«Análisis de la naturaleza de un ataque psíquico»: Dion Fortune.
Análisis de la naturaleza de un ataque psíquico (Analysis of the Nature of Psychic Attack) es un artículo de la ocultista y psicóloga británica Dion Fortune (1890-1946), publicado póstumamente en el libro de parapsicología de 1971: Autodefensa psíquica (Psychic Self Defence).
Análisis de la naturaleza de un ataque psíquico de Dion Fortune se propone examinar las características de los ataques psíquicos y la forma más adecuada para defendese [ver: Ataques astrales]. Para ello aborda el tema desde los siguientes tópicos:
- Sugestión telepática: la clave de los ataques psíquicos.
- Cómo opera un ataque psíquico.
- Caso de ataque psíquico descrito.
- Correlación de los ataques con las fases de la luna.
Análisis de la naturaleza de un ataque psíquico.
Analysis of the Nature of Psychic Attack, Dion Fortune (1890-1946)
La esencia de un ataque psíquico ha de encontrarse en los principios y operaciones de la sugestión telepática. Si reunimos lo que sabemos de telepatía y lo que sabemos de sugestión, entenderemos su modus operandi.
La sugestión es de tres clases: Autosugestión, Sugestión Consciente y Sugestión Hipnótica. La distinción, sin embargo, no es tan fundamental como parece a primera vista; pues la meta de todas las sugestiones en la mente subconsciente es la misma, y no se vuelven operativas hasta que ésta se alcanza. La sugestión se distingue de las amenazas y las apelaciones a la razón por el hecho de que éstas apuntan a un blanco en la mente consciente. Si tienen éxito, deben su éxito a la aquiescencia de la personalidad consciente, por coerción o voluntariamente. Pero la sugestión no hace su apelación a la conciencia, sino que apunta a poner las manos sobre los brotes de acción en la subconsciencia, y manipularlos desde ahí.
Podríamos comparar estos dos procesos a la operación de tocar el pulsador de la campana por fuera de la puerta, y tomar un tablón del suelo y tirar de los mismos alambres de la campana. El resultado será el mismo en ambos casos, la campana sonará. Amenazas y argumentos pulsan el botón de la campana con grados variables de énfasis, desde el retintín persistente de la persuasión moral hasta el repiqueteo resonante del chantajista. La sugestión cruza los alambres en diversos puntos en su curso.
La autogestión se da por la propia mente consciente de uno a su propia mente subconsciente. Ahora, podéis preguntar, ¿por qué no puedo dar órdenes a mi mente subconsciente directamente, sin tener que recurrir a los atavíos de la sugestión? La respuesta a esta pregunta es muy simple. La mente subconsciente pertenece a una fase de evolución mucho más primitiva que la mente consciente; pertenece, de hecho, a una fase anterior al desarrollo del habla. Dirigirse a ella en palabras, por lo tanto, es como hablar a un hombre en un lenguaje que no entiende. A fin de tratar con él tenemos que recurrir al lenguaje de los signos. Así ocurre con la mente subconsciente. No es de utilidad alguna el decirla, «Haz esto», o «No hagas eso». Debemos hacer una imagen mental de la cosa que deseamos hecha, y mantenerla en la conciencia hasta que comience a hundirse en la subconsciencia. La mente subconsciente entenderá este cuadro, y actuará sobre él.
El actor que desea curarse del miedo al escenario, fracasará en hacerlo así si dice a su mente subconsciente. «No estés asustado», pues para un caballo ciego una inclinación de cabeza es tan buena como un guiño, igualmente, si hace un cuadro mental del temor al escenario y dice a su yo subliminal, «Ahora bien, no hagas eso», el resultado será desastroso, pues el yo subliminal verá el cuadro y omitirá la negación, porque la palabra «no» no tiene sentido para él. A fin de manejar efectivamente la mente subconsciente, hacemos un cuadro mental de la cosa que deseamos hecha, y la mantenemos en la mente por aplicaciones repetidas hasta que e! subconsciente comienza a ser influenciado y asume la tarea por su propia cuenta.
Este es el resultado final de toda sugestión, y las diferentes clases de sugestión se distinguen, no por la diferencia en el resultado final, sino por la puerta a través de la que entran a la mente subconsciente. La autosugestión se origina en nuestra propia conciencia; la sugestión despierta se origina en la mente de otro y es transmitida a nuestra mente por los canales ordinarios de la palabra hablada o escrita; la sugestión hipnótica entra directa a la mente subconsciente, sin incidir en absoluto sobre la conciencia.
La sugestión hipnótica (que significa, literalmente, sugestión hecha durante el sueño, y es hasta cierto punto un nombre equivocado) es de tres clases: en primer lugar, la verdadera sugestión hipnótica hecha cuando se ha vuelto al sujeto insensible por pases magnéticos o fijación de los ojos sobre un objeto brillante; en segundo lugar, la sugestión dada durante el sueño normal, como Coué aconseja que debería hacerse con los niños, en mi opinión un procedimiento sumamente indeseable; y, en tercer lugar, la sugestión telepática. Todos estos modos de sugestión entran a la mente por detrás del censor; es decir, son independientes de la conciencia, a la que no se le pide cooperar, ni tiene el poder de inhibirlas.
En la mayoría de los casos, las sugestiones hechas de este modo nunca son reconocidas como viniendo desde fuera, sino que sólo son descubiertas después de que han madurado en la subconsciencia y están comenzando a tener efecto. No vemos la semilla invisible, que ha sido sembrada en nuestra mente por la mente de otro, pero en el curso debido la germinación tiene lugar, y el brote de fuerte crecimiento aparece por encima del umbral de la conciencia como si fuera vegetación nativa. El sugestionador mañoso siempre busca hacer armonizar sus sugestiones con el sesgo de la personalidad; pues si no lo hacen así, los complejos subconscientes establecidos las expelarán antes de que tengan tiempo de echar raíces. Todo lo que él puede realmente hacer es reforzar y estimular las ideas e impulsos que ya están ahí. No puede injertar un renuevo de rosa en un cultivo de lilas, pues meramente se mustiará y morirá.
Para que tenga lugar el crecimiento de las semillas de pensamiento deben encontrar un suelo con el que congenien. Es aquí donde yace la fuerza de la defensa. Podemos no ser capaces de impedir que las mentes de otros nos envíen sugestiones, pero podemos purificar de tal modo el suelo de nuestras propias naturalezas que ninguna sugestión dañina pueda encontrar un lecho de siembra con el que congenie. Es una cuestión simple el arrancar una planta pequeña de ortiga, pero es un asunto bien diferente el erradicar un plantado espeso de raíces enmarañadas y brotes pinchudos, de muchos años de edad.
Se ha dicho, y no sin verdad, que una persona no puede ser hipnotizada a hacer alguna cosa que es contraria a su naturaleza real. Pero ¿cuál es la naturaleza real de cada uno de nosotros? ¿Hemos superado todos al mono y el tigre, o están meramente enjaulados? La sugestión puede abrir la jaula de todas nuestras tentaciones secretas y dejarlas sueltas sobre nosotros. Nadie, sino el santo, es naturalmente inmune. Es posible reducir a cualquiera a cualquier cosa supuesto que la sugestión tenga un alcance sin contrarrestar por una longitud de tiempo suficiente. La mujer más pura puede ser hecha una ramera, el hombre más noble un asesino bajo ciertas condiciones. Es necesario el conocimiento para protegerse, y es ese conocimiento lo que pretendo dar en estas páginas.
Consideremos ahora exactamente cómo opera un ataque psíquico. En los dominios de la mente no hay ni tiempo ni espacio tal como los entendemos. No me propongo argüir esta afirmación filosóficamente, sino establecerla como un hecho de experiencia que cualquiera que esté acostumbrado a operar en los Planos Internos habrá compartido. Si pensamos en una persona, estamos en contacto con esa persona. Si la imaginamos claramente, es como si estuviéramos cara a cara con ella. Si la imaginamos vagamente, es como la viéramos en la distancia. Estando en la vecindad mental de una persona, podemos crear una atmósfera de pensamiento reflexionando sobre ciertas ideas en conexión con ella. Así es como se hace la curación espiritual. Las afirmaciones de la Christian Science se usan a fin de poner la mente del sanador en un cierto estado emocional, y su condición influencia efectivamente la mente del paciente con el que se ha puesto en rapport.
Este poder, sin embargo, puede ser usado tanto para el mal como para el bien; la Fundadora de la Christian Science fue lo suficientemente sabia para poner su enseñanza de tal modo que sus estudiantes no discernieran fácilmente el segundo filo de la espada. Mientras el mundo en general fuera ignorante de los poderes de la mente, era mejor que nada se dijera por aquellos que conocían, porque el conocimiento, si se esparciera indiscriminadamente, podría hacer más daño que bien, dando información a aquellos que no deberían tenerla. Pero ahora que tanto se conoce en general e incluso se practica, es conveniente que los hechos reales sean conocidos también y toda la cuestión sea traída a la luz pública, y hasta donde queda en mi poder estoy preparada a hacer esto.
Cualquier mensaje a la mente subconsciente debe estar apoyado en términos muy simples, porque el pensamiento subconsciente es una forma primitiva de mentación, desarrollada antes de que el lenguaje hablado fuera conocido por la humanidad. La meta primaria de la sugestión es crear una atmósfera mental alrededor del alma de la persona, sea que esa persona ha de ser atacada o curada, hasta que se educe una respuesta o reacción simpática dentro del alma misma. (Uso del término alma para incluir tanto los procesos mentales como emocionales, pero para excluir los espirituales). Una vez que se ha conseguido esta reacción, la batalla está medio ganada, pues la puerta de la ciudad ha sido abierta desde adentro, y hay entrada libre. La sugestión telepática de ideas definidas puede proceder ahora rápidamente.
Este es el punto que es el crítico en cualquier ataque oculto. Hasta este punto, el defensor tiene la ventaja. Si tiene el suficiente conocimiento, el conocimiento que confío en hacer disponible a través de este libro, puede sin ninguna exerción indebida retener esa ventaja indefinidamente, y desgastar a sus atacantes, incluso si es incapaz de enfrentárseles sobre su propio terreno de conocimiento oculto. No hay nada en este mundo o el siguiente que un hipnotizador pueda hacer con la persona que mantiene su presencia de mente y no presta atención.
Hay dos puertas, y sólo dos, por las que el atacante puede conseguir la entrada a la ciudad del Alma del Hombre, y éstas son el Instinto de Autoconservación y el Instinto Sexual. La apelación hipnótica debe estar apoyada en términos de uno o ambos de éstos si es que ha de tener éxito. ¿Cómo procede el atacante? Tiene que crear una atmósfera alrededor del alma de su víctima en los Planos Internos. Sólo puede hacer esto creando esa atmósfera dentro de su propia conciencia mientras piensa en su víctima. Si desea ejecutar un asesinato psíquico, debe llenar su propia alma con la furia de la destrucción hasta que se desborda. Si desea ejecutar un estupro psíquico, debe llenar su alma con lujuria y crueldad. La rabia fría de la crueldad es esencial para las operaciones efectivas de esta naturaleza. Ahora bien, ¿qué sucede cuando hace esto? El ha hecho sonar una nota clave en el Abismo.
Será respondida. Todos los seres que tienen esta nota clave como base de su naturaleza responderán —«Oscuros Uriel y Azrael y Ammon en vuelo»— y se unirán en la operación. Pero ellos no operan directamente sobre la víctima, trabajan a través del operador. Es como el viejo juego de «Nuts and May» en el que el que es enviado «para llevársela» es agarrado alrededor de la cintura por el conductor de una cadena de sostenedores. La presión real viene sobre sus propios músculos abdominales, como cualquiera que haya jugado el juego lo recordará.
Y cuando la operación mágica ha terminado, ¿qué entonces?, ¿se le dejará al operador que goce de su víctima en paz? ¿ES VEROSÍMIL? Esta es la base mística de la historia de Fausto. El Diablo podría estar no sólo deseoso sino ansioso de capacitar al Dr. Fausto para conquistar a Margarita, pero vino a por su alma en el tiempo apropiado. Podemos recordar también que si Margarita no hubiera respondido al señuelo de la Canción de la Joya ella no se habría convertido en una víctima. El punto débil en la defensa estaba después de todo en su propia naturaleza.
Hemos considerado el modus operandi de la sugestión telepática en detalle porque forma la base real de toda clase de ataque oculto. Sea una entidad desencarnada, un ser de otro orden de evolución, un demonio del Foso, o meramente el alma golpeada por el miedo de un amigo egoísta, adhiriéndose a la vida de la forma sin consideración de las consecuencias, en todos los casos el gambito de apertura es el mismo. Hasta que el aura no sea atravesada, no puede haber entrada al alma, y el alma siempre es horadada desde adentro por la respuesta de miedo o de deseo que va hacia afuera hacia la entidad atacante. Si podemos inhibir esa reacción emocional instintiva, el borde el aura permanecerá impenetrable, y será una defensa tan segura contra la invasión psíquica como una piel sana y sin rupturas lo es contra la infección bacteriana.
Sucede a veces, sin embargo, que se ha formado una relación con la entidad atacante en una encarnación anterior, y guarda por lo tanto, como si fuera, la llave del postigo. Tal problema es muy difícil, y se necesita asistencia externa para su solución. La dificultad es aumentada por el hecho de que la víctima es a menudo contraria a que se haga la ruptura, estando ligada a la entidad atacante sea encarnada o desencarnada, por lazos de fascinación, o incluso afecto genuino.
Un caso con el que estaba familiarizada arroja tantísima luz sobre diversos aspectos de interferencia psíquica por almas encarnadas que operan fuera de sus cuerpos, que es de valor el acotarlo largamente. En el verano de 1926 vi en los periódicos un corto párrafo que describía la muerte de cierto hombre y su mujer, que tuvo lugar a pocas horas una de la otra. Un par de años antes había sido consultada por una amiga de la esposa, que estaba profundamente perturbada por el estado de las cosas, y sospechaba una interferencia psíquica. La esposa, Mrs. C. la llamaremos, había empezado a estar preocupada por pesadillas, despertándose en un estado de miedo intenso, oyendo el eco de palabras amenazantes resonando en sus oídos. Aproximadamente al mismo tiempo el marido Mr. C. desarrolló lo que a primera vista parecían convulsiones epilépticas. Un diagnóstico cuidadoso por especialistas, sin embargo, determinó que, aunque epileptiformes, no eran una verdadera epilepsia. La epilepsia es debida a una tendencia congénita, cuya naturaleza no es comprendida completamente por la ciencia médica, o a alguna injuria o enfermedad del cerebro.
En la epilepsia congénita la enfermedad se muestra tempranamente en la vida; en las convulsiones debidas a una enfermedad, hay presentes otros síntomas que pueden ser detectados por un examen físico, tal como cambios en el ojo que son revelados por el oftalmoscopio. El diagnóstico puede por tanto ser establecido definidamente. Más aún, hay un signo seguro por el que una convulsión epiléptica puede ser distinguida con certeza de un ataque histérico o psíquico. En la verdadera epilepsia la orina es evacuada involuntariamente en el curso de la crisis. Este es un signo seguro, y cuando está ausente podemos estar seguros al decir que la crisis no es epiléptica, cualquiera otra cosa que pueda ser. Este es un punto útil para aquellos que tienen que tratar con las patologías que afligen al temperamento psíquico, pues verán numerosos ataques, y tener un método seguro de distinguir los que son de origen orgánico resulta muy útil. No debemos, sin embargo, concluir que todos los casos de tal incontinencia son epilépticos, pues hay muchas otras causas, tanto orgánicas como funcionales.
En el caso de Mr. C. este síntoma cardinal faltaba. Los ataques, más aún, siempre tuvieron lugar en el sueño, y parecía como si fueran más de la forma de una pesadilla severa, lindando con el sonambulismo. Era un curioso factor en el caso que las pesadillas de Mrs. C. siempre anunciaban los ataques de Mr. C. Estos sucesos mostraban una cierta regularidad cíclica, ocurriendo cerca de una vez al mes. En el caso de una mujer esto sería referido naturalmente al ciclo de veintiocho días de su naturaleza, pero en el caso de un hombre, no aparecía tal explicación, y tuvimos por tanto que buscar otro ciclo de veintiocho días para explicar su periodicidad. El único otro ciclo de este período es el de las fases de la luna.
Estábamos pues enfrentados a una correlación de ataques epileptiformes, que no tenían base orgánica, las pesadillas de una segunda persona, y las fases de la luna. Tenía que encontrarse alguna teoría que resumiera estos tres y explicara su interrelación. Un sueño es comúnmente el modo primero en el que se dan a conocer las manifestaciones psíquicas, siendo reflejadas las percepciones subconscientes de esta forma en la conciencia.
Es sostenido por muchos ocultistas que la epilepsia congénita, por distinción a la debida a tumores del cerebro, tiene sus raíces en las operaciones de magia negra o brujería en las que el paciente participó en una vida pasada, sea como practicante o como víctima, siendo la crisis una lucha astral con una entidad desencarnada, reflejada en el cuerpo físico por medio del fenómeno bien conocido de la repercusión. La luna juega una parte muy importante en todas las operaciones ocultas, estando disponibles diferentes corrientes en fases diferentes de su ciclo. Perséfona, Diana y Hécate, aspectos todos de la Luna, son tres personas muy diferentes.
Parecía por lo tanto probable que como la investigación física no había conducido a nada, una investigación psíquica podría rendir frutos. Se llevó a cabo una. Y con los resultados siguientes. No se discernió nada en absoluto con relaciona Mrs. C. Ella era meramente lo que los juristas llaman un accesorio detrás del hecho. Pero pronto se captó la huella psíquica de Mr. C. y se siguió, y apareció que en su última encarnación había estado asociado con dos mujeres, madre e hija, que habían practicado la brujería en su provecho. La más joven de las dos mujeres había sido su concubina por un corto tiempo. Madre e hija habían pagado el castigo por sus crímenes, pero su compañero masculino había escapado.
El diagnóstico fue como sigue: Es la bruja joven la que está en el fondo del problema. Son sus visitas astrales las que causan los ataques de Mr. C. y las pesadillas de Mrs. C., y se correlacionan con las fases de la luna porque ciertas fases son favorables para la operación que ejecuta, y ella por tanto saca partido de ellas. Queda ahora la pregunta, ¿está ésta mujer en encarnación, o no? Es decir, ¿es hecha la visita de medianoche en un cuerpo astral proyectado por un ser humano viviente, o por un espíritu ligado a la tierra que ha tenido éxito en evadir la Segunda Muerte?
Mrs. C. se había dado por entonces a la confianza de la amiga mutua que estaba interesada por su bienestar, y prestó un rápido oído a la sugestión de que alguna influencia psíquica podría estar al fondo del problema, pues esta explicación coincidía con sus propias intuiciones sobre la cuestión, intuiciones que no se había atrevido a divulgar por miedo al ridículo. Cuando se la preguntó si podría identificar a alguien en el círculo de los conocidos de su marido que pudiera probar ser la joven bruja, replicó inmediatamente que podía sin dificultad identificar a ambas mujeres, y contó la siguiente y curiosa historia.
Identificaba a la bruja mayor con la madre de su marido, una señora de edad que ocupaba una serie de habitaciones en su casa. Mrs. C. había tenido siempre un horror y una repulsión peculiares por esta vieja criatura inofensiva, aunque admitía que no había bases racionales para ello, y se esforzaba honestamente por cumplir su tarea junto a ella. Tan grande era su horror a la vieja señora que nunca quería permanecer en la casa después de que su marido la hubiera dejado en la mañana para ir a su oficina, sino que se iba a su club si es que no tenía otro compromiso. Entre los frecuentadores de la casa había una amiga íntima de la vieja Mrs. C., una mujer de peculiar temperamento psíquico, que siempre llamaba madre a la vieja señora, y estaba singularmente apegada a ella. Ella estaba también muy apegada a Mr. C., pero sus sentimientos nunca excedían, exteriormente en cualquier caso, los límites de propiedad, y Mr. C., que estaba apegado sinceramente a su propia esposa, nunca la prestó la más ligera atención, mirándola como la amiga de su madre, y como tal a ser tolerada.
Mrs. C. sin vacilación identificó a Miss X, como la llamaremos, como la joven bruja. Se hicieron entonces investigaciones concernientes a su historia, y se descubrió una historia muy curiosa. Cuando era una chica joven se había prometido con un hombre que, pronto después de que se anunció el compromiso, había desarrollado una consunción galopante y había muerto después de una corta enfermedad con una hemorragia violenta. Poco después de esto, la hermana de Miss X. también se prometió, y por una extraña fatalidad su amante compartió la misma suerte, muriendo como murió el otro hombre, en un flujo de su propia sangre.
Pasaron los años, y Miss X. se prometió de nuevo. Pronto el segundo amante cayó enfermo, no, esta vez, con consunción galopante, sino con una forma más dilatada del mal, en la que la hemorragia era el síntoma principal. El parecía ir de hemorragia en hemorragia, y esto continuó por años. Miss X., una mujer de considerable medios privados, tomó una casa, instaló a una tía como rodrigón, y llevó a su novio a vivir allí y ser cuidado por ella. Pronto la tía desarrolló síntomas de enfermedad; parecía estar drenada de toda vitalidad y por algunos días en ciertos momentos quedaba inconsciente, pero nunca se descubrió una causa específica para su enfermedad. Este peculiar hogar continuó durante años, viviendo Miss X. en su gran casa con estas dos criaturas moribundas yendo de ataque en ataque.
Ella era una visitante constante del hogar de los C., tanto durante la vida de la primera esposa de Mr. C. como de su segunda, la amiga de mi amiga. A la muerte de la primera esposa de Mr. C. tuvo grandes esperanzas, se observó, de que las atenciones de él se volvieran hacia ella, pero no lo hicieron; no obstante ella se tragó su desazón,y tuvo éxito en mantener su posición como una amiga íntima de la familia cuando la nueva Mrs. C. vino a presidir la casa.
Se le sugirieron ciertos métodos de protección a Mrs. C., que la ayudaron considerablemente, pero no era posible excluir a Miss X. de su casa debido a su intimidad con la vieja señora. En el curso debido, sin embargo, Mrs. C. tomó una resolución y dijo que no quería tener que ver mas con Miss X. Mr. C. concurrió en esto, pues él había tenido siempre una repulsión por Miss X., y sólo la había tolerado en razón de su madre.
Poco después de esto Mrs. C. empezó a sentirse mal, la indisposición progresó lentamente, hasta que finalmente, aunque no tenía síntomas definidos, se vio obligada a consultar a un doctor en razón de su debilidad en aumento persistente y una sensación de malestar. Se hizo un diagnostico de un cáncer de matriz rápidamente creciente. Se llevó a cabo una operación, que dio un alivio temporal, no se esperaba que hiciera nada más, y ella fue para abajo constantemente. Hacia el final cayó en la inconsciencia, y al mismo tiempo Mr. C. también se volvió inconsciente, teniendo aparentemente una de sus crisis en el sueño, del que nunca se despertó. Murieron a unas pocas horas uno del otro. La primera mujer de Mr. C. había muerto también de cáncer de matriz. Alrededor de este tiempo la tía y el novio de Miss X. murieron a poco tiempo el uno del otro, y lo último que se oyó de Miss X. es que había sido llevada a una casa de cuidados con una severa crisis mental.
Tomado separadamente, cualquiera de los incidentes de esta historia extraña y llena de acontecimientos puede ser justificado, pero tomados conjuntamente hacen una historia curiosa, especialmente cuando se recuerda que sin ninguna información previa una investigación psíquica había apuntado a la existencia de una persona con facultades anormales que estaba interesada en Mr. C. El cáncer es una enfermedad sobre la que ciertas hipótesis ocultas arrojan un buen montón de luz. Se cree que es una enfermedad del doble etérico, no del cuerpo físico, y que el factor de infección es un «Elemental del Cáncer».
Probar o desaprobar algo concerniente a la anterior historia es imposible, pero la siguiente hipótesis oculta puede explicar mucho. Si no es aceptada esta hipótesis, los lectores pueden encontrar un ejercicio interesante para su ingenuidad en construir otra que explique más satisfactoriamente las circunstancias del caso. Miss X. retenía subconscientemente el conocimiento y los poderes que habían sido suyos durante la vida anterior cuando estuvo implicada en el culto brujeril. Ella también retenía su pasión por Mr. C., una pasión que, obviamente, no era correspondida. Empleó su poder de proyección del cuerpo astral para visitar a Mr. C. por la noche, durante el sueño. En la ausencia de detalles es imposible decidir claramente si la «crisis» de Mr. C. era una lucha o un abrazo. Podría ser cualquiera de ambos, o podría ser ambos a la vez, una lucha inicial que terminase en un abrazo. Los sueños de Mrs. C. obviamente se relacionaban con la misma visitante astral que causaba los ataques de Mr. C. No hay, desgraciadamente, registro alguno para mostrar en qué fase de la luna tuvieron lugar estos ataques, pero presumiblemente en la fase de Hécate, que es el período de la brujería del mal.
La condición del novio de Miss X. y su tía, y la muerte de su primer amante, apuntan señaladamente hacia el vampirismo. Es difícil creer que un tísico continuase por tantísimos años sin que su enfermedad fuera comprobada o hiciera un progreso definido Es difícil decir qué conexión, si es que había alguna, podía haber entre Miss X. y la muerte del amante de su hermana, pero es una cosa curiosa que tres hombres, asociados con esta malhadada casa como futuros maridos, perdieran sus vidas del mismo modo. Esto, junto con la misteriosa enfermedad de la tía es muy sospechoso. Como se señaló antes, cualquiera de estos incidentes podría ser justificado, pero reunidos exigen reflexión. Es curioso también que Miss X. mantuviera a su novio en su casa y sin embargo no se casara con él, una situación desde todos los puntos de vista con muchos inconvenientes y sin ventajas. Por otro lado, si sus sentimientos estaban fijos sobre Mr. C., y estaba obteniendo visitas astrales satisfactorias naturalmente no querría romper su relación con el hombre al que amaba dándose al hombre que no amaba. Si ella era un vampiro, su motivo para mantener a la tía y al amante en su casa, y en su condición, sería rápidamente explicado. También su crisis, que siguió inmediatamente tras sus muertes.
El hecho de que la primera mujer de Mr. C. muriera de cáncer de matriz no exige por sí mismo un comentario, pero es una cosa curiosa que é¡ perdiera a su segunda esposa de la misma enfermedad. El cáncer no es tan común como todo eso, y en cualquier caso, hay muchos otros sitios disponibles aparte de la matriz. Por otro lado, Diana, uno de los aspectos de la Luna, de la que Hécate, la diosa de las brujas, es otro, preside sobre los órganos reproductores de la mujer. La enfermedad de Mrs. C. empezó a aparecer poco después de que Miss X. fuera excluida de la casa.
Finalmente, ¿qué diremos concerniente a las muertes de las tres personas más íntimamente asociadas con Miss X. en un corto tiempo una de la otra, y su crisis inmediata? En la ausencia de detalles cualquier conclusión debe ser una adivinanza, pero tenemos buenos apoyos para suponer que las operaciones mágicas de Miss X. fueron acompañadas de algún contratiempo. Puede decirse que tal teoría es la improbabilidad más salvaje, y que hace violencia a todas las leyes de la evidencia. Téngase, sin embargo, presente que dos años antes de que estas cuestiones acaecieran, fue sospechado el trabajo de una bruja en conexión con los ataques epileptiformes de Mr. C., y fue indicada la naturaleza de su relación con él; e investigaciones posteriores revelaron los curiosos hechos en conexión con la historia y el hogar de Miss X.; nótese también que los acontecimientos que posteriormente ocurrieron son como los que han sido registrados en muchos relatos de juicios de brujas. Es una máxima científica que el poder de predecir el curso de los fenómenos es una buena indicación de la verdad de una teoría.
Libros de parapsicología. I Dion Fortune.
El análisis y resumen del artículo de Dion Fortune: Análisis de la naturaleza de un ataque psíquico (Analysis of the Nature of Psychic Attack) fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
2 comentarios:
Hola les mando un saludos soy vampira energetica no le hago daño a nadie porque tratan te decir que somos dañinos yo no he robado la energia a nadie siempre me mantengo en alejada de los demas y eso me ha ayudado ami misma a sequir con mi vida aparte espero que aqui no salgan ofendidos y nosotros no necesitamos ni ayuda propia estamos mejor asi espero que le sirva esto y me gusta mucho el libro
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