«Ulalume»: Edgar Allan Poe; poema y análisis.
Ulalume (Ulalume) es un poema romántico del escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849), publicado originalmente en la edición de diciembre de 1847 de la revista American Review, y luego reeditado en la antología de 1850: Las obras del difunto Edgar Allan Poe (The Works of the Late Edgar Allan Poe). El poema está dedicado a la esposa del poeta, Virginia Clemm, fallecida en enero de 1847.
Ulalume, al igual que otros poemas de Edgar Allan Poe, como El cuervo (The Raven) y Annabel Lee (Annabel Lee), relata la muerte prematura de una mujer, en este caso, la amante del narrador. El poema está centrado en lo sonoridad de los versos, casi como una letanía hipnótica (ver: Psicología de Edgar Allan Poe).
Ulalume es un intento desesperado por exorcizar los demonios que agitaban el corazón de E.A. Poe tras la muerte de Virginia, el amor de su vida, pero de un modo macabro, siniestro, como si la muerte de alguien querido necesitase de cierta autoflagelación. La necrofilia tampoco está ausente, al igual que el vampirismo, la decadencia, el deterioro cognitivo y cierta disminución de las facultades mentales en pos de una mecanización del dolor (ver: Los amores secretos de Edgar Allan Poe)
¿Quién fué Ulalume?
Nadie lo sabe con certeza. Quizás sea la propia Virginia Clemm, tal vez la madre de E.A. Poe, Eliza, o bien su madre adoptiva, Frances Allan; incluso hay quien vé en ella un reflejo de la propia muerte (ver: Ligeia y Lady Rowena: dos arquetipos femeninos en la obra de Edgar Allan Poe). Pero la verdadera identidad de Ulalume sólo habita en la intención de E.A. Poe, incalcanzable para nosotros. Sólo nos animamos a insinuar una similitud entre la palabra Ulalume (que no existe en ninguna lengua) y la voz latina Ululare, «gemir».
Ulalume fue escrito a pedido del reverendo Cotesworth Bronson, quien le solicitó a Edgar Allan Poe un poema con fuerte presencia sonora. El buen reverendo no lo utilizó, acaso debido a la oscuridad del poema. E.A. Poe lo envió entonces al Sartain's Union Magazine, publicación que lo rechazó debido a la densidad de sus versos. Finalmente apareció publicado anónimamente en diciembre de 1847 en el American Whig Review, bajo el título: Ulalume, una balada (Ulalume, A Ballad). Meses después, y bajo los auspicios de Nathaniel Parker Willis, editor del Home Journal, Ulalume volvió a aparecer de forma anónima junto con una nota que solicitaba la presencia del autor. E.A. Poe, dicen, se divirtió mucho con la jugada publicitaria.
Las críticas no se hicieron esperar. Algunas, de hecho, continúan hasta hoy. Muchos acusan a Ulalume de ser excesivamente espeso, otros, de falta de sustancia; incluso se dice que E.A. Poe se mostraba reacio a leer el poema en voz alta, ya que resultaba verdaderamente dificultoso debido a sus constantes aliteraciones. Uno de los pocos que defendió a Ulalume como lo que es, un gran poema maldito, fue nada menos que H.P. Lovecraft, que en boca del protagonista de la novela gótica: En las montañas de la locura (At the Mountains of Madness) pone una alabanza barroca a Ulalume, muy acorde con el tono del poema.
Ulalume.
Ulalume, Edgar Allan Poe (1809-1849)
Los cielos estaban cenicientos y lúgubres.
Los follajes crispados y huraños.
Las hojas marchitas y secas.
Era una noche del solitario octubre,
Del más inmemorial de los años.
Fue cerca del oscuro lago de Áuber,
En la región brumosa de Weir,
Junto a la ciénaga brumosa de Áuber,
En el bosque embrujado de Weir.
A través de un paseo titánico de cipreses
Vagaba yo en soledad con mi alma;
De cipreses, con Psiquis, mi alma.
Mi corazón era entonces volcánico,
Como las escorias que ruedan en los ríos,
Como las lavas que ruedan intranquilas
En las sulfúreas corrientes del Yaanek,
En los últimos climas del polo
Que gimiendo mientras bajan rodando el monte Yaanek
En los reinos del polo boreal.
Nuestra charla había sido grave y moderada,
Pero nuestros pensamientos estaban paralizados y marchitos;
Nuestros recuerdos, inciertos y gastados,
Pues no sabíamos que el mes era octubre
Ni advertimos la noche del año
(¡Ah, noche entre todas las noches del año!)
No vimos el oscuro lago de Áuber
(Aunque ya habíamos bajado por allí).
No recordamos la húmeda ciénaga de Áuber
Ni el bosque embrujado de Áuber.
Y entonces, cuando la noche envejecía,
Cuando el cuadrante astral señala la mañana,
Al fin de nuestra senda,
Un lácteo fulgor nacido
Fuera del cual un milagroso creciente
Se alza con doble cuerno:
El creciente diamantino de Astarté
Claro y con su doble cuerno.
Y le dije: "Es más tibia que Diana:
Flota en un éter de suspiros,
Ríe en una región de suspiros:
Ella ha visto que las lágrimas no se secan,
Aquellas mejillas donde los gusanos nunca mueren,
Y ha pasado por las estrellas del León
Para señalarnos la senda de los cielos
De la paz leteana del Cielo;
Sube a pesar del León
Brillando sobre nosotros con su mirada confiada,
Sube sin temer el cubil del León,
¡Con amor en sus ojos radiantes!
Pero Psiquis, levantando su dedo dice:
"De esa estrella, oh mortal, desconfía:
De su extraña palidez yo desconfío.
¡Oh!, ¡apresúrate! ¡No meditemos!
¡Oh!, ¡vuela! ¡Ven!, huyamos; debemos hacerlo"
Aterrorizada habló, dejándome por el polvo.
Todavía ellos, apesadumbradamente, las arrastraban por el polvo.
Yo contesté: "Esto no es nada sino un sueño;
Sigamos su trémula luz;
Sigamos bañándonos en su cristalina luz;
En su sibilino esplendor está brillando
La Esperanza y la Belleza de esta noche.
¡Veo sus alas subir al firmamento a través de la noche!
Confiémonos en su resplandor
Y con seguridad nos llevará felizmente.
¡Confiémonos en un resplandor
Que no puede sino guiarnos con acierto
Cuando sube al Cielo en medio de la Noche!"
Así calmando a Psiquis, la besé,
Intenté alejar su melancolía
Y vencí sus escrúpulos y tristeza;
Pero estábamos parados a la puerta de una tumba;
Cerca de la puerta de una legendaria tumba.
Y yo dije: "¿Qué lees, dulce hermana,
En la puerta de esa legendaria tumba?"
Y ella dijo: "Ulalume, Ulalume.
¡Es la tumba de tu perdida Ulalume!"
Sentí mi corazón lúgubre y yerto
Como cuando las hojas se crispaban,
Como cuando las hojas estaban marchitas y secas.
Y yo grité: "¡Será seguramente octubre!"
Fue una noche idéntica, hace un año
Cuando viajé, cuando descendí hasta aquí.
Llevando una terrible carga.
¡Aquella noche, aquella noche del año!
¡Oh!, ¿qué demonio me trae hasta aquí?
Reconozco la ciénaga de Áuber
Y la región brumosa de Weir;
Bien conozco ahora que ésta es la ciénaga de Áuber
y aquél el embrujado bosque de Weir!
The skies they were ashen and sober;
The leaves they were crispéd and sere—
The leaves they were withering and sere;
It was night in the lonesome October
Of my most immemorial year;
It was hard by the dim lake of Auber,
In the misty mid region of Weir—
It was down by the dank tarn of Auber,
In the ghoul-haunted woodland of Weir.
Here once, through an alley Titanic,
Of cypress, I roamed with my Soul—
Of cypress, with Psyche, my Soul.
These were days when my heart was volcanic
As the scoriac rivers that roll—
As the lavas that restlessly roll
Their sulphurous currents down Yaanek
In the ultimate climes of the pole—
That groan as they roll down Mount Yaanek
In the realms of the boreal pole.
Our talk had been serious and sober,
But our thoughts they were palsied and sere—
Our memories were treacherous and sere—
For we knew not the month was October,
And we marked not the night of the year—
(Ah, night of all nights in the year!)
We noted not the dim lake of Auber—
(Though once we had journeyed down here)—
We remembered not the dank tarn of Auber,
Nor the ghoul-haunted woodland of Weir.
And now, as the night was senescent
And star-dials pointed to morn—
As the star-dials hinted of morn—
At the end of our path a liquescent
And nebulous lustre was born,
Out of which a miraculous crescent
Arose with a duplicate horn—
Astarte's bediamonded crescent
Distinct with its duplicate horn.
And I said—"She is warmer than Dian:
She rolls through an ether of sighs—
She revels in a region of sighs:
She has seen that the tears are not dry on
These cheeks, where the worm never dies,
And has come past the stars of the Lion
To point us the path to the skies—
To the Lethean peace of the skies—
Come up, in despite of the Lion,
To shine on us with her bright eyes—
Come up through the lair of the Lion,
With love in her luminous eyes."
But Psyche, uplifting her finger,
Said—"Sadly this star I mistrust—
Her pallor I strangely mistrust:—
Oh, hasten! oh, let us not linger!
Oh, fly!—let us fly!—for we must."
In terror she spoke, letting sink her
Wings till they trailed in the dust—
In agony sobbed, letting sink her
Plumes till they trailed in the dust—
Till they sorrowfully trailed in the dust.
I replied—"This is nothing but dreaming:
Let us on by this tremulous light!
Let us bathe in this crystalline light!
Its Sybilic splendor is beaming
With Hope and in Beauty to-night:—
See!—it flickers up the sky through the night!
Ah, we safely may trust to its gleaming,
And be sure it will lead us aright—
We safely may trust to a gleaming
That cannot but guide us aright,
Since it flickers up to Heaven through the night."
Thus I pacified Psyche and kissed her,
And tempted her out of her gloom—
And conquered her scruples and gloom:
And we passed to the end of the vista,
But were stopped by the door of a tomb—
By the door of a legended tomb;
And I said—"What is written, sweet sister,
On the door of this legended tomb?"
She replied—"Ulalume—Ulalume—
'Tis the vault of thy lost Ulalume!"
Then my heart it grew ashen and sober
As the leaves that were crispèd and sere—
As the leaves that were withering and sere,
And I cried—"It was surely October
On this very night of last year
That I journeyed—I journeyed down here—
That I brought a dread burden down here—
On this night of all nights in the year,
Oh, what demon has tempted me here?
Well I know, now, this dim lake of Auber—
This misty mid region of Weir—
Well I know, now, this dank tarn of Auber—
In the ghoul-haunted woodland of Weir."
E.A. Poe (1809-1849)
The leaves they were crispéd and sere—
The leaves they were withering and sere;
It was night in the lonesome October
Of my most immemorial year;
It was hard by the dim lake of Auber,
In the misty mid region of Weir—
It was down by the dank tarn of Auber,
In the ghoul-haunted woodland of Weir.
Here once, through an alley Titanic,
Of cypress, I roamed with my Soul—
Of cypress, with Psyche, my Soul.
These were days when my heart was volcanic
As the scoriac rivers that roll—
As the lavas that restlessly roll
Their sulphurous currents down Yaanek
In the ultimate climes of the pole—
That groan as they roll down Mount Yaanek
In the realms of the boreal pole.
Our talk had been serious and sober,
But our thoughts they were palsied and sere—
Our memories were treacherous and sere—
For we knew not the month was October,
And we marked not the night of the year—
(Ah, night of all nights in the year!)
We noted not the dim lake of Auber—
(Though once we had journeyed down here)—
We remembered not the dank tarn of Auber,
Nor the ghoul-haunted woodland of Weir.
And now, as the night was senescent
And star-dials pointed to morn—
As the star-dials hinted of morn—
At the end of our path a liquescent
And nebulous lustre was born,
Out of which a miraculous crescent
Arose with a duplicate horn—
Astarte's bediamonded crescent
Distinct with its duplicate horn.
And I said—"She is warmer than Dian:
She rolls through an ether of sighs—
She revels in a region of sighs:
She has seen that the tears are not dry on
These cheeks, where the worm never dies,
And has come past the stars of the Lion
To point us the path to the skies—
To the Lethean peace of the skies—
Come up, in despite of the Lion,
To shine on us with her bright eyes—
Come up through the lair of the Lion,
With love in her luminous eyes."
But Psyche, uplifting her finger,
Said—"Sadly this star I mistrust—
Her pallor I strangely mistrust:—
Oh, hasten! oh, let us not linger!
Oh, fly!—let us fly!—for we must."
In terror she spoke, letting sink her
Wings till they trailed in the dust—
In agony sobbed, letting sink her
Plumes till they trailed in the dust—
Till they sorrowfully trailed in the dust.
I replied—"This is nothing but dreaming:
Let us on by this tremulous light!
Let us bathe in this crystalline light!
Its Sybilic splendor is beaming
With Hope and in Beauty to-night:—
See!—it flickers up the sky through the night!
Ah, we safely may trust to its gleaming,
And be sure it will lead us aright—
We safely may trust to a gleaming
That cannot but guide us aright,
Since it flickers up to Heaven through the night."
Thus I pacified Psyche and kissed her,
And tempted her out of her gloom—
And conquered her scruples and gloom:
And we passed to the end of the vista,
But were stopped by the door of a tomb—
By the door of a legended tomb;
And I said—"What is written, sweet sister,
On the door of this legended tomb?"
She replied—"Ulalume—Ulalume—
'Tis the vault of thy lost Ulalume!"
Then my heart it grew ashen and sober
As the leaves that were crispèd and sere—
As the leaves that were withering and sere,
And I cried—"It was surely October
On this very night of last year
That I journeyed—I journeyed down here—
That I brought a dread burden down here—
On this night of all nights in the year,
Oh, what demon has tempted me here?
Well I know, now, this dim lake of Auber—
This misty mid region of Weir—
Well I know, now, this dank tarn of Auber—
In the ghoul-haunted woodland of Weir."
E.A. Poe (1809-1849)
Poemas de E.A. Poe. I Poemas góticos.
Más literatura gótica:
El análisis y resumen del poema de E.A. Poe: Ulalume (Ulalume) fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
3 comentarios:
:D Gracias por compartir esta información como siempre un placer leerle.
^^ Que tengas una semana genial.
Genial
Que buena manera de expresar oscuridad!
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