10 poemas de despecho: poesía para despechados


10 poemas de despecho: poesía para despechados.




Cada vez que alguien actúa por despecho tendemos a asumir que esa conducta procede de un impulso justificado; es decir, que el despecho es algo que sencillamente ocurre a nivel orgánico, como el sudor o la orina, y que el despechado no tiene ningún tipo de influencia sobre aquello que le ocurre.

La mayoría de las personas entienden que el despecho es algo así como una mezcla volátil de disgusto y rencor que surgen a partir de un desengaño amoroso. Sin embargo, el despecho es una acción. Quiero decir, no se puede ser un despechado sin reaccionar en consecuencia.

Incluso podríamos pensar que solo es despechado aquel que actúa como causa del desengaño. Si no hay reacción tampoco hay despecho.

Pero la verdadera historia del despecho es un poco más compleja, y en cierta forma contraria a lo que asumimos como parte de su esencia.

La palabra despecho procede del latin despectus, que significa «despreciar»; y éste del verbo despicere, «mirar hacia abajo». En otras palabras, el origen del despecho tiene que ver con mirar al otro desde una posición más elevada moral y éticamente; es decir, una mirada que implica, justamente, desprecio por el otro.

¿Es que el despechado siente desprecio por la persona que lo traicionó?

No, eso viene después.

Entendido de este modo, el despecho coloca al despechado en una posición de superioridad moral sobre el otro; lo cual resulta muy extraño si tomamos como referencia otro derivado del verbo latino despicere; formado por specere, «observar», que a su vez procede del griego skopeo (conjugado como specio), «mirar».

No asombra que esta vaga cadena de asociaciones nos oblige a aclarar que skopeo forjó, entre otras, la palabra «espejo».

Tampoco escandaliza que los despechados y los espejos tengan tanto en común, no ya por sus propiedades reflectivas sino en la posibilidad de que aquel impulso vengativo del que hablábamos al comienzo sea el resultado directo de verse cara a cara con uno mismo, con sus errores y elecciones.

Antes de pasar a los 10 mejores poemas de despecho, por cierto, una fuerza para nada despreciable en la poesía, citaremos un fragmento del que encabeza la lista: Ángel o demonio (Angel or Devil) de Ella Wheeler Wilcox:


El mundo es cruel al juzgar estas cosas;
un gran mal y un gran bien
se nutren del mismo seno.
El amor nos convoca y nos desgarra,
cubriendo nuestros hombros con sus alas;
y lo mejor bien puede ser lo peor,
y lo odioso lo deseable.
Deberías agradecer la saña de esta pena,
que tu demonio haya enterrado al ángel que hay en mí.


10- Aléjate de mí (Away From Me, Elizabeth Barrett Browning)

9- Amor enterrado (Buried Love, Sara Teasdale)

8- Amor y odio (Love and Hate, Elizabeth Siddal)

7- Corazón roto (The Broken Heart, John Donne)

6- Lamento (Regret, Charlotte Brontë)

5- Podría estar más sola (Could I Be More Alone, Emily Dickinson)

4- Cuando tenía veintiún años (When I Was One-And-Twenty, A.E. Housman)

3- El verdadero amor pasa (True Love Doth Pass Away, William Blake)

2- Nada dorado permanece (Nothing Gold Can Stay, Robert Frost)

1- Ángel o demonio (Angel or Devil, Ella Wheeler Wilcox)




Más poemas góticos. I El lado oscuro del amor.


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1 comentarios:

Karina Rodríguez (Rosa Negra) dijo...

Excelente punto de vista el del espejo. Como siempre, inmejorable.



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