La leyenda del Espíritu Guardián de los cementerios.
Los cementerios producen cierta inquietud en el visitante, cierta intranquilidad, cierta turbación que los espíritus simples justifican como una reacción supersticiosa. Después de todo, ¿qué hay de temible en un sitio dónde descansan los muertos?
En el siglo XVIII existió un grupo conocido como los Poetas de Cementerio (Graveyard Poets), el cual se caracterizó por meditar acerca de sarcófagos, esqueletos y gusanos. Estos Poemas de Cementerio utilizan esa sensación de intranquilidad de la que hablábamos antes, y la explican a través de una figura tenebrosa, intangible, que habita en todos los cementerios.
Sentir miedo, malestar, angustia, en un cementerio, es perfectamente natural; ¿pero son acaso las viejas lápidas y estatuas lo que verdaderamente nos inquieta, o hay algo más, observándonos?
En este contexto, aquellos poetas interpretaron que las sensaciones que producen los cementerios, que oscilan entre la inquietud superficial y una profunda congoja y aflicción, son en realidad reacciones frente a la presencia del Guardián del Cementerio.
La leyenda sostiene que cada cementerio tiene su Espíritu Guardián. Se dice también que este espíritu pertenece a la primera persona en ser enterrada en un cementerio, quien permanece en el plano terrenal para vigilar a los vivos y mantener seguros a sus residentes subterráneos.
Esto, al menos a simple vista, no parece particularmente inquietante; pero los orígenes de la leyenda, los cuales son analizados con melancólica precisión en el De Masticatione Mortuorum in Tumulis —literalmente: De la masticación de los muertos en sus tumbas—, son mucho más escalofriantes.
Desafortunadamente, en la Edad Media la gente era impaciente, y rara vez esperaba que alguien muriera de causas naturales para ocupar el cargo de Guardián del Cementerio. A menudo era el loco de la aldea quién era asesinado, esparciendo luego su sangre en el nuevo cementerio para que su espíritu se encargue de custodiarlo.
En épocas más civilizadas esta tradición fue abandonada. Se la sustituyó por la creencia racional de que la última persona enterrada del año sería la encargada de vigilar el cementerio hasta el año siguiente.
Ahora bien, el Guardián no es simplemente un ser del plano astral que vive en los cementerios de forma, digamos, más o menos etérea, para resguardar aquel lugar sagrado de la aparición del Ghoul, el Grobnik, el Vampiro, y otros fallecidos que se resisten a permanecer debidamente en sus tumbas; sino que además tiene su personificación en términos físicos.
Si observamos con detenimiento veremos que las estatuas de los cementerios tienen un estilo similar, un patrón estético, si se quiere, que se repite con frecuencia a pesar de las tendencias de cada época. Esto se debe a que algunas estatuas de los cementerios son representaciones de las distintas facetas del Espíritu Guardián.
Desde la Edad Media hasta nuestros días, el Espíritu Guardián es un alma destinada a proteger a los difuntos, pero también a evitar que los muertos regresen para jorobar a los vivos. Habida cuenta de que esa función, además de agotadora, es dificultosa, el Guardián del Cementerio posee distintos puntos específicos en el plano físico desde los cuales custodia su reino, moviéndose libremente de un lugar a otro a través de las estatuas que le fueron consagradas.
Es decir que las estatuas de los cementerio, que para muchos justifican una visita recreativa, no persiguen únicamente objetivos estéticos al adornar una tumba, una cripta, un mausoleo, sino también utilitarios: brindarle al Guardián un soporte físico desde el cual vigilar a los vivos y preservar el descanso de los muertos.
¿Cómo podemos identificar las estatuas del Guardián del Cementerio?
En principio, éste nunca es representado mirando hacia arriba, hacia el cielo. El Guardián es una figura encapuchada que mira invariablemente hacia abajo, vigilando a aquellos a quien debe proteger, o bien hacia adelante, para observar el ir y venir de los vivos.
En este punto es justo preguntarnos qué es exactamente lo que debe vigilar el Guardián. Después de todo, si ese oficio fuese eficaz no existirían los vándalos o los profanadores.
En cuanto a los muertos, bueno, tampoco es razonable caer en la tentación de afirmar que el trabajo del Guardián es eficiente simplemente porque los muertos no se levantan de sus tumbas.
El motivo principal por el cual existía la necesidad de crear un Guardián para los cementerios es para evitar que el llanto de los vivos inquiete a los muertos.
De acuerdo a esta leyenda, la tristeza, el desconsuelo, la consternación de los vivos, son percibidas por los muertos como una especie de rumor, de susurro turbulento y persistente que lastima al alma con el recuerdo de las cosas que dejó atrás.
Y así como nosotros intentamos olvidar nuestras preocupaciones cotidianas para descansar por las noches, o al menos postergarlas hasta la mañana siguiente, los muertos también necesitan al olvido para reposar. Aquellos que evaden al olvido —por ingratitud o egoísmo de sus deudos—, y a la custodia del Guardián, se convierten en fantasmas, los insomnes del mundo espiritual.
Mitos y leyendas oscuras. I Fenómenos paranormales.
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