«In Articulo Mortis»: Poe, Lovecraft y algunas opciones para retrasar la muerte


«In Articulo Mortis»: Poe, Lovecraft y algunas opciones para retrasar la muerte.




Si tu situación actual es complicada, y solo podría definirse técnicamente como In Articulo Mortis —que literalmente significa: «a punto de morir»—, es importante que sepas que todavía tenés algunas opciones.

Tarde o temprano (tarde, si tenemos suerte) todos entraremos en ese dificultoso trance de abandonar la vida biológica y enfrentar lo desconocido. En este sentido, conviene estar al tanto de algunas posibilidades, por cierto, muy remotas, que nos ofrece la ficción.

De modo tal que, si estás a punto de morir, y te gustaría animar tu cuerpo durante un tiempo más, Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft analizan dos métodos muy interesantes.

La primera de estas opciones proviene del relato de Edgar Allan Poe: Los hechos en el caso de M. Valdemar (The Facts in the Case of M. Valdemar), publicado en la edición del 20 de diciembre de 1845 del periódico Broadway Journal, y luego en la antología de 1850: Los relatos del fallecido Edgar Allan Poe (The Works of the Late Edgar Allan Poe).

La segunda se encuentra en el relato de H.P. Lovecraft: Aire frío (Cool Air), publicado en la edición de marzo de 1928 de la revista Tales of Magic and Mystery, y luego reeditado por Arkham House en la colección de 1939: El extraño y otros (The Outsider and Others).

En Aire frío, un escritor sufre un infarto y busca la ayuda de su misterioso vecino, el doctor Muñoz, quien lo salva y lo acepta como su discípulo. El buen doctor es aficionado a los libros prohibidos (probablemente al Necronomicón), y ha logrado prolongar su propia vida artificialmente durante muchos años, aunque para estabilizar su organismo, y retrasar la decadencia y la muerte, debe vivir encerrado en un departamento a una temperatura extremadamente baja.

Hay una fragilidad intrínseca en este método, que H.P. Lovecraft contrasta con la aparente arrogancia del doctor Muñoz para desafiar a la muerte, pero que en definitiva se resume en sus aspectos técnicos: un simple corte de luz, o cierta escasez de combustible para alimentar el sistema de refrigeración, tal como sucede en el relato, puede echar por tierra años de friolenta sobrevida.

(Pregunta al margen: ¿es el desgraciado protagonista del relato de Rosa Chacel: Fueron testigos, que literalmente se derrite en la vía pública, aquel conspicuo discípulo del doctor Muñoz? Improbable, aunque posible. A propósito, el derretimiento del doctor Muñoz está inspirado en un suceso análogo en el relato de Arthur Machen: Vinum Sabbati).

Edgar Allan Poe descarta los procedimientos tecnológicos y se dispone a indagar en el universo del Mesmerismo mediante tres interrogantes:

1- ¿Puede ser hipnotizada una persona que está a punto de morir —In Articulo Mortis—?

2- ¿Los efectos del hipnotismo son debilitados o fortalecidos por la proximidad de la muerte?

3- (lo más relevante) ¿El proceso de la muerte puede ser detenido por un trance hipnótico?

Los hechos en el caso de M. Valdemar responden afirmativamente a las tres preguntas.

El señor Valdemar se está muriendo de tísis (tuberculosis), una condición que, incluso en la época de Edgar Allan Poe, permitía estimar con relativa precisión el momento de la muerte. El señor Valdemar, un sujeto ideal para este tipo de experimentos, acepta ser hipnotizado In Articulo Mortis; es decir, cuando está a punto de morir.

La sesión de hipnosis es exitosa, y Valdemar muere, clínicamente, aunque de algún modo continúa comunicándose con el mesmerizador, emitiendo frases absolutamente coherentes a través de la boca abierta de su cadáver, durante meses, hasta que el trance por fin se interrumpe.

Hasta aquí, la ficción nos ofrece dos opciones: refrigeración o mesmerismo.

El método de H.P. Lovecraft es costoso, requiere de una gran fuerza de voluntad —que el autor, asombrosamente, resume en la lectura obsesiva de Nietzsche—, además de profundos conocimientos técnicos, y consiste esencialmente en un proceso activo de mantenimiento del cuerpo para que éste viva, o se sostenga biológicamente, más allá de sus límites naturales.

La técnica de Edgar Allan Poe es menos dificultosa, y ciertamente más económica, pero depende exclusivamente del poder del mesmerista sobre el sujeto In Articulo Mortis, y de su paciencia para mantenernos en ese trance durante todo el tiempo que sea posible.

Ambos métodos han probado ser eficaces dentro del contexto en el que fueron pensados, aunque esa eficacia se relacione directamente con el nivel de inversión que estemos dispuestos a hacer. El doctor Muñoz, por ejemplo, logró retrasar la muerte durante dieciocho años con su técnica de refrigeración, mientras que el señor Valdemar, que no desembolsó un centavo, consiguió que su consciencia permanezca atada a su cuerpo durante solo siete meses.

Otra ventaja, a favor del doctor Muñoz, es que su método le permite mantener una vida relativamente normal, al menos en términos de movilidad física. ¿Desventajas? Permanecer siempre dentro de casa a una temperatura glaciar —lo cual perjudica las relaciones sociales y sentimentales—, tos crónica, problemas vinculados a los cortes de energía, posibles fallas en el equipo, y altísimo costo en la factura de luz; o, como en este caso, en el combustible para alimentar el motor del sistema de refrigeración

Por otro lado, la única ventaja del método del señor Valdemar tiene que ver con los aspectos financieros. No hay gastos de qué preocuparse, es cierto, pero hay que permanecer en cama, sin poder moverse, y tratar de sobrellevar el aburrimiento lo mejor posible.

En este punto no podemos evitar hacernos algunas reflexiones, porque en definitiva ninguno de los dos métodos imaginados por E.A. Poe y H.P. Lovecraft parecen alargar la vida realmente, sino más bien prolongar la agonía.

Claro que podríamos reírnos de las técnicas del doctor Muñoz y el señor Valdemar, pero también tendríamos que hacerlo de todo aquel que cultive hábitos saludables, dietas equilibradas, rutinas de ejercicio, y de toda una industria dedicada a brindarnos recursos aceptables para vivir la mayor cantidad posible de tiempo, desde revolucionarios métodos clínicos a dudosas cremas antiage.

El ser humano está obsesionado con extender la vida, y no vacila en hacerlo utilizando medios que, si bien hoy parecen ordinarios, habrían causado verdadero asombro a Valdermar y Muñoz.

En resumen: prolongar la vida más allá de sus límites naturales es una decisión importante. Obtener diez o quince años más allá de esa frontera se parece bastante a ganarle terreno al río. Se puede, en efecto, pero tarde o temprano el agua siempre encuentra su curso original.

Cada vez que rechazamos la sal, el azúcar, la comida chatarra, el sedentarismo, nos asemejamos un poco a Muñoz y a Valdemar, aunque de hecho esas privaciones no conduzcan a nada significativo. Y todos, desde que nacemos, hasta que exhalamos el último aliento, existimos en un trance indeterminado entre un estado y otro, entre la vida y la muerte. Y si cualquier instante puede ser el último, únicamente existimos In Articulo Mortis.




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1 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Mr. Freeze aprobaría el método de Muñoz.
Incluso podría haberse inspirado en ese método. Innovando con una armadura que lo mantiene refrigerado. Lo cual parece haber detetnido el paso del tiempo, lo que se afirma en Batman Beyond. Lo que tiene sentido, recordando lo del Asilo Arkham.



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