Vörðr: el ángel de la guarda de los Vikingos.
El concepto de Ángel de la Guarda, entendido en términos de espíritu guardián, se extiende por muchos pueblos y religiones a lo largo de la historia, pero en ningún lado adquirió matices tan excepcionales como entre los Vikingos.
En los mitos nórdicos, lo más parecido a un ángel de la guarda es el Vǫrðr, básicamente un espíritu guardián que acompaña a la persona desde el instante de su nacimiento hasta su muerte, momento en el cual procede a adjudicarse otras responsabilidades sobre el alma, o hugr, de su custodiado.
No es infrecuente encontrar conflictos jurisdiccionales en las leyendas escandinavas. Las obligaciones de una criatura a veces se oponen a las de otra, generando una gran confusión en torno al sistema forjado por Odín. Por ejemplo, el Vǫrðr a veces debe luchar contra Fylgja, un espíritu cuya ocupación es hacer que la persona cumpla su destino superior, es decir, aquel que fue diseñado por las Nornas; no obstante, este destino puede ser desgraciado, y el Vǫrðr hará todo lo posible para torcer su devenir.
En ocasiones Vǫrðr se manifiesta como una pequeña esfera de luz, un chispazo, de movimientos impredecibles. Puede asumir la forma de la persona que custodia con el objetivo de comunicarle algo de gran importancia. No es exactamente un doppelgänger, pero su presencia se percibe claramente, y puede provocar variadas sensaciones físicas, como por ejemplo cierta picazón en una mano o en la nariz; señales más bien discretas, pero que para los vikingos eran signos inequívocos de la presencia del Vǫrðr tratando de decirnos algo.
Se cree que las personas más sensibles pueden percibir al Vǫrðr antes de que su custodiado llegue a determinado lugar; algo similar a lo que ocurre con el Etiäinen en el folclore finés. De más está decir que esto también puede producir cierto desconcierto, sobre todo entre familiares y allegados, en aquellas ocasiones en las que un invitado parece llegar dos veces.
No solo los humanos poseen un ángel de la guarda —o mejor dicho, un espíritu guardián— dentro de los mitos nórdicos. Otros seres venerables también pueden acceder a esa distinción. Por allí tenemos a Hyldemoer, el espíritu guardián de los árboles; e incluso a los Vårdträd, cuyo nombre significa «árbol guardián», algo así como un espíritu que habita en determinados árboles y que puede, mediante promesas o sacrificios, realizar algún tipo de favor.
La historia de Vǫrðr nos permite responder una pregunta que los mitos bíblicos prefieren no abordar, quizás por una excesiva prudencia teológica: ¿cuál es el destino del ángel de la guarda después de la muerte de la persona que protege? ¿Se le asigna otra? ¿Regresa a la fuente eterna de la que surgió en primer lugar? ¿Se desintegra en el olvido?
Lo cierto es que nadie sabe adónde van los ángeles de la guarda en este punto, ni siquiera si efectivamente van a algún lado, pero sí sabemos cuál es el destino del Vǫrðr cuando la persona que protege muere.
Si la persona tiene una muerte digna —según los estándares nórdicos—, el Vǫrðr se quedará en el plano terrenal hasta que el alma o hugr de la persona regrese para la batalla final en el Ragnarok. Si es alguien que ha muerto en combate, se unirá a él en el ejército de los Einherger; si, en cambio, falleció en circunstancias poco honrosas, como la enfermedad o la vejez, lo acompañará en las frías planicies del Hel.
Hay una tercera posibilidad para el destino del Vǫrðr. En lo personal, me parece la más interesante.
Si una persona es asesinada, el Vǫrðr hará todo lo posible para vengarla. Al igual que las Erinias, Furias y Euménides de los mitos griegos, el Vǫrðr dejará de lado su función como ángel de la guarda para convertirse en un espíritu vengador, capaz de perseguir y atormentar a los asesinos durante el resto de sus vidas.
El éxito de esa venganza depende en gran medida de la fuerza de su Vǫrðr contrincante, que también hará todo lo que esté a su alcance para proteger a la persona que se le ha asignado, incluso si es un asesino.
Es interesante mencionar que la palabra inglesa wraith, que podemos traducir por «espectro», proviene de la palabra Vǫrðr; en este caso, en su faceta de espíritu vengador, así también como la palabra warden, «guardián», tiene su origen en este extraño ángel de la guarda de los vikingos.
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