«Historia del príncipe y la vampiro» (Mil y una Noches)
Historia del príncipe y la vampiro es un relato de vampiros proveniente de Las mil y una noches, aquella maravillosa antología de relatos fantásticos narrados por Scheherezade.
Historia del príncipe y la vampiro, sin dudas uno de los cuentos de Las mil y una noches más interesante, relata la tragedia de un príncipe que, inconvenientemente, contrae matrimonio con una vampiresa llamada Nadilla.
Historia del príncipe y la vampiro.
Mil y una Noches.
El rey de que se trata tenía un hijo aficionadísimo a la caza con galgos, y tenía también un visir. El rey mandó al visir que acompañara a su hijo allá donde fuese. Un día entre los días, el hijo salió a cazar con galgos, y con él salió el visir. Y ambos vieron un animal monstruoso. Y el visir dijo al hijo del rey:
—¡Anda contra esa fiera! ¡Persíguela!
Y el príncipe se puso a perseguir a la fiera hasta que todos le perdieron de vista. Y de pronto la fiera desapareció del desierto. Y el príncipe permanecía perplejo, sin saber hacia dónde ir, cuando vió en lo más alto del camino una joven esclava que estaba llorando. El príncipe le preguntó:
—¿Quién eres?
Y ella respondió:
—Soy la hija de un rey de reyes de la India. Iba con la caravana por el desierto, sentí ganas de dormir, y me caí de la cabalgadura sin darme cuenta. Entonces me encontré sola y abandonada.
A estas palabras, sintió lástima el príncipe y emprendió la marcha con la joven, llevándola a la grupa de su mismo caballo. Al pasar frente a un bosquecillo, la esclava le dijo:
—¡Oh señor, desearía evacuar una necesidad!
Entonces el príncipe la desmontó junto al bosquecillo, y viendo que tardaba mucho, marchó detrás de ella sin que la esclava pudiera enterarse. La esclava era un vampiro, y estaba diciendo a sus hijos:
—¡Hijos míos, os traigo un joven muy robusto!
Y ellos dijeron:
—¡Tráenoslo, madre, para que lo devoremos!
Cuando lo oyó el príncipe, ya no pudo dudar de su próxima muerte, y las carnes le temblaban de terror mientras volvía al camino. Cuando salió la vampiro de su cubil, al ver al príncipe temblar como un cobarde, le preguntó:
—¿Por qué tienes miedo?
Y él dijo:
—Hay un enemigo que me inspira temor.
Y prosiguió la vampiro:
—Me has dicho que eres un príncipe.
Y respondió él:
—Así es la verdad.
Y ella le dijo:
—Y entonces, ¿por qué no das algún dinero a tu enemigo para satisfacerle?
El príncipe replicó:
—No se satisface con dinero. Sólo se contenta con el alma. Por eso tengo miedo, como víctima de una injusticia.
Y la vampiro le dijo:
—Si te persiguen como afirmas, pide contra tu enemigo la ayuda de Dios, y Él te librará de sus maleficios y de los maleficio de aquellos de quienes tienes miedo.
Entonces el príncipe levantó la cabeza al cielo y dijo:
—¡Oh tú, que atiendes al oprimido que te implora, hazme triunfar de mi enemigo, y aléjale de mí, pues tienes poder para cuanto deseas!
Cuando la vampiro oyó estas palabras, desapareció. Y el príncipe pudo regresar al lado de su padre, y le dió cuenta del mal consejo del visir. Y el rey mandó matar al visir.
En seguida el visir del rey Yunán prosiguió de este modo:
—¡Y tú, oh rey, si te fías de ese médico, cuenta que te matará con la peor de las muertes! Aunque le hayas colmado de favores, y le hayas hecho tu amigo, está preparando tu muerte. ¿Sabes por qué te curó de tu enfermedad por el exterior de tu cuerpo, mediante una cosa que tuviste en la mano? ¿No crees que es sencillamente para causar tu pérdida?
Entonces el rey Yunán dijo:
—Dices la verdad. Hágase según tu opinión, ¡oh visir bien aconsejado! Porque es muy probable que ese médico haya venido ocultamente como un espía para ser mi perdición. Si me ha curado con una cosa que he tenido en la mano, muy bien podría perderme con otra que, por ejemplo, me diera a oler.
Y luego el rey Yunán dijo a su visir:
—¡Oh visir! ¿qué debemos hacer con él?
—Hay que mandar inmediatamente que le traigan, y cuando se presente aquí degollarlo, y así te librarás de sus maleficios, y quedarás desahogado y tranquilo. Hazle traición antes que él te la haga a ti.
Y el rey Yunán dijo:
—Verdad dices, ¡oh visir!
Después el rey mandó llamar al médico, que se presentó alegre, ignorando lo que había resuelto el Clemente. El poeta lo dice en sus versos:
¡Oh tú, que temes los embates del Destino, tranquilízate!
¿No sabes que todo está en las manos de Aquel que ha formado la tierra?
Porque lo que está escrito, escrito está y no se borra nunca!
¡Y lo que no está escrito no hay por qué temerlo! ¡Y tú Señor!
¿Podré dejar pasar un día sin cantar tus alabanzas?
¡No desesperes pues, nunca y olvida todas las tristezas y todas las zozobras!
¡Abandónaselo todo! ¡Déjate llevar! ¡Así disfrutarás de una paz duradera!
¿No sabes que todo está en las manos de Aquel que ha formado la tierra?
Porque lo que está escrito, escrito está y no se borra nunca!
¡Y lo que no está escrito no hay por qué temerlo! ¡Y tú Señor!
¿Podré dejar pasar un día sin cantar tus alabanzas?
¡No desesperes pues, nunca y olvida todas las tristezas y todas las zozobras!
¡Abandónaselo todo! ¡Déjate llevar! ¡Así disfrutarás de una paz duradera!
Cuando se presentó el médico Ruyán, el rey le dijo:
—¿Sabes por qué te he hecho venir a mi presencia?
Y el médico contestó:
—Nadie sabe lo desconocido, más que el Altísimo.
Y el rey le dijo:
—Te he mandado llamar para matarte y arrancarte el alma.
Y el médico Ruyán, al oír estas palabras, se sintió asombrado, con el más prodigioso asombro, y dijo:
—¡Oh rey! ¿por qué me has de matar? ¿Qué falta he cometido?
—Dicen que eres un espía y que viniste para matarme. Por eso te voy a matar antes de que me mates.
Después el rey llamó al porta-alfanje y le dijo:
—¡Corta la cabeza a ese traidor y líbranos de sus maleficios!
El médico le dijo:
—Consérvame la vida, y Dios te la conservará. No me mates, si no Dios te matará también.
—No podré vivir confiado ni estar tranquilo como no te mate. Porque si me has curado con una cosa que tuve en la mano, creo que me matarás con otra cosa que me des a oler o de cualquier modo.
—¡Oh rey! ¿Es ésta tu recompensa? ¿Así devuelves mal por bien?
—No hay más remedio que darte la muerte sin demora.
Y cuando el médico se convenció de que el rey quería matarle sin remedio, lloró y se afligió al recordar los favores que había hecho a quienes no los merecían. Ya lo dice el poeta:
¡La joven y loca Moimuna es verdaderamente bien pobre de espíritu!
¡Pero su padre, en cambio, es un hombre de gran corazón y considerado entre los mejores! ¡Miradle, pues! ¡Nunca anda sin su farol en la mano,
y así evita el lodo de los caminos, el polvo de las carreteras y los resbalones peligrosos!
¡Pero su padre, en cambio, es un hombre de gran corazón y considerado entre los mejores! ¡Miradle, pues! ¡Nunca anda sin su farol en la mano,
y así evita el lodo de los caminos, el polvo de las carreteras y los resbalones peligrosos!
En seguida se adelantó el porta-alfanje, vendó los ojos del médico, y sacando la espada, dijo al rey:
—Con tu venia.
Pero el médico seguía llorando y suplicando al rey:
—Consérvame la vida, y Dios te la conservará. No me mates, o Dios te matará a ti.
Y recitó estos versos de un poeta:
¡Mis consejos no tuvieron ningún éxito,
mientras que los consejos de los ignorantes conseguían su propósito!
¡No recogí más que desprecios!
¡Por esto, si logro vivir, me guardaré mucho de aconsejar!
¡Y si muero, mi ejemplo servirá a los demás para que enmudezca su lengua!
mientras que los consejos de los ignorantes conseguían su propósito!
¡No recogí más que desprecios!
¡Por esto, si logro vivir, me guardaré mucho de aconsejar!
¡Y si muero, mi ejemplo servirá a los demás para que enmudezca su lengua!
Y dijo después al rey:
—¿Es ésta tu recompensa? He aquí que me tratas como hizo un cocodrilo.
Entonces preguntó el rey:
—¿Qué historia es esa de un cocodrilo?
—¡Oh señor! No es posible contarla en este estado. ¡Por Dios sobre ti! Consérvame la vida y Dios te la conservará!
Y después comenzó a derramar copiosas lágrimas. Entonces algunos de los favoritos del rey se levantaron y dijeron:
—¡Oh rey! Concédenos la sangre de este médico, pues nunca le hemos visto obrar en contra tuya; al contrario, le vimos librarte de aquella enfermedad que había resistido a los médicos y a los sabios.
El rey les contestó:
—Ignoráis la causa de que mate a este médico; si lo dejo con vida, mi perdición es segura, porque si me curó de la enfermedad con una cosa que tuve en la mano, muy bien podría matarme dándome a oler cualquier otra. Tengo mucho miedo de que me asesine para cobrar el precio de mi muerte, pues debe ser un espía que ha venido a matarme. Su muerte es necesaria; sólo así podré perder mis temores.
Entonces el médico imploró otra vez:
—Consérvame la vida para que Dios te la conserve; y no me mates, para que no te mate Dios.
Pero, ¡oh efrit!, cuando el médico se convenció de que el rey lo iba a hacer matar sin remedio, dijo:
—¡Oh rey! Si mi muerte es realmente necesaria, déjame ir a casa para despachar mis asuntos, encargar a mis parientes y vecinos que cuiden de enterrarme, y sobre todo para regalar mis libros de medicina. A fe que tengo un libro que es verdaderamente el extracto de los extractos y la rareza de las rarezas, que quiero legarte como un obsequio para que lo conserves cuidadosamente en tu armario.
—¿Qué libro es ese?
—Contiene cosas inestimables; el menor de los secretos que revela es el siguiente: Cuando me corten la cabeza, abre el libro, cuenta tres hojas y vuélvelas; lee en seguida tres renglones de la página de la izquierda; y entonces la cabeza cortada te hablará y contestará a todas las preguntas que le dirijas.
—¡Oh médico! ¿Hasta cortándote la cabeza hablarás?
—Sí, en verdad, ¡oh rey! Es, efectivamente, una cosa prodigiosa.
Entonces el rey le permitió que saliera, aunque escoltado por guardianes, y el médico llegó a su casa, y despachó sus asuntos aquel día, y al siguiente día también. Y el rey subió al diwán, y acudieron los emires, los visires, los chambelanes, los nawabs (lugartenientes o representantes del rey) y todos los jefes del reino, y el diwán parecía un jardín lleno de flores.
Entonces entró el médico en el diwán y se colocó de pie ante el rey, con un libro muy viejo y una cajita de colirio llena de unos polvos. Después se sentó y dijo:
—Que me traigan una bandeja.
Le llevaron una bandeja, y vertió los polvos, y los extendió por la superficie. Y dijo entonces:
—¡Oh rey!, toma ese libro, pero no lo abras antes de cortarme la cabeza. Cuando la hayas cortado colócala en la bandeja y manda que la aprieten bien contra los polvos para restañar la sangre. Después abrirás el libro.
Pero el rey, lleno de impaciencia no le escuchaba ya; cogió el libro y lo abrió, pero encontró las hojas pegadas unas a otras. Entonces metiendo su dedo en la boca, lo mojó con su saliva y logró despegar la primera hoja. Lo mismo tuvo que hacer con la segunda y la tercera hoja, y cada vez se abrían las hojas con más dificultad. De ese modo abrió el rey seis hojas, y trató de leerlas, pero no pudo encontrar ninguna clase de escritura. Y el rey dijo:
—¡Oh médico, no hay nada escrito!
—Sigue volviendo más hojas del mismo modo.
Y el rey siguió volviendo más hojas. Pero apenas habían pasado algunos instantes circuló el veneno por el organismo del rey en el momento y en la hora misma, pues el libro estaba envenenado. Y entonces sufrió el rey horribles convulsiones, y exclamó:
—¡El veneno circula!
Y después el médico Ruyán comenzó a improvisar unos versos. Cuando acababa su recitado, cayó muerto el rey. Sabe ahora, ¡oh efrit, que si el rey Yunán hubiera conservado al médico Ruyán, Dios a su vez le habría conservado. Pero al negarse, decidió su propia muerte.
Y si tú, ¡oh efrit, hubieses querido conservarme, Dios te habría conservado.
En este momento de su narración, Schehrazade vió aparecer la mañana, y se calló discretamente. Y su hermana Doniazada le dijo:
—¡Qué deliciosas son tus palabras!
Y Schehrazade contestó:
—Nada es eso comparado con lo que os contaré la noche próxima, si vivo todavía y el rey tiene a bien conservarme.
Y pasaron aquella noche en la dicha completa y en la felicidad hasta por la mañana. Después el rey se dirigió al diwán. Y cuando terminó el diwán, volvió a su palacio y se reunió con los suyos.
(Mil y una noches)
Relatos góticos. I Relatos de vampiros.
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El análisis y resumen del cuento de las Mil y una noches: Historia del príncipe y la vampiro, fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
9 comentarios:
¿Podrías decirme de qué noche se trata?
Realmente no lo sé, Spectro. Voy a intentar averiguarlo.
Saludos.
para ser categoria cuento estaba mas omenos al principio estaba muy aburrido pero luego me bacilo lo que le paso a ese rey pero lo malo es que tiene poca integracion del vampiro en la historia nmo se trataba de vampiros lo cual hace deficiente a su cuento este cuento no deberia estar presente en la categoria de las historias de terror es una burla para las verdaderas historias de terrror con razon el autor es anonimo
esta historia me recuerda un poco a la película el cadáver de la novia.
Esbla historia completa o un resumen? O sea me refiero a que ese es el resumen del resumen de un libro.
Concuerdo con que no debe estar en categorías de cuentos de terror. Pero los relatos de las Mil y una noches son maravillosos! No es un cuento deficiente y no es ninguna burla a los cuentos de terror ya que no pretende serlo.
Ningún vampiro. Jinni.
Es que la historia de la vampiro es contada por el visir del rey yunan para persuadir al rey de seguir su consejo de matar al médico ruyan.. puesto que antes del comienzo de este cuento (lo cual no está en el apartado acá publicado) se establece que el visir del rey Yunan es envidioso de Runan debido al hecho que Runan está en muy buenas relaciones con el rey Yunan por haberle salvado de la lepra que sufría.
Este cuento hace parte de las mil y una noches, que son muchos cuentos y varios tienen que ver con los otros... Por eso leerlo fuera de contexto puede resultar confuso.
Se párese un poco al príncipe vampiro El despertar
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