Hechizos para cambiar de apariencia.
En el Libro de las sombras de las brujas medievales existían hechizos para cualquier ocasión: volar, leer la mente, incluso acelerar, detener o regresar el tiempo atrás. Pero los más extraños son los hechizos de sigilo, aquellos utilizados por las brujas para asistir a los sabbats y aquelarres sin correr el riesgo de ser reconocidas.
Según la tradición, estos hechizos para cambiar de apariencia no tenían demasiado que ver con la belleza propiamente dicha, es decir, con la posibilidad de lucir más atractiva, sino más bien con el caracter furtivo de aquellos encuentros clandestinos en el bosque (ver: El baile de las brujas). No obstante, la tradición Wicca los utilizó en un sentido más mundano, si se quiere, probablemente porque a comienzos del siglo XX ya no existía el riesgo de ser quemada en la hoguera (ver: El nacimiento de la magia roja en la era victoriana).
Es decir que los hechizos para cambiar de apariencia ya eran bien conocidos por las brujas de la Edad Media y, en parte, fueron evolucionando hasta formar parte del ritual diario de casi todas las mujeres: maquillarse (ver: Consejos para lucir más atractiva en la Edad Media).
Es decir que los hechizos para cambiar de apariencia ya eran bien conocidos por las brujas de la Edad Media y, en parte, fueron evolucionando hasta formar parte del ritual diario de casi todas las mujeres: maquillarse (ver: Consejos para lucir más atractiva en la Edad Media).
En este sentido, una mujer que se maquilla antes de salir de casa está practicando inadvertidamente una forma muy antigua, aunque degradada, de magia; sobre todo si su ritual de embellecimiento está cargado de intención. En efecto, el uso del maquillaje comenzó siendo un ritual, primero entre los sumerios y luego perfeccionado por los egipcios, quienes usaron pigmentos de la tierra para homenajear la belleza de los dioses.
Los hechizos de glamour son la forma original de estos rituales, y no necesariamente tenían que ver con el embellecimiento; de hecho, a veces eran utilizados en un sentido inverso (ver: «Glamour» y otros extraños hechizos de belleza). El investigador Sheldon Casdan, en el libro La bruja debe morir (The Witch Must Die), arriesga una posibilidad audaz: la bruja estereotipada de los cuentos de hadas, invariablemente vieja y decrépita, no solo invierte el ideal de belleza de la mujer, sino que además insinúa la posibilidad de un disfraz.
El glamour, básicamente la esencia de estos hechizos para cambiar de apariencia, es una forma de magia basada en la proyección de una ilusión, pero que no trabaja exclusivamente en el observador, condicionándolo a tener ciertas respuestas, sino también en quien lanza en el hechizo. El glamour no hace que las personas se vean diferentes, sino que se sientan diferentes.
Etimológicamente, la palabra glamour proviene del nórdico glámsýni, que significa tanto «ilusión» como «encantamiento». Es importante aclarar que estos hechizos para cambiar de apariencia eran utilizados por las brujas para proyectar una imagen engañosa de sí mismas, probablemente para resguardar sus verdaderas identidades, pero también para infundir miedo en los demás. Un glamer era un hechizo que afectaba la vista del espectador, haciendo que los objetos y las personas parezcan hermoso u horribles, según la intención del practicante.
El maquillaje moderno es una especie de glamour controlado, una forma de conjurar una variación de la apariencia, aunque alguna vez se consideró una estratagema manipuladora.
Los hechizos para cambiar de apariencia no eran sencillos de realizar. Se basan sobre todo en la fuerza de los pensamientos y en la estabilidad de las emociones del practicante, más que en hierbas y piedras cargadas positivamente. Antiguamente era una práctica solitaria, que iba acompañada de una serie de cánticos y oraciones que poco a poco se fueron abandonando, quedando únicamente la utilización de la máscara, es decir, la pigmentación artificial del cutis y el perfumado de la piel, que casi todas las mujeres de la actualidad practican a diario sin saber su poderoso arraigo en la traición mágica.
Ahora bien, la religión Wicca no está del todo de acuerdo con la utilización de estos rituales, sobre todo cuando se trata de hechizos para mejorar la apariencia. La Wicca, en todo caso, cuestiona los prejuicios y lugares comunes que existen alrededor de la belleza femenina, en la mayoría de los casos, contrarios a los intereses de la mujer; y propone que los estándares de belleza responden a la gratificación masculina, y no al deseo de las mujeres, por lo tanto, desestiman este tipo de hechizos, aunque evidentemente siguen practicándose (ver: Cómo la belleza es utilizada contra las mujeres)
¿Se puede cambiar de apariencia con la magia?
Los hechizos de glamour son la forma original de estos rituales, y no necesariamente tenían que ver con el embellecimiento; de hecho, a veces eran utilizados en un sentido inverso (ver: «Glamour» y otros extraños hechizos de belleza). El investigador Sheldon Casdan, en el libro La bruja debe morir (The Witch Must Die), arriesga una posibilidad audaz: la bruja estereotipada de los cuentos de hadas, invariablemente vieja y decrépita, no solo invierte el ideal de belleza de la mujer, sino que además insinúa la posibilidad de un disfraz.
El glamour, básicamente la esencia de estos hechizos para cambiar de apariencia, es una forma de magia basada en la proyección de una ilusión, pero que no trabaja exclusivamente en el observador, condicionándolo a tener ciertas respuestas, sino también en quien lanza en el hechizo. El glamour no hace que las personas se vean diferentes, sino que se sientan diferentes.
Etimológicamente, la palabra glamour proviene del nórdico glámsýni, que significa tanto «ilusión» como «encantamiento». Es importante aclarar que estos hechizos para cambiar de apariencia eran utilizados por las brujas para proyectar una imagen engañosa de sí mismas, probablemente para resguardar sus verdaderas identidades, pero también para infundir miedo en los demás. Un glamer era un hechizo que afectaba la vista del espectador, haciendo que los objetos y las personas parezcan hermoso u horribles, según la intención del practicante.
El maquillaje moderno es una especie de glamour controlado, una forma de conjurar una variación de la apariencia, aunque alguna vez se consideró una estratagema manipuladora.
Los hechizos para cambiar de apariencia no eran sencillos de realizar. Se basan sobre todo en la fuerza de los pensamientos y en la estabilidad de las emociones del practicante, más que en hierbas y piedras cargadas positivamente. Antiguamente era una práctica solitaria, que iba acompañada de una serie de cánticos y oraciones que poco a poco se fueron abandonando, quedando únicamente la utilización de la máscara, es decir, la pigmentación artificial del cutis y el perfumado de la piel, que casi todas las mujeres de la actualidad practican a diario sin saber su poderoso arraigo en la traición mágica.
Ahora bien, la religión Wicca no está del todo de acuerdo con la utilización de estos rituales, sobre todo cuando se trata de hechizos para mejorar la apariencia. La Wicca, en todo caso, cuestiona los prejuicios y lugares comunes que existen alrededor de la belleza femenina, en la mayoría de los casos, contrarios a los intereses de la mujer; y propone que los estándares de belleza responden a la gratificación masculina, y no al deseo de las mujeres, por lo tanto, desestiman este tipo de hechizos, aunque evidentemente siguen practicándose (ver: Cómo la belleza es utilizada contra las mujeres)
¿Se puede cambiar de apariencia con la magia?
El glamour no cambiará físicamente tu apariencia, pero puede alterar cómo te ven los demás, y sobre todo cómo te vez a vos mismo. Los hechizos de afirmación y los encantamientos también se inscriben en esta línea, aunque las afirmaciones toman mucho tiempo, y solo resultan eficaces si el practicamente realmente cambia su forma de pensar, antes de cambiar su apariencia. Sería absurdo pensar que basta chasquear los dedos para hacer que cada persona que te conozca te vea como una supermodelo.
Es importante tener en cuenta que los hechizos para cambiar de apariencia eran utilizados para el sigilo, o más bien, para desviar la atención de los demás y así pasar desapercibido. Sin embargo, con el tiempo fueron adaptados para ocultar ciertos aspectos del practicante y centrar la atención de los demás en lo que este desea.
Es una creencia común entre las brujas wiccanas que la magia se basa en el uso de un lenguaje positivo, que es simplemente vibración, para implementar cambios sutiles en el practicante. Esto puede resumirse en la idea de que todo lo que sucede en nuestro interior resuena en el exterior; lo cual implica que la apariencia externa trabaja en conjunto con el estado interno, y que al invocar una visión más elevada de uno mismo esta puede filtrarse hacia lo físico. Sin embargo, los hechizos para cambiar de apariencia son complejos, y buena parte de esas prácticas se transmitieron con extremo secreto y cuidado, a veces a través de Libros de las sombras, otras, mediante grimorios y libros de hechizos. En la mayoría de los casos solo sobreviven algunos ingredientes aislados, como la miel, las rosas y ciertas raíces que, se creía, alteraban la circulación de energía a través del cuerpo.
Los rituales de glamour siempre comienzan estableciendo algunas intenciones para que el resultado sea el deseado. Luego se realiza un trabajo para adaptarse a ese resultado. Parece simple, pero todo esto demanda un alto grado de concentración. El mago Aleister Crowley, a quien se le atribuyen los mejores hechizos de invisibilidad, tradujo a un lenguaje contemporáneo el siguiente ejercicio de glamour medieval:
Presione sus palmas firmemente juntas, en posición vertical, contra su pecho. Esto debería verse como la típica pose de oración. Ahora concéntrese y separe lentamente las palmas hasta que estén aproximadamente a 2 pulgadas entre sí. Quédese aquí y concéntrese en ese espacio. Note la ligera presión entre sus palmas. ¿Hay alguna fluctuación de temperatura? ¿Qué más puede sentir en sus palmas? Ahora imagine que se está formando una pequeña esfera de energía brillante en ese espacio. A medida que comience a crecer, mueva las palmas hacia afuera para aumentar su tamaño. Mientras mantiene esa energía allí, susurre sus intenciones a la esfera. Luego, suéltela sobre su cabeza como un globo de agua de gran tamaño.
Es importante tener en cuenta que los hechizos para cambiar de apariencia eran utilizados para el sigilo, o más bien, para desviar la atención de los demás y así pasar desapercibido. Sin embargo, con el tiempo fueron adaptados para ocultar ciertos aspectos del practicante y centrar la atención de los demás en lo que este desea.
Es una creencia común entre las brujas wiccanas que la magia se basa en el uso de un lenguaje positivo, que es simplemente vibración, para implementar cambios sutiles en el practicante. Esto puede resumirse en la idea de que todo lo que sucede en nuestro interior resuena en el exterior; lo cual implica que la apariencia externa trabaja en conjunto con el estado interno, y que al invocar una visión más elevada de uno mismo esta puede filtrarse hacia lo físico. Sin embargo, los hechizos para cambiar de apariencia son complejos, y buena parte de esas prácticas se transmitieron con extremo secreto y cuidado, a veces a través de Libros de las sombras, otras, mediante grimorios y libros de hechizos. En la mayoría de los casos solo sobreviven algunos ingredientes aislados, como la miel, las rosas y ciertas raíces que, se creía, alteraban la circulación de energía a través del cuerpo.
Los rituales de glamour siempre comienzan estableciendo algunas intenciones para que el resultado sea el deseado. Luego se realiza un trabajo para adaptarse a ese resultado. Parece simple, pero todo esto demanda un alto grado de concentración. El mago Aleister Crowley, a quien se le atribuyen los mejores hechizos de invisibilidad, tradujo a un lenguaje contemporáneo el siguiente ejercicio de glamour medieval:
Presione sus palmas firmemente juntas, en posición vertical, contra su pecho. Esto debería verse como la típica pose de oración. Ahora concéntrese y separe lentamente las palmas hasta que estén aproximadamente a 2 pulgadas entre sí. Quédese aquí y concéntrese en ese espacio. Note la ligera presión entre sus palmas. ¿Hay alguna fluctuación de temperatura? ¿Qué más puede sentir en sus palmas? Ahora imagine que se está formando una pequeña esfera de energía brillante en ese espacio. A medida que comience a crecer, mueva las palmas hacia afuera para aumentar su tamaño. Mientras mantiene esa energía allí, susurre sus intenciones a la esfera. Luego, suéltela sobre su cabeza como un globo de agua de gran tamaño.
El glamour, según Crowley, tiene dos facetas: mejora lo que la persona ya tiene y solo funciona temporalmente.
Es interesante observar como la Wicca ha ido actualizado los rituales medievales, aunque esto los haya despojado de su encanto, ya que los intereses de la bruja moderna ya no son simplemente pasar inadvertida para sobrevivir. En otras épocas, una bruja lanzaba un hechizo para cambiar de apariencia para no ser detectada y, de ese modo, evitar la hoguera. Hoy en día se practican rituales similares pero con intenciones más bien banales, a tal punto que algunos lo consideran una forma degradada de magia.
Las brujas medievales eran rigurosas acerca de sus hechizos para cambiar de apariencia, probablemente porque influían sobre la mirada del otro, con lo cual la responsabilidad era mayor. De hecho, hay pocos libros de hechizos en donde este tipo de trabajos hayan sido registrados debidamente. A continuación iremos recorriendo uno de los pocos que han sobrevivido. Por cuestiones de seguridad hemos omitido algunos aspectos importantes para que nadie lo practique sin los conocimientos apropiados.
a- El primer paso consiste en la limpieza del espacio sagrado y de todos los artículos que van a utilizarse en el ritual, entre ellos, un espejo, preferentemente de bronce pulido (ver: Cómo hacer un espejo mágico). La limpieza se realizaba con humo (ver: Limpiar malas energías antes y después de un ritual).
b- La bruja dibujaba un círculo mágico para sellar las energías de su espacio sagrado (ver: Cómo funciona la Sal en la magia).
c- Se daba una ofrenda a Pasitea, que gobierna sobre las ilusiones y las hierbas mágicas. En adición, se pedía a Afrodita que favorezca el ritual.
d- Sujetando el espejo en su mano izquierda, la bruja observaba su rostro, específicamente la parte que deseaba cambiar.
e- Sin dejar de mirar su reflejo, la bruja untaba sus dedos con un preparado especial, cuyos ingredientes omitiremos aquí por cuestiones de seguridad. Con los dedos índice y mayor limpiaba su rostro con esta preparación, asegurándose de prestar especial atención al área que deseaba cambiar (ver: Ingredientes de la cocina mágica).
f- Esta parte es difícil de comprender, pero aquí se practicaba una especie de mal de ojo inverso, la mirada de la bruja, que esencialmente consistía en nublar la vista, como si se estuviera debajo del agua. Con esta mirada borrosa la bruja contemplaba su reflejo y visualizaba los cambios que deseaba proyectar.
g- Una vez que la bruja estaba satisfecha con su visualización, lanzaba un hechizo de afirmación, dependiendo de sus intenciones.
h- Finalmente se colocaba el espejo hacia abajo, se agradecía a Pasitea y Afrodita, y se abría el círculo.
Los hechizos para cambiar de apariencia requieren visualizaciones múltiples, repetitivas, y mucha energía para prolongarse en el tiempo. Tal es así que las brujas wiccanas lo reafirman cada vez que pasan delante de un espejo.
Diarios wiccanos. I Hechizoteca.
Más literatura gótica:
- El «precio» de los hechizos de amor.
- Cómo ser una bruja wicca.
- Requisitos para ser una bruja wicca.
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