Nathaniel Hawthorne y Sophia Peabody: una historia de amor


Nathaniel Hawthorne y Sophia Peabody: una historia de amor.




Sophia Amelia Peabody (1809-1871) conoció al escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne (1804-1874) a través de su hermana, Elizabeth; quien para inducirla a enamorarse del joven le comentó que era «más guapo que Lord Byron» ((¡He is handsomer than Lord Byron!).

Pero cuando Sophia Peabody descendió las escaleras de la casa familiar con el corazón palpitando ante la posibilidad de semejante hallazgo, se plantó frente a un Nathaniel Hawthorne tembloroso, y le susurró a su hermana: «Si ha venido una vez, volverá» (If he has come once he will come again).

No obstante este primer encuentro fallido, la tenacidad de Nathaniel Hawthorne se puso en marcha. Se informó sobre los gustos de la muchacha y rápidamente descubrió que ésta era bastante talentosa con el pincel. Acto seguido, escribió El retrato de Edward Randolph (Edward Randolph’s Portrait), cuento en el que incluyó la presencia de la joven bajo el velo de una artista llamada Alice Vane.

Este presente narrativo demolió las defensas de Sophia Peabody, y pronto accedió a verlo. Al principio, anotan los biógrafos, la joven se negó a que la cortejase, aunque en pocas semanas Nathaniel Hawthorne ya se había ganado su corazón. Según lo que ella misma anotó en sus epístolas, Sophia Peabody sentía un miedo profundo y visceral a las desdichas del corazón, miedo que se vé notablemente estimulado cuando en el corazón palpita el nombre de alguien. Para tranquilizarla, Nathaniel Hawthorne prometió solemnemente que jamás se separarían, y que de hacerlo él encontraría la forma de volver a ella, incluso desde la tumba.

La pareja se comprometió en secreto en el año nuevo de 1839. Pero los fantasmas internos de Sophia Peabody iban en aumento. Sufría de horribles pesadillas en las cuales debía enterrar el cuerpo de Nathaniel Hawthorne en una tierra distante. Su obsesión con la muerte llegó a tal punto que el genial escritor debió inventar una estratagema para calmarla. Adquirió dos anillos que, según dijo, poseían propiedades mágicas. No importaba cuan lejos se encontrasen sus portadores, el poder de los anillos eventualmente los reuniría.

Tranquilizada por el artilugio fantástico, Sophia Peabody le regaló a su prometido dos pinturas misteriosas sobre las que poco se sabe. Sólo que Nathaniel Hawthorne las valoraba de tal modo que las ocultó bajo cortinas y velos, no permitiendo a nadie que las viese, salvo a algún miembro selecto de su grupo.

La boda fue fechada originalmente para el 27 de junio de 1842, pero fue postergada debido al estado frágil de la joven. Su salud era delicada, sus músculos apenas podían soportar el peso de su cuerpo a causa de un tratamiento dental fallido. Cuando tenía 8 años su dentista le recetó una dosis demasiado fuerte de mercurio, más una combinación de opio y calomel para suavizar los dolores.

A partir de allí, la salud de Sophia Peabody jamás pudo recuperarse del todo.

Finalmente la boda se realizó, con algunos inconvenientes y postergaciones, el 9 de julio de 1842. Tras la ceremonia se mudaron a la celebérrima Vieja Rectoría (Old Manse), en Massachusetts, donde Nathaniel Hawthorne escribiría sus mejores relatos, entre ellos La marca de nacimiento (The Birth Mark) y La hija de Rappaccini (Rappaccini's Daughter).

Al ser una pareja de recién casados bastante madura (ambos tenían más de 30 años de edad), alguien le preguntó a Hawthorne como se sentía en su nueva vida matrimonial; a lo cual éste le respondió en una carta:


Somos tan felices como se puede serlo sin caer en el ridículo; e incluso podríamos serlo aún más, pero, de hecho, hemos decidido detenernos en este punto.


Los hijos fueron llegando, siempre con enormes dificultades a causa de la salud de Sophia Peabody. La primera fue Una, nombre que alude a La reina de las hadas (The Faerie Queen) de Edmund Spenser, luego Julian y Rose; y con ellos el infortunio de ser expulsados de la Vieja Mansión con sólo 10 dólares en el bolsillo. La pareja se paseó por diversas casas de Salem, haciendo de la vida nómade una regla general. En medio de la problemática habitacional el genio de Nathaniel Hawthorne compuso una de sus obras capitales: La casa de los siete tejados (The House of the Seven Gables).

La vida de ambos trascurrió con incontables sobresaltos económicos, pero suavizada por el sincero amor que se profesaban mutuamente. En mayo de 1864, Nathaniel Hawthorne murió mientras dormía. El golpe fue demasiado duro para Sophia Peabody, que huyó a Londres con una de sus hermanas y sus tres hijos. En 1871 ella fue diagnosticada de neumonía tifoidea. Murió el 26 de febrero de 1871 tras una agonía que duró semanas, en las cuales apenas podía respirar. Fue enterrada en el cementerio de Kensal Green.

Con enorme dolor, Una, la hija mayor de la pareja, enterró a su madre lejos de la tumba de su padre.

Los años pasaron, y aquella promesa de permanecer eternamente juntos por fin se cumplió.

En junio de 2006, tras intensas negociaciones, el sarcófago de Sophia Peabody viajó a Concord, Massachusetts, donde fue reubicado junto al de su esposo en el cementerio de Sleepy Hollow, el mismo que contiene los restos del Jinete sin Cabeza de Washington Irving.

Las puertas de la Vieja Mansión se reabriron para recibir a los pocos descendientes y allegados de los Hawthorne. Entre ellos, el bisnieto de un joyero de Massachusetts famoso por forjar anillos mágicos.




Nathaniel Hawthorne. I Autores con historia.


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