Qué es un "Déjà vu" y cómo funciona


Qué es un «Déjà vu» y cómo funciona.




Déjà vu significa literalmente «ya visto»>. Es, técnicamente, una paramnesia, es decir, la sensación de experimentar algo que ya se ha visto en otra ocasión. El término fue forjado por el investigador francés Émile Boirac (1851-1917) en su libro: El futuro de las ciencias psíquicas (L'Avenir des sciences psychiques).

Lo interesante del Déjà vu es que se trata de una sensación que todos hemos experimentado con mayor o menor frecuencia. A menudo esa sensación suele ir acompañada por una fuerte convicción de familiaridad combinada con cierto sobrecogimiento.

Imaginemos una situación: estamos cómodamente sentados en un parque, conversando, leyendo, o simplemente relajándonos. De repente, sin razón aparente, tenemos la sensación extraña de haber vivido esa situación con anterioridad. No me refiero a una situación más o menos parecida, sino a la misma.

El Déjà vu es, en cierta forma, como un palipsesto cognitivo; una situación actual que parece calcada o sobreescrita sobre un evento idéntico del pasado. En resumen, el Déjà vu es la sensación de haber vivido una misma situación dos veces.

Sin embargo, existe un trampa.

Es normal, y hasta lógico, que algunas cosas nos sugieran haberlas vivido con anterioridad: una melodía, un lugar, un aroma, pueden parecer idénticos a otros que ya hemos experimentado. No obstante, el Déjà vu se caracteriza por dejar una impresión de extrañeza, de sobrecogimiento, como si algo en la continuidad del tiempo estuviese jugándonos una broma cósmica.

Ahora bien, existen distintos tipos de Déjà vu, ya que no todos se producen como reacción frente a un mismo tipo de estímulo. Repasemos algunos.

Déjà vécu, «ya vivido». Para definir el Déjà vécu utilizaremos un párrafo de la novela David Copperfield (David Copperfield) de Charles Dickens:


Todos hemos tenido la sensación espontánea de que lo que estamos diciendo o haciendo ya lo hemos dicho y hecho con anterioridad, en una época remota; de haber estado rodeados, hace tiempo, por los mismos rostros, objetos y circunstancias; de que sabemos perfectamente lo que diremos a continuación, como si de pronto lo recordásemos.


Dickens da en la tecla. La mayoría de las Déjà vu son, en realidad, sensaciones de Déjà vécu, es decir, la impresión de haber vivido exáctamente lo que estamos viviendo en el presente. Estadísticamente hablando, el Déjà vécu se da con mayor frecuencia entre los 15 y los 25 años, cuando la psíquis se muestra particularmente atenta a cualquier cambio en el entorno.

El Déjà vécu suele ser una sensación que se dispara frente a un suceso frívolo, banal, cotidiano, con nulo impacto. No solo tiene relación con la vista, es decir, con lo que supuestamente ya hemos visto, sino que agrupa una gran cantidad de detalles circunstanciales, generando la sensación integral de estar experimentando algo exactamente como sucedió en algún otro momento.

Déjà senti, «ya sentido»; el Déjà senti es una sensación que se relaciona exclusivamente con un hecho mental, con una idea o un pensamiento, que nos dejan la impresión de haber aparecido de forma idéntica en el pasado, a menudo frente a una situación que también presenta características familiares.

En la mayoría de los sujetos el Déjà senti carece de valor precongnitivo, y pocas veces se conserva en la memoria. Suele dispararse frente a un olvido momentáneo, por ejemplo, cuando tratamos de recordar intensamente algo sencillo pero que por alguna razón no logramos evocar. Cuando finalmente lo recordamos, por ejemplo, un nombre esquivo, nos embarga una sensación de absurdo o ridículo. ¿Cómo fuimos incapaces de no recordar algo tan conocido?

Tras este halo de absurdo aparece una leve sensación de satisfacción, de gratificación. Recordamos cosas constantemente, sin que jamás nos detengamos a recompensarnos por nuestra pericia. Esta clase de Déjà senti es similar a un sacudón, a una descarga eléctrica, como si la mente estuviese momentáneamente obturada para acceder a un dato banal, y que al abrirse paso hacia la conciencia logra distraernos de cualquier otra cosa que estuviésemos haciendo.

Todos lo hemos experimentado, quiero decir, ese efecto galvanizante de algo que estuvimos buscando en la memoria y que aparece luego, a veces horas o incluso días después.

Déjà visité, «ya visitado»; el Déjà visité es un tanto más complejo, y, en consecuencia, más sobrecogedor. Implica la sensación de conocer un sitio que claramente es nuevo y donde nunca antes hemos estado.

El sujeto que experimenta el Déjà visité siente una familiaridad rotunda con en ese lugar que jamás ha visitado, pero cuya arquitectura o geografía no parecen reservarle ningún secreto.

Los que están a favor de los fenómenos paranormales explican el Déjà visité como resultado de viajes extracorporales y sueños lúcidos, donde la mente del sujeto podría haber viajado a ciertos lugares físicos y luego conservar un recuerdo más o menos acabado. Otros, entre ellos Nathaniel Hawthorne y Walter Scott, sospechan que la lectura de una descripción minuciosa de un lugar, e incluso oír a alguien hablándonos de un sitio que no conocemos, puede desencadenar esta sensación cuando luego se lo visita.

A propósito de Nathaniel Hawthorne conviene citar su obra: Nuestro viejo hogar (Our Old Home), donde comenta haber reconocido las ruinas de un viejo castillo inglés que nunca antes había visito. La sensación de familiaridad fue tan intensa que Hawthorne resolvió encontrar su origen. Finalmente lo halló en un ensayo de Alexander Pope escrito doscientos años antes, que él mismo había leído en su juventud, y que dejó una impresión indeleble en su inconsciente.

En su obra de 1952: Sobre la sincronicidad, relaciones entre causales y principios (Synchronizität als Prinzip akausaler Zusammenhänge), el psicólogo Carl Jung nos deja un breve comentario sobre el Déjà visité:


Para distinguir el Déjà visité del Déjà vécu es importante identificar la matriz de la sensación. El Déjà vécu está relacionado con las sucesos temporales, mientras el Déjà visité tiene que ver con la geografía y las relaciones espaciales.


No podemos dejar de mencionar a quienes sostienen que el Déjà vu no es una anomalía de la memoria, sino más bien una especie de precognición. En este sentido, el argumento más utilizado tiene que ver con la sensación de que una experiencia determinada del presente parece más recordada que vivida: el aquí y ahora que parecen recuerdos.

En la época de Charles Dickens, por ejemplo, el Déjà vécu (no necesariamente con este nombre) era explicado como un retraso en el recorrido óptico, es decir, como si hubiese una demora en el procesamiento visual del cerebro, generando la sensación de estar viendo algo por segunda vez cuando en realidad es la primera vez que lo advertimos.

La mayoría de los casos de Déjà vu dejan una marca bastante fuerte, que sacude al sujeto, pero las circunstancias que supuestamente la han desencadenado, esa experiencia anterior que parece calcada, son totalmente inciertas. Es muy difícil, por no decir imposible, que frente a un Déjà vu podamos citar cuándo, dónde y cómo ocurrió el evento original.

Algunos investigadores sostienen que esta imposibilidad es perfectamente lógica, ya que no hay un recuerdo ni una situación idéntica en el pasado, sino un lapsus en la memoria, una grieta cognitiva que nos lleva a creer que recordamos algo que de hecho está ocurriendo en ese preciso momento.

Como reacción ante esa anomalía de la memoria, el sujeto normalmente se afirma sobre cimientos sólidos, por ejemplo: «ya viví esta situación», «ya estuve aquí antes», «ya escuché exactamente lo que estás diciendo». Nada de todo eso es real, o al menos objetivamente real. El Déjà vu es un desplazamiento de los centros neuronales responsables de la memoria a corto plazo. En otras palabras, una falla del sistema que hace que un hecho actual aparezca como algo surgido de algún arcón escondido de la memoria.

Una de las teorías más interesantes sobre el origen del Déjà vu, o, para ponerlo en términos menos genéricos, una de las teorías que más me interesan; tiene que ver con una diferencia de amplitud en los niveles cognitivos, como si hubiese un retraso en la recepción de los estímulos externos.

En este sentido, el inconsciente percibe el entorno antes que nuestro consciente, provcando un efecto muy peculiar: que nuestra propia conciencia, es decir, nuestro Yo, perciba por primera vez algo que ya está archivado en la memoria, aunque sea por una diferencia infinitesimal.

Finalmente debemos citar dos fenómenos relacionados con el Déjà vu: el Jamais vu («nunca visto»), no recordar algo que el sujeto sabe que vio o vivió con anterioridad; y el Presque vu («casi visto»); un «casi recuerdo», la sensación de «tener algo en la punta de la lengua» sin lograr recordarlo del todo.




El lado oscuro de la psicología. I Fenómenos paranormales.


Más literatura gótica:
El artículo: Qué es el Déjà vu y qué significa fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

Unknown dijo...

¿Dónde se podría ubicar entonces, el haber estado pensando algo, a punto de dormir, y tener un déjà vu sobre ese pensamiento? Es el más fuerte que tuve y después de años todavía lo recuerdo.
Estaba divagando entre pensamientos antes de caer dormida, asociaciones extravagantes (típicas del estado), y de la nada fue como si se sobreimprimió algo. Obviamente me terminó por despertar, y me costo entender como funcionó. Es posible que sea por el mismo estado de somñolencia, pero fue curioso. Hasta entretenido.
En fin, buen articulo. xoxo.



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Taller gótico.
Poema de Hannah Cowley.
Relato de Thomas Mann.

Apertura [y cierre] de Hill House.
Los finales de Lovecraft.
Poema de Wallace Stevens.