Banshees: las hadas de la corte de Escocia e Irlanda


Banshees: las hadas de la corte de Escocia e Irlanda.




Es una creencia común pensar que las hadas son mujeres. Nada más errado. Algunas hadas, por supuesto, sí lo son, y un reducido grupo de ellas se ha filtrado al mundo de los mortales y allí han permanecido, a despecho de los extraños oficios que la sociedad les ha asignado (ver: Cuando las hadas abandonaron nuestro plano de existencia)

Tal es el caso de las Banshees, una de las pocas especies de hadas de las que podemos estar seguros de su feminidad. En un mundo machista no es asombroso que su mismo destino, antes poderoso, sea compartido por el de las lavanderas.

Banshee significa «mujer-hada». Su nombre proviene del Irlandés Antiguo Bean, «mujer»; y Sith, «montículo». La historia de las Banshees, presente en los mitos celtas, comienza en Irlanda y Escocia, donde se creía que su presencia anunciaba una muerte en la familia. Su arraigo en las leyendas es tan profundo que la policía de Dublín, por ejemplo, recibió denuncias sobre apariciones de Banshees hasta mediados del siglo XX.

Las Banshees pueden aparecer de numerosas formas, tanto como una vieja repulsiva como con la forma de una joven deslumbrante. Aunque no se la vea, los moribundos pueden detectar su voz, y sobre todo, su presencia.

En 1437 el rey James I de Escocia fue abordado por una Banshee, quien le profetizó su muerte bajo los auspicios del earl de Atholl. Desde entonces las Banshees han sido asociadas a la casa real de Escocia e Irlanda, y en general a todas las familias poderosas de aquellas tierras. Este vínculo ha resultado tan fructífero que todas las familias reales de Irlanda poseen una Banshee particular, que lloran prolijamente cuando uno de sus miembros está al borde de la muerte. Pero el mito es mucho más antiguo que las casas reales, se proyecta hacia un pasado incalculable, donde los caudillos celtas podían contraer matrimonio con hadas y otras criaturas del mundo mágico (ver: Cuando un hada se enamora de un hombre mortal.).

Tradicionalmente, cuando una persona muere sus deudos lloran, y cuando no lo hacen, o cuando son demasiado pocos para generar cierto revuelo, se contrataban lloronas, mujeres dedicadas a llorar, estremecerse, aullar, e incluso desmayarse de emoción en los funerales. Las Banshees, señala la leyenda, eran las lloronas de los monarcas. Cuando el rey moría, las Banshees acudían por decenas a su funeral, entonando el Caoineadh, el llanto mortuorio de las hadas.

En algún momento de la Edad Media, las Banshees dejaron de ser una exclusividad de la corona y pasaron a ocupar el rol de lloronas en muchas familias tradicionales de Escocia e Irlanda, tales como los O'Brien, O'Connor, O'Grady y O'Neill. La Banshee de los O'Brien, llamada Eevul, llegó a ocupar una de las habitaciones principales de la mansión familiar, residencia que también hospedaba al cortejo de veinticinco hadas que la acompañaban. Incluso sobreviven algunas curiosidades de esa extravagante convivencia entre humanos y hadas en los diarios de cocina de los O'Brien, que apuntan con lujo de detalles los apetitos culinarios de Eevul, sus hadas, y su predilección por los hongos y raíces.

Eventualmente las Banshees desaparecieron de los palacios, y ya no se las volvió a ver, salvo cuando moría algún miembro encumbrado. En ese momento regresaban bajo la forma de una anciana gris y marchita, que lloraba sonoramente para el espanto y asombro de los más jóvenes.

El declive de las Banshees alcanzó su pico en Escocia, donde dejaron asistir a los funerales, grandes o modestos, y se convirtieron en las Bean Nighe, que significa «mujer-lavandera». En Gales, por ejemplo, el deterioro de las Banshees no fue tan abrupto. Si bien su nombre cambió a Nigheag Na Hàth: «pequeña lavandera», sus hábitos se volvieron tenebrosos. Se dice que en las noches frías del invierno asisten a las lavanderas aliviando el dolor de sus manos cansadas, susurrando una melodía nostálgica que habla de los días antiguos, cuando las hadas frecuentaban a los mortales, y los hombres apreciaban a la mujer como compañera, no como esclava.




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2 comentarios:

Vianey dijo...

Un ejemplo muy común sobre como al paso de los años los hombres dejan de ver a sus esposas como amantes o compañeras de vida y comienzan a verlas como esclavas, claro que algunos siempre las ven de esa manera tan machista; aunque espero que así como las noches de invierno exista alguien que calme los dolores de las mujeres aunque sea por un momento.
Me gusto mucho gracias por esta información Lord Aelfwine.

danilix dijo...

Wow gracias por el dato!! ahora puedo entender mejor la historia de Silky, la banshee de Elias en el manga Mahoutsukai no yome.
Gracias n.n



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