Experiencia aparicional: cuando sentimos que no estamos solos.
Si el lector, estando alguna vez solo, sintió que algo o alguien más estaba con él: una presencia, quizá, o la sensación de estar siendo observado, por ejemplo, entonces ha tenido una experiencia aparicional.
¿Fantasmas? ¿Espíritus?
En absoluto: hay varias explicaciones para el hecho de sentir «presencias» estando solo sin involucrar a lo sobrenatural.
Las experiencia aparicionales son, en cierta forma, una dimensión anómala de la percepción. Se caracteriza por la sensación de no estar solo, a pesar de estarlo en términos objetivos. Durante la experiencia el sujeto está completamente despierto, de manera tal que para explicarla se excluyen otros fenómenos como los sueños lúcidos, sueños telepáticos, las experiencias extracorporales, los viajes astrales, o cualquier otro estado de la conciencia distinto de la vigilia.
Los fantasmas no tienen nada que ver con las experiencias aparicionales, aunque muchos individuos que la han atravesado sostienen que la presencia en cuestión procede de otro plano de la realidad, el más allá, por ejemplo, o bien el plano astral.
Al hablar de fantasmas —o por tal caso de espíritus, de criaturas no humanas del plano astral, etc— estaríamos asumiendo que, en ciertas circunstancias, la conciencia puede sobrevivir a la muerte y comunicarse con nuestro plano de realidad. Pero las experiencias aparicionales casi nunca llegan al extremo de presenciar una aparición virtualmente espectacular; se trata únicamente de la sensación de no estar solo, de estar siendo observado, o de observar algo incierto en el ambiente, las cuales sí pueden llegar a ser extremadamente intensas.
De hecho, las experiencias aparicionales pueden prescindir por completo de una supuesta presencia espiritual. En muchos casos, lo que la persona percibe es un objeto inanimado, o incluso un animal o un sonido.
Todos, alguna vez, hemos tenido una experiencia aparicional; y si bien se encuadra dentro de la fenomenología alucinatoria, no es una alucinación propiamente dicha; es decir, cualquier sujeto perfectamente normal en términos psiquiátricos puede experimentarla, incluso en repetidas ocasiones a lo largo de su vida.
La forma de reconocer este fenómeno es muy simple: no solo el sujeto siente que alguien o algo más están con él, sino que su cuerpo reacciona ante esa posibilidad mucho antes que su conciencia: escalofríos, estremecimientos, incorporarse de repente de la cama o del sillón, voltear la cabeza súbitamente hacia un punto preciso de la habitación, son algunos signos comunes.
Es como si nuestro organismo accionara todos sus mecanismos de defensa, poniéndonos en un estado de extrema alerta, mucho antes de que la conciencia logre detectar el motivo de la amenaza. Podemos pensarlo como un mecanismo accionado por el inconsciente, que responde de manera defensiva frente a un estímulo que no alcanza a comprender del todo, y que por lo tanto clasifica como amenazador.
Algunos investigadores sostienen que el fenómeno se resume a la reacción del cerebro frente a un estímulo o información obtenidos de manera paranormal, es decir, sin la participación de los cinco sentidos.
Los que defienden esta hipótesis aseguran que también los animales domésticos, sobre todo los perros y los gatos, pueden tener experiencias aparicionales; las cuales se manifiestan a través de un comportamiento inusual, agresivo, y sumamente alerta; en general enfocado en un espacio específico en el que no se observa nada extraño, pero que claramente perturba al animal durante un lapso de tiempo variable. Es posible que de este fenómeno se desprenda la idea tradicional de que los gatos y los perros pueden ver a los espíritus.
También los niños experimentan este tipo de fenómeno, el cual puede derivar a su vez en la fantasía de tener amigos imaginarios o de atestiguar la presencia de gente sombra, monstruos debajo de la cama, etc.
Para tener una idea más o menos aproximada de cómo percibimos el mundo, ciertos investigadores emplean la imagen de un teatro: sobre el escenario (la mente consciente) podemos observar cómo el argumento de la historia se desarrolla con toda normalidad; mientras que detrás de la escena (el inconsciente) se reciben todos los estímulos del exterior a través de los sentidos, y luego se los interpreta para que se ajusten a una estructura argumental que la conciencia reconozca como lógica.
Ahora bien, cuando el inconsciente tiene una experiencia perceptiva distinta de la habitual, de acuerdo a esta teoría, obtenida a través de medios no tradicionales como la telepatía o la clarividencia, por ejemplo, el desarrollo lógico de la obra teatral se suspende abruptamente.
Toda la atención del sujeto se dirige hacia un punto en particular en el espacio que lo rodea. No solo experimenta la sensación de no estar solo, sino que esa supuesta presencia se encuentra en un lugar específico.
En este sentido, las experiencias aparicionales no necesariamente se asemejan a las experiencias paranormales, porque no siempre producen miedo. Algunas, de hecho, pueden ser incluso muy reconfortantes para el sujeto.
La mayoría de las experiencias aparicionales no tienden a ocurrir en lugares desconocidos o potencialmente peligrosos, sino en casa; o mejor dicho, en cualquier lugar en el que el sujeto esté solo y se sienta totalmente a salvo. La razón de esto es que parece existir algún tipo de relación entre el fenómeno y un bajo nivel de alerta en el sistema nervioso.
Cuanto más familiar y seguro es un lugar, el nivel de alerta en el cerebro frente a una potencial amenaza se reduce dramáticamente. Solo en este contexto ocurren las experiencias aparicionales.
Algunas experiencias pueden incluso ir acompañadas de imágenes, aunque esto es lo menos frecuente. La visión puede ser extremadamente realista, o bien incierta, y en todos los casos sumamente simbólica. Apenas el fenómeno concluye, es decir, cuando la consciencia se apodera otra vez del sistema, es muy simple atribuírselo a la imaginación, ya que la visión carece de toda lógica.
En cualquier caso, las experiencias aparicionales casi siempre involucran un solo sentido; usualmente la vista, pero también hay casos de personas que pueden llegar a percibir una voz, una palabra, e incluso una frase completa.
Hoy en día existen muchas teorías para explicar las experiencias aparicionales. En términos psicológicos, se lo resume como una especie de bug perceptivo. Los defensores de esta teoría aclaran que la percepción es, en última instancia, un proceso mediante el cual el cerebro elabora una serie de hipótesis sobre el mundo externo para poder interpretarlo, basándose siempre en los estímulos que recibe de los sentidos. Cuando el estímulo no puede ser procesado correctamente entonces aparece esta curiosa sensación de que algo o alguien más nos acompaña.
Al no poder interpretarlo debidamente, el inconsciente lo ejemplifica en un factor externo de amenaza: una presencia, una voz, una imagen.
Otros, más audaces para la elaboración de teorías, deducen que las experiencias aparicionales son los escasos instantes en los que realmente percibimos aquello que está más allá de los cinco sentidos.
Fenómenos paranormales. I Parapsicología.
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1 comentarios:
Al igual que siempre una lectura de lo mas interesante, saludos!
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