J.K. Huysmans: el autor que fue atacado por un SÚCUBO.
En ocasiones la fe de un hombre ofrece poca resistencia contra lo sobrenatural, en especial cuando hablamos de SÚCUBOS, aquellas vampiresas de apetitos insaciables, proclives al desenfreno, quienes nunca vieron con malos ojos alimentar los instintos primarios de los atildados hombres de la iglesia.
Este es el caso de un hombre de fe, es cierto, pero de una fe poco ortodoxa, pesimista, típicamente francesa: J.K. Huysmans; cuya obra principal: A contrapelo (À rebours), manifiesta uno de los disgustos más amargos del decadentismo.
Joris Karl Huysmans (1848-1907), denunció haber sido atacado por un SÚCUBO mientras se alojaba en un viejo monasterio benedictino. La fecha precisa de aquel asalto no fue registrada, pero varios biógrafos coinciden en situarla alrededor de 1889.
Por aquel entonces, ya establecido como un novelista prestigioso, J.K. Huysmans vivió una etapa de reconciliación con lo espiritual, en virtud de la cual trataba de retomar la fe católica tras un alejamiento de varios años. Para limpiar su alma de lo que él denominaba: "las letrinas de la superstición", quizás aludiendo a sus sórdidos contactos con la subcultura del ocultismo parisino, se recluyó en un monasterio medieval. De aquella experiencia saldrían dos novelas fundamentales: En camino (En route) y La catedral (La catedrale).
No obstante, el episodio más siniestro de aquella etapa de reclusión no sería registrado hasta unos años después.
Cierta noche, mientras descansaba en su camastro, J.K. Huysmans despertó justo en el clímax de un sueño erótico. En la penumbra, todavía aturdido por aquellos impulsos que su fe intentaba reprimir, entrevió la figura sensual de una mujer diluyéndose en el aire opresivo del cuarto.
El novelista dio crédito a la aparición. De hecho, consideró que se trataba de un SÚCUBO enviado por sus viejos camaradas esotéricos al enterarse del cambio radical que estaba efectuando en su estilo de vida.
J.K. Huysmans describió al SÚCUBO como una mujer de silueta impresionante, etérea, aunque con ligeros matices desagradables que recordaban su naturaleza infernal. Según declaró en su diario íntimo —que dejó de serlo tras su muerte—, ni antes ni después de ese encuentro paranormal conoció un goce semejante.
Gran conocedor de las leyendas de vampiros que indican que los SÚCUBOS se apropian de las poluciones involuntarias que provocan, entregándolas luego a los ÍNCUBOS para fertilizar a las mujeres mortales, J.K. Huysmans respiró hondo y se alegró de su pasado de excesos, ya que estos le habían producido daños irreparables a su virilidad, lo cual le evitaba convertirse en vehículo de una paternidad maldita.
Esta historia, sin dudas producto de una crisis emocional, luego sería aprovechada por el autor para una de las mejores novelas del decadentismo francés: Allá lejos (Là-Bas), donde nos introduce en el oscuro mundo del satanismo y la demonología a través de un estudioso, Durtal, que logra desenmascarar a una sociedad secreta que adora el espíritu perverso de Gilles de Rais y practica la invocación de SÚCUBOS, ÍNCUBOS y otros seres diabólicos con menor grado de popularidad.
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3 comentarios:
Hermosa mujer sobrenatural, que hizo una buena obra, alejando a un escritor del oscurantismo. Y fue invocada por quienes fueron sus amigos, estos hicieron una buena obra.
Que buena historia, gracias.
Muy buena historia, gracias.
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