Las 9 peores madres de la literatura


La maternidad suele ser vista como una condición a la que la mujer accede al dar a luz, siendo en realidad apenas una de sus tantas posibilidad, desde luego, muy importante, pero que de ninguna forma excluye a las demás.

La literatura no es ajena a este prejuicio.

Sin embargo, existen algunos ejemplos notables de pésimas madres literarias que parecen contradecir aquello del "instinto maternal", que fuera de su contexto evolutivo deja poco margen para el debate. Recordemos que, al menos para la psicología, la abnegación, la falta de egoísmo y el sentido del deber y la responsabilidad que (casi) toda madre siente es en realidad un sustituto o un desplazamiento que busca realizar sus propios deseos.

Si lo maternal fuese un instinto debería estar presente en todas las hembras de la especie, lo cual es falso. Los instintos no son selectivos. En todo caso podríamos hablar de un "instinto social", tal vez un producto lógico de la cultura y la sociedad.

Repasemos algunos ejemplos de malas madres en la literatura.



Las 9 peores madres de la literatura.


1) Medea. Medea (Μήδεια, Eurípides)—

Eurípides relata (o se anticipa, en el 431 a.C.) la historia de Medea, quien se casa con Jason y juntos tienen dos adorables niños: Mermeros y Pheres. Todo parece ir bien, hasta que Jason contrae matrimonio con otra princesa, algo habitual entre la aristocracia griega. Medea, sin embargo, no se lo perdona, y a modo de venganza resuelve matar a sus propios hijos.


2) La señora Wormwood. Matilda (Matilda, Roald Dahl)—

Las madres suelen creer que sus hijos son los seres más maravillosos del mundo. No es el caso de la señora Wormwood, cuyo interés en su hija Matilda es nulo, a tal punto que el único destello de felicidad que demuestra en la novela es cuando su hija es adoptada por una compasiva maestra.


3) Lady Macbeth. Macbeth (Macbeth, William Shakespeare)—

Indicios del escaso cariño maternal de Lady Macbeth pueden apreciarse en los siguientes versos:


Yo he sido madre, Macbeth; yo he sentido la terneza
de una madre por el hijo que a sus pechos alimenta,
mas de haberlo así jurado, cuando la frente serena
del risueño amado infante mi regazo sostuviera;
cuando con mayor dulzura sus ojos resplandecieran
y al mirar los ojos míos su blando pecho latiera,
el pezón le arrancaría entonces a la boca tierna;
entonces estrellaría su frente contra una piedra.



4) Charlotte Haze. Lolita (Lolita, Vladimir Nabokov)—

Charlotte Haze compite ferozmente con Lolita por las atenciones de Humbert, lo cual la transforma en un personaje más bien patético que, en vez de indignarse por el precoz deseo de su hija por un hombre mayor, la odia por obtener de él su absoluto interés.


5) La señora Banks. Mary Poppins (Mary Poppins, P.L. Travers)—

Más ocupada en su lucha por la igualdad de los derechos de la mujer, la señora Banks olvida por completo a su propia hija. Lo que se dice una madre ausente, pero con conciencia social.


6) Margaret White. Carrie (Carrie, Stephen King)—

Durante años Margaret White se dedicó a torturar física y psicológicamente a su hija, Carrie, con el inconveniente de que la muchacha llega a desarrollar poderes sobrenaturales que, en cierta forma, vindican la idea de justicia en estado salvaje.


7) Daisy Buchanan. El gran Gatsby (The Great Gatsby, F. Scott Fitzgerald)—

Daisy Buchanan solo tiene un consejo para su hija a lo largo de toda la novela: ser linda y tonta, según ella, las cualidades más importantes que toda mujer debe cultivar.


8) Emma Bovary. Madame Bovary (Madame Bovary, Gustave Flaubert)—

La maternidad encarna otra decepción en la vida de Emma Bovary. A lo largo de la historia utiliza a su hija, Berthe, como justificación para sus transgresiones, hasta que finalmente su vanidad la lleva a abandonarla por completo. El destino de Bertha es peor que el de su madre, quien se suicida bebiendo una dosis letal de arsénico. De hecho, termina trabajando como esclava en una mina.


9) Gertrude. —Hamlet (Hamlet, William Shakespeare)—

La reina Gertrude es perfectamente incapaz de atender a su hijo, siquiera de notar su presencia, lo cual la convierte en la fuerza motora que sostiene la locura de Hamlet.




Más antologías fantásticas. I Feminología: psicología de la mujer.


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4 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Se dice que Euripides fue sobornado por los habitantes de Corinto, para cambiar la historia. Que originamente los hijos de Medea era asesinados por los habitante de Corinto, en represalia por envenenar mortalmente a la princesa y a su padre.

Gladys dijo...

Muy bueno, agrego dos madres más que me encantan por lo descorazonada: La madre de Maggi la peli "El pájaro canta hasta morir" quien le dice al cura: "Toda mujer quiere olvidar que tiene una hija, una hija mujer es la repetición de tus miedos, tus errores..." y Doña Bárbara de Romúlo Gallego quien pensaba que una hijo era el triunfo del macho en su vientre, y abandona a Maricela a su suerte, dajandola como una criatura salvaje!!!

Karina Rodríguez (Rosa Negra) dijo...

Sí, es cierto lo que decís sobre el "instinto maternal". Tenés razón, no es instintivo porque -y lo decía Simone- no todas las hembras humanas están dotadas con él. Responderán entonces la relación madre-hijo, las actitudes de la madre y los cuidados a una sucesion de dictados del corazón y no al instinto. Se va aprendiendo todos, todos los dias de esa relación y no necesariamente una mujer debe perder por eso su identidad.(Algunas sí lo hacen pero no todas)

Sebastian Beringheli dijo...

Vale la adición de estas dos madres nefastas, Gladys. Habría que tenerlas en cuenta para otro repaso de maternidades conflictivas..

Tal cual, Black Rose, un instinto no puede ser selectivo en los miembros de una especie. En todo caso, habría que hablar aquí de la maternidad humana como un salto cualitativo en los aspectos sociales y culturales de la especie.

Excelentes aportes!



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