y congeló la corriente cálida de su alma.

Gemas llenas del rayo más puro y sereno,
Durmiendo en las ignotas cuevas del océano:
Flores que nacen para un rubor invisible,
Gastando su dulzura en el aire desierto.

Algún pueblo que con el pecho intrépido
Soportó el peso de su pequeño tirano,
Algún Milton mudo aquí puede descansar,
Algún Cromwell inocente de la sangre natal.

El aplauso de los jefes para ordenar,
Las amenazas del dolor y la ruina para despreciar,
Para dispersar la abundancia sobre la tierra alegre,
Leyendo su historia en los ojos nacionales,

Su parte prohibió: no restringirá en soledad
La encendida virtud, sus crímenes son confinados;
Prohibió para abrirse paso en sangre al trono,
Y cerrar las puertas de la piedad sobre el hombre,

Los tormentos que buscan ocultarse de la verdad,
Para aniquilar el rubor de una vergüenza ingenua,
O alabar el templo de la Lujuria y la Vulgaridad,
Con el incienso ardiente, la llama de la Musa.

Lejos de la demente multitud que lucha,
Sus sobrios deseos nunca aprendieron a callar;
A lo largo del fresco valle de la vida
Conservaron el tenor silencioso de su camino.

Aún estos huesos del insulto protegen
Un recuerdo frágil del quizás,
Con rimas groseras y esculturas informes
Imploran el tributo débil de un suspiro que pasa.

Sus nombres, sus años, deletreados por la Musa procaz,
Les otorgan el lugar de la fama y la elegía:
Y esparce muchos sagrados textos en torno a ella,
Que instruyen al rústico moralista a morir.

¿Para quién, al mudo Olvido su presa,
Esta ansiosa y resignada complacencia,
Abandona los lugares del día caliente,
Ni lanza una detenida mirada hacia atrás?

En algún pecho afectuoso el alma que se separa confía,
Algunas gotas piadosas que el ojo cerrado necesita;
Incluso de la tumba la voz de la Naturaleza llora,
Incluso de nuestras cenizas se agita el fuego.

Por aquellos que, atentos al deshonrado muerto,
Ven en estas líneas su historia sencilla;
Si por casualidad la solitaria contemplación condujera
A un espíritu similar a inquirir el por qué de su destino,

Felices los encanecidos pueden decir:
A menudo lo hemos visto al despuntar el alba,
Cubriendo con paso apresurado el rocío lejano,
Para encontrar al sol en la meseta del horizonte.

Allí, a los pies de la joven y nudosa Haya,
Que enrosca sus fantásticas raíces tan abajo,
Su longitud decaída en el atardecer estirará,
Bebiendo en el arroyo que murmura al pasar.

Cerca de la madera, ahora sonriendo con desprecio,
Susurrando sus fantasías caprichosas,
Torciéndose, afligido y pálido, como un desesperado,
Enloquecido, arrebatado por un amor sin esperanza.

Lo extrañé una mañana sobre la colina,
A lo largo del brezal, cerca de su árbol;
Otro vino, lejos aún, sin tocar el camino
Ni la hierba, tampoco en el bosque era él;

El siguiente, con las deudas tristes detrás,
Lento por el sendero de la iglesia lo vimos llevar,
Se acerca y lee (para que tu puedas leer)
La lápida de piedra bajo el Espino anciano.


El epitafio:
Aquí descansa su cabeza en la falda de la Tierra,
Una juventud que no conoció la Fama ni la Fortuna.
La ciencia justa frunció el ceño sobre su nacimiento,
Y la Melancolía lo marcó como un hijo propio.


The curfew tolls the knell of parting day;
The lowing herd wind slowly o'er the lea;
The plowman homeward plods his weary way,
And leaves the world to darkness and to me.

Now fades the glimmering landscape on the sight,
And all the air a solemn stillness holds,
Save where the beetle wheels his droning flight,
And drowsy tinklings lull the distant folds;

Save that, from yonder ivy-mantled tow'r,
The moping owl does to the moon complain
Of such, as wand'ring near her secret bow'r,
Molest her ancient solitary reign.

Beneath those rugged elms, that yew-tree's shade,
Where heaves the turf in many a mould'ring heap,
Each in his narrow cell for ever laid,
The rude Forefathers of the hamlet sleep.

The breezy call of incense-breathing morn,
The swallow twitt'ring from the straw-built shed,
The cock's shrill clarion, or the echoing horn,
No more shall rouse them from their lowly bed.

For them no more the blazing hearth shall burn,
Or busy housewife ply her evening care:
No children run to lisp their sire's return,
Or climb his knees the envied kiss to share.

Oft did the harvest to their sickle yield,
Their furrow oft the stubborn glebe has broke;
How jocund did they drive their team afield!
How bow'd the woods beneath their sturdy stroke!

Let not ambition mock their useful toil,
Their homely joys, and destiny obscure;
Nor grandeur hear with a disdainful smile,
The short and simple annals of the poor.

The boast of heraldry, the pomp of pow'r,
And all that beauty, all that wealth e'er gave,
Awaits alike th'inevitable hour.
The paths of glory lead but to the grave.

Nor you, ye proud, impute to these the fault,
If mem'ry o'er their tomb no trophies raise,
Where thro' the long-drawn isle and fretted vault,
The pealing anthem swells the note of praise.

Can storied urn or animated bust
Back to its mansion call the fleeting breath?
Can honour's voice provoke the silent dust,
Or flatt'ry sooth the dull cold ear of death?

Perhaps in this neglected spot is laid
Some heart once pregnant with celestial fire;
Hands, that the rod of empire might have sway'd,
Or wak'd to extasy the living lyre.

But knowledge to their eyes her ample page
Rich with the spoils of time did ne'er unroll;
Chill penury repress'd their noble rage,
And froze the genial current of the soul.

Full many a gem of purest ray serene,
The dark unfathom'd caves of ocean bear:
Full many a flower is born to blush unseen,
And waste its sweetness on the desert air.

Some village-Hampden, that with dauntless breast
The little Tyrant of his fields withstood;
Some mute inglorious Milton here may rest,
Some Cromwell guiltless of his country's blood.

Th'applause of list'ning senates to command,
The threats of pain and ruin to despise,
To scatter plenty o'er a smiling land,
And read their hist'ry in a nation's eyes,

Their lot forbad: nor circumscrib'd alone
Their growing virtues, but their crimes confin'd;
Forbad to wade through slaughter to a throne,
And shut the gates of mercy on mankind;

The struggling pangs of conscious truth to hide,
To quench the blushes of ingenuous shame,
Or heap the shrine of luxury and pride
With incense kindled at the muse's flame.

Far from the madding crowd's ignoble strife,
Their sober wishes never learn'd to stray;
Along the cool sequester'd vale of life
They kept the noiseless tenor of their way.

Yet ev'n these bones from insult to protect
Some frail memorial still erected nigh,
With uncouth rhimes and shapeless sculpture deck'd,
Implores the passing tribute of a sigh.

Their name, their years, spelt by th'unletter'd muse,
The place of fame and elegy supply:
And many a holy text around she strews,
That teach the rustic moralist to die.

For who, to dumb forgetfulness a prey,
This pleasing anxious being e'er resign'd,
Left the warm precincts of the chearful day,
Nor cast one longing ling'ring look behind?

On some fond breast the parting soul relies,
Some pious drops the closing eye requires;
Ev'n from the tomb the voice of nature cries,
Ev'n in our ashes live their wonted fires.

For thee, who mindful of th'unhonour'd dead
Dost in these lines their artless tale relate;
If chance, by lonely contemplation led,
Some kindred spirit shall inquire thy fate,

Haply some hoary-headed swain may say:
Oft have we seen him at the peep of dawn
Brushing with hasty steps the dews away,
To meet the sun upon the upland lawn.

There at the foot of yonder nodding beech,
That wreathes its old fantastic roots so high,
His listless length at noontide would he stretch,
And pore upon the brook that babbles by.

Hard by yon wood, now smiling as in scorn,
Mutt'ring his wayward fancies he would rove,
Now drooping, woeful wan, like one forlorn,
Or craz'd with care, or cross'd in hopeless love.

One morn i miss'd him on the custom'd hill,
Along the heath, and near his fav'rite tree;
Another came; nor yet beside the rill,
Nor up the lawn, nor at the wood was he.

The next with dirges due in sad array
Slow thro' the church-way path we saw him born.
Approach and read (for thou can'st read) the lay,
Grav'd on the stone beneath you aged thorn.

Here rests his head upon the lap of earth
A youth to fortune and to fame unknown.
Fair science frown'd not on his humble birth,
And melancholy mark'd him for her own.

Large was his bounty, and his soul sincere,
Heav'n did a recompence as largely send:
He gave to mis'ry all he had, a tear;
He gain'd from heav'n ('twas all he wish'd) a friend.

No farther seek his merits to disclose,
Or draw his frailties from their dread abode,
(There they alike in trembling hope repose)
The bosom of his Father and his God.


Thomas Gray (1716-1771)




Poemas góticos. I Poemas de Thomas Gray.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Thomas Gray: Elegía escrita en un cementerio de aldea (Elegy Written in a Country Churchyard), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

10 comentarios:

CRUDO dijo...

Guauuu es como si describieras varias de mis pesadillas en una

Nicolás dijo...

Muy lindo poema... ¿pero por qué no tradujiste los ultimos versos del epitafio? Esta incompleto...

aeternus dijo...

ATENCIÓN FINAL DEL EPITAFIO TRADUCIDO PARA LOS INTERESADOS!!!!

Ya me había topado tiempo atrás cuando hacia un pequeño ensayo histórico de Charles Baudelaire, con Gray y le había leído mutiladamente por mi poco bagaje de información de palabras en ingles. Esta "elegía" ya le había mirado y le había interpretado mal, ahora con tu traducción puedo darme cuenta del sondable paraje que nos muestra con una ornamentación magistral Gray, acerca de su paisaje mortuorio tan oscuro, deprimente y a la vez, lleno (irónicamente) de vida. Pero es verdad, faltaron las últimas dos estrofas del poema, así que me tomé la libertad de traducirlas por mi cuenta, supongo que fue un error de copiado el que no le hayas terminado, pero de cualquier forma les dejo aquí a todos los otros, el final de este epitafio que más o menos dice así:

Su generosidad era basta, y su alma sincera
El cielo se ha recompensado basto por el envío
Él otorgó a la miseria todo lo que poseía, una lágrima,
Obteniendo del cielo (que era todo lo que anhelaba) un amigo

No buscando más allá de sus méritos a develar
Ó dibujar sus fragilidades del terror de su hogar
(parecen temblar en una esperanza en reposo)
El seno de su padre y de su Dios.

AETERNUSPRAECIPITIUM

aeternus dijo...

OYE SOLICITO TU PERMISO PARA SUBIR ESTE POEMA A MI BLOG, NO SÉ SI TE SIENTAS OFENDIDO Ó VIOLO ALGUNA LEY (MORAL O JURÍDICA) PARA PODER TENERLO EN MI BLOG. LO OFENDIDO LO ADJUDICO A QUE ES UNA TRADUCCIÓN MUY DIFÍCIL Y NOTO TU ENTUSIASMO CON ESTOS AUTORES... RESPÓNDEME LO ANTES POSIBLE Y LA DIRECCIÓN ES
aeternuspraecipitium.blogspot.com
creo que está de más ponerla pero para evitar las fallas.. gracias

AETERNUSPRAECIPITIUM

Sebastian Beringheli dijo...

Todos los textos de este espacio están pensados para ser compartidos, simplemente preferimos enterarnos cuando son publicados ya que no todas estas traducciones están libres de la colaboración de terceros. Por supuesto que no hay problema en que publiques lo que quieras.

Anónimo dijo...

En el verso 16, tienes que sustituir sueñan por duermen (en el orginal pone sleep) además si estan muertos no pueden soñar....
en la línea 18 donde pones "trago", tienes que poner "golondrina" (swallow en el orginal que signifa "tragar" y "golondrina", aquí se refiere al ave.

Anónimo dijo...

Lamento comunicar a _El espejo gótico_ que la "Elegía" de Gray fue un poema muy traducido al castellano en el siglo XIX. La mejor y más difundida de las traducciones, publicada en 1860 en Liverpool por el cónsul español (vasco-uruguayo) Enrique de Vedia (rirmaba "H.L. Vedia"), se puede descargar en archivo digital PDF del Catálogo de la Biblioteca Nacional. Enjoy!

Anónimo dijo...

Este poema forma parte del temario de la asignatura Literatura Inglesa en segundo curso de Grado en Estudios Ingleses. Se analiza en profundidad así que no es tan desconocido el poema ;)

E.C. Belmont dijo...

Lo tengo que releer! *o*

Anónimo dijo...

Además de que , sin demeritar el trabajo de traducirlo, no está bien la traducción. Por citar un ejemplo, el "wind" de la primera estrofa está usado como verbo, no como sustantivo, con lo cual no es "viento" sino "girar" o "serpentear". En fin, de todas formas los felicito por el trabajo y el hecho de acercar a más lectores al fantástico Gray. Saludos.



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Apertura [y cierre] de Hill House.
Los finales de Lovecraft.

Poema de Wallace Stevens.
Relato de Algernon Blackwood.
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