«Glamour» y otros extraños hechizos de belleza


«Glamour» y otros extraños hechizos de belleza.




Muchas personas nos abordan en la vía pública, e incluso en nuestro domicilio particular, para preguntarnos si es necesario firmar un pacto con el diablo para lucir más bellas (ver: Cómo hacer un pacto con el diablo). Nuestra respuesta predeterminada es no, pero la historia de la brujería ofrece otros recursos interesantes, que evitan los acuerdos contractuales con Lucifer, para lucir más atractivo.

A continuación iremos recorriendo algunos de esos extraños hechizos de belleza.

Al parecer, los hechizos de belleza ya eran bastante conocidos en la Edad Media. Esas prácticas, cuyo objetivo era embellecerse pero también trasmitir algo más allá de lo que puede verse, fueron evolucionando de forma paulatina hacia el hábito, casi ineludible para las mujeres actuales, de maquillarse (Consejos para lucir más atractiva en la Edad Media).

En este sentido, una mujer que se maquilla frente al espejo está practicando una forma de magia.

No hablamos aquí de hechizos de atracción, es decir, hechizos para atraer a alguien en particular, sino más bien de una serie de procedimientos mágicos cuyo objetivo era embellecer a la mujer de manera objetiva, es decir, cambiar radicalmente su aspecto para lucir mejor, de acuerdo a los paradigmas de antaño, que no siempre coinciden con los actuales.

En el libro: El culto a la belleza: avant-garde victoriana (The Cult of Beauty: The Victorian Avant-Garde) se analiza en profundidad los procedimientos de maquillaje en la era victoriana, algunos de ellos realmente peligrosos para la salud, y se concluye que, en esencia, el maquillaje es un ritual que procede de aquellos hechizos de belleza.

El acto de maquillarse es un ritual, o lo era, en el siglo XIX, y requería de una serie de procedimientos a los cuales las mujeres se sometían durante un tiempo prolongado, todos los días, y que podría ser visto como un residuo de los antiguos rituales de belleza de los que hablábamos anteriormente.

Es interesante contrastar esto con la opinión generalizada dentro de algunos movimientos de la religión Wicca, que intenta derribar estos prejuicios en relación a la belleza, que por cierto es subjetiva, al analizarlos como una herramienta que va en contra de los intereses de las mujeres, y que responde únicamente a una gratificación masculina. En el libro: El mito de la belleza: cómo la belleza es utilizada contra las mujeres (The Beauty Myth: How Images of Beauty Are Used Against Women), la investigadora Naomi Wolff realiza un estudio muy interesante sobre el tema.

Entonces, antiguamente el acto de maquillarse era una forma de ritual de belleza, que se practicaba en soledad, y que iba acompañado de una serie de oraciones, cánticos, y hechizos, que eventualmente se fueron abandonando, quedando únicamente la fabricación de la Máscara, es decir, la pigmentación artificial y el perfumado de la piel, sobre todo el cutis.

Esto, desde luego, posee algunas ventajas interesantes para la mujer moderna. Por ejemplo, evita la pronunciación de hechizos y encantamientos mágicos antes de salir a la calle, pero también algunas desventajas en relación a las brujas medievales. Ellas podían recurrir al ritual sin usar la Máscara, y obtener el mismo resultado que si estuvieran prolijamente maquilladas.

Los hechizos para aumentar la belleza y el atractivo son muy antiguos. Dentro de la Wicca, heredera de la vieja tradición, esta práctica se conoce como glamour, es decir, la habilidad de proyectar la imagen que uno desea, en este caso, una imagen de belleza física.

El glamour tiene dos aspectos importantes: solo mejora lo que la persona ya tiene, y solo funciona temporalmente.

Los hechizos de belleza esencialmente poseen la particularidad de proyectar una imagen mejorada de la persona. En términos objetivos, no hay cambio de ningún índole en el aspecto general de la persona, pero sí en la forma en la que ésta es percibida por los demás.

En el libro: La bruja debe morir (The Witch Must Die), Sheldon Casdan llega a una interesante conclusión respecto de los hechizos de glamour, y sostiene que la imagen de la bruja en los cuentos de hadas, invariablemente una vieja decrépita, además de invertir el ideal de belleza de la mujer, expresa la posibilidad de un disfraz, de un hechizo de belleza al revés, que las brujas utilizarían para no ser percibidas como realmente eran.

Una especulación audaz, probablemente inexacta, pero interesante, sin embargo.

Algunos van todavía más lejos, y sostienen que existen hechizos para cambiar el color de ojos y de cabello. De hecho, algunos grimorios y libros de las sombras brindan una amplia variedad de hechizos de glamour al respecto.

Ahora bien, ¿qué es el glamour exactamente?

El glamour es una forma de magia, una ilusión proyectada que funciona tanto en el emisor, por ejemplo, en la persona que hace un hechizo para verse más linda, como en el receptor, en este caso, el observador, alterando su conciencia para provocar ciertas respuestas. En resumen: el glamour hace que las personas se vean diferentes de lo que realmente son.

Si bien la palabra glamour proviene etimológicamente del griego γραμματεία, que significa «erudición», en términos de estudio de libros antiguos, su esencia dentro de la brujería, y de la wicca propiamente dicha, proviene del Antiguo Nórdico glámsýni, que significa tanto «ilusión» como «encantamiento».

Es importante aclarar que el glamour no solo era utilizado para lucir mejor, sino para proyectar una imagen de confianza, e incluso infundir temor en los demás. Todo depende de la intención detrás de la voluntad de quien realiza este tipo de trabajos.

Los hechizo de glamour de belleza son, sin embargo, distintos de otros trabajos de magia medievales. Se basan especialmente en la estabilidad y la fuerza de los pensamientos y emociones del practicante. Esta antigua forma de brujería casi nunca emplea herramientas como hierbas, sellos y amuletos, muy habituales en otro tipo de procedimientos, ya que se consideran inútiles.

Si bien existen algunas variantes que requieren del empleo de ciertos accesorios, el ingrediente principal de los trabajos de glamour consiste en el enfoque, en la confianza, en la devoción de la bruja a sus intereses, a su causa, y a la repetición de todo el procedimiento tantas veces como sea necesario hasta lograr los resultados esperados.

Los hechizos de belleza más antiguos que se conocen funcionan mucho mejor en personas jóvenes, al menos en teoría, lo cual resulta paradójico ya que uno tiende a presumir que tales artilugios son mucho más útiles a una edad avanzada.

En realidad, no es que funcionen mejor, sino que las personas jóvenes pueden aprender a usar el glamour de forma mucho más efectiva. En todo caso, podemos pensarlos como un ejercicio que busca potenciar el magnetismo personal, y proyectar una imagen de uno mismo en donde resaltan los puntos fuertes.

No daremos aquí la receta completa, por ser potencialmente peligrosa en manos de alguien inexperto, pero un hechizo fácil de glamour crea la ilusión del cambio de apariencia de un objeto, o de una persona, a través de un ritual que incluye, entre otras cosas, la meditación y ejercicios de respiración.

La idea, en todo caso, es concentrar los pensamientos en la ilusión que se quiere proyectar, y luego observar las reacciones de los demás para ir ajustando el ritual en aquellos puntos en los que resulte necesario para mejorar el resultado final.

Es interesante observar como la Wicca moderna ha logrado actualizar de algún modo las prácticas de las antiguas brujas medievales. Esta reinvención de los viejos rituales ha perdido algo de encanto en el proceso, algo de glamour, si se quiere, ya que los intereses de la bruja moderna ya no son simplemente sobrevivir, pasar inadvertida, sino más bien lograr sus objetivos personales.

Antaño, una bruja lanzaba un encantamiento de glamur antes de salir de su casa para no ser detectada y, de ese modo, evitar la hoguera. Hoy en día se practican rituales similares pero para reafirmar la autoestima, o despertar el deseo en alguien indiferente, haciendo que esos antiguos rituales de belleza se conviertan en algo más bien teatral.

El cuidado y la dedicación que las brujas de hoy ponen en los ritos de glamour ciertamente generan mayor confianza. Sentirse sexy, magnetizado, a través de un ritual de belleza que sea, además, una forma de intimidad con uno mismo, parece razonablemente atractivo, pero también una forma degradada de magia.

Crear un look personal no es una forma de lanzar hechizos, sino más bien la fabricación de una armadura, una apariencia, no una ilusión.

Las brujas medievales se tomaban muy en serio los hechizos para cambiar de apariencia, ya que estos no solo influyen sobre la practicante, sino que también afecta la mirada del espectador, con lo cual la responsabilidad era mayor. De hecho, hay pocos libros de hechizos en donde este tipo de trabajos hayan sido registrados.

El verdadero conocimiento, al menos en el campo de la magia, en general se transmite directamente, de persona a persona.

En este contexto, los hechizos de glamour son notablemente distintos de los que aparecen frecuentemente en los libros wiccanos, quienes solo se limitan a recomendar el uso de ingredientes, como miel, espejos y rosas, y no la forma en la cual es necesario concentrar la voluntad, la intención, para que la ilusión altere en cierto modo la circulación de energía a través del cuerpo y, en consecuencia, se proyecte sobre la mirada del otro.

Ciertamente se puede alterar la apariencia utilizando únicamente herramientas como la visualización, y otras más tangibles, como el maquillaje. Algo tan sencillo como el lenguaje positivo puede implementar cambios en lo físico, y no hay nada peligroso en intentarlo. Mayor responsabilidad requiere la idea de que todo lo que una bruja proyecta hacia afuera, también se interioriza.

Esto implica que la apariencia exterior debe funcionar en conjunto con el estado de ánimo interno. La ecuación sería la siguiente: si uno invoca una visión más elevada, más perfecta, de uno mismo, eso puede filtrarse al terreno de lo físico.

En todo caso, el cambio siempre comienza a nivel interior.

La noción de que el maquillaje moderno es una especie de glamour controlado, una manera de expresar sentimientos, apariencias, estilos, resulta ciertamente interesante. Después de todo, el acto de maquillarse es una rutina y, por lo tanto, un ritual, profundamente íntimo, privado, pero que rara vez se utiliza para fusionar un estado interior con lo exterior, sino más bien como una costumbre, una necesidad, que únicamente funciona a nivel externo.

Lo cierto es que el glamour ha cambiado con el paso de los siglos. En un contexto mágico, podemos verlo como una ilusión, que no necesariamente es positiva.

Los mitos sobre Hadas, por ejemplo, también hablan de glamour, pero como un hechizo para ocultar lo que está debajo. Esto se refleja en las leyendas donde las hadas cambian a un bebé humano por uno propio, conocidos como Changelings, dándoles un glamour para que nadie pudiese conocer su verdadera naturaleza.

Aquí en El Espejo Gótico somos respetuosos de las brujas. Algunas, de hecho, son amigas de la casa, otras forman parte de nuestro espacio, de manera tal que no es nuestra intención revelar secretos que forman parte de una creencia sumamente antigua, sino más bien detenernos en algunas curiosidades, algunas rarezas, aunque siempre, en todos los casos, hemos dejado migas en el camino para quienes puedan interpretarlas.




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3 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Me gusta eso de brujas como amigas de este blog, como colaboradoras.
Saludos para ellas.

Luciano dijo...

Muy interesante.

Mónica dijo...

hola das curso se magia glamour te agradezco tu respuesta bendiciones



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