«Kubla Khan»: Samuel Taylor Coleridge; poema y análisis


«Kubla Khan»: Samuel Taylor Coleridge; poema y análisis.




Kubla Khan (Kubla Khan) —cuyo título original es: Kubla Khan o una visión dentro de un sueño (Kubla Khan, or, A Vision in a Dream)— es un poema del romanticismo del escritor inglés Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), terminado en 1797 y publicado en la antología de 1816: Christabel, Kubla Khan y Los dolores del sueño (Christabel, Kubla Khan and The Pains of Sleep). Más adelante reaparecería en en libro: Los poemas completos de Samuel Taylor Coleridge (The Poetical Works of S. T. Coleridge).

Cuenta la leyenda que, después de consumir una fuerte dosis de opio, Samuel Taylor Coleridge se quedó dormido mientras leía. El poeta tuvo uno de los sueños más asombrosos de su vida: observó la construcción de un gran palacio, y supo (como se saben las cosas en los sueños) que esa construcción era realizada por una extraña melodía que sonaba en el aire, mientras una voz misteriosa atravesaba los cielos con unos versos nunca antes oídos.

Cuando Samuel Coleridge despertó, se apresuró a anotar aquellos versos enigmáticos; sin embargo, fue interrumpido por un visitante inoportuno. Llegó a escribir apenas cincuenta versos de los trescientos que había soñado.

No es del todo extraño imaginar a un escritor que sueña con un poema y un palacio; lo extraño es que veinte años después de la muerte de Samuel Coleridge, un investigador ruso descubriera un viejo manuscrito persa que cuenta la historia del palacio encantado de Kubla Khan, cuyo diseño se le reveló al emperador en un sueño.

Para finalizar este breve análisis de Kubla Khan, uno de los grandes poemas de Samuel Taylor Coleridge, citamos a Jorge Luis Borges y su ensayo, El sueño de Coleridge:


«¿Que explicación preferiremos? Quienes rechazan lo sobrenatural juzgarán que la historia de los dos sueños es una coincidencia, otros que el poeta supo de algún modo que el emperador había soñado el palacio y dijo haber soñado el poema para crear una espléndida ficción. Mas encantadoras son las hipótesis que transcienden lo racional. Por ejemplo, que el alma del emperador, destruido el palacio, penetró en el alma de Coleridge para que éste lo reconstruyera en palabras, más duraderas que los mármoles y los metales.

»El primer sueño agregó a la realidad un palacio; el segundo, un poema sugerido por el palacio; la similitud de sueños deja entrever un plan. En 1961 se comprobó que del palacio de Kublai Khan sólo quedaban ruinas; del poema nos consta que apenas se rescataron cincuenta versos. Tales hechos permiten conjeturar que la serie no ha terminado. El primero tuvo la visión del palacio y lo construyó; el segundo, que no supo del sueño del anterior, soñó un poema sobre el palacio. Si no se equivoca el esquema, algún lector de Kubla Khan soñará, en una noche de la que nos separan los siglos, un mármol o una música. Ese hombre no sabrá que otro dos soñaron, quizá la serie de sueños no tenga fin, quizá la clave esté en el último». (El sueño de Coleridge, Jorge Luis Borges).



Kubla Khan.
Kubla Khan, Samuel Taylor Coleridge (1772-1834)

En Xanadú, Kubla Khan ordenó levantar un majestuoso palacio;
allí donde Alf, el río sagrado, corre a través de mil cavernas,
desembocando en un mar abandonado por el sol.
Dos veces cinco millas de tierra fértil,
por murallas y torres eran circundada;
y allí veíanse jardines surcados por brillantes arroyos,
en los que florecían filas de árboles perfumados,
y bosques tan apretados como montañas,
encerrando en su seno verdes pasajes sonrientes.

¡Aquella profunda y romántica quebrada
que se adentra en la verde colina,
a la sombra de los cedros!
¡Paisaje agreste!
¡Encantado y beatificado como si en otra época,
bajo la luna moribunda,
alguna dama hubiese venido a llorar por su demonio amante!
Y de esta quebrada, creciendo en incesante gemido,
como si la tierra respirase hondo,
brotase por momentos una fuente tumultuosa;
cuyas lenguas inciertas escupen fragmentos como granizo
que saltan bajo el saco de trigo,
y en medio de estas danzantes rocas, junto a ellas,
saltaba hacia los aires el río sagrado.
Durante cinco millas, por un laberinto trazado,
entre bosques y valles corría el río sagrado,
antes de entrar en las cavernas al hombre inmensurable
y de hundirse tumultuosa en un océano muerto.
En medio de este tumulto, Kubla oyó en la distancia
las voces ancestrales que predecían la guerra.

La sombra del palacio de los deleites flotaba sobre las olas,
y desde él se oían las melodías de la fuente y las cavernas.
¡Milagro de sutil ingenio este resplandeciente palacio con sus cavernas de hielo!

Ví en sueños una doncella, tañendo su instrumento:
una doncella abisinia, tañendo su instrumento
y cantando dulcemente en el monte Abora.
¡Ah! Si yo pudiese resucitar de mi memoria su música y su canción,
en tan grave éxtasis me sumirían,
que podría construir con música en el aire aquel palacio.
¡Aquel palacio resplandeciente, aquellas cavernas de hielo!
Y cuantos me oyeran verían ante sus propios ojos, y todos gritarían:
¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Mirad los ojos fulgurantes, mirad su flotante cabellera!
Trazad un triple círculo en torno a él y cerrad los ojos en sagrada reverencia,
pues él se ha nutrido de dulce rocío y bebido la leche del Paraíso.


In Xanadu did Kubla Khan
A stately pleasure-dome decree:
Where Alph, the sacred river, ran
Through caverns measureless to man
Down to a sunless sea.
So twice five miles of fertile ground
With walls and towers were girdled round:
And there were gardens bright with sinuous rills
Where blossom'd many an incense-bearing tree;
And here were forests ancient as the hills,
Enfolding sunny spots of greenery.

But O, that deep romantic chasm which slanted
Down the green hill athwart a cedarn cover!
A savage place! as holy and enchanted
As e'er beneath a waning moon was haunted
By woman wailing for her demon-lover!
And from this chasm, with ceaseless turmoil seething,
As if this earth in fast thick pants were breathing,
A mighty fountain momently was forced;
Amid whose swift half-intermitted burst
Huge fragments vaulted like rebounding hail,
Or chaffy grain beneath the thresher's flail:
And 'mid these dancing rocks at once and ever
It flung up momently the sacred river.
Five miles meandering with a mazy motion
Through wood and dale the sacred river ran,
Then reach'd the caverns measureless to man,
And sank in tumult to a lifeless ocean:
And 'mid this tumult Kubla heard from far
Ancestral voices prophesying war!

The shadow of the dome of pleasure
Floated midway on the waves;
Where was heard the mingled measure
From the fountain and the caves.
It was a miracle of rare device,
A sunny pleasure-dome with caves of ice!

A damsel with a dulcimer
In a vision once I saw:
It was an Abyssinian maid,
And on her dulcimer she play'd,
Singing of Mount Abora.
Could I revive within me,
Her symphony and song,
To such a deep delight 'twould win me,
That with music loud and long,
I would build that dome in air,
That sunny dome! those caves of ice!
And all who heard should see them there,
And all should cry, Beware! Beware!
His flashing eyes, his floating hair!
Weave a circle round him thrice,
And close your eyes with holy dread,
For he on honey-dew hath fed,
And drunk the milk of Paradise.


Samuel Taylor Coleridge (1772-1834)




Poemas góticos. I Poemas de Samuel Taylor Coleridge./a>


Más literatura gótica:

El análisis, traducción al español y resumen del poema de Samuel Taylor Coleridge: Kubla Khan (Kubla Khan), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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