El libro de Urantia: nuestro mundo según los dioses


El libro de Urantia: nuestro mundo según los dioses.




El libro de Urantia (The Urantia Book) —también conocido como Los documentos de Urantia o La quinta Revelación— es uno de los libros prohibidos más extraños del siglo XX.

El libro apareció originalmente en 1953, aunque su composición data de varias décadas antes. Sus más de dos mil páginas causaron una gran polémica y una buena dosis de inquietud entre sus lectores, no tanto por la cantidad de información allí reunida, mucha y redactada de forma extremadamente lúcida, sino por el misterio que rodeaba a sus autores, quienes aseguraban no ser de procedencia humana.

La palabra Urantia no tiene paralelos fuera de este libro. En sus páginas se explica que este es el nombre del planeta Tierra entre las comunidades intergalácticas; de modo que urantiano funciona aquí como sinónimo de terrícola.

Repasemos brevemente la historia de El libro de Urantia.

A mediados de 1934, un grupo de médiums, psíquicos y aficionados a la parapsicología empezaron a recibir el mismo mensaje, que luego fue redactado a través de la escritura automática; canalización similar a la de Aleister Crowley y su ángel cósmico, Aiwass, quien le dictó los principios de El libro de la ley (Liber AL vel Legis); y también a la de Helena Blavatsky y las páginas elusivas de El libro de Dzyan (The Book of Dzyan).

El libro de Urantia, sin embargo, contenía un tipo de mensaje distinto al de otros libros canalizados.

Allí se profundizaba en la historia de la Tierra desde un punto de vista cósmico, es decir, en sincronía con otros planetas habitados por criaturas inteligentes y espiritualmente desarrolladas.

Este «mensaje», supuestamente dictado por seres extraterrestres, según algunos, o por criaturas no humanas del plano astral, según otros, se prolongó durante varios años, dándole forma a un extraño y voluminoso manuscrito que fue mantenido en el más riguroso secreto.

El libro de Urantia fue ocultado en la bóveda de un banco de la ciudad de Chicago; y allí permaneció hasta la década del '50, donde un grupo de iniciados, miembros de la Fundación Urantia, decidió que había llegado el momento de compartir con el mundo sus revelaciones.

Los cuatro capítulos de El libro de Urantia describen la estructura secreta del universo, la vida inteligente en el espacio, la historia del planeta Tierra y ciertos aspectos desconocidos de los mitos bíblicos, particularmente aquellos que retratan la vida y la misión de Jesús.


Capítulo I:
El Universo central y los superuniversos; El universo de los universos:

Aquí se describe el cuerpo de notables que encarnan la administración universal, cuyo centro, o universo central, está ubicado en una región conocida como Havona; desde donde se monitorean los superuniversos a través de las huestes seráficas.


Capítulo II:
El universo local; Nuestro lugar en la galaxia:

Se describe la formación de nuestro universo conocido; la creación de la vida a través de los Portadores de Vida —especie de seres fecundadores de planetas—; los Adanes y Evas planetarios, los mundos habitados, las épocas planetarias y la rebelión de Lucifer.

En cierta forma, el espíritu de este capítulo recuerda poderosamente la historia de C.S. Lewis: Esa horrible fuerza (That Hideous Strength); donde el filólogo Ransom visita distintos planetas sólo para descubrir que el drama del Edén se repite en cada uno de ellos.


Capítulo III:
La historia de Urantia:

Describe la historia de la Tierra antes de la formación del sistema solar hasta los tiempos de Jesús. Allí se informa sobre una interminable lista de seres extraños presionando y actuando en la evolución planetaria, por ejemplo, los Ajustadores de Pensamiento.


Capítulo IV:
El Hijo del Hombre y el Hijo de Dios:

Extraño pero muy interesante repaso de la vida secreta de Jesús, sus verdaderos motivos y sus mensajes codificados.


La primera parte de El libro de Urantia fue, según afirman sus acólitos, dictada por un Consejero Divino; esto es, un ser de la más alta jerarquía espiritual del universo, cuya tarea es coordinar y suministrar en tiempo y forma las revelaciones correspondientes a cada planeta según su grado evolutivo.

En este sentido, El libro de Urantia abunda en criaturas extraordinarias. Allí se describen docenas, sino cientos, de entidades con distintas funciones y rangos en el orden cósmico, algunas de ellos con funciones estremecedoras.

Así describe el Consejero Divino el lugar que ocupa la Tierra, o Urantia, en el gran concierto cósmico:

«Urantia, vuestro mundo, es apenas uno de los muchos planetas habitados que juntos integran el universo de Nebadón. Este universo, junto con otras creaciones similares, forman el superuniverso de Orvontón, desde cuya capital, Uversa, proviene nuestra comisión».


Orvontón, siempre según El libro de Urantia, es uno de los siete superuniversos del tiempo y el espacio conocido. Todos ellos orbitan sobre la perfección que no posee principio ni fin.

Es éste el universo central de Havona; sede de la Isla estacionaria del Paraíso, el centro geográfico de la infinidad y la morada del Creador.

Ahora bien, los siete superuniversos forman una especie de liga, de comunidad cósmica en perpetuo desarrollo, evolución e involución, siempre dependiendo de las razas inteligentes que los habiten.

Probablemente uno de los capítulos más interesantes de El libro de Urantia es aquel que explica cómo se sembró la vida en la Tierra siguiendo un plan de desarrollo gestado por seres de las más altas esferas; apartado donde también se describe la rebelión de Lucifer, la aparición de Satanás y las guerras con Micael, sin lugar a dudas, en referencia al arcángel Miguel y las Guerras Celestiales con Vigilantes, Nephilims y otros seres asombrosos.

En este contexto, la Tierra (Urantia), es considerado un planeta con características especiales, y parte de la Liga de Ur; esto es, un mundo cuidadosamente elegido para cumplir una función decisiva en el despertar de la conciencia en nuestra galaxia, sea lo que sea que eso signifique.

Así se describe la singularidad de nuestro planeta para estos seres primordiales:

«La gran mayoría de los mundos habitados se siembran de acuerdo a las reglas de los Portadores de Vida. No obstante, aproximadamente un mundo de cada diez se designa como planeta decimal».


Según El libro de Urantia, estos planetas decimales son algo así como un laboratorio para los Portadores de Vida; mundos donde es posible realizar ciertos experimentos de vida para alterar los biotipos comunes en un universo determinado.

Nosotros, como seres humanos, seríamos el resultado de esta meticulosa experimentación.

Podemos pensar que El libro de Urantia es, en definitiva, el primer borrador de aquel Plan Cósmico, adaptado para el grado de comprensión humana.

Apenas por encima de Urantia en términos de evolución, se encuentran otros planetas habitados por seres inteligentes que se comunican con nosotros o que directamente actúan sobre nuestra historia. Estos seres son conocidos como Onagar, Mansant, Onamonalontón, Orlandof, y cuyas fisionomías recuerdan tanto a los alienígenas tradicionales como a los reptilianos y otros visitantes del espacio.

Los mitos hebreos adquieren una consistencia completamente novedosa en El libro de Urantia.

Por ejemplo, el llamado pueblo elegido no sería otra cosa que una casualidad geográfica. Abraham, el gran patriarca, fue seleccionado por sus dotes de liderazgo; y la misión de Melquisedec y la subsiguiente aparición de Micael habrían sido determinadas por el hecho de que Palestina tenía una ubicación central respecto al comercio y las vías de comunicación de la civilización de aquel entonces.

A pesar de sus más de sesenta años circulando de forma abierta alrededor del mundo, El libro de Urantia continúa siendo uno de los libros extraños más desconocidos por los bibliófilos.

Si bien existen versiones gratuitas en inglés circulando por internet, aún no hay traducciones al español realmente confiables; sin embargo, los que deseen profundizar en los misterios de El libro de Urantia pueden hacerlo aquí.




Libros prohibidos. I Libros extraños y lecturas extraordinarias.


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