Cómo funciona la Magia Negra: Dion Fortune.


Cómo funciona la Magia Negra: Dion Fortune.




A propósito de los misterios y peligros de la magia negra citamos un interesante artículo de la ocultista y psicóloga británica Dion Fortune (1890-1946), publicado en el libro: Magia aplicada (Applied Magic), y titulado sencillamente: La magia negra (The Black Magic).






La magia negra.
The Black Magic, Dion Fortune.

La magia negra no es algo que deba ser estudiado ni puesto en práctica por ninguna persona normal; pero tampoco resulta posible ni aconsejable estudiar los métodos técnicos del ocultismo sin prestar la debida atención a las patologías o deformaciones a que pueden dar lugar [ver: Síntomas mentales de la magia negra]

El interés popular por el ocultismo se debe sobre todo a sus conexiones con la magia negra, y revelaciones de esta clase conseguirán siempre ese mismo tipo de atención morbosa que se presta a los accidentes callejeros. No obstante, cualquiera que posea un mínimo de conocimientos sobre ocultismo se sentirá siempre sorprendido ante el hecho de que los supuestos denunciantes de sus aspectos negativos no pongan nunca el dedo sobre la auténtica llaga. Intuyen el mal, al igual que los animales intuyen que algo les va a pasar cuando les llevan al matadero, pero no se dan cuenta de la importancia o significado de los hechos que registran ni comprenden por qué las personas afectadas hacen tales cosas [ver: El libro de la magia negra y los pactos]

La técnica de la magia negra no difiere en nada de la técnica de la magia blanca: se aplican los mismos principios; se usan los mismos métodos; hace falta la misma preparación o entrenamiento para concentrarse; la diferencia radica únicamente en la actitud de quien practica una u otra, en el simbolismo empleado y en los poderes con que se entra en contacto.

La formación para la magia es como la formación musical, necesaria tanto para el que quiere dirigir una orquesta sinfónica como para el que quiere tocar en una orquesta de jazz; e incluso cuando decimos que determinados símbolos y poderes pertenecen al reino de la magia negra, debemos hacerlo con ciertas reservas, pues esos mismos símbolos y poderes pueden utilizarse también legítimamente, al igual que los cirujanos se ven obligados a veces a correr peligros y practicar operaciones de vida o muerte.

No obstante, se puede afirmar con tranquilidad que cuando esos métodos mágicos se exhiben delante del público pueden clasificarse sin la menor duda como oscuros, ya que, inevitablemente, despertarán los instintos más bajos de los espectadores, para los que no pueden tener la menor utilidad. Existen, así mismo, determinadas técnicas de magia sexual y sangrienta que, aunque inofensivas para pueblos primitivos, están claramente fuera de lugar entre los civilizados, recurriéndose a las mismas sólo con fines interesados y sensacionalistas. A estas modalidades de magia negra debemos añadir la invocación deliberada del mal, que normalmente sólo se realiza con fines de venganza.

Conviene recordar que existen determinados tipos de personas con una tendencia natural a la crueldad en sus caracteres, dispuestas a invocar el mal para propósitos vengativos, y que, una vez que han experimentado los resultados de esta clase de operaciones, llegan a aficionarse a ellas y a ponerlas en práctica únicamente por el placer que les proporciona. Si no reconocemos la existencia de este rasgo peculiar de la naturaleza humana —mucho más extendido de lo que comúnmente se cree—, conocido por los psicólogos con el nombre de sadismo, no comprenderemos nunca determinados aspectos de la magia negra, pues la clave de los mismos debe buscarse precisamente en el sadismo.

Aunque no intrínsecamente negra, la invocación de determinados tipos de fuerzas naturales es una operación con grandes probabilidades de resultar negativa, por lo que sólo debería ser realizada por personas experimentadas y prudentes, que trabajen en condiciones propias de un laboratorio. Esta es una parte importante de la formación de cualquier adepto, pues cuando se invocan fuerzas cósmicas, éstas se presentan siempre en parejas, siendo la acción y la reacción iguales y opuestas.

No obstante, no se debería plantear nunca la invocación del aspecto desequilibrado por separado, pues se trata de una operación demasiado arriesgada. Para fines prácticos, cuando se estén manejando fuerzas Elementales, debería hacerse con sus formas sublimadas, siendo por ejemplo preferible Sekhmet, la diosa del fuego de cabeza de león, a Kali. No obstante, esas formas crudas y rudimentarias de fuerza deben ser comprendidas por el ocultista, o tendrá problemas con ellas.

Cualquiera que pretenda estudiar a fondo el ocultismo, tendrá que comprender estas cosas, y no se debe etiquetar como practicantes de la magia negra a las personas que se interesan por ellas; de hecho, si no lo hicieran, serían meros dilettantes. Sin embargo, cualquier persona que haga pública exhibición de sus conocimientos de magia negra tendría que ser condenada; pues sólo los especialistas deberían estar familiarizados con esa clase de cosas, y es mejor para la marcha de la humanidad que sea así. Cuando una persona no iniciada entra en contacto con ellas, tiende a sentirse atraída por las mismas; y a menos que tome idénticas precauciones que los iniciados, correrá el peligro de infección o contagio.

No es posible trazar una clara línea divisoria entre la magia negra y la blanca; existe lo que podría denominarse una magia gris, a la que alguna gente se lanza por ignorancia o deseo de nuevas sensaciones. Se debe reconocer, por tanto, la existencia de esta modalidad de magia gris, más extendida en el mundo que la negra o la blanca. Pero también debemos decir lo siguiente: que mientras el blanco es inequívocamente blanco, que el gris se convierta en negro es sólo una cuestión de grado o matiz.

Existe una comprobación que se puede aplicar a cualquier tipo o variedad de operación mágica: en la magia blanca, la operación se diseña y realiza siempre teniendo debidamente en cuenta las leyes cósmicas; cualquier operación que no lo haga podrá clasificarse como de magia gris, sean cuales sean los principios espirituales en que se base; y cualquier operación que desafíe deliberadamente a las leyes cósmicas podrá clasificarse como de magia negra.

Aclaremos este punto mediante ejemplos. Algunas personas, que han descubierto que la dieta mental de la vida moderna es deficiente en vitaminas espirituales, intentan encontrar inspiración en los antiguos dioses paganos.

Esto no es necesariamente magia negra, a condición de que uno reconozca que la Afrodita Anadyomene es una cosa, y la Afrodita Cotytto otra. Se trata de hecho de una útil medicina correctiva para la mente moderna. Además, y aun sin darnos cuenta de ello, estamos tomando todos los días dosis pequeñas pero constantes de estas vitaminas, ya que buena parte del arte y la poesía de todos los tiempos extraen su inspiración de la mitología clásica. Se trata de una operación que personas de mentalidad estrecha podrían denominar magia negra, pero que nadie con unos mínimos conocimientos de psicología o de la vida consideraría como tal.

Por otro lado, la participación indiscriminada en sesiones espiritistas, lecturas o adivinaciones del porvenir, y otras prácticas psíquicas, entrarían, según nuestra definición, en el apartado de magia gris, pues no toman en cuenta nada sino los deseos personales, ni se plantean en ningún momento cuál puede ser la calidad espiritual de lo que se está haciendo.

Es innegable que de esa clase de operaciones no se deducirá ningún mal inmediato, y que en realidad demuestran una especie de piedad, un culto en el que se pide a Dios que bendiga lo que se está haciendo, pero sin preguntarse nunca si está de acuerdo con su voluntad; pues se da por sentado que lo que se hace es sólo un entretenimiento inocente, o incluso positivamente edificante, o que tiende a elevar la mente por encima del materialismo, contribuyendo así a reforzar la fe.

No se toman en consideración los efectos o consecuencias posteriores, cuando la experiencia demuestra que pueden ser de gran alcance; y aunque no implican necesariamente el deterioro o la corrupción moral de las personas que poseen un carácter sano por naturaleza —por lo que debemos exculparlas de las acusaciones tan frecuentemente formuladas contra ellas—, esa clase de prácticas sí provocan un marcado deterioro en la calidad de la mente o pensamiento, sobre todo de la capacidad lógica y de raciocinio.

Cualquier modalidad de coqueteo con los aspectos psíquicos o paranormales de nuestra naturaleza es en mi opinión negativa e indeseable, totalmente incomprensible en cualquier persona que se entregue a ella en el transcurso de un trabajo o estudio en serio.




Libros de Dion Fortune. I Libros de magia negra.


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El análisis y resumen del artículo de Dion Fortune: La magia negra (The Black Magic) fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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