«La ciudad de la noche pavorosa»: James Thomson; poema y análisis.
La ciudad de la noche pavorosa (The City of Dreadful Night) es un poema del romanticismo del escritor escocés James Thomson (1834-1882), publicado originalmente en 1874, en el National Reformer; y posteriormente en la antología de1880: La ciudad de la noche pavorosa y otros poemas (The City of Dreadful Night and Other Poems).
Si bien La ciudad de la noche pavorosa cuenta con algunas características del romanticismo, lo cierto es que se trata de un poema de cementerio; género en el que abundan las referencias a la muerte, los ataúdes, las tumbas. James Thomson fue, de hecho, uno de los mejores poetas de cementerio; y lo demuestra a través de una exquisita pero también brutal y pesimista mirada sobre la sociedad de su tiempo.
El título de este gran poema de James Thomson luego sería utilizado por Rudyard Kipling en uno de sus más conocidos poemas: La ciudad de la noche pavorosa (The City of Dreadful Night).
La ciudad de la noche pavorosa.
The City of Dreadful Night; James Thomson (1834-1882)
¡Hermanos de Melancolía, oscuros, oscuros, oscuros!
¡Guerreros de la marea negra sin conjuros!
¡Oh, espectrales vagabundos de la noche impía!
Mi alma ha sangrado por ustedes en estos años sin sol,
Con la sangre amarga en lágrimas de dolor,
¡Oh, oscuridad, oscuridad, oscuridad,
Lejos de toda alegría y esplendor!
Mi corazón se enferma de angustia por ti;
Tu infortunio es mi pena,
Y allí yazgo, cobarde, en tu muerte eterna.
He buscado en las alturas y en los abismos
El alcance de todo nuestro universo,
Con desesperada esperanza,
Para encontrar consuelo a tu inquietud salvaje.
Y ahora os traigo la última palabra auténtica,
Atestiguada por cada ser vivo y muerto;
Buenas nuevas de gran alegría para ti, para todos:
No hay ningún Dios, ningún demonio en el cielo
Conjura nuestras torturas al descansar,
Nada se sacia en la hiel de nuestro desconsuelo.
Es a la oscura ilusión de un sueño,
Aquel ser consciente y supremo;
A quien debemos maldecir
Por maldecirnos con la vida;
A quien debemos aborrecer
Por aborrecernos con la vida,
Que jamás concluye en la tumba serena,
Que no cesa con el veneno o el cuchillo.
Es esta pequeña vida todo lo que nos queda,
La sagrada paz de la tumba siempre nos espera,
Nos dormimos y jamás despertaremos,
Nada nos pertenece, sólo la carne que se corrompe,
Aunque sus elementos se disuelvan y permanecen
En la tierra, el aire, las aguas, y otros hombres.
O melancholy Brothers, dark, dark, dark!
O battling in black floods without an ark!
O spectral wanderers of unholy Night!
My soul hath bled for you these sunless years,
With bitter blood-drops running down like tears:
Oh dark, dark, dark, withdrawn from joy and light!
My heart is sick with anguish for your bale;
Your woe hath been my anguish; yea, I quail
And perish in your perishing unblest.
And I have searched the highths and depths, the scope
Of all our universe, with desperate hope
To find some solace for your wild unrest.
And now at last authentic word I bring,
Witnessed by every dead and living thing;
Good tidings of great joy for you, for all:
There is no God; no Fiend with names divine
Made us and tortures us; if we must pine,
It is to satiate no Being's gall.
It was the dark delusion of a dream,
That living Person conscious and supreme,
Whom we must curse for cursing us with life;
Whom we must curse because the life he gave
Could not be buried in the quiet grave,
Could not be killed by poison or the knife.
This little life is all we must endure,
The grave's most holy peace is ever sure,
We fall asleep and never wake again;
Nothing is of us but the mouldering flesh,
Whose elements dissolve and merge afresh
In earth, air, water, plants, and other men.
James Thomson (1834-1882)
O battling in black floods without an ark!
O spectral wanderers of unholy Night!
My soul hath bled for you these sunless years,
With bitter blood-drops running down like tears:
Oh dark, dark, dark, withdrawn from joy and light!
My heart is sick with anguish for your bale;
Your woe hath been my anguish; yea, I quail
And perish in your perishing unblest.
And I have searched the highths and depths, the scope
Of all our universe, with desperate hope
To find some solace for your wild unrest.
And now at last authentic word I bring,
Witnessed by every dead and living thing;
Good tidings of great joy for you, for all:
There is no God; no Fiend with names divine
Made us and tortures us; if we must pine,
It is to satiate no Being's gall.
It was the dark delusion of a dream,
That living Person conscious and supreme,
Whom we must curse for cursing us with life;
Whom we must curse because the life he gave
Could not be buried in the quiet grave,
Could not be killed by poison or the knife.
This little life is all we must endure,
The grave's most holy peace is ever sure,
We fall asleep and never wake again;
Nothing is of us but the mouldering flesh,
Whose elements dissolve and merge afresh
In earth, air, water, plants, and other men.
James Thomson (1834-1882)
Poemas góticos. I Poemas de James Thomson.
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