Posesión vampírica: otra forma de convertirse en vampiro


Posesión vampírica: otra forma de convertirse en vampiro.




La literatura y las leyendas populares mencionan decenas de maneras de convertirse en vampiro. Casi todas involucran la presencia de otro vampiro que transfiere o infecta a sus víctimas a través de una mordida u ofrenda de sangre. Sin embargo, existen otras formas de transformarse en vampiro.

Hoy daremos cuenta de una curiosa visión sobre el vampirismo, con muy pocos antecedentes documentados: la posesión vampírica.

La idea de que los vampiros son, en esencia, entidades incorpóreas, proviene de la Edad Media. Se extendió con notable aceptación a lo largo de todo el período, sustentándose en la Inquisición y consiguiendo un fuerte arraigo en las tradiciones populares del Renacimiento. El Malleus Maleficarum, el Martillo de las brujas, por ejemplo, sostiene que los vampiros son en realidad criaturas inmateriales que se «visten» con los cuerpos de ciertos cadáveres para acechar a los mortales en el mundo material.

El Malleus Maleficarum aclara que, en cualquier caso, los vampiros no son demonios, es decir, entidades espirituales que nunca han sido humanas. No obstante, para ingresar en el plano material y alimentarse necesitan un vehículo físico, generalmente un cadáver al que animan como si fuese un muñeco.

Veamos cómo funciona este mecanismo de posesión vampírica según el Malleus Maleficarum.

Según este libro prohibido, los vampiros son larvas o parásitos astrales que rondan por los cementerios en búsqueda de un vehículo propicio para satisfacer sus deseos materiales. Desde luego, no pueden resucitar realmente a un cadáver sino que se adhieren a personas vivas, psicológicamente débiles, y las atormentan con la fijación de un pensamiento obsesivo.

Indicios de esta tradición pueden hallarse en los postulados teosóficos acerca de vampiros en el plano astral.

Poco a poco estas personas se vuelven taciturnas, aisladas; viven en una perpetua reclusión, descuidan su higiene personal hasta extremos escandalosos y huyen de la luz y los sonidos estridentes. Finalmente el vampiro logra instalar en ellos un pensamiento que los atormenta día y noche: el suicidio.

Ya reducidos a una masa orgánica sin voluntad, los instintos de las personas poseídas por el espíritu de un vampiro se comprimen en una serie de necesidades básicas. El razonamiento crítico se anestesia, pero emergen otros: una lógica inhumana, desquiciada, nocturna, donde lo único que logra despertar el deseo es la idea de beber sangre.

Estas son las condiciones mentales y físicas que los vampiros insertan en sus víctimas, conduciéndolos inevitablemente al suicidio. Claro que esta decisión radical nunca es vista con antipatía o dolor por sus ejecutantes, sino más bien como una liberación. Las ideas obsesivas deforman la realidad a tal extremo que la muerte es vista como un estado deseable de liberación.

Una vez consumado el suicidio, el vampiro no necesita mucho más para adueñarse por completo del cuerpo, al cual articulan de forma errática. No es inusual que estos revinientes sean hoscos, de pocas palabras y movimientos más bien mecánicos. El cadáver se ha convertido en un templo sacrílego del vampiro, el hogar donde anida esa voluntad inmaterial capaz de expresar un solo deseo.

El Malleus Maleficarum describe minuciosamente el trabajo colosal que los vampiros deben hacer para reanimar los músculos corruptos, las articulaciones rígidas y la gelatinosa sustancia a la que se ve reducido el cerebro luego de varios días bajo tierra, lo cual explica el comportamiento errante, protohumano, que muestran los vampiros en las leyendas medievales.

El Pseudomonarchia Daemonum, por otro lado, precisa que a los vampiros les toma tres días y tres noches reanimar un cadáver, y varias horas más para emerger del sepulcro. Pero esta leyenda sobre la posesión vampírica también posee algunos antecedentes narrativos.

Por ejemplo, John Stagg (1770-1823), autor de El vampiro (The Vampyr) y El mensajero de la muerte (The Messenger of Death), explica que los vampiros son... una clase de demonios, que se suponen son numerosos, que se apropiaban de cualquier resto humano volviéndose parcialmente corporales y perfectamente visibles.

Y luego añade: Cuando los vampiros no obtienen fácilmente restos humanos se ven forzados a buscar en mataderos, montones de carroña, etc., para vestirse con lo que encontraban en su camino.

Mucho más cerca en el tiempo, el escritor inglés E.F. Benson (1867-1940) escribió uno de los mejores relatos de posesión vampírica: Señora Amworth (Mrs. Amworth); donde se narra la historia de una mujer muerta poseída por el espíritu de un vampiro, el cual la lleva a cometer toda clase de tropelías.




Leyendas de vampiros. I Libros de vampiros.


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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Que hay de las posesiones de vampiros energeticos hacia personas que simplemente estan obsesionadas con el vampirismo como narra Michael W. Ford en "La puerta de los vampiros" o the vampyric gate. Sería una buena información que detallar y que sin duda me gustaría leer.



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