«El palacio encantado»: Edgar Allan Poe; poema y análisis.


«El palacio encantado»: Edgar Allan Poe; poema y análisis.




El palacio encantado (The Haunted Palace) es un poema gótico del escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849), publicado originalmente en la edición de abril de 1839 de la revista American Museum, y luego reeditado en la antología de 1845: El cuervo y otros poemas (The Raven and Other Poems). Posteriormente volvería a aparecer en la colección póstuma: Las obras del difunto Edgar Allan Poe (The Works of the Late Edgar Allan Poe).

Antes de comenzar con el análisis de El palacio encantado [el poema completo, en español y en inglés, puede leerse más abajo], sin dudas uno de los mejores poemas de Edgar Allan Poe, quiero hacer una aclaración. En El Espejo Gótico nos hemos decidido por la traducción al español más tradicional del título [El palacio encantado], aunque esta resulte inapropiada. El palacio embrujado sería una opción mucho más adecuada, no solo en relación con la palabra inglesa haunted, sino con el espíritu del poema de E.A. Poe.

Dicho esto, pasemos al análisis de El palacio encantado de Edgar Allan Poe.

El poema fue incorporado al relato La caída de la Casa Usher (The Fall of the House of Usher) como una canción escrita por Roderick Usher. En este contexto, El palacio encantado de Edgar Allan Poe es una metáfora de la casa como cuerpo [o como metonimia de la familia], elementos que también constituyen la base del relato [ver: La Casa Embrujada como representación del cuerpo]. En esencia, es un poema sobre la mente, sobre la psique obsesionada por fantasmas, que no son otra cosa que pensamientos y recuerdos desordenados.

Para entender el significado de El palacio encantado primero es necesario comprender el contexto en el que aparece [La caída de la casa Usher], posiblemente uno de los mejores relatos de Edgar Allan Poe. Este narra la caída, literal y figurada, de la Casa Usher, una antigua familia en estado de decadencia. La historia es narrada desde la perspectiva de Victor Reynolds, un amigo del último heredero de los Usher, quien lo visita para consolarlo durante la enfermedad fatal de su hermana gemela. De hecho, hay una vieja maldición de enfermedad y maldad sobre los Usher, y aunque Edgar Allan Poe nunca especifica cuál es exactamente este mal, se insinúa que es incesto, lo cual ha sido la causa de la debilidad de la familia, física y mental [ver: La Casa como entidad orgánica y consciente en el Gótico]

Los Usher parecen estar de algún modo fundidos con la Casa. Todo, desde los cimientos agrietados hasta el sombrío aspecto exterior, refleja el estado de deterioro de sus ocupantes. De hecho, en La caída de la Casa Usher, la palabra «Casa» es sinónimo tanto de la mansión como de la familia. Cuando una cae, la otra también. La Casa Usher tiene paredes agrietadas, ventanas rotas, habitaciones oscuras y pasillos lúgubres que simbolizan el descenso de los dos últimos Usher a la locura y, finalmente, a la muerte. La Casa en sí está embrujada; es un ejemplo tangible de la locura y la enfermedad que se ha apoderado de sus habitantes. Es vital entender esto al leer el poema: El palacio encantado [ver: Psicología de las casas embrujadas]

El Palacio embrujado del poema simboliza lo mismo que la Casa Usher: un hogar ancestral y un nombre familiar en decadencia mental y física. Incluso la forma en que Edgar Allan Poe presenta el poema sugiere esto. Roderick Usher canta el poema a su amigo, Víctor, presentándolo como una melodía antigua medio recordada sobre el estado de la Casa. El Palacio es un símbolo de la mente; las «dos ventanas luminosas» son los ojos. Los «espíritus» son las cualidades, habilidades y pensamientos que se mueven con gracia al compás de la música. Todo está en armonía; el gobernante es cuerdo y sabio; el pensamiento y la razón gobiernan en su mente. De repente, el poema cambia para hablar del descenso del Palacio, y de su monarca, en los abismos de la locura:


Mas seres de maldad, con túnicas de aflicción,
asaltaron la elevada grandeza del monarca.


Así como Roderick Usher nunca especifica qué males han acontecido en la Casa, el poema nunca explica qué son exactamente estos «seres de maldad con túnicas de aflicción». Su efecto, sin embargo, es claro:


y en torno a su casa la gloria
que se sonrojaba y florecía
no es más que una historia vagamente recordada
de los antiguos tiempos sepultados.


Esta descripción de la gloria desvanecida como «una historia vagamente recordada» es exactamente cómo Roderick Usher le presenta el poema a su amigo en primer lugar: como una melodía que apenas recuerda. La última estrofa de El palacio encantado es Edgar Allan Poe en estado puro: una imagen infernal de un palacio y una mente completamente destruidas:


Y ahora los viajeros en aquel valle ven
por las ventanas iluminadas de rojo
vastas formas que se mueven fantásticamente
al ritmo de una 
melodía discordante,
mientras, como un rápido río fantasmal,
a través de la pálida puerta
una horrible multitud sin cesar se abalanza
y ríe... ya sin sonreír.


Esta última estrofa es significativa por su marcado contraste con todas las virtudes del Palacio descritas al comienzo del poema, donde aparece como un lugar donde incluso los ángeles se sentirían a gusto. En este punto, los únicos visitantes son una «horrible multitud». Asimismo, las «dos ventanas luminosas» [los Ojos], ahora están «iluminadas de rojo» [inyectados en sangre]. Los pensamientos detrás de los Ojos son igualmente retorcidos: frente a los «espíritus que se mueven musicalmente», las virtudes de la persona han sido volcadas en la locura personificada por «vastas formas» que, en lugar de bailar en armonía, «se mueven fantásticamente con una melodía discordante». Finalmente, la risa espantosa que cierra el El palacio encantado de Edgar Allan Poe no es el ruido alegre de los buenos tiempos, la felicidad y la razón, sino la risa de la locura y la desesperación [ver: Casas como metáfora de la psique en el Horror]

Biológicamente, por llamarlo de algún modo, El palacio encantado de Edgar Allan Poe es un poema que habla sobre una cabeza, literal y metafóricamente; en términos de estructura [cerebro] e interior [ideas y pensamientos, los «espíritus malignos»]. Edgar Allan Poe emplea esta personificación sin intentar ocultarla. Es evidente, tanto en el poema en sí mismo como en su contexto, La caída de la Casa Usher [ver: «El Extraño» de Lovecraft como secuela de «La Casa Usher» de Poe]

Por ejemplo, cuando E.A. Poe dice que el «el palacio radiante alzaba la cabeza», está diciéndonos casi explícitamente que el Palacio es una cabeza, es decir, el centro de las facultades del intelecto, la emoción y el razonamiento. Cada línea describe una parte diferente de una cabeza que alguna vez estuvo cuerda y que ahora se ha vuelto loca, de ahí la risa maníaca al final. Comienza con el cabello, sigue con los ojos, la boca, y termina con el cerebro que se ha vuelto desolado y está embrujado; es decir: la persona se ha vuelto loca [ver: E.A. Poe y la Locura como sublime forma de la inteligencia]. El significado alegórico, sin embargo, se hace más evidente en una segunda lectura.

La imágenes no necesitan demasiadas explicaciones, son bastante evidentes. Tomemos, por ejemplo, la boca:


Y toda refulgente con perlas y rubíes
veíase la bella puerta del palacio.


Las perlas, evidentemente, representan a los dientes, mientras que los rubíes son los labios; y finalmente la puerta representa la boca [ver: Lo Siniestro en los relatos de Edgar Allan Poe]

Edgar Allan Poe, entonces, utiliza la imagen de una Casa en decadencia para representar el deterioro de una mente, y finalmente su descenso a la locura, de un modo brillante. La conclusión es que no hay esperanza de revivir los momentos felices y lúcidos del pasado. La cordura está representada por espíritus que pueden moverse musicalmente, lo que significa que entonces era un hombre cuerdo, en el control de su vida y pensamientos hasta que los «espíritus malignos» invadieron el Palacio [cerebro] y su mente se volvió inestable [ver: En el Manicomio: la locura en la ficción gótica]. Finalmente, Edgar Allan Poe describe una risa salvaje que sale de la puerta, la cual representa la boca. Esta risa no tiene nada que ver con la felicidad o la alegría, sino con un pensamiento perturbador: el individuo sabe que su condición mental se está deteriorando y que nunca será el mismo hombre que fue [ver: Psicología de Edgar Allan Poe]




El palacio encantado.
The Haunted Palace, Edgar Allan Poe (1809-1849)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


En el más verde de nuestros valles,
habitado por buenos ángeles,
en otro tiempo un bello y señorial palacio,
un palacio radiante, alzaba su cabeza.
¡En los dominios del monarca Pensamiento,
allí se levantaba!
Jamás un serafín tendió sus alas
sobre una fabricación ni la mitad de bella!

Banderas gloriosas, doradas,
en su techo ondeaban y flotaban
[esto, todo esto, sucedió en los tiempos
de antaño, hace ya mucho],
y cuanta brisa gentil jugueteaba,
en aquella época amable,
por las pálidas y empenachadas murallas,
un alado aroma se llevaba.

Quienes andaban por aquel feliz valle
veían por dos ventanas luminosas
espíritus que se movían musicalmente,
obedeciendo a un laúd bien afinado,
alrededor de un trono en que, sentado,
Porfirinogeno,
en pompa afín con su gloria,
de aquel reino aparecía como gobernante.

Y toda refulgente con perlas y rubíes
veíase la bella puerta del palacio,
por la que penetraba fluyendo, fluyendo, fluyendo
y centelleando eternamente,
una tropa de ecos, cuyo dulce deber
no era sino cantar
con voces de belleza excepcional
el ingenio y la sabiduría de su rey.

Mas seres de maldad, con túnicas de aflicción,
asaltaron la elevada grandeza del monarca
[¡ah, lamentémonos, pues nunca la mañana
amanecerá desolada sobre él!]
y en torno a su casa la gloria
que se sonrojaba y florecía
no es más que una historia vagamente recordada
de los antiguos tiempos sepultados.

Y ahora los viajeros en aquel valle ven
por las ventanas iluminadas de rojo
vastas formas que se mueven fantásticamente
al ritmo de una  melodía discordante,
mientras, como un rápido río fantasmal,
a través de la pálida puerta
una horrible multitud sin cesar se abalanza
y ríe... ya sin sonreír.


In the greenest of our valleys
By good angels tenanted,
Once a fair and stately palace—
Radiant palace—reared its head.
In the monarch Thought's dominion—
It stood there!
Never seraph spread a pinion
Over fabric half so fair!

Banners yellow, glorious, golden,
On its roof did float and flow,
(This—all this—was in the olden
Time long ago,)
And every gentle air that dallied,
In that sweet day,
Along the ramparts plumed and pallid,
A wingéd odour went away.

Wanderers in that happy valley,
Through two luminous windows, saw
Spirits moving musically,
To a lute's well-tunéd law,
Round about a throne where, sitting
(Porphyrogene!)
In state his glory well befitting,
The ruler of the realm was seen.

And all with pearl and ruby glowing
Was the fair palace door,
Through which came flowing, flowing, flowing,
And sparkling evermore,
A troop of Echoes, whose sweet duty
Was but to sing,
In voices of surpassing beauty,
The wit and wisdom of their king.

But evil things, in robes of sorrow,
Assailed the monarch's high estate.
(Ah, let us mourn!—for never morrow
Shall dawn upon him desolate!)
And round about his home the glory
That blushed and bloomed,
Is but a dim-remembered story
Of the old time entombed.

And travellers, now, within that valley,
Through the red-litten windows see
Vast forms, that move fantastically
To a discordant melody,
While, like a ghastly rapid river,
Through the pale door
A hideous throng rush out forever
And laugh—but smile no more.


Edgar Allan Poe
(1809-1849)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Edgar Allan Poe.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Edgar Allan Poe: El palacio encantado (The Haunted Palace), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

0 comentarios:



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Análisis de «La pequeña habitación» de Madeline Yale Wynne.
Poema de Emily Dickinson.
Relatos de Edith Nesbit.


Paranormal.
Poema de Charlotte Mew.
Relato de Walter de la Mare.