Ver al demonio en el espejo


Ver al demonio en el espejo.




Esta leyenda, al parecer suscrita por Jorge Luis Borges, se repite en todas las culturas: en determinadas horas de la noche, recitando ciertas palabras misteriosas, uno es capaz de ver al demonio reflejado en el espejo (ver: Porqué Borges le tenía miedo a los espejos).


Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita.


En Creta, por ejemplo, fueron aún más lejos. Cuando los espejos eran meros artilugios de bronce pulido se creía que, después de la medianoche, la figura que se reflejaba ya no era humana, sino una sombra, un eco de lo que somos en el Hades. De allí la mirada irónica de algunos reflejos.

El Malleus Maleficarum señala que, cuando nos encontramos a solas con nuestro reflejo, y sentimos la necesidad de hacer una mueca demoníaca, que jamás osaríamos a ensayar en público, es un signo de que no estamos solos, que algo más se ha vestido con nuestra imagen y que nos observa del otro lado del espejo, acaso aguardando el momento indicado para cruzar el umbral (ver: Sobre espejos mágicos y seres interdimensionales.)


Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.


Pero no sólo la tradición y la leyenda dan cuenta de nuestra relación ambigua con los espejos. La psicología acuñó un nombre técnico para estos sobresaltos obsesivos: catoptrofobia, a veces llamada eisotrofobia, es decir, la «fobia a los espejos».

Pero ver al demonio en los espejos no es lo mismo que temerles, al menos desde una óptica pragmática. Los espejos nos repiten, sí, pero al revés, y es al revés como nuestros ojos y nuestra mente se han acostumbrado a vernos, a imaginarnos; de modo que cuando pensamos en nosotros e intentamos vernos en el ojo de la memoria no son nuestras facciones las que evocamos, sino los de esa otredad que habita en los espejos.


Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.


El demonio que asoma su rostro en el espejo, en definitiva, es nuestro eco, nuestro yo en los gabinetes incansables del reflejo. Dante Rossetti denunció —ligeramente, es cierto— la confabulación de los espejos, pensados por un intelecto maligno y subterráneo, cuyo objetivo es confundirnos; hacernos creer que somos nuestro doble, nuestro eco.

Y es así que los demás nos ven por lo que somos, pero para nuestro ojo interno siempre tendremos las facciones alteradas del reflejo.


Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.


Los chinos evitaron al demonio. En cambio, pensaron un ejército de espectros acechando detrás de los espejos, listos para adueñarse de la voluntad de quienes se asomen durante el tiempo suficiente. Lao-Tsé apuntó con ironía que la vanidad nació con el primer espejo, y que morirá con el último.

Pensemos en un cuarto en penumbras, a solas con un espejo. Quien no haya conocido los rasgos feroces de su interior acaso le atribuya a ese raro mirar del reflejo una naturaleza infernal, pero quien sepa mirar hacia adentro, dudará.


Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.


Hay una leyenda más terrible, menos banal, que la de ver al demonio en el espejo.

Sigamos en esa habitación a oscuras, clavemos la mirada en ese ser que nos observa con igual fijeza, permanezcamos así unos minutos, quizás horas; y veremos que ya no importa que el otro agite su mano izquierda cuando alzamos la derecha, o que sus libros estén redactados con asombrosos caracteres alterados. Si miramos en el espejo durante el tiempo suficiente, ya no sabremos quien de los dos es el que mira, y quien el reflejo.


Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso no alarman.

Jorge Luis Borges: Los espejos.




Demonología. I Jorge Luis Borges.


Más literatura gótica:
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8 comentarios:

la_ultima_rosa dijo...

a mi amiga le paso una cosa muy extraña, me conto que desperto sintiendo que la observaban y cuando abrio los ojos miro unas oscuras brazas mirandola desde dentro del espejo, depronto del espejo salio un gato que se lanzo hacia ella arañandola, a veces los espejos pueden ser aterradores.

GERONIMO ROAS RIOS dijo...

conmovedor y sugestiva historia.Tratar de no reflejar el lado oscuro en la fija mirada de la figura en el espejo

Anónimo dijo...

Hay un mundo detras de los espejos si miras un espejo por 30minutos fijamente veras por 3 segundos el infierno solo tienes q estar seguro de que te gustaria verlo ..! AG

Anónimo dijo...

esta genial esta enseñanza pero ami me pasa algo aterrador nose si refleja en el espejo o en mi interior que me atormentan por la noche y mencionan mi nombre es incomodo a veces porque me ahogan los veos me conversan y uno me dijo su nombre azazel pero de hay mas no entiendo jajja debo estar loco.atte. Buena esta enseñanza

Anónimo dijo...

yo tengo una experiencia y q todavia me pasa a las 3 dela mañana vienen mis abuelos a verme ellos me hablan pero siempre es por el espejo de mi baño pero lo peor de todo es que si yo no voy a esa hora se enojan y me van a buscar a mi pieza me estapan aveces me despierto tirada en el pizo me da mucho miedo xq cuando no los voy a ver se esconden en algun lugar y pasa una semana y toda la semana atormentandome.... yo se q no estoy loca ya que hy personas q tambien los ve

Unknown dijo...

Yo creo que no hay nada malo ni aterrador en los espejos, ya he estado hasta una hora frente a un espejo, es verdad que llega un momento en que aparece una niebla que destella muchos colores y una que otra experiencia un tanto paranormal pero nunca he visto algo terrible, claro que no me atrevo a hacer la experiecia de estar a oscuras en un cuarto y estarme iluminando solamente con una vela y estar viendo mi reflejo en el espejo, el solo ejercicio es espeluznante, y da píe a que afloren nuestros propios miedos pero no deja de ser una experiencia interesante estar inmóvil frente a un espejo con la mirada fija y calmada viéndose uno su propio entresejo, y poco a poco ir entrando en este espacio.

Unknown dijo...

No hay nada que temer soolo sigan mirando los ojos de ese demonio de ese subconciente que no ha sido despertado, hay que hacer 40 min todas las noches hasta q un dia despiertes y no habra cara en el espejo en ese momento cierra los ojos y encara tu verdadero ser en ese momento sabras quien eres y dejaras las falsas apariencias snte la sociedad tan simple como eso ;) pd: puede durar varias semanas y recuerda no parpadear y no dejar de mirar tus ojos

Anónimo dijo...

Alguien .me podría explicar?
Me estaba peinando me miró al espejo!!!
Y en mis propios ojos !!!
Vi una mirada...diabólica!!!
El mismo diablo!!!!



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