«Una noche fría»: Christina Rossetti; poema y análisis


«Una noche fría»: Christina Rossetti; poema y análisis.




Una noche fría (A Chilly Night) es un poema gótico de la escritora inglesa Christina Rossetti (1830-1894), escrito en 1856 y publicado de manera póstuma en la antología de: Nuevos poemas (New Poems).

Una noche fría, uno de los grandes poemas de Christina Rossetti, explora uno de los temas principales del género: la muerte, y cómo afecta a los que todavía están vivos.

En Una noche fría seguimos a una narradora que se levanta de la cama «en la oscuridad de la noche» y espera que el fantasma de su madre se manifieste bajo la luz de la luna. Está sola, todos sus amigos le han fallado de alguna manera. Otros fantasmas la persiguen, bailan en la noche. Su madre por fin se presenta. Intenta hablar con ella, pero la narradora no logra escuchar una sola palabra. Finalmente, todos los fantasmas desaparecen y la mujer se queda sola ante la reja de la ventana.

La primera emoción que surge de este poema de Christina Rossetti es la soledad, y esta soledad se enfatiza a cada momento. Es digno de mención que estos espíritus no proyectan sombra, hablan «sin voces», no emiten otros sonidos, lo que significa que no tienen otro impacto que la mera apariencia visual. Esto indica que podrían no ser reales. De todos modos, la mujer conecta con la visión de su madre, le pide que le prepare una «cama solitaria» que la resguarde del viento, como si quisiera regresar a su útero, aislada de los vientos fríos y aterradores del mundo (ver: Horror Uterino: descenso hacia el inconsciente colectivo)

Esto acentúa todavía más la soledad de la narradora de Una noche fría, una soledad que ella misma se inflige y perpetúa. Quizás los otros fantasmas son recuerdos de sus seres queridos, quizás son sus amigos, quienes la evitan por alguna razón. De cualquier manera, ella se siente más cerca de los fantasmas que de los vivis, a pesar de que son un constante recordatorio de la pérdida y la muerte.

Los ojos de su Madre están en blanco, ciegos. Sin embargo, se enfocan en ella, aparentemente, mirándola. La Madre es consciente de que su hija no puede escucharla. Entonces se agita, se retuerce las manos en el frío, algo que puede interpretarse como una señal de frustración. Así, ninguna sabiduría puede transferirse de los muertos a los vivos. La narradora está aterrorizada por la visión, pero también está ansiosa. Quiere saber cuánto deberá esperar para unirse a su madre, y supone que el fantasma está ahí para darle una respuesta. Christina Rosseti utiliza la palabra mould, «moho», para referirse a la tierra recién excavada de la tumba donde espera descansar algún día.

Los versos finales de Una noche fría son tan enigmáticos como el resto. Hay algo de duelo allí, pero también de celebración. Tanto los vivos como los muertos le han fallado a la narradora, y ella por fin puede aceptar que está sola.

Pocos críticos discuten la poesía gótica de Christina Rossetti. La mayoría de sus poemas suelen ser analizados desde una perspectiva sociocultural o histórica, pero rara vez por lo que verdaderamente son: góticos.

En efecto, la poesía de Christina Rossetti rara vez es apreciada por su compromiso con el gótico. A menudo se destacan elementos fantásticos en ellos, algunos afines al romanticismo, pero sus poemas nunca fueron plenamente reconocidos como piezas góticas de excelencia. Christina Rossetti pudo haber sido una romántica, es cierto, pero fue una romántica sufriente. La presencia de lo sobrenatural en Una noche fría, y también de la degradación mental (ver: En el Manicomio: la locura en la ficción gótica), la vinculan estrechamente con la tradición gótica, y ejemplifican maravillosamente esa relación (ver: El Gótico y la Belleza)




Una noche fría.
A Chilly Night, Christina Rossetti (1830-1894)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Me levanté en la oscuridad de la noche
y fui hasta la reja de la ventana, sola,
para buscar el fantasma de mi madre
bajo la espectral luz de la luna.

Mis amigos me habían fallado, uno por uno,
de mediana edad, jóvenes y viejos,
hasta que los fantasmas fueron más cálidos
para mí que mis distantes amigos.

Miré y vi a los fantasmas
esparcidos sobre la llanura y el moho:
estaban de pie bajo la blanca luna,
pero no había sombra en el suelo;
hablaron sin voces
y saltaron sin hacer ruido.

Llamé: «Oh, mi querida Madre».
Sollocé: «Oh, mi amada Marde,
prepárame una cama solitaria
y protégela del viento».

«Dile a los demás que no vengan a verme,
ni de día ni de noche;
pero no necesito decirles a mis amigos
que se aseguren de mantenerse alejados».

Mi Madre levantó los ojos,
estaban en blanco y no podían ver;
sin embargo, me sostuvieron
mientras parecían mirarme.

Abrió la boca y habló,
no pude escuchar ni una palabra
mientras mi carne se estremecía sobre mis huesos
y cada cabello se agitaba.

Ella sabía que no podía oír
el mensaje que me transmitía,
no supe cuánto debería esperar para dormir en el moho:
la vi sacudirse el pelo sin sombras
y retorcerse las manos en el frío.

Me esforcé por captar sus palabras
y ella se esforzó por hacerme oír,
pero ni un solo sonido, ni una palabra,
llegó hasta mis oídos.

Desde la medianoche hasta el canto del gallo,
mantuve mi penosa vigilia
mientras los delicados fantasmas se volvían más sutiles
en la triste noche en decadencia.

Desde la medianoche hasta el canto del gallo,
miré hasta que todos se fueron,
algunos para dormir en el mar cambiante
y otros bajo el césped y las piedras:
los vivos me habían fallado,
los muertos me habían fallado,
y yo estaba realmente sola.


I rose at the dead of night
And went to the lattice alone
To look for my Mother's ghost
Where the ghostly moonlight shone.

My friends had failed one by one,
Middleaged, young, and old,
Till the ghosts were warmer to me
Than my friends that had grown cold.

I looked and I saw the ghosts
Dotting plain and mound:
They stood in the blank moonlight
But no shadow lay on the ground;
They spoke without a voice
And they leapt without a sound.

I called: 'O my Mother dear,' —
I sobbed: 'O my Mother kind,
Make a lonely bed for me
And shelter it from the wind:

'Tell the others not to come
To see me night or day;
But I need not tell my friends
To be sure to keep away.'

My Mother raised her eyes,
They were blank and could not see;
Yet they held me with their stare
While they seemed to look at me.

She opened her mouth and spoke,
I could not hear a word
While my flesh crept on my bones
And every hair was stirred.

She knew that I could not hear
The message that she told
Whether I had long to wait
Or soon should sleep in the mould:
I saw her toss her shadowless hair
And wring her hands in the cold.

I strained to catch her words
And she strained to make me hear,
But never a sound of words
Fell on my straining ear.

From midnight to the cockcrow
I kept my watch in pain
While the subtle ghosts grew subtler
In the sad night on the wane.

From midnight to the cockcrow
I watched till all were gone,
Some to sleep in the shifting sea
And some under turf and stone:
Living had failed and dead had failed
And I was indeed alone.


Christina Rossetti
(1830-1894)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Christina Rossetti.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Christina Rossetti: Una noche fría (A Chilly Night), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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