Sincronicidades Negativas.


Sincronicidades Negativas.




Cada vez que escucho hablar sobre Sincronicidad tiende a ser un fenómeno positivo. Sin embargo, ¿por qué estos «mensajes», «señales» o «advertencias» del universo deberían ser siempre positivos? ¿Qué sucede con las Sincronicidades Negativas?

Comencemos por el concepto.

Sincronicidad (Synchronizität) es un concepto introducido por el psicólogo Carl Gustav Jung para describir un evento del mundo exterior que coincide significativamente con un estado mental. En esencia, la Sincronicidad postula que la estructura de la realidad puede manifestarse ante nosotros de manera particular a través de «coincidencias significativas».

Un ejemplo de Sincronicidad es presentado como una experiencia personal de Carl Jung: una de sus pacientes, una mujer muy inteligente, constantemente ponía obstáculos racionales para su tratamiento psicoanalítico. Un día le estaba contando a Jung un sueño en el que recibía un escarabajo dorado. Justo en ese momento, informa Jung, se oyó un ruido «como un suave golpeteo» en la ventana del estudio. Cuando abrió la ventana, entró volando un escarabajo dorado. Jung lo atrapó con sus manos y se lo presentó a su paciente diciendo: «Aquí está tu escarabajo». El impacto de esta Sincronicidad superó las defensas de la mente racional de la paciente, quien abandonó toda resistencia y se entregó a su tratamiento.

El fenómeno de la Sincronicidad consta de dos factores:

a- Tienes un sueño recurrente, un miedo insistente, una preocupación, un problema importante; en definitiva, te encuentras en un momento de tu vida donde «algo» demanda una gran cantidad de energía mental.

b- Una situación objetiva, un «algo» que sucede en la vida real, coincide espectacularmente con lo que estás atravesando, tanto es así que se siente como un mensaje, una señal. Por un momento, tu mundo interior y el exterior se sincronizan.

La Sincronicidad no es una coincidencia [o una secuencia de coincidencias], sino un evento significativo que parece una coincidencia, y que sólo es importante para quien lo experimenta. En ocasiones la Sincronicidad se repite, aparece una y otra vez en tu vida, como si estuviera intentando mostrarte «algo» que sigues ignorando.

Nadie más puede decirte de qué se trata tu experiencia sincrónica, ya que se relaciona personal y expecíficamente contigo. El «mensaje» es para tí, y adopta una forma que sólo resulta significativa para quien lo recibe.

Los pseudo-chamanes modernos [autoayudistas, autoproclamados «expertos» en superación personal, inteligencia emocional, etc] a menudo proclaman que eres capaz de crear y moldear tu propia realidad. Carl Jung, en cambio, sostiene que la realidad simplemente puede sincronizarse con tu mundo interior. En cierto modo, el concepto de Sincronicidad apela a las Dimensiones Superiores, es decir, a una perspectiva donde el tiempo lineal es una ilusión, donde todo es accesible desde el presente, y donde todo está «sincronizado» [ver: ¿El Tiempo es lo que evita que todo suceda a la vez?]

Imaginemos que estamos situados en lo alto de una torre, y que desde allí vemos a un sujeto caminando por un campo. A unos cuantos kilómetros de distancia vemos un río que el hombre no podrá cruzar a pie, y al que se dirige directamente. Ahora bien, el sujeto se encontrará con un obstáculo en su futuro, un obstáculo que él no puede ver, pero que resulta claro y accesible para nosotros desde una posición más elevada. Como somos vigías escrupulosos, hemos colocado oportunamente un cartel que indica a los caminantes la proximidad de un río. El sujeto puede o no leer el cartel [«mensaje», «señal» o «advertencia»], e informarse o no de lo que encontrará en su futuro. La Sincronicidad de Carl Jung funciona desde una perspectiva similar.

Cuando tenemos una experiencia sincrónica somos más conscientes del verdadero estado de la realidad. Vemos momentáneamente lo que no estámos acostumbrados a ver, pero que siempre está ahí [ver: La experiencia de Carl Jung en una casa embrujada]

La Sincronicidad Negativa puede interpretarse de la siguiente manera:

a- Se produce cuando intentamos avanzar por un camino que no es el correcto para nosotros en ese momento. Es como un muro que se levanta y dice: «Por aquí no». Si el mensaje no se interpreta correctamente, puede verse como algo «malo» que nos impide ir por donde queríamos. En realidad, evitó muchas experiencias negativas.

b- Se produce cuando estamos absorbidos por un sistema de creencias negativas. Esto crea Sincronicidades Negativas que refuerzan ese estado, aunque en realidad sólo lo reflejan. Por ejemplo, digamos que [a nivel inconsciente] crees que no puedes ser feliz con otra persona que no sea tu expareja. Entonces, cada vez que se produce una Sincronicidad que sugiere lo contrario, que estás por el buen camino sin esa persona, la interpretas a través de tu sistema de creencias negativas, y reafirmas que la felicidad sólo es posible con tu ex.

Todas las Sincronicidades [positivas y negativas] pueden usarse positivamente. Las positivas estimulan, nos dan una especie de guiño; mientras que las negativas nos redirigen hacia el curso correcto, o simplemente nos dan una muestra de lo que estamos experimentando para que podamos cambiarlo.

Tu realidad exterior, según Carl Jung, es una es una especie de espejo, por lo que estas Sincronicidades Negativas intentan reflejar algo que está desalineado dentro de ti. Una vez que descubras cuáles son esas creencias negativas no tendrá sentido seguir aferrándote a ellas y las abandonarás.

Nuestras creencias inconscientes tienen un mecanismo de autoconservación que se va solidificando con los años. Parecen indestructibles, incluso pueden parecer una parte importante de tí mismo, pero en realidad son elecciones. Una creencia tiene que parecer verdadera para que puedas seguir creyéndola, por lo que constantemente buscarás evidencia de que es real. Pero esta es la cuestión: una creencia negativa siempre refuerza una idea falsa; por lo tanto, está en desventaja a la hora de mantener su efecto y necesita reforzarse a través de pruebas falsas. Las Sincronicidades Negativas parecen reafirmar las creencias negativas pero en realidad sólo están mostrándote cuán mentirosas pueden llegar a ser.

Ahora bien, cuando empiezas a experimentar Sincronicidades que desafían tu sistema de creencias negativas, la reacción habitual es ser bombardeado con sencimientos de agresividad, emociones negativas como el miedo y la desesperanza, para intentar que retrocedas. Las Sincronicidades reflejan en el mundo exterior este marco falaz de tu mundo interior, y cuando se producen suele ser cuando estás más cerca de liberarte de una creencia negativa, momento en el que se sentirá más intensa. Una vez que tus creencias negativas comprenden que hay «algo» exterior que puede hacer que las abandones, responderán lanzándote sus tácticas más extremas. No es que tus creencias tengan total autonomía, pero te has acostumbrado tanto a vivir bajo su marco regulatorio que todo lo que pueda desestabilizarlas se percibe como una amenaza.

Carl Jung utilizó la Sincronicidad para argumentar a favor de la existencia de lo paranormal: el fenómeno supone que los eventos pueden no estar relacionados causalmente, pero sí tener una conexión desconocida [ver: ¿Los fantasmas son «grabaciones» impresas en la realidad?]. En el psicoanálisis, el reconocimiento de estas «coincidencias significativas» es un mecanismo útil por el cual el material inconsciente reprimido se coloca bajo la luz de la mente consciente, es decir, de la mente racional. Ahora bien, nuestra racionalidad se construye sobre estructuras primordiales de la psique. Las conexiones lógicas, aquellas que tienen una causa, forman la base del pensamiento moderno, mientras que las conexiones que carecen de razonamiento causal se consideran «casualidades». Sin embargo, esta interpretación basada en la «casualidad» es incongruente con la psique primordial, que interpreta esta categoría como intencional. En este sentido, la Causalidad, como la Sincronicidad, son interpretaciones de fenómenos externos.

Por esta razón, el hecho de interpretar equivocadamente el significado de ciertas Sincronicidades puede ser peligroso. En concreto, son interpretaciones que pueden hacer que la persona se sienta paranoica o temerosa. No quiero sugerir que las Sincronicidades son algo de lo que hay que sospechar; son fenómenos emocionantes que pueden agregar algo significativo a la vida de una persona, sobre todo si uno se siente demasiado nihilista respecto del mundo en general. Es la mente consciente y sus interpretaciones de la Sincronicidad lo que hay que cuestionar, porque realmente puede funcionar en tu contra si no tienes cuidado. No existen Sincronicidades Negativas, existen interpretaciones negativas.

El concepto de Sincronicidad se basa en la idea de que todo el universo es esencialmente un único proceso. Lo que parece conflictivo o divisorio, desde una perspectiva más elevada, es una expresión de unidad. La Sincronicidad, en su forma más pura, es la alineación [aparentemente sin causa] de nuestra consciencia con el universo material. En este sentido, podríamos decir que la Sincronicidad es una forma de espiritualidad que consiste en tomar conciencia de la unidad inherente de la vida y alinearse con ella, entendiendo que si uno está en conflicto con el universo, está en conflicto consigo mismo.

Ahora bien, la Sincronicidad no requiere una mentalidad pasiva, esta idea edulcorante de que hay que «dejarse llevar por la corriente», es decir, reducir la resistencia a las experiencias negativas, que «si sucede, es bueno», y otra sarta de frivolidades. La Sincronicidad es comprensión intuitiva, no una herramienta para forzar el cambio o doblegar el mundo a voluntad. A menudo estos grupos alternativos asocian la Sincronicidad con la Ley de Atracción, que plantea la noción ridícula de que los pensamientos atraen aquello que deseas, que generalmente se trata de dinero, poder, fama, belleza, etc. Esto no podría estar más lejos del objetivo del proceso junguiano, que es la individuación y la profundización en lo que realmente significa ser humano. Si el deseo tuviese algo que ver con el cumplimiento de nuestras expectativas, todos los pacientes oncológicos se curarían. Y créeme, desean curarse.

Así como todo sonido extraño en una casa no implica que esté embrujada, todas las coincidencias significativas no son Sincronicidades. Además del sesgo de confirmación, las personas suelen dar grandes saltos lógicos cuando experimentan «algo extraño». De hecho, Carl Jung en ningún momento habla de «mensajes», sino de la sincronización de nuestro estado mental con el exterior, que se manifiesta mediante coincidencias significativas, pero no hay nada que indique que estos eventos [aparentemente no relacionados] no son parte de la fibra de la realidad. Quizás tales correspondencias simplemente ocurren, y no necesariamente porque «El Universo» está tratando de decirte algo.

Lo que muchas personas consideran «Sincronicidades Negativas» son sólo coincidencias significativas que provocan miedo. Hay que decir que estos eventos no tienen ningún significado fuera del que tú les das. Otra personas ni siquiera los notaría, porque no resuenan con su mundo interior. Se necesita mucho discernimiento y tiempo para empezar a ver las cosas con una claridad decente, e incluso entonces el sesgo de confirmación puede llevar a engañarnos. Si alguien afirma que experimenta varios momentos sincrónicos, incluso a diario, podemos estar seguros de que no se trata de Sincronicidades. Nadie está tán alineado con la realidad exterior, y nadie puede «sincronizarse» activamente. El proceso es inconsciente.

Es fácil confundir la Sincronicidad con los procesos psicológicos de encontrar patrones y coincidencias en el «ruido» de fondo de nuestra experiencia sensorial. Para Jung, la Sincronicidad es una conexión no psicológica, no hecha por la mente humana, entre eventos causalmente no relacionados e impresos en la realidad objetiva. En todo caso, la conexión psicológica que hacemos es simplemente una consecuencia del fenómeno.

Encontrar conexiones significativas en simples coincidencias es perfectamente explicable por la habilidad de nuestro cerebro para buscar y encontrar patrones. Nos centramos y recordamos las coincidencias significativas a nivel personal, mientras que olvidamos, o ni siquiera notamos, las coincidencias sin sentido. En resumen, Carl Jung parece estar explicando un fenómeno bastante simple de una manera innecesariamente complicada. ¿Por qué suponer que existe una conexión oculta entre los elementos dispersos de la realidad cuando el funcionamiento de nuestro cerebro es una explicación suficiente? ¿Qué razón tenemos para pensar que esta tendencia innata de nuestra mente de encontrar patrones está arraigada en alguna conexión externa y desconocida?

Es un argumento lógico, pero la Sincronicidad no reside en nuestra mente buscando significado en el exterior, como ver a la Vírgen María en una mancha de humedad. Las Sincronicidades se sienten como si estuvieras siendo guiado [o redirigido] por una fuerza invisible. Son aterradoras porque permiten vislumbrar un funcionamiento distinto de la realidad.

Uno podría argumentar que este tema de la Sincronicidad depende de nuestra tendencia a buscar significado donde no lo hay. Toda percepción humana es fundamentalmente subjetiva, no tenemos facultades objetivas. Todo lo que experimentamos, incluído nuestro cuerpo, son interpretaciones humanas de vibraciones en un campo cuántico. La materia es una propiedad emergente de este campo subyacente; simplemente hemos evolucionado para ver un patrón de vibraciones como único y específico, no porque lo sea inherentemente, sino porque nos ha sido útil en la escala en la que percibimos el mundo. Pero Jung, al interpretar la realidad, no apela a la ciencia dura, sino a la psique humana. De hecho, si todo el universo se reduce a vibraciones en el campo cuántico, los arreglos particulares que llamamos «árbol», «mesa» o «Jung» están atados a nuestra subjetividad [ver: Borges, Lovecraft y el Feng Shui de la cuarta dimensión]

Es por eso que el concepto de Sincronicidad no sólo fue forjado por Jung, sino por la colaboración del renombrado físico austríaco Wolfgang Pauli. Uno de los resultados de esa colaboración sostiene que la ciencia no es una forma objetiva de interpretar el universo, sino una herramienta humana y, por lo tanto, subjetiva. La Sincronicidad comienza aquí: con el intento de ir más allá de la ciencia hacia una comprensión más profunda y subyacente de lo que realmente está sucediendo en el universo. Representa un punto de partida con una resolución diferente, tal vez más cercana al código fuente. Lamentablemente, este tema ha sido banalizado por una comprensión muy inmadura y superficial por parte de movimientos espirituales alternativos.

Jung y Pauli proponen que los eventos causalmente no relacionados están conectados a través del significado. Esto no tiene nada que ver con encontrar patrones, sino con el «significado» como una propiedad emergente del universo, a través de la cual podemos vislumbrar el tejido subyacente de la realidad. En otras palabras, las cosas no están conectadas por el «significado»; lo están de alguna manera no causal, y hemos evolucionado para ver esta conexión a través de la experiencia de «significado».

Todas las culturas antiguas poseían una convergencia de individuos [chamanes, druidas, sacerdotes, iniciados] que aseguraban experimentar la realidad como un campo indiferenciado con conexiones más allá de lo perceptible por la conciencia ordinaria. ¿Esto significa que es verdad? No necesariamente. Podría ser un subproducto de la práctica espiritual, el ascetismo o la contemplación. Lo único cierto es que esta experiencia subjetiva [la Sincronicidad] es consistente en todas las tradiciones.

Carl Jung sostiene la noción de Sincronicidad a través de una especulación metafísica: el concepto de Unus Mundus. Este marco brinda una explicación radical, no sólo de la Sincronicidad, sino de la naturaleza de la realidad misma. El concepto de Unus Mundus propone que toda la realidad [psique y materia] es esencialmente una unidad. Emergen del mismo principio y así regresan a él. En este contexto, la Sincronicidad sería uno de los rasgos reveladores de este hecho. Unus Mundus [lat: «un mundo», «un solo mundo»] refiere a esta realidad subyacente unificada a partir de la cual todo emerge y a la cual todo retorna. Conjuntamente con Wolfgang Pauli, Jung exploró la posibilidad de que sus conceptos de Arquetipo y Sincronicidad estuvieran relacionados con el Unus Mundus. En cuanto a la Sincronicidad, sería posible por el hecho de que el observador y el acontecimiento concurrente derivan de la misma fuente.

Como toda experiencia humana, la Sincronicidad sólo es creíble cuando se la experimenta personalmente. Es como si Carl Jung nos hubiera dado un mapa, pero somos nosotros quienes tenemos que llegar al lugar del descubrimiento. Es un concepto problemático en cuanto a su validez teórica, pero de ningún modo inaceptable.

Adherirse al concepto de Sincronicidad es como sumergirse en aguas inciertas. Como principio acausal, se entiende como una acción de autoafirmación, ya sea positiva o negativa. Así como la ciencia ha establecido que el acto de observar puede condicionar el resultado de un experimento, la Sincronicidad no tiene significado para nadie más que para el experimentador.

Cuando Jung encontró el escarabajo dorado no fue porque estuviera moldeando el universo, sino que un evento interno [una paciente contando su sueño sobre un escarabajo dorado] se «sincronizó» con la realidad externa. De este modo, la Sincronicidad podría interpretarse como la toma de conciencia de las asociaciones que son significativas para nosotros. Dicho de otra manera, tomar conciencia de las intersecciones entre nuestro mundo interior y exterior, en lugar de ser influenciados inconscientemente por ellas, como inevitablemente lo estamos la mayor parte del tiempo. No siempre tenemos la presencia de ánimo para reconocer las correlaciones del mundo interior y exterior que influyen en nuestro estado mental.

Hay otro aspecto filosófico de este fenómeno que vale la pena destacar. Cuando se produce una Sincronicidad, se cree que representa una firma única de ese momento; y cuando algo significativo para nosotros sucede y se sincroniza, nuestra psique también queda marcada en ese momento.

Como siempre, los griegos barajaban un concepto para estos «momentos». Tenían dos palabras para el tiempo: chronos, que es el tiempo lineal que podemos medir; y kairós, que es el «momento justo», no el tiempo cuantitativo sino el tiempo cualitativo de la ocasión, la experiencia del momento oportuno. Supongamos que tu hijo está naciendo. Este proceso podría medirse en horas, minutos y segundos [chronos], pero también puede encapsularse filosóficamente en términos de kairós, enmarcando todo el parto en un lapso en que algo significativo sucede.

La Sincronicidad de Carl Jung siempre se produce en el ámbito de kairós, es decir, en el «momento justo» para el experimentador. Puede ser un momento de dificultad personal, dolor y estrés, como perder a un ser querido, un trabajo, una separación, problemas de salud, etc. En estos estados, según Jung, nuestra psique se desplaza lateralmente de la realidad ordinaria, nos vemos sobrepasados por sentimientos y emociones intensas, incluso desgarradoras. En este sentido, somos capaces de detectar las resonancias de nuestro mundo interior en el exterior. En un contexto ordinario sólo percibiríamos el ruido ambiente.

Dicho de otro modo, imaginemos que estamos comiendo una pizza en el bar Teufel [frecuentado por el profesor Lugano]. El ruido ambiente es una mezcla de voces, risas, cubiertos chocando contra los platos, etc. En esta monotonía auditiva, de repente, escuchas una voz que pronuncia TU NOMBRE con absoluta claridad. Esto es análogo a la experiencia de Sincronicidad. Es como escuchar TU NOMBRE en el ruido de fondo de una pizzería: emerge del ruido ambiente de la vida y sólo tiene significado para tí.

¿Acaso la Sincronicidad tiene que ver con el hecho científico de que la observación cambia la realidad en el momento de su percepción? La respuesta no está a nuestro alcance. Sólo tenemos informes subjetivos que aseguran que algunas cosas están conectadas más allá de nuestra imaginación, aunque de todos modos puedan experimentarse a un nivel empírico.

Entonces, ¿las Sincronicidades ocurren objetivamente? Probablemente no en el sentido científico. Yo diría que no ocurren objetivamente, sino que están en algún lugar entre experiencia subjetiva [la mente] y la realidad objetiva. La Sincronicidad podría ser una convergencia de los mundos interno y externo que no puede deducirse lógicamente sin el elemento de una experiencia interna.

Carl Jung aporta un detalle crucial para identificar una Sincronicidad: la emoción.

Digamos que un nombre comienza a presentarse recurrentemente en tu día. Lo lees en todas partes, lo escuchas en todas partes; sin embargo, no resuena personalmente contigo. El nombre simplemente no encuentra una asociación interior. En este caso, la emoción involucrada es despreciable. Descartas el fenómeno como una curiosidad. En la Sincronicidad ocurre lo contrario: desborda emociones y sentimientos profundos. De hecho, podríamos decir que si no hay emociones involucradas, no hay significado, por lo que no se trata de una Sincronicidad. Al igual que los sueños, la Sincronicidad sólo tiene «significado» para la persona que lo experimenta.

La Sincronicidad no es más desconcertante que la física cuántica. Es sólo la creencia arraigada en la soberanía de la causalidad lo que hace que parezca impensable que existan o puedan ocurrir eventos sincrónicos sin causa. Por supuesto, también hay una porción de autosugestión en la observación de coincidencias. Si, por ejemplo, tienes un bebé recien nacido, o planeas tener uno, es probable que veas más bebés en sus cochecitos dondequiera que vayas. Esto no tiene nada que ver con la Sincronicidad. Siempre hubo bebés en cochecitos a tu alrededor, simplemente no los notabas porque no formaban parte de tu vida interior.

Volviendo al tema principal, podríamos decir que las Sincronicidades Negativas son, en esencia, síntomas de paranoia. Ver señales nefastas a menudo no tiene correlación con la realidad del exprimentador. El paranoico interpreta el mundo de acuerdo a sus ideas preexistentes. En su lógica, el universo realmente le está diciendo que las autoridades policiales lo están vigilando, y se lo confirma todo el tiempo. En cierto modo, está «sincronizado», pero con nociones preexistentes e interpretaciones irracionales.

¿Podría la Sincronicidad ser el alineamiento de la simultaneidad a través de dimensiones que no podemos percibir? Entonces serían las limitaciones de nuestra percepción las que no podrían advertir la causalidad del fenómeno. Sin denigrarnos demasiado, simplemente somos muy limitados en nuestras percepciones. El tiempo dependería del observador del tiempo y su marco de referencia, de modo que entender el tiempo en segundos, minutos, horas, días, es una versión engañosa de algo mucho más flexible.

La teoría de la Sincronicidad de Carl Jung tiene mucho más sentido cuando la unimos a su teoría del Unus Mundus y el Inconsciente Colectivo; pero siempre ha habido una gran disparidad entre los conceptos de Jung y lo que otros creen que está tratando de decir. Para colmo, muchos de estos conceptos han sido secuestrados por movimientos espiritualistas sin ningún arraigo en marcos teóricos más amplios; o peor aún, por escritores inescrupulosos que se presumen aptos para exponer cabalmente esas ideas. Este artículo, por supuesto, entra en esta última categoría.




Psicología. I Consultorio paranormal.


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El artículo: Sincronicidades Negativas fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me malacostumbras a recibir buen contenido como en ningun otro lugar… Muchas gracias

Sebastian Beringheli dijo...

Qué bueno que te guste el material.



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