Algunas curiosidades del Necronomicón.
A confesión de partes, relevo de pruebas -diría un leguleyo lacónico-. Sin embargo, las confesiones que un autor pueda hacer sobre su propia obra nunca tienen un valor absoluto.
Sobre la naturaleza apócrifa del Necronomicón H.P. Lovecraft escribió:
Ahora bien, sobre estos "libros prohibidos" me veo forzado a confesar que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió Abdul Alhazred o el Necronomicón. Lo sé porque yo mismo inventé esos nombres.
Una lectura aguda del nombre del hipotético autor del Necronomicón, Abdul Alhazred, revela su naturaleza irónica: Alhazred (All has read), es decir, "el que lo ha leído todo".
Detrás de este nombre terrible se esconde un apodo que el propio H.P. Lovecraft había inventado para sí mismo durante la adolescencia.
No obstante, H.P. Lovecraft hizo un magnífico trabajo al mitificar el Necronomicón, haciéndolo pasar por un libro real. Su mayor virtud es haberlo ubicado en un puñado de bibliotecas alrededor del mundo. Por ejemplo, en El horror de Dunwich (The Dunwich Horror), se nos informa que existen copias del Necronomicón en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, en la Biblioteca de Widener de Harvard, en la Biblioteca Nacional de Francia, en el Museo Británico y en la falsa Universidad de Miskatonic, en Arkham.
Esta distribución ha dado como resultado un efecto de realidad verdaderamente contundente. De hecho, la lista de personas estafadas que han comprado supuestos originales del Necronomicón es asombrosa. Para dar un ejemplo, August Derleth trascribe un anuncio de 1962 en el cual se invita a una subasta privada del Necronomicón:
Alhazred, Abdul. Necronomicón, España 1647. Encuadernado en piel algo descolorida. Buen estado. Numerosos grabados, signos y símbolos místicos. Parece ser un tratado (en latín) de Magia Ceremonial. Ex libris. Sello indica su procedencia en la Biblioteca Universidad Miskatonic. Mejor postor.
Para agregar mayor confusión al asunto, muchos lectores entusiastas de H.P. Lovecraft se tomaron el trabajo de incluir el Necronomicón en distintas bibliotecas. Algunas de ellas aún se conservan intactas, por ejemplo, nos comentan que en la sección BL 430 de la Biblioteca General de la Universidad de California, dedicada a religiones antiguas, uno puede leer en el catálogo oficial la presencia del Necronomicón.
Algunos señalan que el escritor argentino Jorge Luis Borges, en su momento, director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, incluyó al Necronomicón en el catálogo oficial de la institución, pero que debió anular su broma al recibir incontables pedidos de parte de académicos deseosos de contemplar sus misterios directamente.
A confesión de partes, relevo de pruebas -diría un leguleyo lacónico-. Sin embargo, las confesiones que un autor pueda hacer sobre su propia obra nunca tienen un valor absoluto.
Sobre la naturaleza apócrifa del Necronomicón H.P. Lovecraft escribió:
Ahora bien, sobre estos "libros prohibidos" me veo forzado a confesar que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió Abdul Alhazred o el Necronomicón. Lo sé porque yo mismo inventé esos nombres.
Una lectura aguda del nombre del hipotético autor del Necronomicón, Abdul Alhazred, revela su naturaleza irónica: Alhazred (All has read), es decir, "el que lo ha leído todo".
Detrás de este nombre terrible se esconde un apodo que el propio H.P. Lovecraft había inventado para sí mismo durante la adolescencia.
No obstante, H.P. Lovecraft hizo un magnífico trabajo al mitificar el Necronomicón, haciéndolo pasar por un libro real. Su mayor virtud es haberlo ubicado en un puñado de bibliotecas alrededor del mundo. Por ejemplo, en El horror de Dunwich (The Dunwich Horror), se nos informa que existen copias del Necronomicón en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, en la Biblioteca de Widener de Harvard, en la Biblioteca Nacional de Francia, en el Museo Británico y en la falsa Universidad de Miskatonic, en Arkham.
Esta distribución ha dado como resultado un efecto de realidad verdaderamente contundente. De hecho, la lista de personas estafadas que han comprado supuestos originales del Necronomicón es asombrosa. Para dar un ejemplo, August Derleth trascribe un anuncio de 1962 en el cual se invita a una subasta privada del Necronomicón:
Alhazred, Abdul. Necronomicón, España 1647. Encuadernado en piel algo descolorida. Buen estado. Numerosos grabados, signos y símbolos místicos. Parece ser un tratado (en latín) de Magia Ceremonial. Ex libris. Sello indica su procedencia en la Biblioteca Universidad Miskatonic. Mejor postor.
Para agregar mayor confusión al asunto, muchos lectores entusiastas de H.P. Lovecraft se tomaron el trabajo de incluir el Necronomicón en distintas bibliotecas. Algunas de ellas aún se conservan intactas, por ejemplo, nos comentan que en la sección BL 430 de la Biblioteca General de la Universidad de California, dedicada a religiones antiguas, uno puede leer en el catálogo oficial la presencia del Necronomicón.
Algunos señalan que el escritor argentino Jorge Luis Borges, en su momento, director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, incluyó al Necronomicón en el catálogo oficial de la institución, pero que debió anular su broma al recibir incontables pedidos de parte de académicos deseosos de contemplar sus misterios directamente.
- Más obras de H.P. Lovecraft.
- El verdadero Necronomicón.
- Por qué enloqueció Abdul Alhazred.
- El Necronomicón según H.P. Lovecraft.
- El diario secreto de H.P. Lovecraft.
- Reptilianos en la obra de H.P. Lovecraft.
- H.P. Lovecraft y Sonia Greene: una historia de amor.
- ¿Y si el Necronomicón está en tu casa?
0 comentarios:
Publicar un comentario