Libros, cuadros y portarretratos que se caen solos.


Libros, cuadros y portarretratos que se caen solos.




Retomamos el Consultorio Paranormal de El Espejo Gótico con un nuevo caso y su posterior análisis y explicación.


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Esto puede parecer mundano, una historia aburrida para documentar, pero he decidido compartirla con El Espejo Gótico ya que soy un asiduo seguidor de este espacio. Aquí va:

Anoche estaba sentado en el sofá, leyendo en el celular y acariciando a mi perro. La habitación estaba inquietantemente silenciosa, mas silenciosa de lo habitual, ya que soy el tipo de persona que TIENE que tener ruido de fondo. Por un momento sentí frío, una ráfaga de aire helado en el rostro [ver: Los «Puntos Fríos» y los fantasmas]. En la sala de estar tenemos una pequeña biblioteca. Por el rabillo del ojo vi un libro salir volando de un estante y aterrizar ruidosamente en el suelo. No hay una explicación razonable, lo vi con mis propios ojos.

Estaba francamente asustado. Creo que mi perro también, porque se sobresaltó y ni siquiera se acercó al libro caído para olisquearlo, algo que normalmente haría si encuentra algún objeto fuera de lugar. En fin, tomé coraje, recogí el libro y lo coloqué en su lugar. Fui a prepararme un café, luego regresé a la sala de estar y retomé lo que estaba leyendo. Diez minutos después (podría ser un poco más, o menos, pero dentro de ese rango) se cayó un portarretratos con una fotografía de mis abuelos (fallecieron cuando era niño).

Lo que me perturba es que el portarretrados está sobre un estante muy ancho, bien al fondo, casi contra la pared, de modo que tuvo que moverse varios centímetros para caer desde allí. A propósito, cayó perfectamente plano, es decir, con la fotografía contra el suelo. Me gustaría saber qué piensan. ¡Saludos!

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Cosas como esta [libros, cuadros y portarretratos que se caen solos, así como otros objetos pequeños] suceden con bastante frecuencia, y es muy difícil decir algo definitivo sobre el tema, principalmente porque hay muchas causas naturales para explicarlas; como clavos flojos que se sueltan repentinamente. Sin embargo, un libro que «sale volando» de su estante difícilmente pueda ser explicado por una ráfaga de viento [ver: Pasos, golpes, objetos que caen y otros ruidos inexplicables]

La actividad poltergeist de baja escala, como lo sería en este caso, suele producirse cuando alguien o toda la familia está pasando por un momento difícil. La energía en el lugar simplemente está alterada, de modo que, a nuestro amigo, le recomendamos que trate de pensar en posibles desencadenantes. A veces, los pequeños detalles son importantes. Por ejemplo, el nombre del libro, su antiguo propietario, y cómo estas cosas se relacionan con la situación actual. ¡Esperemos que haya sido un incidente único! De todos modos, no es para preocuparse [ver: Algo golpea la puerta de mi habitación]

Hace algún tiempo, una lectora del Consultorio Paranormal de El Espejo Gótico compartió una experiencia similar:


«Mientras ayudaba a limpiar a fondo la casa de mi madre, quité una vieja foto de mi abuela de la pared. El marco estaba muy deteriorado y realmente quedaba muy feo. La puse en el armario de su habitación y supongo que se enojó. Todas las fotografías en las paredes del dormitorio se cayeron durante la noche. TODAS. Unos días después, mi madre me comentó que las luces se encendían y apagaban aleatoriamente. Pero lo que más me asustó es que la puerta del armario (un viejo armario de madera sólida) literalmente se salió de sus bisagras. No cayó al suelo, apenas quedó agarrada de un tornillo. Mi madre, que no estaba en la habitación en ese momento, jura haber escuchado como si la puerta se abriera y cerrara bruscamente varias ceces (hace un quejido muy singular).» [ver: Hay una entidad en mi habitación]


Si activamos nuestro modo escéptico, por supuesto, podemos pensar que nuestra amiga, quien asegura haber estado limpiando la casa de su madre, quizás estuvo quitando el polvo de las fotografías en la pared, y que luego estas cayeron después de haber sido movidas y vueltas a colocar. O que las bisagras de este armario sólido simplemente cedieron después de abrir y cerrar la puerta varias veces [algo que se haria en una limpieza «a fondo»]. Diablos, incluso las luces de la casa podrían apagarse y encenderse después de pasarles el plumero con excesivo vigor. Pero todas estas cosas juntas... [ver: Infección Astral: casas tomadas por los espíritus]

Este tipo de actividad paranormal no necesariamente tiene que ver con las «malas energías». A veces la causa es humana, y es especialmente prominente en personas que tienen afinidad familiar entre sí y con el espacio que las rodea. Es la clásica historia de un reloj en la casa que se detiene a la hora precisa en la que fallece uno de sus ocupantes [ver: Parásitos astrales y las «malas energías»]

No me gusta entrar en el terreno personal, pero creo que esta experiencia puede ser útil en este caso:

Tendría unos diecisiete años [típico adolescente problemático] y tuve una discusión fuerte con mi madre. Era de noche, pero de todos modos estaba tan enojado que decidí salir, tomarme el tren e ir a la casa de mis abuelos maternos, quienes habían fallecido unos meses antes. Apenas me había instalado, sentado cómodamente en la cocina, cuando este tubo fluorescente en el techo cayó directamente sobre mi cabeza. No puedo decir que me haya asustado [me sentía muy cómodo en esa casa], pero sí sorprendido, muy sorprendido. Por supuesto, un tubo fluorescente que ha pasado semanas sin activarse, al calentarse, podría dilatar de algún modo su agarre y caerse. Es una explicación perfectamente razonable, y estoy bastante cómodo con ella. Sin embargo, es en la continuidad de los hechos [discusión con mi madre y este «castigo» de mis abuelos] donde las cosas se sienten un poco inquietantes.

Pero hay sujetos mucho más interesantes que yo a los que les han sucedido cosas similares; entre ellos, Carl Jung y Sigmund Freud, quienes tuvieron un encuentro verdaderamente «explosivo». El incidente ocurrió en abril de 1909, cuando Carl Jung tenía 33 años y Sigmund Freud 52. Esta es la versión de Jung:


»Me interesaba escuchar los puntos de vista de Freud sobre la precognición y la parapsicología en general. Cuando lo visité en Viena en 1909, le pregunté qué pensaba sobre estos asuntos. Debido a su prejuicio materialista, rechazó mis preguntas como simples tonterías. En ese momento tuve una sensación curiosa. Era como si mi diafragma fuera de hierro y se pusiera al rojo vivo, una bóveda incandescente. Entonces hubo un estallido tan fuerte en la biblioteca, que estaba justo al lado de nosotros, que ambos nos sobresaltamos, alarmados, temiendo que la cosa se nos fuera a caer encima. Le dije a Freud:

»—Este es un buen ejemplo del llamado fenómeno de exteriorización catalítica.

»—Oh, vamos —exclamó—. Son puras tonterías.

»—No lo son —respondí—. Está usted equivocado, herr professor; y para probar mi punto afirmo que habrá otro fuerte estallido.

»Efectivamente, tan pronto como dije estas palabras, la misma detonación estalló en la biblioteca. Hasta el día de hoy no sé que me dio esta certeza.»


Sabemos que Sigmund Freud quedó impresionado con el efecto, aunque no compartió la certeza de Carl Jung sobre la explicación. Durante unos meses reflexionó sobre el asunto, y en una carta a Carl Jung, fechada el 16 de abril de 1909, Freud escribió lo siguiente:


»No niego que sus comentarios y su experimento me causaron una fuerte impresión. Después de su partida, decidí hacer algunas observaciones, y aquí están los resultados.

»En mi salón hay continuos crujidos. Tengo, como usted sabe, dos pesadas estelas egipcias que descansan sobre las tablas de roble de la biblioteca. Esto podría explicar los ruidos. En la segunda habitación, donde escuchamos el golpe o estallido, como usted lo llama, esos ruidos son muy raros. Al principio me incliné a atribuirle algún significado si el ruido que escuchamos cuando usted estuvo aquí nunca más se hubiese repetido después de su partida. Pero desde entonces ha sucedido una y otra vez, nunca en relación con mis pensamientos y nunca cuando estaba pensando en usted. Tampoco ahora, agrego, de modo que el fenómeno pronto fue privado de todo significado para mí.

»Mi credulidad, o al menos mi disposición a creer, se desvaneció junto con el hechizo de su presencia. Los muebles están ante mí sin espíritu, como la naturaleza silenciosa e impía ante el poeta después de la muerte de los dioses de Grecia.»


Hay algunas diferencias en las dos descripciones, que pueden explicarse por el hecho de que la carta de Sigmund Freud fue escrita inmediatamente después del evento, mientras que Carl Jung dio su testimonio en una entrevista, cincuenta años después. Por ejemplo, Carl Jung recuerda que la biblioteca «estaba justo al lado de nosotros», mientras que la carta de Freud la ubica en la habitación contigua. Es muy probable que la memoria de Carl Jung haya fallado. De hecho, hizo una declaración importante sobre estas fallas en la memoria:


[«Solo lo que es interior ha demostrado tener sustancia y un valor determinante. Como resultado, todo recuerdo de eventos externos se ha desvanecido. Una gran parte de estas manifestaciones exteriores de mi vida se han desvanecido de mi memoria.»]


Pero, ¿cómo podemos explicar la asociación de Carl Jung entre su sentimiento interior [esa «sensación curiosa» que era «como si mi diafragma fuera de hierro y se pusiera al rojo vivo»] y el ruido quizo la biblioteca, que también fue escuchado por Freud? [ver: La aterradora experiencia de Carl Jung en una casa embrujada]

Carl Jung nunca sugirió que había hecho que la estantería estallara por su propia fuerza mental; de hecho, el término que usó [«fenómeno de exteriorización catalítica»] no sugiere quién o qué es el catalizador. Jung puede haberse estado refiriendo a sí mismo, a Sigmund Freud, o a ambos hombres creando una carga emocional en la habitación [ver: Espíritus y «ambientes cargados»]. Por otra parte, puede haber atribuido el episodio a la Sincronicidad. Poco antes del evento, Jung se había puesto a reflexionar sobre los fenómenos sincrónicos con mucho interés.

Según la versión de Freud, la segunda réplica provino de la habitación de al lado; y descartó el primer ruido como una mera coincidencia. Es decir que solo el segundo ruido, la «afirmación» [el que Jung predijo] provenía de una fuente inusual. En cierto modo, la versión de Sigmund Freud es más extraña que la de Carl Jung, y esto es algo de lo que Jung parecía no darse cuenta cuando discutió el asunto. Más aun, Jung no describió tener ansiedad en ese momento, al menos no en relación con el ruido. Su «sensación curiosa» estaba relacionada con algo más [ver: Freud, el Hombre de Arena, y una teoría sobre el Horror]

Carl Jung siempre minimizó su aprecio por el ocultismo. Fue solo en sus últimas décadas que salió del armario, por así decirlo, y habló abiertamente sobre astrología, alquimia, espíritus, Sincronicidad y otros temas ocultos o místicos ahora asociados con él. Sin embargo, aquellos que lo conocieron también sabían que los fenómenos paranormales tendían a ocurrir a su alrededor. Los visitantes de su escondite en Bollingen comentaron que cuando Jung estaba sumido en sus pensamientos, las ollas y sartenes resonaban, y en su casa en Küsnacht, los muebles y la carpintería temblaban y crujían [ver: Un golpe: «SÍ»; dos golpes: «NO»; tres golpes: «DÉJAME ENTRAR»]

Hay muchas razones para creer que cuando Jung nos dice que su diafragma se puso al rojo vivo, con la inferencia que de alguna manera causó el golpe en la estantería de Freud, está diciendo la verdad. Freud, al menos, así lo creía [ver: La energía negativa en mi casa se manifestó]

En el momento del poltergeist, Freud admitió sentirse extrañamente conmovido por la experiencia y hay razones para creer que sintió que Jung de alguna manera había hecho que sucediera. Esta fue quizás la razón por la que tomó el «fenómeno de exteriorización catalítica» como algo personal. Sin embargo, después de que Jung regresó a Suiza, Freud pronto redujo esta hipótesis a una imaginación exacerbada. En una carta a Jung, Freud explicó que «el fenómeno pronto perdió todo significado para mí» y que su «disposición a creer se desvaneció junto con el hechizo de tu presencia personal». Mientras Jung estaba allí, el escéptico y obstinado Freud se conmovió lo suficiente como para aceptar que Jung podría haber tenido razón. Pero con Jung fuera, Freud se recuperó y se puso a trabajar explicando el incidente en términos puramente racionales [ver: ¿Energía Residual o entidades inteligentes?]

Jung respondió a la carta de Freud disculpándose por su «fantasma», pero al mismo tiempo lo afirmó, presagiando sus ideas posteriores sobre la Sincronicidad [o «coincidencia significativa»].

Carl Jung creía que había una asociación de «causa y efecto»; y la idea del «fenómeno de exteriorización catalítica» [coqueto circunloquio para «poltergeist»] es ciertamente una afirmación extraordinaria. Pero, ¿podría haber una explicación más terrenal para la experiencia de Carl Jung y Freud, también para la de nuestra amigo y, por qué, para la mía en casa de mis abuelos? [ver: Espíritus que no abandonan su antigua casa]

Una posibilidad es que los crujidos preliminares de la biblioteca indujeran la «sensación curiosa» [¿una expresión fisiológica de ansiedad?] en el diafragma de Carl Jung. Otra posibilidad es el Síndrome del Falso Recuerdo, un efecto ahora bien conocido pero que no estaba del todo claro en la época. En pocas palabras, Carl Jung puede haber recordado correctamente tanto la sensación interna como el ruido, pero puede que, con el tiempo, los haya transpuesto en su mente con respecto a la causa y el efecto [ver: Escucho sonidos del pasado]

Cuando tratamos de decidir si una conexión entre dos eventos es real o no, a veces podemos terminar estableciendo relaciones falsas o rechazando las verdaderas. Esto fue, y sigue siendo, parte de un mecanismo de supervivencia. Para nuestros ancestros, un movimiento en la hierba bien podía haber sido un efecto aleatorio del viento [y lo sería la mayoría de las veces], pero también algo causado por un depredador peligroso. Para sobrevivir, la mejor estrategia era apostar por el depredador; es decir, por la falsa conexión. Si te equivocabas, nadie salía lastimado [ver: Ver fantamas por el rabillo del ojo]

Si trasladamos todo esto a las experiencias anteriores, un libro, un cuadro, un portarretratos [o un tubo fluorescente] bien pueden «caerse solos» y activar este mecanismo de supervivencia. Es como si estuviésemos diseñados biológicamente para elegir la opción más peligrosa [en este caso, sobrenatural] para ponernos en alerta y actuar en consecuencia. Deducir que un libro se ha caido de un estante porque estaba mal colocado [el viento que mueve la hierna] es más peligroso evolutivamente hablando que adjudicarle causas sobrenaturales [un posible depredador] [ver: Sentir «presencias» cuando estás solo]

Es decir que el costo de ser racionales [oh, fue solo el viento] es demasiado elevado, y que la mejor estrategia de supervivencia consiste en suponer que la causa de cualquier fenómeno extraño es potencialmente peligrosa, incluso cuando esta demuestre ser falsa. En este contexto, toda superstición es algo más que un conjunto de pensamientos irracionales, sino más bien un conjunto de creencias [objetivamente falsas] que forman parte de una estrategia de supervivencia [ver: Señales de que hay un espíritu en tu casa]

En otras palabras, estamos cableados para reaccionar de este modo. Por supuesto, luego podemos reflexionar sobre el asunto, encontar explicaciones lógicas, etc.; pero en un primer momento, ante una situación extraña como un libro que se cae [aparentemente] solo, nuestro cerebro buscará la opción más peligrosa en ese momento. En este caso, paranormal [ver: ¿Por qué las cosas se pierden en tu casa?]

Tal vez las diferencias entre las explicaciones de Carl Jung y Sigmund Freud sobre el mismo evento también tienen que ver con esto. Quiero decir, tal vez Jung no estaba recordando equivocadamente, sino recordando la forma en que su cerebro favoreció esta estrategia de supervivencia ante un hecho potencialmente peligroso, mientras que Freud, desde su perspectiva, recordó objetivamente lo que había pasado.

Sobrevivimos y prosperamos como especie buscando patrones y conexiones, y actuando sobre la información que recogen nuestros sentidos. Relacionar causas y efectos es primordial para sobrevivir, y a veces es más importante actuar bajo una premisa equivocada [suponer que es un depredador en la hierba] que buscar una explicación tranquilizadora [es el viento]. No deja de ser curioso que el escepticismo, en última instancia, se construya sobre la base de una civilización que ha sobrevivido, en parte, gracias a la superstición.

Aquí en El Espejo Gótico, por supuesto, nos sentimos más afines al «fenómeno de exteriorización catalítica» de Carl Jung que a las explicaciones más escépticas de Sigmund Freud. Como mínimo, es más divertido escuchar la historia de un tipo que creyó detectar la presencia de un depredador en la hierba [o un ruido sobrenatural en unz biblioteca], que a otro sujeto, igualmente respetable, que resume una interesante experiencia paranormal en los siguientes términos: «me pareció escuchar algo, pero fue solo el viento.» El escéptico, por supuesto, tendrá una reputación más sólida en nuestra sociedad, pero en una situación peligrosa, el que sobrevive es el tipo con el diafragma de hierro.




Consultorio Paranormal. I Fenómenos paranormales.


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