Soledad y suicidio de Fanny Imlay: hermana de Mary Shelley


Soledad y suicidio de Fanny Imlay: hermana de Mary Shelley.




Fanny Imlay nació el 14 de mayo de 1794. Su existencia fue, en muchos sentidos, apenas una sombra.

Como testimonio de su vida sólo se conservan algunos apuntes del diario personal de su hermana, Mary ShelleyFrankenstein (Frankenstein)— y algunas cartas de su padre adoptivo, William GodwinCaleb Williams (Caleb Williams)—.

Su madre nada menos que Mary Wollstonecraft (1757-1797), una mujer muy adelantada a su época, precursora del feminismo y autora de varios tratados sobre el tema, entre ellos, Vindicación de los derechos de la mujer (A Vindication of the Rights of Woman), donde defiente audazmente la igualdad de género argumentando que la tendencia al sometimiento de las mujeres se debía a la pobre educación que recibían.

Mary Wollstonecraft era una mujer que no temía tomar las riendas del cortejo. Tras un fulminante romance con el pintor suizo Henry Fuseli conquistó el corazón de Gilbert Imlay, un hábil especulador financiero estadounidense.

De esta unión vertiginosa nacería Fanny.

La relación entre Mary Wollstonecraft y Gilbert Imlay, tormentosa desde sus inicios, duró menos de dos años. Se separaron antes de abandonar la revolucionada Francia, a pesar de que  Mary Wollstonecraft intentó repetidamente, y en vano, reavivar la relación.

A partir de encontes, Fanny Imlay pasó a llamarse Wollstonecraft, ya que sus padres no estaban legalmente casados, situación verdaderamente riesgosa teniendo en cuenta que Mary Wollstonecraft era una ciudadana británica viviendo en Francia, justo en el momento en que ambos países entraban en conflicto.

Para protegerlas, y acaso para dar muestras de que no era un completo canalla, Gilbert Imlay registró a Mary Shelley como su esposa. De ella, sabemos que estaba profundamente enamorada; de él, en cambio, nos quedan serias dudas.

Cuando las ausencias de Gilbert Imlay en París se hicieron cada vez más prolongadas, y sus promesas de regreso más vagas, Mary Wollstonecraft intentó quitarse la vida dos veces bebiendo fuertes dosis de láudano.

A pesar de nunca volvió a intentarlo, jamás admitió que su decisión de suicidarse fuese una equivocación.

Así lo declara en una de sus cartas:

Sólo tengo que lamentar que, cuando la amargura de la muerte había pasado, fui inhumanamente traída de vuelta a la vida y la miseria. Pero tengo la firme determinación de que esa decepción no me desconcierte; no dejaré que lo que fue uno de los actos más calmados de mi razón quede como un intento desesperado. En lo que a ello respecta, sólo tengo que rendir cuentas a mí misma. Si me preocupara por lo que llaman reputación, serían otras circunstancias las que me deshonrarían.


La pareja se disolvió. Finalmente, la vida de Fanny adquirió cierto carácter de normalidad cuando su madre conoció al filósofo William Godwin, quien eventualmente le daría su tercer apellido.

La noche del 30 de mayo de 1797, Mary Wollstonecraft dio a luz a una niña, Mary Shelley, por entonces Mary Imlay, e inmediatamente después manifestó síntomas de fiebre. Los médicos le diagnosticaron septicemia. Durante diez largos días sufrió terribles dolores que le impidieron siquiera amamantar a su hija recién nacida.

Finalmente Mary Wollstonecraft murió el 10 de septiembre de 1797, dejando a las dos niñas, Fanny y Mary, a cargo de William Godwin.

El tiempo transcurrió y pronto se hizo evidente que Fanny nunca conseguiría el afecto que su padre adoptivo manifestaba por su hermana. Era, después de todo, la hija ilegítima de su esposa muerta.

Cada vez que la familia resolvía emprender algún viaje dejaban a Fanny, sumisa y al parecer contenta, al cuidado de la casa. En una carta escrita por William Godwin se manifiesta con crueldad la dispar opinión que el padre tenía sobre sus hijas:

...Preguntan ustedes por las dos hijas de Mary Wollstonecraft. Bien, diré que mi hija (Mary) está considerablemente más dotada que su hermanastra. Fanny, la mayor, tiene un carácter sosegado, modesto, discreto, en cierto modo dado a la indolencia, que es su mayor defecto. Mary es todo lo contrario: valiente, arrogante y de espíritu enérgico. Mi hija es verdaderamente hermosa. Fanny, lamentablemente, no.

En un ambiente semejante no es extraño que Fanny se haya convertido en una criatura tímida y retraída, encerrada sin posibilidades de experimentar las libertades de las que gozaba su hermana, por quién siempre sintió un gran afecto, incluso cuando fue tristemente abandonada por ella.

El 28 de julio de 1814 Mary y el joven poeta Percy Shelley se fugaron juntos, acompañados por una amiga, Jane Clairmont. Fanny, aparentemente dócil y hogareña, no fue invitada siquiera a compartir el secreto de la fuga.

William Godwin había vuelto a contraer matrimonio, ésta vez con una mujer práctica y estúpida, es decir, diametralmente opuesta a Mary Wollstonecraft. Fanny vivió bajo el yugo de ésta nueva reina de la casa realizando las tareas más innobles. Incluso la llegaron a utilizar para conseguir dinero de cuestionable procedencia, ya que en la casa de los Godwin la situación económica siempre fue calamitosa, sobre todo a causa de la indolencia del filósofo.

La sumisa Fanny fue obligada a escribir patéticas cartas a los amigos y parientes de sus padrastros, en las que les rogaba por ayuda económica. Lo único que parecía consolarla eran las epístolas que intercambiaba con su hermana, quien le describía sus viajes y aventuras con el Percy Shelley.

En este punto podemos imaginar a Fanny recorriendo las tristes habitaciones de la casa, apretando contra el pecho las cartas de su hermana, suspirando entre la miseria y la soledad. Incluso podemos permitirnos el lujo de retratarla en medio de la noche, sola en la cama, evocando unos cielos lejanos que nunca conocerá, soñando el rostro de un amante que jamás llegará a conocer.

Poco a poco la distancia emocional y afectiva entre Fanny y sus padres adoptivos se hizo irreversible. Prácticamente no le hablaban, y cuando lo hacían era sólo para demandarle mayor dedicación en las tareas domésticas. Mary y Percy Shelley percibieron a la distancia que el tono de las cartas de Fanny iba haciéndose cada vez más lúgubre y pesimista.

En sus líneas podía adivinarse la desolación de una mujer encerrada, sin oportunidades.

Las dolorosas cartas de Fanny los inquietaron cada vez más. Fanny vivía angustiada por la continua irritación que imperaba en el hogar, donde la cuestión monetaria se había convertido en una preocupación primordial. Sin embargo, nunca cargó a su hermana con sus sufrimientos, al menos hasta el día en el que William Godwin se enteró de epistolario secreto que mantenía con Mary Shelley.

A partir de enconces, William Godwin comenzó a dictarle las cartas él mismo.

Con asco leemos una de aquellas epístolas, signo de la ignominia del filósofo y muestra de la infinita ternura de Fanny, siempre dispuesta a complacer a su padre:

...tú ya conoces el peculiar temperamento mental de papá (si es que puede expresarse así); sabes que no puede escribir cuando lo agobian los problemas pecuniarios; sabes que es de primerísima importancia, para su bien y el del mundo, que termine su novela, y ¿no es acaso tu deber y el de Shelley tener en cuenta esas cosas y esforzaros en lo posible por evitar que sufra y se angustie innecesariamente...?


Fue entonces que se esfumó el último refugio de dicha de la pobre Fanny.

Durante aquella época albergó la esperanza de irse a vivir con sus tías en Irlanda, pero las remilgadas señoras temieron que Fanny se hubiese contagiado de la irregular conducta fugitiva de su hermana, y la rechazaron.

Imprevistamente, un 9 de octubre Fanny se marchó finalmente de su casa. Ese mismo día Mary y Percy Shelley recibieron una carta suya, hecho que quedó registrada en el diario personal de Mary:

Por la noche llega una nueva carta alarmante de Fanny. Shelley parte de inmediato hacia Bristol, con la esperanza de detenerla.

Fanny alquiló una habitación en una pensión de Swansea y allí se quitó la vida. Junto a ella encontraron una botella de láudano y una breve nota:

Hace tiempo que decidí que lo mejor que podía hacer era poner fin a la existencia de un ser cuyo nacimiento fue desgraciado, y que a lo largo de su vida no ha hecho sino causar dolor a aquellos que arriesgaron la salud en aras de su bienestar. Tal vez os entristezca enteraros de mi muerte, pero pronto tendréis la bendición de olvidar que existió una criatura llamada.


Había tachado su firma, tal vez pensando en la reputación de la familia.

Muchos años después, Mary Shelley escribió en su diario un pequeño fragmento dedicado a su hermana Fanny. Allí el genio de la poetisa penetra con una sutileza emocionante en la mente de la desgraciada muchacha, haciéndonos sentir la profundidad de su dolor. En aquellas tristes y hermosas líneas acaso vislumbramos que las dos hermanas no eran tán diferentes después de todo. Mary Shelley fue amada por las Musas, pero Fanny, cuya vida encarnó todo lo dramático y grotesco de las desigualdades del siglo XIX, fue adoptada por el mito, por la poesía.

Es entonces cuando la vida parece sopesarse. Recuerdas lo que has sentido, lo que has soñado. Sin embargo, has morado en las sombras y perdido las esperanzas, y la muerte, tal como la has conocido, parece cubrirlo todo con un manto fúnebre. El tiempo que fue, es y será, te presiona y, situada en el centro mismo de un círculo en movimiento, te deslizas frívolamente mientras el mundo se tambalea. Miras al cielo, y pedirías a las estrellas infinitas que las ideas y pasiones que son tu vida vivieran para siempre, igual que ellas. Le pedirías al firmamento azul que tu mente fuera igual de diáfana, y que las lágrimas que invaden tus ojos fueran la lluvia que drenara las profundidades de la debilidad y del pesar. Pero ¿dónde están las estrellas? ¿dónde están los firmamentos azules? El techo de nubes y un millar de luces veloces y arrolladoras suple el espacio de los eternos cielos. La entusiasta ahoga sus lágrimas, mientras el fatal veneno recorre sus venas.

Mary Shelley (1797-1851)




4 comentarios:

Kosmonauta del azulejo dijo...

Curioso, no sabía que Mary tuviera una hermana que se suicidara. Quizá el Frankie del ártico tenga algo que ver con esa inmensa soledad que pudo haberle inspirado su pobre hermana...
Gracias por el post. Un saludo.Curioso, no sabía que Mary tuviera una hermana que se suicidara. Quizá el Frankie del ártico tenga algo que ver con esa inmensa soledad que pudo haberle inspirado su pobre hermana...
Gracias por el post. Un saludo.

Sharles dijo...

Interesante. Gracias por rescatar a Fanny del olvido. Existimos personas que tal parece que llevamos la tragedia en las venas y por más optimista que intente uno ser, nada más recibe más tragedia.

El cubo de lectura dijo...

Acabo de terminar el libro y claro, el tema de la muerte Movía fuertemente a Mary Shelley. La muerte de su madre se parece un poco a la muerte de la madre de Víctor, es decir por una fiebre, enfermedades que no tenían cura en su época. De allí tal vez la obsesión de Víctor por erradicar la enfermedad de la tierra. Me gusta tu blog. Felicitaciones.

Isabel Carrasco dijo...

Fanny es un ejemplo de las consecuencias de la "libertad" de ciertas mujeres. Hacen carrera de ser libres pero tienen hijos a los que condenan a la pobreza, la soledad y el sufrimiento porque sus padres están demasiado metidos en sí mismos como para hacerse responsables de ellos.



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