El significado secreto de las flores


El significado secreto de las flores.




Hace algún tiempo hablamos del Lenguaje de las Flores, a veces llamado Florigrafía; especie de alfabeto críptico que en vez de utilizar letras para comunicar un mensaje se apoya en los distintos tipos de flores.

Las flores son utilizadas como símbolos desde hace milenios; participan en emblemas, banderas, religiones de todo el mundo. La aparición de una rosa, por ejemplo, dentro de un texto o una ilustración medieval, nunca es caprichosa ni persigue ambiciones estéticas. Las flores sirven para enfatizar lo escrito y a veces como refuerzo de ciertas ideas difíciles de trasmitir con palabras.

Si bien las flores son utilizadas hasta el hartazgo en los mitos bíblicos, en general para redondear conceptos, fue William Shakespeare el primero en divulgar el significado secreto de cada flor en particular.

Sus obras más paradigmáticas al respecto son Hamlet (Hamlet), donde Ofelia explica el significado simbólico de las violetas, margaritas, la flor de hinojo, de romero y aguileña, entre otras; o El cuento de invierno (The Winter's Tale), donde Perdita organiza ramos de narcisos y prímulas para comunicarse con sus amigas.

Otras autoras también emplearon a las flores para trasmitir mensajes codificados en sus obras. Las tres más notables son Jane Austen, Charlotte Brontë y Emily Brontë; quienes en definitiva inauguraron el interés victoriano por la florigrafía.

Ramos de flores, bouquets y distintos arreglos florales sirvieron para trasmitir mensajes codificados, particularmente entre amantes. Esto le permitió a las personas expresar sus sentimientos en una época en dónde rara vez se hablaba de estos temas en voz alta.

Naturalmente, para que este alfabeto floral fuese eficaz era necesario que ambas partes conocieran al detalle el significado secreto de cada flor, el cual podía variar según su cantidad, disposición, tono de color, y sobre todo el contexto floral en el que se las incluía.

Por ejemplo, dos ramos de rosas rojas con la misma cantidad de flores pero con una de ellas invertida cambiaba por completo el significado del mensaje.

De este modo, los victorianos se armaron con breves pero esenciales diccionarios de flores. Joseph Hammer-Purgstall publicó con gran éxito su Diccionario del lenguaje de las flores (Dictionnaire du language des fleurs) en 1809; pero la verdadera precursora en revelar estos secretos relacionados con el amor fue Louis Cortambert, quien publicó en 1819 El lenguaje de las flores (Le langage des fleurs), probablemente el primer diccionario de florigrafía en despejar dudas y explicar claramente el sentido simbólico de cada flor.

Enviarle flores a alguien dejó de ser una simple cortesía para transformarse en un elaborado sistema de comunicación. Los talking bouquets, o arreglos parlantes, incluso se adaptaron para su uso personal como accesorio de moda en vestidos y trajes de gala; de tal forma que quien los usaba podía expresar su estado emocional sin siquiera emitir una palabra.

Este extraño hábito generó una tremenda obsesión. Al igual que había ocurrido con las kenningar escandinavas, metáforas que fueron haciéndose tan oscuras que ya nadie pudo desentrañar su significado, el código de las flores alcanzó un grado de complejidad notable.

A esto hay que añadirle una complicación adicional. Muchas veces el significado de las flores se relacionaba con la apariencia e incluso el comportamiento de la planta en cuestión.

La mimosa, por ejemplo, perteneciente a la subfamilia de las mimosóideas, representaba paradójicamente a la castidad; no por su color, sino debido al hábito de cerrar sus hojas durante la noche o bien cuando son tocadas.

O los gladiolos, cuyo nombre proviene del gladio, la espada corta de los gladiadores, cuyo significado era: atraviesas mi corazón.

De todas las flores, las rosas se llevan la mayor porción de interpretaciones posibles. La rosa roja expresaba el amor romántico, pero si se les dejaba las espinas entonces aludían a Cristo, detalle que sin dudas habrá generado más de una confusión.

También resultaba peligroso enviarle rosas de cinco pétalos a una mujer. ¿Por qué? Porque estas representaban las cinco heridas de la crucifixión. Lo mismo ocurría con rosas de tono más claro, que implicaban un grado de afecto más bien fraternal. O las rosas blancas, símbolo de virtud; las rosas amarillas, emblemas de amistad y devoción. Las rosas más oscuras, e incluso las rosas negras pintadas, siempre estuvieron asociadas a la magia negra pero también al deseo en estado puro.

Como vemos, fue necesario actualizarse permanentemente en los códigos de las flores, de otro modo se podía caer fácilmente en interpretaciones erróneas.

Las imprentas del siglo XIX ardieron al ritmo de las flores. Se publicó una cantidad impresionante de libros que explicaban el significado de las flores. La mayoría de ellos se perdió en el olvido, sin embargo, algunos sobrevivieron hasta nuestros días: Emblemas florales (Floral Emblems, Henry Phillips, 1825); Diccionario de Flora (Flora's Dictionary, Elizabeth Wirt, 1829); La guirnalda de Flora (The Garland of Flora, Dorothea Dix, 1829); Intérprete de Flora (Flora's Interpreter, Sarah Josepha Hale, 1832); El lenguaje de las flores (The Language of Flowers, Frederic Shoberl, 1834); El sentimiento de las flores o El lenguaje de Flora (The Sentiment of Flowers or Language of Flora, Robert Tyas, 1836); El léxico de Flora (Flora's Lexicon, Catharine H. Waterman Esling, 1839); El libro floral de las damas (The Lady's Book of Flowers, Lucy Hooper, 1841); El florero (The Flower Vase, Sarah Carter Edgarton Mayo, 1844); El adivino de las flores (The Floral Fortune Teller, misma autora, 1846); y el más popular de todos, que de hecho aún se imprime en nuestros días: El lenguaje de las flores (The Language of Flowers), de Kate Greenaway, editado en 1884.

Incluso Edgar Allan Poe se vio arrastrado hacia la obsesión por el código de las flores. Uno de sus grandes amores secretos, la poetisa Frances Sargent Osgood, publicó dos obras notables al respecto: La poesía de las flores o las flores en la poesía (The Poetry of Flowers and Flowers of Poetry, 1841) y La ofrenda floral (The Floral Offering, 1860).

Hay que decir que, años antes, más precisamente en 1831, Edgar Allan Poe había aclarado su posición con respecto al idioma de las flores en el poema: Israfel (Israfel):


Sí, tuyo es el Cielo,
pero este es un mundo de dulce amargura,
nuestras flores son sólo flores...



(Yes, Heaven is thine; but this
Is a world of sweets and sours;
Our flowers are merely flowers)


Hasta aquí repasamos brevemente la historia del lenguaje de las flores; pasemos ahora a su significado.

Desde luego que el significado que se le asigna a cada flor varía notablemente de autor en autor. Las asociaciones posibles son muchas, tal como queda claro en los cientos de diccionarios florales de aquella época. No obstante, existe cierto consenso acerca del significado de las flores más importantes.

Aquí les dejamos una lista con el significado concreto de cada flor en particular:


Adelfa; también conocida como laurel de flor, rosa laurel, baladre o trinitaria (nerium oleander): cuidado.

Almendro (amygdalus communis): indiscresión.

Aloe (aloe vera): aflicción; relacionada a la pérdida de un ser querido.

Amapola (papaver): extravagancia.

Ave del Paraíso (strelitzia reginae): magnificencia.

Azalea (rhododenron): pasión frágil, pasajera, efímera.

Cala (zantedeschia aetiopica) modestia.

Caléndula (calendula): lamentación.

Camelia (camellia): mi destino está en tus manos.

Campanilla (galanthus): consuelo y esperanza.

Capuchina (tropaeolum majus): patriotismo.

Clavel rosa (dianthus caryophyllus): nunca te olvidaré.

Clavel rojo: Mi corazón está roto.

Clavel blanco: Dulzura.

Clavel amarillo: Desdén.

Crisantemo (chrysanthemum): verdad.

Dalia (dahlia): dignidad.

Diente de león (taraxacum): oráculo, pronóstico.

Eucalipto (eucalyptus): protección.

Fresia (freesia): amistad duradera.

Fucsia; también llamada aros de la reina (fuchsia): amor humilde.

Gardenia (gardenia): refinamiento.

Geranio (plargonium): amistad sincera.

Gerbera (gerbera): alegría.

Girasol (helianthus annuus): falsedad, fraude.

Gladiolo (gladiolus): atraviesas mi corazón.

Hibisco (hibiscus): delicada belleza.

Hortensia (hydrangea): pasión muerta.

Impaciencia (impatiens): impaciencia, irritabilidad.

Iris (iris): mensaje.

Jacinto azul (hyacinthus orientalis): constancia.

Jacinto púrpura: perdóname.

Jacinto blanco: belleza.

Jazmín (jasminum officinale): amabilidad.

Laurel (laurus nobilis): gloria, éxito.

Lavanda (lavandula): desconfianza.

Lila (syringa): primer amor.

Limón (citrus limon): entusiasmo.

Lirio (lilum): majestad.

Lirio del Valle (convallaria majalis): felicidad.

Lluvia de oro; también llamado laburno, citiso o falso ébano (laburnum anagyroides): pensativo.

Madreselva (lonicera): devoción.

Magnolia (magnolia): dignidad.

Margarita (bellis): inocencia.

Mimosa (mimosa): castidad, sensibilidad.

Muérdago (viscum): obstáculos.

Naranja (pittosporum undulatum): falsedad.

Narciso (narcissus): nuevo comienzo.

Narciso jonquilla (narcissus jonquilla): deseo.

Nomeolvides (myosotis): no me olvides.

Orquídea (orchidaceae): refinamiento.

Peonia (paeonia): ira.

Petunia (petunia): presencia.

Ranúnculo (ranunculus): radiante.

Rododendro (rhododendron): alerta.

Rosa (rosa): amor romántico.

Rosa amarilla: fraternal, y a veces infidelidad.

Rosa blanca: virtud.

Rosa naranja: fascinación.

Rosa pálida: austeridad.

Rosa púrpura: encantamiento.

Rose roja: pasión, confesión.

Rosa rosada: gracia.

Santa Rita; también llamada: alcatraz, cala de Etiopía, lirio de agua (bougainvillea spectabilis): pasión.

Tulipán (tulipa): declaración.

Velo de novia; también llamada Nube, Gisófila o Paniculata (gypsophila paniculata): amor eterno.

Violeta (viola): trabajo.

Wisteria (wisteria): bienvenida.



Leyendas urbanas. I Relatos victorianos.


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