«Magia Posthuma»: el libro de los vampiros


«Magia Posthuma»: el libro de los vampiros.




Magia Posthuma es uno de los primeros libros prohibidos en recopilar diversos informes y testimonios sobre actividades vampíricas. Fue escrito en 1706 por Charles Ferdinand de Shertz, y publicado en la ciudad de Olmutz, Moravia, con una dedicatoria al príncipe Charles Joseph. El autor, Shertz, fue un abogado eminente, y argumentó su caso contra los vampiros desde un punto de vista legalista [ver: Libros de vampiros]

Concentrándose en una serie de casos, Shertz llegó a la conclusión de que mucha gente confiable había sufrido las atenciones de un vampiro, motivo por el cual era razonable suponer que tales criaturas realmente existieran. En uno de estos casos, el de un pastor, notó que el vampiro parecía capaz de agotar física y mentalmente a sus vecinos con solo llamarlos en voz alta, sugiriendo que incluso la voz del vampiro tenía cualidades sobrenaturales. También consideró si el cuerpo del vampiro, una vez identificado, debería ser quemado o no, y cómo deberían tratarse las heridas que infligían a los vivos [ver: Mitos y leyendas de vampiros]

Dom Agustín Calmet repasó Magia Posthuma en su famoso libro: Tratado sobre los vampiros (Dissertations sur les Apparitions des Anges, des Démons et des Esprits, et sur les revenants, et Vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie, et de Silésie), y destaca el siguiente relato:


«El autor relata la historia de una mujer que murió en una aldea determinada, después de haber recibido todos los sacramentos, y que fue enterrada en el cementerio con las ceremonias habituales. Unas cuatro días después de su muerte, los habitantes de la aldea se asustaron con un ruido y un grito poco comunes, y vieron un espectro, a veces en forma de perro, a veces de un hombre, que se apareció a una gran multitud de personas, y que puso sobre ellas un dolor excesivo apretando sus gargantas y presionando sus pechos, casi hasta la asfixia.

«Hubo varios cuyos cuerpos magulló y redujo a la mayor debilidad, de modo que se pusieron pálidos, delgados y desfigurados. Su furia era a veces tan grande que no perdonaba a las mismas bestias, pues con frecuencia se encontraba a las vacas tiradas al suelo, medio muertas; otras veces, con las colas atadas entre sí y sus horribles mugidos expresaban suficientemente el dolor que sentían. Los caballos se encontraban a menudo casi muertos de cansancio, espumeantes de sudor y sin aliento, como si hubieran estado corriendo una carrera larga y tediosa, y estas calamidades continuaron durante varios meses.»


El reporte más interesante de Magia Posthuma es el de un zapatero que, tras su muerte, reapareció espiritualmente. No solo aparecía de noche, sino también a mitad del día. Vagaba por la ciudad, visitando casas cuando le apetecía. Los que dormían eran atormentados por sueños terribles en los que la figura del zapatero aparecía de manera destacada; y los que estaban despiertos de repente sentían lo que parecía ser un gran peso sobre ellos. Por supuesto, hubo quejas resonando por toda la ciudad, que luego se transformaron en rumores sobre la memoria del zapatero, suscitando más interrogantes sobre su muerte, que su viuda, familia y amigos buscaron reprimir [ver: Razas de vampiros]

El horror se esparció tanto por la comunidad que los funcionarios públicos consideraron la posibilidad de desenterrar el cadáver del zapatero para inspeccionarlo. Aterrorizados de que ahora se revelaría cómo el hombre se encontró con su fin, su viuda y sus hijos rogaron al Consejo que no procediera, y agregaron que tenían la intención de solicitar a la corte del Emperador una decisión sobre el asunto. Sin embargo, el vampiro se volvió más audaz, mostrándose al lado de la cama de las personas tan pronto como se acostaban, o bien acostándose a su lado y tratando de sofocarlas con sus atenciones [ver: El enlace entre el Vampiro y su víctima]

El vampiro también pellizcaba y mordía la piel de sus víctimas, haciéndoles sangrar en algunas ocasiones. Por la mañana, las heridas, cortes y, a veces, las marcas de dedos en el cuello, eran perfectamente visibles. En este contexto, las autoridades ya no pudieron ignorar la situación y el Magistrado dio instrucciones para que el cuerpo del zapatero fuera exhumado.

En ese momento, el cuerpo había estado enterrado durante unos ocho meses, desde el 22 de septiembre de 1591 hasta el 18 de abril de 1592. Sin embargo, cuando por fin fue exhumado, se encontró que su cuerpo estaba «incorrupto y en absoluto podrido», sostiene Magia Posthuma, a pesar de que sus ropas estaban claramente deterioradas. Y no solo esto, sino que su cabello y uñas habían seguido creciendo mientras estaba en la tumba.

Al examinar el cuerpo, un magistrado local encontró lo que parecía ser una marca en el dedo gordo del pie derecho con forma de rosa. La herida de su garganta todavía estaba abierta pero no se había infectado y sus extremidades y articulaciones estaban tan flexibles como el día en que fue enterrado.

El cuerpo del zapatero no fue enterrado inmediatamente, sino que se mantuvo a la intemperie del 18 al 24 de abril, y fue inspeccionado diariamente por la gente del pueblo. Sin embargo, sus vagabundeos nocturnos no cesaron y muchos todavía estaban preocupados por sus visitas nocturnas.

El cadáver tampoco pareció descomponerse de ninguna manera. Consternada, la gente del pueblo lo enterró una vez más, esta vez bajo la horca local, con la esperanza de que esto lo detuviera de alguna manera, pero no fue así.

Los vecinos estaban aún más perturbados por las visitas del vampiro, que los pellizcaba y trataba de aplastarlos, dejándolos con marcas azules y negras en todo el cuerpo. Al final, la esposa del zapatero acudió a un magistrado local y le dijo que hiciera lo que fuera necesario para que el espíritu inquieto de su marido por fin descansara. El cuerpo fue nuevamente desenterrado, se le cortó la cabeza y las piernas, y un cronista de la zona comenta haber notado que el cadáver se había vuelto aún más «carnoso», y hasta parecía haber engordado un poco. Finalmente se le abrió el pecho y se le extrajo el corazón.

Para el horror de los que presenciaron esta escena, el corazón del zapatero parecía fresco y lleno de sangre, incluso parecía latir levemente.

El cuerpo, las extremidades y órganos extirpados se colocaron sobre un montón de leña y se los quemó hasta convertirlos en cenizas, que luego se colocaron en un saco y se arrojaron a un río cercano. Esto, esperaba la gente, sería el fin del asunto. Pero aún quedaban más horrores por venir.

Una chica del mismo pueblo había muerto, supuestamente luego de ser visitada en repetidas ocasiones por el vampiro. Ocho días después, el vampiro se le apareció a un compañero de servicio mientras yacía en la cama. Luego atacó a un niño en su cuna, y se habría largado con él si una niñera no hubiera llegado en el momento oportuno y lo hubiera salvado gritando en el Nombre de Jesús, tras lo cual el vampiro se desvaneció en el aire [ver: Cómo funciona el Vampirismo Psíquico]

Sin embargo, el vampiro continuó apareciendo en varias formas [¡incluida la de una gallina!]. Cuando una de las sirvientas decidió seguir al ave de corral de regreso a la tumba y ver si era realmente el zapatero, la gallina creció hasta alcanzar un tamaño monstruoso y la agarró por el cuello con una de sus patas. Por otro lado, el vampiro de la chica muerta comenzó a aterrorizar a la aldea durante todo un mes. Asumía varias formas: un perro, una cabra, un gato, una anciana. Los magistrados locales asumieron que el flagelo de los no muertos se había transmitido a partir de su encuentro con el vampiro del zapatero. Su cuerpo también fue desenterrado y quemado y así cesaron los sucesos espectrales relacionados con la chica [ver: Razas de vampiresas]

Según Magia Posthuma, el zapatero de Silesia fue solo uno de los supuestos casos vampíricos que comenzaron a manifestarse en la cultura de Europa Central y Oriental. A medida que avanzaba el siglo XVII, hubo varios casos más diseminados por las ciudades y pueblos de Hungría y lo que actualmente constituye el territorio de la República Checa. Los vampiros errantes de los que habían muerto sin recibir los sacramentos, o que habían muerto por haber cometido algún pecado, deambulaban por las calles, de noche, atormentando a sus vecinos y atacando al ganado.

Magia Posthuma es un ejemplo extraordinario de cómo en los albores del siglo XVIII, atravesado por la ilustración, los hombres sabios comenzaron a dirigir su atención hacia los vampiros, considerando si estos realmente existían o no, tal como algunas generaciones anteriores habían puesto los ojos [y sus hogueras] en las brujas.




Libros prohibidos. I Leyendas de vampiros.


Más literatura gótica:
El artículo: «Magia Posthuma»: el libro de los vampiros fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

Libreros de la calle Corrientes dijo...

No extraña que los 'ilustrados' de la época no hayan desatendido fénomenos espectrales de tal magnitud: el miedo no es sonso, ni siquiera entre los "hombres sabios". Las escenas descriptas en 'Magia Posthuma' son de veras fuertes, de una brutalidad arcaica diría. El asunto de los caballos vampirizados, recuerda un pasaje similar de "Las historias naturales" del catalán Joan Perucho, novela que recomiendo efusivamente a la comunidad de 'El Espejo Gótico'. Ya veo de dónde provenía una escena que me había fascinado por su originalidad: Perucho era un admirador canino del 'abbé' Calmet...



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