Por qué a Lovecraft lo vestían de niña


Por qué a Lovecraft lo vestían de niña.




Recientemente se estableció un interesante debate en torno a la supuesta misoginia de H.P. Lovecraft como respuesta a los primeros y traumáticos años de su infancia, donde de hecho fue vestido como niña.

Efectivamente, estas dos fotografías no pertenecen a ninguna adorable niña del período victoriano. Retratan nada menos que a un muy pequeño H.P. Lovecraft, de apenas dos años de edad.

A muchos les ha parecido extraño, incluso sugerente, que el autor de los Mitos de Cthulhu y el Ciclo Onírico posea un pasado tan peculiar; sin embargo, esto no es así. De hecho, estas fotografías solo confirman el estilo más bien conservador de H.P. Lovecraft.

Ambas fotografías fueron tomadas a finales de 1892, y en cierta forma certifican una ceremonia tradicional conocida como Breeching.

Entre los siglos XVI y XIX, e incluso durante los primeros años del siglo XX, los niños y las niñas compartían el mismo tipo de vestuario. Ambos utilizaban vestidos. La razón, según algunos, tiene que ver con el último rito de iniciación de la cultura occidental.

Este vestuario compartido culminaba, al menos para las clases aristocráticas, en el momento en el que el varón aprendía a ir al baño con autonomía, habida cuenta de lo dificultoso que era librarse de los pantalones para atender a tiempo las urgencias orgánicas. Las clases más humildes, en cambio, continuaban utilizando el mismo vestuario para niños y niñas hasta los siete años de edad.

Recién entonces los muchachos comenzaban a utilizar breeches, especie de pantalones que iban desde la cintura a la rodilla.

Este suceso era tomado con total solemnidad por las madres. En cierta forma, se trataba de un rito de iniciación, de pasaje hacia la masculinidad; donde también el padre comenzaba a involucrarse en la educación del niño, hasta entonces, un coqueto apéndice maternal.

Ahora bien, H.P. Lovecraft fue el único hijo de una pareja marcadamente conservadora, e igualmente lunática. Su padre, Winfield Scott Lovecraft, fue un joyero itinerante que en 1893 comenzó a manifestar síntomas de psicosis. Fue recluido en un hospital psiquiátrico, el mismo que años después albergaría a la madre del autor de Providence: Sarah Susan Phillips Lovecraft.

El pequeño H.P. Lovecraft fue criado por sus dos tías, Lillian Delora Phillips y Annie Emeline Phillips; también por su abuelo materno: Whipple Van Buren Phillips, quien finalmente completó aquel rito de iniciación con una muda de vestuario y un regalo capital para su futuro desarrollo como uno de los autores más notables del género: Las mil y una noches.

Antes de esto, sin embargo, H.P. Lovecraft debió atravesar la tremenda influencia de su madre. Así lo anota L. Sprague de Camp en su libro: Lovecraft: una biografía (Lovecraft: a Biography).

«Susie Lovecraft había deseado ardientemente tener una niña; y había acumulado un arcón de vestidos para cuando esto sucediera. De ahí que favoreciese con insistencia las características de su hijo que consideraba femeninas. Lo vestía con ropas de niña y trataba deliberadamente de feminizarlo. De pequeño, Lovecraft insistía en “ser niña”. Susie le hizo llevar bucles hasta los seis años, aunque él empezó a quejarse de ellos a la edad de tres. Ella lo apaciguó mostrándole retratos del siglo XVIII que representaban a hombres maduros con cabello largo y calzón corto, como él. Aquí se inició su inveterado entusiasmo por el barroco, aunque no se reconcilió con los bucles. Por último, al cumplir los seis años, Susie tuvo que ceder a sus quejas. Llorando amargamente, le cortó el pelo. A partir de entonces, cosa extraña, evitó todo contacto físico con el chico, y decía a la gente que era feo. Mucho tiempo después, Lovecraft confesó a su esposa que la actitud de su madre hacia él había sido devastadora».

Mucho se ha dicho sobre la sexualidad de H.P. Lovecraft, desde el ser asexuado a un homosexual reprimido. Nada de todo eso es cierto. De hecho, no aborrecía ninguna práctica sexual en particular. Lo que H.P. Lovecraft aborrecía era el sexo en cualquiera de sus posibilidades.

Esto lo convirtió en un sujeto aún más aislado. No ponderaba sobre las virtudes de la abstinencia, sencillamente era indiferente al deseo; a tal punto que nunca supo realmente que la mayoría de los hombres jóvenes que integraban el llamado Círculo de Lovecraft, es decir, autores que lo consideraban un semidiós de la literatura, un tutor, un mentor y un amigo, y a quien consultaban permanentemente a través de cartas, eran abiertamente homosexuales.

Uno de estos hombres fue Robert Barlow, con quién H.P. Lovecraft escribiría varios relatos en colaboración, entre ellos: La noche del océano (The Night Ocean), La batalla que dio fin al siglo (The Battle That Ended the Century), Cosmos en colapso (Collapsing Cosmoses) y Hasta en los mares (Till a' the Seas).

Barlow era gay, y procuraba ocultarlo con escaso éxito. Inconscientemente introducía este elemento en sus relatos. Por ejemplo, en cierta ocasión le envió a H.P. Lovecraft el manuscrito original de un cuento, donde al final se revela una historia de amor entre dos hombres. Lovecraft, lejos de advertir los hábitos de su amigo, le envió una crítica que desnuda su completo desconocimiento de lo que ocurría a su alrededor:

«No existe el más mínimo motivo por el que un artista sano y maduro pueda desear ver o hablar con un pugilista barato y mediocre. Y si alguna trágica enfermedad o malformación confiriese al artista un interés anormal, se pasaría naturalmente la vida luchando por extirpar esa enfermedad... no exhibiéndola o alentándola como podría hacer un sujeto de grado inferior».

La opinión es dura, desde luego, pero no muy distinta de la que H.P. Lovecraft podría formular acerca de una historia de amor entre un hombre y una mujer.




Más sobre H.P. Lovecraft. I Autores con historia.


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1 comentarios:

Srita. Miseria dijo...

O sea que el mítico Lovecraft era al parecer asexual; esto me emociona e inclusive sorprende e intriga en partes iguales.

De momento, aunque sin poseer realmente la certeza, consideraba como posibles casos de asexualidad a Edgar Allan Poe y a Florence (Stoker) Balcombe, pero en ambos casos (y cualesquiera que se remonten a esa época de esta naturaleza) es impreciso saber con seguridad, salvo de aquellos pormenores que muy bien podrían haberse malversado con los años, pero no por menos sugieren a especular con respecto al tema en cuestión.



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