Teoría de la Tierra Hueca en la literatura

Teoría de la Tierra Hueca en la literatura.


La Teoría de la Tierra Hueca sostiene la existencia de civilizaciones y ciudades subterráneas notablemente avanzadas. Si bien la comunidad científica descarta de plano esta posibilidad, la literatura a menudo le ofrece el beneficio de la duda. 

La Teoría de la Tierra Hueca propone que existen dos aberturas, una en el polo norte y otra en el polo sur, custodiadas celosamente por los gobiernos más poderosos del globo. Estos serían los accesos principales al mundo subterráneo, sin embargo, no son los únicos. A lo largo del planeta existen incontables accesos menores.

Para refutar las certezas de la ciencia, los adeptos a la Teoría de la Tierra Hueca sostienen que no existen exploraciones significativas al respecto, y que el interior del planeta solo ha sido "perforado" en un porcentaje minúsculo, precisamente 12,24 kilómetros, algo menos del 0,1% del diámetro terrestre.

Pero no todos los científicos estuvieron en contra de la Teoría de la Tierra Hueca. Edmund Halley, el descubridor del cometa que lleva su nombre, defendió enérgicamente esta hipótesis, razonando que si la Tierra no fuese hueca el polo magnético debería estar siempre posicionado en el mismo lugar que el polo geográfico.

Halley imaginó un mundo intraterreno con océanos, continentes y una especie de sol propio que ofrecía los beneficios de un día eterno. Más aún, sostuvo que allí el clima era tropical, y que la gravedad podía medirse en 6,7 g.

Ahora bien, vayamos a lo prometido: la Teoría de la Tierra Hueca en la literatura.

El padre de este subgénero del relato fantástico fue sin dudas Julio Verne. Todos, aún los que no la han leído, conocen su novela: Viaje al centro de la Tierra (Voyage au centre de la Terre); donde se relatan las aventuras de una ruta intraterrestre que parte desde Islandia y llega hasta Italia. En el camino descubrimos portentosos océanos subterráneos e incluso criaturas prehistóricas.

Menos conocida que Viaje al centro de la Tierra, Julio Verne nos presenta: Las aventuras del Capitán Hatteras (Voyages et aventures du capitaine Hatteras), donde el autor cita una buena cantidad de teorías que defienden la posibilidad de la Tierra Hueca.

Otro clásico de la Tierra Hueca es: La narración de Arthur Gordon Pym (The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket), de E.A. Poe; posiblemente su obra más controvertida y enigmática, donde el protagonista tiene un aterrador encuentro con seres del interior de la Tierra.

Adicionalmente Edgar Allan Poe volvió sobre el tema en dos cuentos fantásticos: Manuscrito hallado en una botella (MS. Found in a Bottle) y La incomparable aventura de Hans Pfaal (The Unparalleled Adventure of One Hans Pfaall).

La sombra fuera del tiempo (The Shadow Out of Time) de H.P. Lovecraft propone que raza subterránea dominó la Tierra hace 150 millones de años.


Si hablamos de Tierra Hueca es imposible eludir a Dante Alighieri y su Divina Comedia. Allí se nos introduce en las dependencias infernales, un territorio vasto que penetra hasta el centro de la Tierra.

Menos conocida es la novela de Ludvig Holberg: Los viajes subterráneos de Nicolai Klim (Nicolai Klimii iter subterraneum, 1741). El pobre Nicolai cae en una cueva y pasa varios años entre túneles y pasadizos habitados por curiosas criaturas de lo profundo.

Otro autor imprevisible que se ha ocupado de las Tierra Hueca es Giacomo Casanova. En 1788 escribió: Icosaméron, dividida en cinco volúmenes, acerca de dos hermanos que descubren la ciudad subterráneade Mégamicres, habitada por personas de distintos credos, colores y sexualidad. En cierto punto del viaje se introducen nuevas razas, por ejemplo, una extrañísima colonia de enanos hermafroditas.

En 1820 apareció una obra llamada: Symzonia: un viaje de descubrimiento (Symzonia: A Voyage of Discovery), firmada por un tal Capitán Adam Seaborn; posiblemente una parodia sobre la teoría de la Tierra Hueca.

En 1825 Faddei Bulgarin publicó Un cuento improbable o un viaje al centro de la Tierra (Improbable Tall-Tale, or Journey to the Center of the Earth), donde se nos informa sobre tres ciudades bajo la superficie terráquea: Ignorantia, habitada por arañas; Beastland, ocupada por simios; y Lightonia, reino de una especie de humanos albinos cuya capital se llama Utopia.

Lewis Carroll hizo un aporte fundamental a la teoría de la Tierra Hueca. En la novela de 1865: Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas (Alice's Adventures in Wonderland); que originalmente se tituló: Las aventuras de Alicia bajo tierra (Alice's Adventures Under Ground).

Otra novela intresante sobre el tema de la Tierra Hueca es La raza futura (The Coming Race, 1871), de Edward Bulwer-Lytton, donde una raza angélica llamada Vril-ya se fortalece para invadir el planeta.

Mizora (Mizora, 1880) de Mary E. Bradley Lane propone una civilización subterránea parecida, salvo por el hecho de que está gobernada por mujeres.

En 1888 apareció: Un extraño manuscrito hallado en un cilindro de cobre (Strange Manuscript Found in a Copper Cylinder), de James de Mille, donde conocemos una Tierra Hueca con ideales invamente proporcionales a los de la superficie. Algo similar ocurre en la novela Pantaletta: un romance en Sheheland (Pantaletta: A Romance of Sheheland, 1882) de J. Wood.

George Sand, seudónimo de la autora Amandine Aurore Lucile Dupin, publicó en 1884: Laura, un viaje a través del cristal (Laura, Voyage dans le Cristal), en la que descubrimos un reino de cristal en las entrañas de la Tierra Hueca. Algo parecido ocurre en la obra de William R. Bradshaw: La diosa de Atvatabar (The Goddess of Atvatabar, 1892); una utopía feminista cuya trama también podemos hallar en Etidorpha (Etidorpha, 1895), de John Uri Lloyd.

Las teorías de la Tierra Hueca se tomaron un descanso hasta 1907, cuando apareció Ozma de Oz (Ozma de Oz), Dorothy y el mago de Oz (Dorothy and the Wizard in Oz) y Tik-Tok de Oz (Tik-Tok of Oz) de L. Frank Baum.

En El dios humeante (The Smoky God, 1908), Willis George Emerson relata las aventuras de Olaf Jansen, quien entra en contacto con una avanzada civilización subterránea procedente de la Tierra Hueca.

Edgar Rice Burroughs publicó: En el núcleo de la Tierra (At the Earth's Core) en 1914. Allí se nos informa sobre el reino perdido de Pellucidar cuya entrada principal se encuentra bajo las selvas africanas, un sitio conocido por muy pocos humanos, entre ellos, Tarzán. La geografía de Pellucidar coincide con la de la superficie terránea, es decir, hay una Europa y una Sudamérica subterráneas. No obstante, la ciudad está suspendida en el centro del planeta gracias a una esfera magnética misteriosa. Allí se vive en un eclipse perpetuo (también hay un sol y una luna intraterrenas), cuyas regiones adyacentes son conocidas como la Tierra de la Horrible Sombra (Land of Awful Shadow).

Charles R. Tanner hace lo propio en el relato: Tumithak de los Corredores (Tumithak of the Corridors, 1930).

El legendario Tarzán vuelve a ocuparse de la Tierra Hueca en la saga: Morgo el poderoso (Morgo the Mighty), de Sean O'Larkin; donde el rey de los monos se lanza a la aventura por cavernas ignotas que lo llevan hasta los riñones del Himalaya. Allí habitan siniestros nigromantes, hombres primitivos, murciélagos inteligentes y gallinas portentosas.

Otro personaje parecido a Tarzán, llamado Tam, apareció en la novela: Tam, el hijo del tigre (Tam, Son of the Tiger, 1931), de Otis Adelbert Kline, donde descubrimos una fortaleza secreta bajo las llanuras de Asia.

En este punto la Tierra Hueca vuelve a paralizarse en la literatura hasta la llegada de C.S. Lewis y su novela de 1953: La silla de plata (The Silver Chair), parte de las Crónicas de Narnia (The Chronicles of Narnia). Allí conocemos un complot organizado por el reino intraterreno de Underland, cuyo propósito es invadir Narnia.

El tercer ojo (The Third Eye, 1956) de Lobsang Rampa menciona un inquietante contacto con inteligencias avanzadas en el centro de la Tierra Hueca, aunque no en un formato de ficción. Esta teoría retorna en: El final del túnel (The End of the Tunnel, 1959), también conocido como: La cueva de Cornelius (The Cave of Cornelius), de Paul Capon; donde cuatro muchachos británicos se extravían en una expedición espeleológica y descubren una civilización sobrenaturalmente avanzada.

A partir de aquí la literatura sobre la Tierra Hueca se multiplica exponencialmente. Hay demasiadas obras como para citarlas a todas sin caer en omisiones involuntarias. De todas formas, conviene destacar algunas:

Universo oscuro (Dark Universe, 1961), de Daniel F. Galouye; La ciudad de la primera vez (City of the First Time, 1975); de G.J. Barrett; La Tierra hueca (The Hollow Earth, 1990), de Rudy Rucker, donde se retoma el hilo de Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de E.A. Poe; El descenso (The Descent, 2007) y Más profundo (Deeper, 2008), de Jeff Long, donde conocemos a los aborrecibles Homo Hadalis; Abducción (Abduction, 2000), de Robin Cook, donde conocemos el reino submarino de Interterra; Bajotierra (Underland, 2002), de Mick Farren, donde los vampiros viajan al centro de la tierra para descubrir a un grupo de científicos nazis tratando de crear la "raza superior"; Contra el día (Against the Day, 2006), de Thomas Pynchon; La oscuridad blanca (The White Darkness, 2007), de Geraldine McCaughrean; Más información de la que necesitas (More Information Than You Require), de John Hodgman, donde se habla de un sol rojo que ilumina un reino subterráneo; Crónicas Subterráneas (The Underland Chronicles), de Suzanne Collins, donde se narra una guerra entre humanos y ratas; entre otras tantas.


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2 comentarios:

Unknown dijo...

Seria un buen "huevo de pascua" el mencionar a los Morlock de Mister Wells

Anónimo dijo...

una de mis peliculas favoritas es la de viaje al centro de la tierra en 3D que se inspiro en la novela de julio berne ya que muestran como podria ser el mundo debajo de nosotros ,seria genial tener una aventura como en la pelicula y descubir el centro de la tierra ,en mexico hay muchas montañas y cerros con cuevas inexploradas que tienen tuneles enormes sobre todo en el sur del pais en la zona maya hay muchos cenotes y cuevas y es curioso que para los mayas eran sitios sagrados ya que eran entradas al inframundo



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