«La casa que cruje»: Clarence E. Flynn; poema y análisis.


«La casa que cruje»: Clarence E. Flynn; poema y análisis.




La casa que cruje (The Creaking House) es un poema gótico del escritor norteamericano Clarence Edwin Flynn (1886-¿?), publicado originalmente en la edición de marzo de 1936 de la revista Weird Tales.

La casa que cruje, tal vez uno de los poemas de Clarence E. Flynn más conocidos, examina la naturaleza de los sonidos extraños que emiten las casas «a altas horas de la noche, cuando no hay ni un atisbo de luz», casi como si fuera un lenguaje propio:


Oigo crujir las tablas de madera, aquí y allá,
en el vestíbulo o en el ático, en la pared o en la escalera;
e incluso en mi habitación escucho
esos ruidos muy cerca de mi oído.


«Dicen que son las pesadas vigas, que se encogen o se asientan por el frío», menciona el Orador del poema, quien en realidad cree que ese concierto de ruidos es producido por los difuntos que han vivido en la casa:


No estoy de acuerdo. Creo en cambio
que son los pasos de los muertos,
que merodean por las escaleras y el suelo
y recrean viejas escenas.
Cuando todo está en calma se los ve aparecer
y vagar a voluntad por el viejo y querido lugar.


«Cuando rompe el amanecer», los espíritus que pueblan la casa «se escabullen de mala gana». En este contexto, La casa que cruje plantea una explicación tradicional para la aparición de fantasmas: la idea de que los muertos «recrean viejas escenas»; es decir, «merodean» por sus antiguas casas intentando interactuar con ella, como lo hacían antes, resultando en una serie de sonidos inquietantes como pasos, crujidos, etc. [ver: Pasos, golpes, objetos que caen y otros ruidos inexplicables] Sin embargo, el autor prescinde del origen traumático de estas repeticiones. Volveremos sobre esto más adelante.

La casa que cruje pudo haber sido mucho más de lo que es. Clarence E. Flynn descuida un poco el final del poema, y sólo nos dice que los muertos se retiran de mala gana cuando sale el sol. No hay una vuelta de tuerca, ningún giro asombroso que revele que los muertos en realidad son los vivos, y que el Orador es quien ha muerto.

Pero no siempre es aconsejable llevar las cosas tan lejos, aunque el riesgo de quedarse corto es todavía peor. Es cierto, La casa que cruje no es un gran poema, pero al menos apela a la posibilidad de una dinámica desconocida en la estructura de nuestras casas. Indigno sería un poema [es decir, un ejercicio de la imaginación] que normalice los ruidos extraños, que hable de las fluctuaciones de la temperatura y cómo estas provocan la expansión y contracción de la madera y sus característicos sonidos [ver: La teoría de la Cinta de Piedra]

Tal vez el único ingrediente verdaderamente ingenioso de La casa que cruje es esta refutación de la idea general de que los espíritus son la manifestación de un evento traumático del pasado, y que de algún modo están condenados a revivirlo. Aquí, lo único que los fantasmas reviven es la cotidianeidad, pequeñas acciones diarias: «recrean viejas escenas»; no ya un crimen o un suicidio, sino sus antiguos merodeos por la casa.

Clarence E. Flynn vuelve a explorar el motivo de la Casa en Una casa muerta (A Dead House), donde examina la noción de que una casa es, además de materia inerte, una entidad consciente donde quedan registradas las alegrías y desdichas de sus ocupantes, y que eventualmente morirá [ver: La Casa como entidad orgánica y consciente].




La casa que cruje.
The Creaking House, Clarence E. Flynn (1886-¿?)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


A veces, sobre todo a altas horas de la noche,
cuando no hay ni un atisbo de luz,
oigo crujir las tablas de madera, aquí y allá,
en el vestíbulo o en el ático, en la pared o en la escalera;
incluso en mi habitación escucho
esos ruidos muy cerca de mi oído.
Dicen que son las pesadas vigas
que se encogen o se asientan por el frío.

No estoy de acuerdo. Creo en cambio
que son los pasos de los muertos,
que merodean por las escaleras y el suelo
y recrean viejas escenas.
Cuando todo está en calma se los ve aparecer
y vagar a voluntad por el viejo y querido lugar.
Luego se escabullen de mala gana
cuando rompe el amanecer.


Sometimes, most often late at night.
When there is not a hint of light,
I hear the boards creak here and thefe.
In hall or attic, wall or stair;
And even in my room I hear
These noises at my very ear.
They say it is the timbers old
Settling, or shrinking from the cold.

I don’t agree. I think instead
It is the footsteps of the dead,
Coming to throng the stair and floor,
And re-enact old scenes once more.
I think they come when all is still
To roam the dear old place at will.
Then slip reluctantly away
As comes the breaking of the day.


Clarence E. Flynn (1886-¿?)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Clarence E. Flynn.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Clarence E. Flynn: La casa que cruje (The Creaking House), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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