El engaño de Thomas Chatterton.


El engaño de Thomas Chatterton.




Thomas Chatterton (1752-1770) fue un poeta inglés del romanticismo y autor de uno de los engaños literarios más polémicos y controvertidos de su tiempo. Sin temor a caer en excesos, podemos pensar que fue el creador de la falsificación literaria más portentosa que se haya conocido.

Thomas Chatterton fue expulsado del colegio por considerárselo idiota. Desde entonces se entregó a la lectura; una lectura voraz, desmesurada, que lo arrojaba sobre cuanto libro cayese en sus manos. Según declaró su hermana, a la edad de ocho años Thomas Chatterton leía un promedio de diez horas por día. Los temas importaban poco: geografía, heráldica, medicina, astrología; toda la literatura que orbitaba cerca era atraída por su apetito insaciable. Algunos sostienen que esta voracidad no era hambre de conocimiento, sino de reconocimiento.

A los diez años, Thomas Chatterton se familiarizó con el lenguaje del siglo XV. Un año después compuso dos églogas: Juga y Eleonure; y los vendió como si se tratasen de viejos versos de aquel siglo. Para ello inventó un alter ego, un poeta ficticio, llamado Thomas Rowley.

Su carrera continuó, esta vez falsificando manuscritos medievales. Sus trabajos eran impecables desde todo punto de vista. Todos estaban ilustrados ricamente, con referencias y citas inexistentes pero asombrosamente posibles. Ya en la adolescencia trabajó como escriba para un abogado, tarea que le ganaría el honor de ser la inspiración de Herman Melville para su obra Bartleby, el escribiente (Bartleby). Por otro lado, el apócrifo Thomas Rowley comenzó a florecer en distintos campos del saber; entre ellos el espistolar, la novela y la fábula.

La técnica de Thomas Chatterton para "envejecer" los manuscritos que inventaba era verdaderamente genial. Consistía en untar el papel o el pergamino con una sustancia ocre, y luego frotarlos contra el suelo de ladrillos hasta dejarlos con la consistencia y textura necesarias. De este modo compuso obras memorables, y deliciosamente falsas, como el celebérrimo diccionario Rowley-Inglés/Inglés-Rowley basándose en obras antiguas.

El primero en sospechar de Chatterton-Rowley fue el profesor Skeat, quien notó que todas las palabras anglosajonas utilizadas por Rowley comenzaban con la letra A, deduciendo de ello que Chatterton no había pasado de esa letra en sus estudios.

En 1769, Thomas Chatterton le escribió a Horace Walpole, autor de la novela gótica: El castillo de Otranto (The Castle of Otranto), adjuntándole un texto que fechó en 1469. Walpole alabó el hallazgo y le preguntó en dónde lo había sacado, ya que había sido engañado anteriormente por James MacPherson. Thomas Chatterton, ofendido, escribió un soneto incendiario y luego amenazó públicamente con suicidarse. A tal extremo llegaba su suceptibilidad de falsificador.

Envuelto en una fuerte controversia, sus amigos le financiaron un viaje a Londres en abril de 1770. En poco tiempo Thomas Chatterton ya colaboraba regularmente para numerosos periódicos con creaciones propias, además de las de Rowley. Pero sus éxitos no fueron económicamente redituables; no al menos hasta la llegada de una breve pieza titulada La venganza (The Revenge), por la que cobró una suma bastante digna para la época. Con este dinero Thomas Chatterton le envió a su familia algunos regalos suntuosos: un juego de porcelana china, dos moldes de costura, dos abanicos, uno para su madre y otro para su hermana, y finalmente un paquete de fino tabaco para la abuela.

Cumplido el objetivo de mostrarse ante su familia como un hombre exitoso, Thomas Chatterton, acaso hastiado de sostener el peso del apócrifo Thomas Rowley, se suicidó ingiriendo una dosis letal de arsénico el 24 de agosto de 1770.

Su memoria, envilecida por críticos turbados, se redimió con la posteridad. Fueron muchos los que reconocieron su genio, no solo como falsificador, sino como escritor y compositor. Samuel Coleridge alabó su creatividad y John Keats, conmovido por su historia de pobreza y miseria, le dedicó uno de sus poemas más bellos: Endimion (Endymion).




Misterios miserables. I Autores con historia.


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