Leteo, Mnemósine y el mito griego de la reencarnación.


Leteo, Mnemósine y el mito griego de la reencarnación.




Mucho se ha debatido sobre los griegos y su supuesta fe en la reencarnación. Lo cierto es que su mitología, al menos en una etapa tardía, apunta a una respuesta afirmativa [ver: La oscuridad que acumularon tus reencarnaciones]

En este contexto, la reencarnación griega es muy diferente a la visión oriental. Para comprenderla repasaremos brevemente el mito de Leteo y Mnemósine; dos ríos cuyas aguas poseen propiedades formidables.

El Leteo (Lḗthē) es uno de los ríos que atraviesa el Hades, la Casa de los Muertos. Beber de sus aguas provocaba el olvido absoluto de la vida terrenal, algo que resultaba imprescindible para los espíritus desencarnados que cruzaban aquel territorio desolado. El mito del Leteo sugiere que los griegos antiguos creían en la reencarnación. Las aguas de este río promovían el olvido, lo cual hace pensar en la importancia de este elemento en la sucesión de vidas. Recordemos que uno de los ingredientes necesarios para la reencarnación es el olvido total o parcial de las vidas pasadas [ver: Trishna: la causa de la reencarnación]

En la época de Hesíodo el mito ya se había transformado. Leteo era, además, una náyade hija de Eris, la Discordia. Platón, por otro lado, prescinde del río y menciona la «llanura de Lete», un páramo nauseabundo que los muertos deben atravesar en su jornada hacia el Hades. Dante, en la Divina Comedia, sostiene que las aguas prodigiosas del Leteo fluyen hacia el centro de la tierra desde lo alto de la montaña del purgatorio.

La función del Leteo es bastante clara: los muertos necesitan olvidar su vida.

En parte, el Leteo permite que la armonía del Hades no se vea alterada por rebeliones y levantamientos. Por otro lado, el olvido de la vida terrenal funciona como una especie de limpieza espiritual que le permite al alma reanudar su vida en la tierra tras un período indeterminado en el inframundo.

Hasta aquí, todo suena bastante razonable. Pero los griegos tenían otro río de aguas milagrosas: Mnemósine, también ubicado en el Hades, cuyas aguas permitían recordar todo lo que el Leteo había barrido de la memoria.

Entre los iniciados en los misterios antiguos existía una doctrina que explicaba cómo eludir las aguas del Leteo tras la muerte, y de esta forma engañar la vigilancia de Hades, y en cambio beber las aguas amargas del Mnemósine.

Al igual que el Leteo, Mnemósine fue perdiendo su naturaleza flucial. Con el tiempo se transformó en Mnemosina, que significa «la memoriosa», hija de Mnemé, una titánide y madre de las Musas que personificaba la memoria.

En la Teogonía, Hesíodo sostiene que todo aquel que sea capaz de formular palabras de autoridad le debe su don al patrocinio de Mnemósine. En otras palabras, que la inspiración se produce gracias a la memoria y no a la imaginación.

Pero volvamos al mito griego de la reencarnación.

Queda claro que las aguas del Leteo eran imprescindibles para olvidar la vida en la tierra y de ese modo admitir la estancia en el Hades. Pero si los griegos creían en la reencarnación seguramente habrían consignado el procedimiento inverso, es decir, la forma en la que un espíritu se reencarna.

En este contexto, lo más sencillo habría sido que las almas a punto de reencarnarse bebieran nuevamente del Leteo, y de ese modo olvidar la horrorosa estadía en el Hades. Sin embargo, esto no ocurre.

Los espíritus a punto de reencarnarse bebían en cambio de las aguas del Mnemósine, incorporando de ese modo los recuerdos de su vida pasada.

Estos recuerdos, como en todos los mitos sobre la reencarnación, no son para nada evidentes. El concepto de karma no existía para los griegos. En cambio, creían en la posesión y la resposabilidad por los propios actos. Por eso los muertos que reencarnaban portaban consigo el recuerdo difuso de otras vidas. Ni el poderoso Zeus y su hermano, Hades, estaban dispuestos organizar ese archivo de hechos que oscilan entre lo banal y lo bochornoso. Es el hombre quien debe resposabilizarse por su pasado, por sus recuerdos, aún cuando no pueda acceder a ellos fuera del orbe confuso de los sueños.




Mitos griegos. I Mitos griegos de amor.


Más mitología:
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1 comentarios:

Unknown dijo...

Wuow impresionante



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