«Ven lentamente, Edén»: Emily Dickinson; poema y análisis


«Ven lentamente, Edén»: Emily Dickinson; poema y análisis.




Ven lentamente, Edén (Come Slowly—Eden) es un poema de amor de la escritora norteamericana Emily Dickinson (1830-1886), escrito en 1860 y publicado de manera póstuma en la antología de 1890: Poemas (Poems).

Ven lentamente, Edén, tal vez uno de los poemas de Emily Dickinson más cargados de erotismo, no trata sobre el Edén bíblico, sino de otro tipo de paraíso, en este caso, una persona.

Aquí, Emily Dickinson parece estar diciéndole a un hombre que avance, que la tome, que ella está esperando su amor, pero él es tímido y sin experiencia. El tono de Ven lentamente, Edén es solemne, pausado, e insinúa que la entrada al paraíso metafórico de Emily Dickinson puede sobrecoger los sentidos. Ansiar, desear intensamente a alguien, tal vez durante años, y de repente recibir todo aquello que hemos anhelado, puede sentirse como los «labios no acostumbrados» a la riqueza del Edén, puede hacernos sentir abrumados, intoxicados, como la «desfallecida abeja» que llega tarde a la flor.

El erotismo de Ven lentamente, Edén es tan palpable como evasivo. En primer lugar, Emily Dickinson vincula la visión del paraíso religioso con la sexualidad femenina, y lo hace de forma subrepticia, muy sutil. La «desfallecida abeja», lejos de representar algún tipo de disfunción viril producto del desborde pasional [como algunos han elucubrado], parece ser en realidad un cuerpo fálico femenino. Aquí, Emily Dickinson engaña hábilmente al lector [y a todo aquel dispuesto a quemar sus poemas en la hoguera puritana], porque a pesar de la presencia de pronombres masculinos, la «timidez» y el «desfallecimiento» [representaciones de una naturaleza vacilante], eran atribuidos en aquel entonces a la feminidad.

Hay un matiz exquisitamente sádico [para la época] en Ven lentamente, Edén de Emily Dickinson, donde la descripción de la abeja penetrando el jazmín, perdiéndose en sus «bálsamos», representa una práctica sexual lésbica. Sin embargo, incluso con una lectura heterosexual del poema, Ven lentamente, Edén sigue funcionando dentro del patrón de la poesía de Dickinson de sexualizar escenas del paraíso tradicionalmente religiosas.

Aquí, Emily Dickinson parece equiparar el propio Edén con los «néctares», la fuente femenina de placer para la abeja. Por otro lado, cuestiona la idea de la caída, reconfigurando el «pecado» de Eva, el cual resulta en la conversión religiosa de la abeja.

Ven lentamente, Edén es un poema muy visual. Vemos a una mujer [o mejor dicho, la imaginamos, a pesar de los pronombres masculinos] a las puertas del trance extático de la pasión [al borde del Edén]. La visión del cuerpo del otro [o de la otra] es tan intensa que ella sólo sorbe tímidamente el fragante «néctar» [celestial o terrenal]. ¿Es de extrañar que el Edén, el cuerpo intensamente deseado del otro, sea abrumador? Vemos entonces a la abeja, débil, desfallecida, quebrándose en una estrofa que sirve para posponer el placer. En la segunda estrofa, y a pesar de ese deseo aparentemente incontenible, la abeja no se zambulle de lleno; en cambio, zumba alrededor de la flor, asimilando sus néctares antes de penetrarla.

Sería ocioso insistir en cuán femeninas y sexualizadas son las imágenes de Ven lentamente, Edén de Emily Dickinson. La última línea, en particular, donde la abeja «entra y se pierde en bálsamos», es hermosa, y fácilmente podemos concebir alguna imagen paralela para ese descanso silencioso cuando la abeja entra en las cámaras del jazmín para perderse en el néctar nutritivo que tanto necesita y desea.

En Ven lentamente, Edén, Emily Dickinson yuxtapone imágenes para acentuar sutilmente el flujo y reflujo de lo masculino y lo femenino, el deseo y la satisfacción, la sed y la saciedad gozosa. En lo personal, el Edén de Dickinson me parece mucho más seductor que el de las religiones y sus deidades celosas. Es un Edén profundamente femenino, donde la bienaventuranza espiritual se presenta como una entrada, una abertura, que al cruzarla nos permite beber el bálsamo, el néctar de la divinidad.




Ven lentamente, Edén.
Come Slowly—Eden, Emily Dickinson (1830-1886)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


¡Ven lentamente, Edén!
Labios no acostumbrados a ti,
tímidos, sorben tus jazmines
como la desfallecida abeja

Que al llegar tardíamente a su flor,
zumba a su alrededor,
cuenta sus propios néctares,
entra, y se pierde en bálsamos.


Come slowly — Eden!
Lips unused to Thee—
Bashful —sip thy Jessamines—
As the fainting Bee—

Reaching late his flower,
Round her chamber hums—
Count his nectars—
Enters —and is lost in Balms.


Emily Dickinson
(1830-1886)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Emily Dickinson.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Emily Dickinson: Ven lentamente, Edén (Come Slowly—Eden), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

0 comentarios:



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Relato de Thomas Mann.
Apertura [y cierre] de Hill House.
Los finales de Lovecraft.

Poema de Wallace Stevens.
Relato de Algernon Blackwood.
De la Infestación al Poltergeist.