El Héroe que descubrió la verdad entre la Princesa y el Dragón


El Héroe que descubrió la verdad entre la Princesa y el Dragón.




Antes de revelar el misterio que propone el título del artículo conviene repasar superficialmente de qué hablamos cuando nos referimos a la Princesa y el Dragón; sólo así será posible entender la estéril intervención de nuestro Héroe en la historia.

La Princesa y el Dragón es una estructura narrativa clásica que figura en muchas leyendas, cuentos de hadas, y que incluso en nuestros días se disimula en muchas historias que, al menos a simple vista, carecen proverbialmente de Princesas y Dragones.

Para cocinar una historia que estructuralmente desarrolle este tópico se necesita, en principio, una mujer sofisticada que puede o no ser una Princesa, pero en cuyos atributos se inscriban en la lealtad y la nobleza. Por otro lado, es imprescindible recurrir a un Dragón, es decir, un peligro fuera de lo común, a tal punto que requiera la intervención de un Héroe para derrotarlo.

La dinámica sería la siguiente:

Una Princesa es capturada por un Dragón; un Héroe virtuoso mata al monstruo, la rescata, y ambos, al final, se casan y viven felices para siempre.

Esta estructura define el modelo folklórico 300 de Aarne-Thompson, conocido como la Princesa, el Monstruo y el Matador de Dragones.

Las variantes de este tópico narrativo son incalculables; tantas que incluso participan del modelo conceptual que Occidente concibe como lógico en la relación entre un hombre y una mujer. Me refiero a aquella idea de que la mujer debe ser rescatada (de algo, cualquier cosa) y el hombre, naturalmente, debe asumir los hábitos del rescatista.

Sin embargo, existe una versión alternativa de la historia clásica del Dragón y la Princesa, que de hecho llegó a los oídos de los hermanos Grimm, Andrew Lang y otros cazadores de cuentos de hadas; pero que ninguno de ellos se atrevió a mencionar.

De haberlo hecho, quizás, hoy tendríamos menos mujeres esperando a su Príncipe Azul y muchos sapos agradecidos de su condición de batracios.

Una sociedad conformada por hembras que no deseen ser rescatadas y hombres que rehúsen a asumir el rol de salvadores nos posibilitaría un vasto territorio para relaciones novedosas, cruces inesperados y exquisitas yuntas otrora calificadas de pecaminosas.

Este motivo, delicioso para la vida pero exiguo para la literatura, no elimina del todo la figura del Dragón.

El modelo que los folkloristas callaron, por prudencia o desidia, podría definirse en los siguientes términos:


El Príncipe llega al castillo; los encuentra a ambos, hembra y saurio; pero es el Dragón quien le ruega con lágrimas de fuego que lo libere de la Princesa.




El lado oscuro del amor. I Taller de literatura gótica.


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