Cómo escribir un poema gótico


Cómo escribir un poema gótico.




Hay autores que, desilusionados con la reglas más elementales, por ejemplo, la sintaxis, deciden emprender una nueva forma de hacer poesía; pero para romper las reglas primero es necesario conocerlas a la perfección. En términos judiciales, uno no es culpable de un crimen si no está en condiciones de discernir la criminalidad de sus actos.

En este contexto, la literatura gótica es un terreno en el que abundan personajes más bien nefastos.

Una rima no es un poema. Nadie te obliga a conocer las normas de un alejandrino, sumamente eficiente para los poetas de memoria rasante, o de un endecasílabo, por ejemplo, para escribir en tu diario personal; pero si tu idea es escribir poesía para que alguien más la lea, es deseable tener la amabilidad de escribir algo sin demasiadas aspiraciones rupturistas.

La poesía, en definitiva, es hija de la oralidad. Se lee, por supuesto, pero su esencia es oral; es decir, la poesía es hija del canto, de la música.br />
Todo el mundo sabe, o finge saber, que no existe género tal como la poesía gótica; sin embargo, si sos de esas personas que no se limitan a lo que los académicos resuelven bautizar oficialmente, es importante que conozcas algunos secretos para escribir poesía.

Lo principal en toda obra poética es elegir un tema.

Quizás este tenga que ver con algún amor perdido, con la muerte, la nostalgia, la tristeza, la melancolía; en fin, las posibilidades de la desgracia humana son infinitas.

Lo único necesario es que sepas de qué vas a hablar, o mejor dicho, lo que deseás transmitir; y luego prepararte para multiplicar esa búsqueda. Un poema que solo tiene una interpretación posible es un mal poema.

Ahora pasamos al desarrollo del poema.

Escribimos con signos, con palabras, de modo tal que resulta indispensable que conozcas algunas. Si tus recursos son falsos, artificiosos, o bien escasos, tu poema no logrará el efecto que deseas.

También es importante la economía. Ciertos poetas caen fácilmente en un lenguaje barroco, excesivamente ornamentado, que deja en el lector la impresión de estar frente a un autor vanidoso, en el mejor de los casos, o directamente inseguro.

Si tu poema es sobre la tristeza, es aconsejable evitar palabras que refieran directamente a este estado emocional. Lo que buscás es transmitir tus sentimientos, no describirlos.

Tampoco es cuestión de evadir definiciones contundentes. Si la palabra que buscás para tu poema es estremecer, es conveniente utilizarla sobre otros recursos más simplistas, como me da cosa, por ejemplo.

Si con una sola palabra podemos definir aquello que deseamos transmitir, no hay que utilizar dos; caso contrario se recomienda un cambio de género. La novela gótica es una buena opción.

Hay un camino que el lector siempre aprecia, a veces inconscientemente: la eficacia.

Si tienes una tendencia hacia lo barroco, bueno, deberías evitarla todo lo posible. Un buen poeta siempre suena natural, precisamente porque utiliza las palabras que conoce y las emplea con total fluidez; no parecen insertadas a la fuerza dentro del poema.

Y para que las palabras no suenen artificiosas, para que el lector sienta que son tuyas, es necesario leer, y mucho.

Un último consejo para escribir poesía gótica: la literatura es un arte, y como todo arte, es un vehículo incompleto, que necesita de un receptor para existir.

La imaginación del autor debe estimular a la del lector, incitarla con texturas y sutilezas, forzarlo, de algún modo, a que se involucre activamente en el hecho poético.

Tomemos como ejemplo el poema: La cita, de Delmira Agustini:


Y esperarás sonriendo, y esperarás llorando!
cuando llegue mi alma, tal ves reces pensando
que el cielo dulcemente se derrama en tu pecho.

Para él, amor divino, ten un diván de calma
o con el lirio místico que es su arma, mi alma
Apagará una a una las rosas de tu lecho.


Notemos la ausencia de tumbas, mausoleos, criptas y lápidas; sin embargo, nadie podría decir que no aspira a ser catalogado como un poema gótico.

Notemos ahora la inusual ausencia de descripciones o referencias circunstanciales: no sabemos si el cielo estaba nublado, ni cuan blanco es el lirio, ni la forma del lecho. Ignoramos de quien es aquel pecho ni cómo se hace para apagar una rosa.

Todo esto sucede y, sin embargo, el cielo, el lirio, el lecho, el pecho, y la rosa que se apaga son diferentes para cada uno de nosotros.

Sus siluetas sólo son precisas para Delmira Agustini, en ella se definen en su totalidad. A nosotros nos queda el reflejo, tapizado con nuestra propia imaginación, y las formas de lirios y rosas que de allí se desprenden.




Taller literario. I Poemas góticos.


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8 comentarios:

Anónimo dijo...

A colación a sus acertados indicativos, recuerdo algunas palabras de Mukarovský, cuando se refiere a la intencionalidad y no intencionalidad en el arte:

"Una situación diferente se da en la creación artística. Sus productos no están orientados hacia ninguna meta externa específica, sino que ellos mismos son la meta. Esto es válido cuando advertimos que una obra de arte puede conseguir secundariamente -a causa de funciones extra-estéticas que están sin embargo, subordinadas a la función estética- una relacion con los más variados objetivos externos. Ninguno de estos objetivos secundarios bastan para caracterizar completa e inequívocamente la intención de una obra en la medida en que la consideremos como un producto artístico. La relación con el sujeto es también diferente y menos específica en el arte que en una actividad práctica. Mientras que en esta última el creador de la actividad o producto es inequívocamente el único sujeto que importa, en el arte el sujeto fundamental no es el creador sino
el individuo a quien el producto artístico va dirigido, es decir, el receptor.
En la medida en que el artista asuma una relación con su producto como un producto artístico (no como un objeto de producción), incluso él mismo lo verá y juzgará como el preceptor. El preceptor no es, sin embargo, una persona específica, un individuo particular, sino cualquiera. Todo esto proviene del hecho de que una obra de arte no constituye una "cosa" sino un signo designado
para mediar entre individuos. En realidad, es un signo autónomo que carece de una relación inequívoca con la realidad por lo cual su tarea mediadora es de lo más llamativa. Por tanto, ni siquiera la intención de una obra artística puede ser caracterizada por su relación con el sujeto".*

Mukarovský transcribe una anécdota ejemplificadora para los fines de la intención artística. Rememora cómo Miguel Ángel, después de haber tallado La Piedad, colocó sobre la faja que enmarcaba el pecho de la virgen su nombre. Unos lombardos desprevenidos habían confundido, previamente, la autoría de la escultura, atribuyéndola a Gobbo de Milán. El crítico afirma que los motivos del genio no eran al respecto de sus derechos de autoría, más bien celos, pues estaba siendo profanado su sentimiento de vinculación extrema con su obra.
Es decir, poco importa el afamado nombre que recubra a la creación, ésta será válida en cuanto así misma hasta tanto sea percibida y aprehendida por el receptáculo que la reciba. Asimismo, la intencionalidad previa a su conformación. Lo cual merece, por parte del creador, sumo respeto y cuidadosa planeación sobre ese sujeto artístico que le sobrepasará en individualismo.

He sonreido tras los preceptos de su guía. Ojalá sea perseguida como se merece, en tanto y en cuanto, aquellos que presumen escribir, abandonen altruistamente su ego en pos de una creación más depurada.

Humildes felicitaciones de una doña nadie y un agradecimiento específicamente literario.


* Mukarovský, Jan; Intencionalidad y no intencionalidad en el arte, Yale University Press, 1977.

Henoc dijo...

Me encanta el sarcasmo del articulo y sobre todo del video. Hay tantos y tantos sitios con esta "poesía gótica" que en mi, causan un efecto contrario, he terminado odiándola. Pareciera que otro común denominador es que "con el esfuerzo basta", que "lo importante es expresarse". Pero... ¿y lo estético... y lo artístico... etc.? Insisto, creo que ya lo he dejado plasmado antes, pero si no, lo digo, este es de los mejores, más sustentados y completos sitios que he encontrado, no sólo del tema gótico, dino de literatura. Felicitaciones.... da envidia de la buena.

Macarena dijo...

Es cierto lo que decís acerca de la pobre calidad del vocabulario de las generaciones modernas. Esto es algo que yo puedo observar claramente, ya que noto que la educación de lenguaje en los colegios es muy precaria. Desde my punto de vista de alumna,creo que lo principal que venimos obviando es justamente no leer.
Los jóvenes pierden el ínteres por los libros, ya que no son habituados a leer desde pequeños.
Yo creo que las bases para tener un vocabulario completo residen en la lectura.
Personalmente, no me considero una buena escritora, pero al compararme con mis compañeros de clase puedo ver que además de no saber escribir, algunos ni siquiera pueden leer correctamente.
Considero que esto es preocupante, ya qe un futuro no va a haber personas que puedan suceder a los grandes escritores.

Me gustó mucho tu articulo, y sobre todo el sarcasmo :)
Por otra parte, ¿es mi impresión o es la primera vez que leo en uno de tus artículos una "mala palabra"? ;)

Saludos y continúa con este excelente blog :)

Sebastian Beringheli dijo...

Que bueno que hayas citado a Mukarovsky, un lingüista notable. Y en cuestiones de estética en el arte, creo que tiene algunas cosas para decir...

Macarena: No creas, hay algunas buenas puteadas desperdigadas por ahí... Aparecen cuando son inevitables ;)

Saludos también para ti, Henoc. Gracias por la observación generosa.

Ariel DC dijo...

No creo que estemos "perdiendo" lenguaje, considero que está mutando.
Si el lenguaje fuese algo estático tal vez se volvería enfermizo.
Os imaginais hablando como El Quijote???
Suena casi retrogrado pensar que "hay pobre calidad de vocabulario", se podrían realizar investigaciones lingüísticas sobre este tema, pero personalmente hipotetizo que las nuevas formas de comunicarse tienen la misma o mayor complejidad de conjugaciones que antaño:
No es mejor o peor decir: “qué hermosas zapatillas deportivas” o decir “que guenas llantas”…, sólo suena diferente, no deberían “calificarse” las cosas a partir de moldes preestablecidos.
Me gustó muchísimo esta ida y vuelta de ideas.
Saludos.
Ariel

Andrea dijo...

Admito que estoy de acuerdo con el hecho de que el lenguaje no debería caracterizarse, pero de igual manera creo que no se puede negar que el lenguaje actual se está deteriorando a un ritmo vertiginoso... sé que debe de sonar contradictorio, pero aunque estoy de acuerdo en que se oiría raro, hoy en día, que alguien hable usando el "vosotros"; eso ha cambiado por la misma necesidad de simplificar el complejo entrelazado que constituían las frases y formas de expresarse de aquella época... daba lugar a algunas confusiones y malos entendidos en algunos casos, y, honestamente, era demasiado extenso expresar las cosas de aquella forma...
De igual manera eso no justifica. Quiero decir, una cosa es la SIMPLIFICACIÓN del vocabulario, y otra muy distinta es la DEFORMACIÓN del mismo.

Yo simplemente puedo dar mi opinión desde el punto de vista de estudiante, adolescente y de una persona que ama escribir. La verdad es que sí, falta un poco de incentivo por parte de las escuelas y las familias para estimular la lectura, y eso es también lo que disminuye la riqueza del vocabulario que se maneja. Pero a su vez no es del todo fundamental... (me refiero en un alto nivel).
Yo empecé a escribir a los once años, no leía, no tenía libros en casa, y no había demasiadas cosas que me interesaran, aunque era (y sigo siendo) una chica extremadamente curiosa... y aún así, era capaz de escribir cuentos y poesías coherentes con palabras que pudieran expresar lo que sentía, que rimara de forma nata. Los maestros me felicitaban y elogiaban..., y fue mi curiosidad, mi afán por mejorar el que me llevó a leer un año después. Es cierto que gratifica el disponer de más vocabulario para expresar en todos sus matices el dolor, el amor, la agonía, y cómo sientes que el alma se desgarra por momentos... o peor aún, el valor para escribir cuando tienes la impresión de que ya no eres capaz de sentir, la necesidad de sentir miedo cuando ya no puedes, o incluso reír.
Lamento haberme explayado de más... lo que quiero decir es que en mi opinión, lo que importa más que nada es la CAPACIDAD DE SENTIR, creo que con eso, una hoja, una lapicera, y el saber escribir y leer puedes escribir un poema. Porque más allá de las palabras lo que importa es TU sentimiento, que es lo que le termina dando vida a cualquier cosa que escribas.



P.D: Repito, no niego que disponer de más vocabulario no embellezca la producción ante los ojos de algún lector; incluso, da más placer que puedas describir los matices de aquello que perturba tus pensamientos... cualquiera sea el sentido.

Andrea dijo...

Perdón, soy yo otra vez, lo lamento... sólo hago una última acotación.

Con respecto a lo que dice macarena creo que existe algo aún más preocupante que el hecho de que no haya nadie que suceda a los grandes escritores... creo que lo más trágico es que tengo la impresión de que no estará esa posibilidad, porque cada vez hay menos lectores.

Unknown dijo...

que curioso una de las sujerencias de esta joven es no pensar. y en su triste afan de no pensar termina pensando. como en una de las frases tipicas de alcolicos anonimos que dice que: "llegan diciendo mentiras y terminan diciendo verdades".



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