«Canciones desde un bosque maligno»: Lord Dunsany; poema y análisis.
Canciones desde un bosque maligno (Songs from an Evil Wood) es un poema del escritor británico Lord Dunsany (1878-1957), publicado en la antología de 1926: Cincuenta poemas (Fifty Poems).
Canciones desde un bosque maligno, quizás uno de los mejores poemas de Lord Dunsany, fue escrito durante la Primera Guerra Mundial, en la etapa en la que el autor estuvo estacionado en París.
El poema narra los pensamientos de un soldado —el propio Lord Dunsany— inmerso en lo profundo de los bosques de Flandes, desde donde observa las estrellas, los árboles, la naturaleza como un todo perfectamente equilibrado, en contraste con los resplandores ensordecedores del combate que se reflejan en los cielos.
Canciones desde un bosque maligno no es precisamente un poema de trincheras, sino más bien una exquisita pieza de fantasía que utiliza un escenario clásico de la literatura gótica: el bosque encantado —en este caso, el Bosque Ploegsteert—, y lo sitúa en oposición a los horrores inconcebibles de la guerra; o mejor dicho, como escenario en donde aquellos horrores se mezclan con los mitos y leyendas que rodean el lugar: los gigantes que martillan la colina son quizá el estruendo de las bombas enemigas; el aliento fétido de los enanos es tal vez el hedor de los muertos; y sus largas melenas negras acaso el humo de los cañones que repta por el bosque.
En este sentido, las reflexiones, pero sobre todo las imágenes extremadamente vívidas que imprime Lord Dunsany a lo largo del poema, resultan tan eficientes que no es necesario hacer mención al espanto de la guerra para condenarla abiertamente.
Canciones desde un bosque maligno.
Songs from an Evil Wood, Lord Dunsany (1878-1957)
No hay ira en las estrellas,
no se enfurecen en el cielo;
miro desde el bosque maligno
y me pregunto por qué.
¿Por qué no gritan,
por qué no luchan entre ellas,
buscando sangre en la madera,
como todas las cosas que me rodean?
No les gusta el cielo
ni se agitan como el bosque;
pero brillan suavemente
en su sagrada soledad.
Para sus felices deleites,
el silencio, desde nosotros, ha volado,
y ella, a quien amamos en el pasado,
ahora sabemos que ya no está.
¿Cuándo volverá,
aunque sea por un segundo?
Aquella a quien amamos se ha ido
y todo el mundo está solo.
Y antiguos gigantes vienen,
a veces, caminando desde muy lejos,
a través de la luz extraña y parpadeante
de una estrella terrenal.
Y el gigante con su garrote,
y el enano con furia en el aliento,
y los gigantes antiguos desde lejos,
son los hijos de la Muerte.
Todos están ahí esta noche,
rompiendo las colinas con su prole,
mientras los pájaros duermen,
sí, incluso en el Bosque de Plugstreet.
En algún lugar, perdido en la neblina,
el sol se pone en el frío,
y los pájaros en este bosque maligno,
regresan al hogar como si nada;
Regresan, sí, y la casa todavía está,
ahí en las delgadas y altas ramas.
Ahora ya no se los oye,
y la larga noche comienza.
De todas las cosas maravillosas
que he visto en el bosque,
me maravillo más con los pájaros,
con su canto y su quietud.
Pues el gigante golpea con su garrote,
incansable, las cimas de la colina,
a veces descansa por la noche,
pero con más frecuencia las golpea aún.
Y un enano de larga melena negra
martilla con infatigable rabia,
toda la noche, allá abajo en el valle,
en los muros de madera de su jaula.
Me encontré con la Muerte en su tierra,
con su guadaña y sus cuencas vacías,
recorriendo los caminos de Bélgica.
La miré y ella pasó a mi lado.
Y desde que pasó a mi lado en Plug Street,
en el bosque del maligno nombre,
ya no me acostaré con los héroes,
ya no compartiré su fama;
Y nunca seré como ellos,
un nombre en la tierra de los libres,
ya que miré la Muerte en Flandes
y ella no me devolvió la mirada.
There is no wrath in the stars,
They do not rage in the sky;
I look from the evil wood
And find myself wondering why.
Why do they not scream out
And grapple star against star,
Seeking for blood in the wood,
As all things round me are?
They do not glare like the sky
Or flash like the deeps of the wood;
But they shine softly on
In their sacred solitude.
To their happy haunts
Silence from us has flown,
She whom we loved of old
And know it now she is gone.
When will she come again
Though for one second only?
She whom we loved is gone
And the whole world is lonely.
And the elder giants come
Sometimes, tramping from far,
Through the weird and flickering light
Made by an earthly star.
And the giant with his club,
And the dwarf with rage in his breath,
And the elder giants from far,
They are the children of Death.
They are all abroad to-night
And are breaking the hills with their brood,
And the birds are all asleep,
Even in Plugstreet Wood.
Somewhere lost in the haze
The sun goes down in the cold,
And birds in this evil wood
Chirrup home as of old;
Chirrup, stir and are still,
On the high twigs frozen and thin.
There is no more noise of them now,
And the long night sets in.
Of all the wonderful things
That I have seen in the wood,
I marvel most at the birds,
At their chirp and their quietude.
For a giant smites with his club
All day the tops of the hill,
Sometimes he rests at night,
Oftener he beats them still.
And a dwarf with a grim black mane
Raps with repeated rage
All night in the valley below
On the wooden walls of his cage.
I met with Death in his country,
With his scythe and his hollow eye
Walking the roads of Belgium.
I looked and he passed me by.
Since he passed me by in Plug Street,
In the wood of the evil name,
I shall not now lie with the heroes,
I shall not share their fame;
I shall never be as they are,
A name in the land of the Free,
Since I looked on Death in Flanders
And he did not look at me.
Lord Dunsany (1878-1957)
They do not rage in the sky;
I look from the evil wood
And find myself wondering why.
Why do they not scream out
And grapple star against star,
Seeking for blood in the wood,
As all things round me are?
They do not glare like the sky
Or flash like the deeps of the wood;
But they shine softly on
In their sacred solitude.
To their happy haunts
Silence from us has flown,
She whom we loved of old
And know it now she is gone.
When will she come again
Though for one second only?
She whom we loved is gone
And the whole world is lonely.
And the elder giants come
Sometimes, tramping from far,
Through the weird and flickering light
Made by an earthly star.
And the giant with his club,
And the dwarf with rage in his breath,
And the elder giants from far,
They are the children of Death.
They are all abroad to-night
And are breaking the hills with their brood,
And the birds are all asleep,
Even in Plugstreet Wood.
Somewhere lost in the haze
The sun goes down in the cold,
And birds in this evil wood
Chirrup home as of old;
Chirrup, stir and are still,
On the high twigs frozen and thin.
There is no more noise of them now,
And the long night sets in.
Of all the wonderful things
That I have seen in the wood,
I marvel most at the birds,
At their chirp and their quietude.
For a giant smites with his club
All day the tops of the hill,
Sometimes he rests at night,
Oftener he beats them still.
And a dwarf with a grim black mane
Raps with repeated rage
All night in the valley below
On the wooden walls of his cage.
I met with Death in his country,
With his scythe and his hollow eye
Walking the roads of Belgium.
I looked and he passed me by.
Since he passed me by in Plug Street,
In the wood of the evil name,
I shall not now lie with the heroes,
I shall not share their fame;
I shall never be as they are,
A name in the land of the Free,
Since I looked on Death in Flanders
And he did not look at me.
Lord Dunsany (1878-1957)
Poemas góticos. I Poemas de Lord Dunsany.
Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Lord Dunsany: Canciones desde un bosque maligno (Songs from an Evil Wood), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
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