¿Tocada por un ángel o quemada por un demonio?


¿Tocada por un ángel o quemada por un demonio?




Otro viernes en el Consultorio Paranormal de El Espejo Gótico, en esta ocasión con una experiencia muy inquietante, y sin certezas realmente, acerca de la posibilidad de ser tocado por un ángel... ¿o tal vez quemado por un demonio?


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Me gustaría empezar diciendo que de ninguna manera soy una mujer religiosa o devota. No practico activamente ninguna fe, aunque me considero una persona espiritual en muchos sentidos. No sé por qué es importante aclarar esto. Supongo para que mi experiencia no sea tomada como el típico delirio de una fanática o algo así.

Una pequeña historia de fondo personal antes de entrar en lo que sucedió.

Desde muy joven desarrollé un gran interés por la meditación, los sueños lúcidos, la proyección astral, etc. Si bien mis experiencias iniciales fueron alucinantes, a medida que fui creciendo me fui dando cuenta de la necesidad de documentar los aspectos específicos de cada experiencia. Me gusta pensar que tengo muchos sueños almacenados como recuerdos en mis cuadernos (ver: ¿Por qué no recordamos nuestros sueños?)

Menciono esto porque todos podemos recordar un evento de nuestra infancia que le hemos contado a familiares o amigos, y que ellos no recuerdan que haya ocurrido. Probablemente porque fue un sueño que se quedó con nosotros, y eventualmente se convirtió en un falso recuerdo (ver: ¿Por qué todo parece lógico en tus sueños hasta que despertás?)

Puedo racionalizar cualquier experiencia paranormal que haya tenido en el pasado leyendo las entradas de mi diario. La mayoría catalogan lo que estaba haciendo antes de una proyección astral o de un sueño lúcido. De esta forma puedo determinar si un evento puede explicarse o desacreditarse como un sueño o un evento real (ver: Dreamwalking: cuando alguien extraño entra en tus sueños)

Ahora sí, paso contar a la experiencia que quiero compartir con El Espejo Gótico.

Ocurrió cuando tenía 18 años. Mi hermano me llevaba en coche a la casa de mi novio. Desafortunadamente, sufrimos un grave accidente. El coche quedó completamente destrozado, pero ninguno de nosotros sufrió heridas. Un oficial de policía se acercó a nosotros con una mirada de desconcierto que nunca olvidaré. Dijo que podía predecir fatalidades con bastante eficacia mientras se acercaba a un accidente, basándose en los restos; y que estaba 100% seguro de que alguien había muerto cuando se acercó a la escena de nuestro accidente. Realmente se sorprendió de que ni mi hermano ni yo tuviéramos un solo rasguño (ver: ¿Pueden los espíritus tocarte?)

No sufrí ningún daño físico en aquel accidente, pero psicológicamente estaba devastada. Insomnio, llanto, incapacidad para concentrarme. En fín, los típicos síntomas del shock post-traumático. Eventualmente comencé a refugiarme en la madriguera de la religión. En mi afán por encontrar una explicación le atribuí nuestro «milagro» a la intervención divina. Era una conclusión lógica, después de todo.

Para evitar un debate religioso, que de ningún modo me interesa plantear en la actualidad, solo diré que comencé a leer textos sagrados todas las noches, siempre teniendo un cuaderno a mi lado para escribir mis pensamientos sobre pasajes, cosas que no entendía, y así sucesivamente.

Por esta época empecé a experimentar sueños que catalogaría en mi diario como visiones de «antiguos espíritus santos» que me visitaban y me ofrecían protección contra los «espíritus malignos» (ver: Cómo protegerse de las entidades del bajo astral). Hoy los atribuyo a patrones lógicos del cerebro: experimenté un evento traumático, comencé a leer sobre religión antes de acostarme, sentía arrepentimiento por ser yo la causa de que hayamos salido esa noche en primer lugar, y voilà. Unamos esas piezas y aquellos sueños tendrán sentido en cuando a su contenido «sagrado». Racionalizado. Nada fuera de lo común.

Pero esta experiencia... bueno, no puedo racionalizarla.

No recuerdo la fecha y la hora exactas. Escribí esa entrada como guía de estudio para la religión, con poca inflexión personal. Por lo tanto, no siguió el formato tradicional que usaba en otro contexto, con fechas y horas bien marcadas.

Ahora, en esta noche en particular, recuerdo que no era lo suficientemente tarde para irme a dormir. Estaba escribiendo activamente con las luces encendidas, así que sé con seguridad que no había caído en un estado de sueño. El pasaje que estaba leyendo hablaba sobre la intervención de los espíritus: cómo los ángeles están allí para proteger a los buenos de corazón y un pasaje adicional sobre el diablo susurrando en los oídos de los débiles en su voluntad.

De repente me emocioné. Mucho. Me invadió una sensación de satisfacción y paz ante la idea de que un ángel nos haya cuidado a mi hermano y a mí (ver: Significado de soñar con ángeles)

Esas emociones duraron poco. Se cortaron abruptamente. Lo que siguió fue una sensación de pavor, y esa es la única forma en que puedo describirlo. Pavor. No lo he experimentado desde entonces, pero se sentía siniestro. Se sentía pesado, como si algo hubiese cambiado radicalmente en la atmósfera de mi habitación (ver: Espíritus y «ambientes cargados»)

La sensación fue sofocante. Creció en intensidad hasta volverse casi insoportable, y luego se detuvo. Simplemente se detuvo, casi como si el aire de la habitación hubiera cambiado. Ojalá hubiera terminado allí, porque podría atribuir esto a la ansiedad o a un ataque de pánico. Pero lo que siguió fue peor (ver: Hay una entidad en mi habitación)

Silencio, y me refiero a un silencio total, absoluto, como si todos los sonidos de la casa, incluso los de mi familia moviéndose abajo, se ahogaran. Luego, alas. El sonido de alas que batían en el aire; muy sutil, apenas audible al principio, pero creciendo, acercándose (ver: La energía negativa en mi casa se manifestó)

Podía escuchar el aleteo. Parecía provenir del otro lado de la ventana. Así que miré hacia allí pensando que un pájaro estaba afuera [nota al margen: en ese entonces, mientras pensaba en Dios y pedía una señal, casi siempre aparecía un pájaro en mi ventana, probablemente una coincidencia, son pájaros después de todo]

A medida que el batir de alas se hizo más fuerte, noté que venía del pasillo fuera de mi habitación. Mi puerta estaba abierta de par en par en ese momento. Y ese sentimiento de pavor reapareció. El sonido de las alas se hizo más fuerte, más claro, más pesado; acercándose más, hasta el punto que se volvió ensordecedor. Además, noté un olor espantoso, como a huevos podridos, que venía del pasillo (ver: El olor de los ángeles y demonios)

Lo que ocurrió a continuación fue una repentina ráfaga de viento que entró en mi habitación y la sensación de algo extremadamente sólido golpeando mi pierna (ver: Cuando algo invisible te toca)

Entonces todo volvió a la normalidad.

Salté de la cama. Mi primer pensamiento fue que un murciélago había entrado volando en la habitación. Cerré la puerta, tiré las sábanas al suelo y di vuelta el colchón. Busqué y busqué para encontrar una explicación razonable; cualquier cosa: un pájaro atrapado, un murciélago. Pero no había nada en mi habitación (ver: Invité a un demonio a mi casa)

Fue mientras estaba de pie, buscando, que comencé a sentir una sensación de ardor en la pierna donde había recibido aquel golpe. Había una gran marca roja, no tan grave como para dejar un hematoma, pero lo suficiente como para dejar una marca con forma de media luna.

Esa noche no podía dormir.

Me quedé en la sala de estar, echada en el sofá, con la televisión encendida de fondo. El dolor en la pierna se agudizó. Se sentía como si me estuviesen mordiendo unos dientes pequeños y afilados. Traté de incorporarme, pero cuando lo hice algo me empujó hacia abajo. Mi pecho se sentía pesado, como si lo estuvieran presionando. De repente, ya no pude oir el sonido de la televisión. En ese silencio escuché de nuevo el batir de alas, y una corriente de aire caliente y fétido en mi rostro (ver: Cuando algo invisible te respira en la cara)

Estaba aterrorizada.

Intenté llamar a mi padre y a mi hermano, pero no se despertaron. No estoy segura de que haya podido gritar, o si el grito sonó únicamente en mi cabeza. Traté de reunir todas mis fuerzas y me concentré en levantarme. Y así como me sentí paralizada de un momento a otro podía moverme normalmente (ver: ¿Qué siente una persona poseída?)

Todavía hoy me pregunto qué ocurrió ese día. No puedo entender qué es lo que experimenté. ¿Me visitó algo? ¿Lo imaginé todo? ¿Quizás fue un sueño? ¿Fui tocada por un ángel o quemada por un demonio? ¿Quizás me quedé dormida mientras escribía? (ver: Significado de soñar con el demonio)

Es una locura pensar que somos capaces de experimentar cosas como esta, cosas tan fuera de lo común, y que, con el tiempo, el impacto que nos producen se disipe. Eventualmente sigues adelante con tu vida, te quedas atrapada en una relación, tratas de seguir una carrera, te estresas por estupideces.

Creo que lo que más me entristece es eso, que una experiencia que debería haberme enseñado una lección importante se convierta en solo un recuerdo a medias.

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Consultorio Paranormal. I Fenómenos paranormales.


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