Significado de los sueños eróticos


Significado de los sueños eróticos.




El título de nuestro artículo es ambicioso, aunque de ninguna forma pretende formular una palabra definitiva sobre el asunto. Con el tiempo iremos recorriendo puntualmente el significado de los sueños y sus arquetipos; aquí, en cambio, solo daremos algunas generalidades acerca de los sueños eróticos.

Los sueños eróticos tienen una particularidad, además del placer o displacer que puedan provocar: son inquietantes. Las imágenes que evocan no siempre son agradables, de hecho, muchas de ellas dejan una sensación de absurdo y de culpabilidad que persigue al soñante durante las primeras horas de vigilia.

La psíquis se encuentra atravesada por poderosas fuerzas; por deseos y pulsiones que no logran llegar a la superficie, es decir, a la conciencia, y que son reabsorbidos por el inconsciente. Estos deseos, casi siempre camuflados para eludir la vigilancia de nuestras barreras culturales, emergen en los sueños de una forma tan portentosa que las emociones que provocan acaso sean más intensas que las resultantes de situaciones reales de la vida diurna.

Si esta es la ingeniería de los sueños, podemos pensar que los sueños eróticos son, en cierta forma, una metáfora que busca resolver un problema que nos resulta imposible formular debidamente.

Uno de los sueños eróticos más comunes, y estadísticamente más negados, es el de mantener relaciones con una persona extraña (ver: ¿Por qué siempre sueño con la misma persona?). Esta clase de sueños no es necesariamente desagradable, de hecho, mientras sucede, el soñante rara vez detecta algo extraño o culposo en sus acciones. Es al despertar cuando la culpa y la incomodidad se hacen presentes, justamente porque nos resulta imposible poner a nuestra conciencia en la perspectiva del inconsciente, alejándonos irremediablemente del significado del sueño en particular.

Cuando una mirada retrospectiva sobre un sueño nos provoca sensaciones desagradables, como miedo, ansiedad, culpa, se debe a que somos incapaces de comprender el mensaje codificado por nuestro inconsciente, cuya función no es precisamente ésa, es decir, que nuestro Yo logre comprenderla, sino evacuar las tensiones subterráneas de un deseo reprimido.

Como cualquier otro tipo de sueño, los sueños eróticos pueden ser una forma de entender algo acerca de nosotros mismos. Una de las funciones más rigurosas de la conciencia, es decir, de aquello que creemos que somos, es la de reprimir las ideas y emociones que se oponen a las convenciones sociales y culturales que nos rodean. Solo existen algunas válulas de escape que le permiten al inconsciente desplazar estas pulsiones hacia afuera, entre ellas, los sueños, los chistes y los actos fallidos.

Rápidamente debemos decir que los sueños eróticos no son una forma de compensación, es decir, no vienen a reemplazar la ausencia del acto real; salvo que esa ausencia sea el producto de una negación conciente del deseo. Durante la Edad Media (antes y después también) los monjes eran instruidos sobre las posibilidad de que sus sueños se vean alterados por la aparición de Íncubos y Súcubos, esto es, criaturas oníricas voluptuosas, capaces de vencer la resistencia moral del soñante y forzarlo a realizar prácticas que, a la luz del día, resultarían inconfesables.

Ahora bien, estas materializaciones son el producto de la negación, y en muchos casos, de la sublimación del deseo reprimido. Cualquiera de nosotros puede pasar una o varias etapas de abstinencia, por la razón que sea, pero en ningún momento tenemos prohibido desear. Los monjes medievales, en cambio, tenían prohibido el deseo, y si éste surgía espontáneamente era reprimido tanto por el individuo como por sus iguales y sus superiores. En este contexto, no es raro que los vampiros energéticos hayan proliferado tanto.

Nada de lo que nuestra conciencia prohibe desaparece realmente. El inconsciente se encarga de guardarlo todo, desde las pulsiones autodestructivas a los deseos más inconfesables, y siempre está dispuesto a liberar tensiones internas a través de la válvula de escape.

Con los sueños eróticos se produce una paradoja exquisita. Siendo episodios del inconsciente, es decir, de aquella parte del ser con reglas y funciones que nos resultarían abominables; son también inabordables para la conciencia, justamente porque está atravesada por una moral que choca contra las imágenes del sueño.

El resultado es cierta sensación de desconcierto, de reprobación y de culpa, frente a esos hechos de la mente que son incontrastables con nuestra moral diurna.

Todos tenemos una idea más o menos acabada de nuestras inhibiciones. Los sueños eróticos prescinden por completo de ellas, y operan dentro de un marco regulado por sus propias normas. Lo que en realidad inhibimos es apenas una fracción ínfima de los deseos que hierven en nuestra mente.

Pero no todos los sueños eróticos proceden de pasiones ocultas. Algunos simbolizan cuestiones que poco y nada tienen que ver con el amor y el deseo, y mucho con asuntos pendientes. En esta clase de sueños el soñante es casi siempre un testigo presencial de encuentros amorosos ejecutados por terceros, por ejemplo, de nuestra pareja con uno o varios invitados secundarios. Más allá de lo perturbador que puedan resultar, estos sueños tienen una función enriquecedora para el Yo.

Hablamos aquí de sueños eróticos que transitan inversamente nuestros deseos concientes, es decir, sueños en los que el sujeto mantiene relaciones con personas del mismo sexo o por las que no manifiesta deseo alguno. A pesar de que existe un factor represivo que busca emerger, estos sueños no necesariamente manifiestan una pulsión oculta, sino la exploración de aquello que no nos atrae en absoluto.

Recordemos que los sueños son, en definitiva, una forma de arte que está más allá de nuestra moral; como una película filmada por un cineasta capaz de eludir todos los compromisos de la ética y presentar, sin mayores preámbulos, la Fuerza que nos habita. Esta Fuerza, que Sigmund Freud llamó Libido, y otros, Eros, es una especie de energía mental en estado puro, que solo se expresa mediante símbolos, tan intensos y descarnados que sólo encuentran una vía de escape en los sueños.

Para concluir debemos advertir al lector que, el menos en el universo de los sueños, ningún argumento excluye sus refutaciones. Frente al mismo sueño, por ejemplo, un hombre que mantiene comercio amoroso con una valquiria en el asiento trasero de un auto, dos intérpretes formularán casi siempre dos interpretaciones disímiles; uno, tal vez, mencione algo sobre la sublimación de la mujer, cuyas caricias solo resultan lícitas si se la convierte en diosa; y otros, tal vez menos freudianos, voten a favor de un deseo de posesión del automóvil, y de la relación con la diosa como forma de rubricar su posesión.

Sea cual sea la naturaleza del sueño erótico, si éste no perturba el descanso del cuerpo, ninguna imagen, por terrible o escandalosa que nos parezca, debe ser tomada como un agente peligroso.




Diccionario de sueños. I El lado oscuro de la psicología.


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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amigos lo k pasa s k soy nuevo n esto y kisiera k alguien m explikara

Unknown dijo...

En alguna bizarra ocasión soñé que un tipo tenía dos penes erectos en lugar de pezones, a parte del que estaba en el lugar esperado... traía máscara el tipo y se paseaba como si nada en una fiesta. Pero era a mi parecer más aterrador que otra cosa.

Stephanie Caroll Bel dijo...

He soñado con un Incubo mas de una vez, la última vez fue hace dos meses. Esa vez lo vi con mis ojos ya abiertos, estaba sobre mi desnudo, trataba de seducirme acariciandome y luego sentía tan fuerte su peso en mi y ponía su rodilla en mi pelvis, me costaba respirar, vi su rostro era horrible eran grandres y amarillos brillantes. Solo Dios pudo quitar ese demonio sexual que me atormentaba ya que era tan fuerte. Los demonios sexuales son los mas fuertes. Yo mientras más me guardaba sexualmente más me atacaba.

Stephanie Caroll Bel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Stephanie Caroll Bel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sebastian Beringheli dijo...

Los síntomas que describes, Stephanie, coinciden casi a la perfección con la "parálisis del sueño". Sin dudas el tema de los sueños es apasionante.

Saludos!

Unknown dijo...

Interesabte..



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