La leyenda de Fear Liath Mor


La leyenda de Fear Liath Mor.




Fear Liath Mor —también conocido como: El Gran hombre Gris de Ben Macdhui (The Big Grey Man of Ben MacDhui), o más sencillamente: El Hombre Gris (The Greyman)— integra una de las razas de vampiros de las tierras escocesas, cuya reputación ha sobrevivido casi intacta a pesar de su antigüedad.

Fear Liath Mor acecha en los pasos de Ben Macdui, el pico más alto de Cairngorms, el segundo en altura de todas las islas británicas. Montañistas provenientes de todo el mundo han dado cuenta de sus apariciones, lo cual suscribe la opinión de sus primeros testigos: aquellos monjes irlandeses de la Edad Media que se establecieron en las alturas inhóspitas y hablaban de una temible estirpe de salvajes conocidos como Wudevas, los «hombres los bosques».

Fear Liath Mor es descrito como un ser de proporciones descomunales: de cuatro metros de altura, rostro cadavérico (aunque benévolo, suavizan los monjes) y voz cavernosa, profunda como las grutas que se abren en los pasos de las tierras altas. Criptozoólogos contemporáneos han intentado vincular a Fear Liath Mor con el Abominable Hombre de las Nieves, incluso con el Yeti, con el inconveniente de que estos últimos se resisten a realizar cualquier clase de entrevista que confirme y desestime esta filiación.

Pero la leyenda de Fear Liath Mor precede a la ciencia moderna. La Edad Media conoció sus apariciones y las documentó en baladas y canciones rústicas. En ellas se menciona a un desdichado Tuatha de Dannan —especie de raza sobrenatural, perfecta, similar a los Elfos de la mitología de J.R.R. Tolkien—, quien abandonó a sus hermanos por el amor de una mujer mortal.

Según este mito celta, Fear Liath Mor se enamoró de Oriana, una hermosa mujer mortal que le retribuyó su ardor con una promesa. La encontró vagando por los valles, delicada como las hadas, y se acercó a ella con andar sigiloso, lo cual es una verdadera dificultad para una criatura de dimensiones tan prodigiosas.

Temiendo ser rechazado por sus grotescas proporciones, Fear Liath Mor le habló escondido detrás de una roca. Al ser interrogado sobre su nombre, él contestó:
—Yo soy el Gran Hombre Gris.

Al parecer, Oriana no necesitaba mucho para enamorarse. Acordaron encontrarse a la medianoche en la cumbre de Ben Macdui y luego huir juntos hacia las tierra bajas y desde allí tomar el Camino del Cisne hacia la Isla de los Bienaventurados, donde ambos serían eternamente jóvenes.

Oriana partió en secreto pero fue interceptada involuntariamente por la flecha de un cazador, que se retiró de la escena del crimen sin ofrecerle ayuda. Cuentan las baladas que Oriana se desangró durante toda la noche, llamando en vano a su amado que la esperaba en la cima del monte, ensordecido por los vientos.

Apesadumbrado, Fear Liath Mor descendió al valle con las primeras luces del amanecer, convencido de que Oriana se había arrepentido de la promesa. La encontró agonizando, aunque con el aliento suficiente como para narrarle el episodio dramático de la noche anterior.

Oriana murió, y Fear Liath Mor se convirtió en un exiliado de su raza. Desde entonces acecha a los hombres en los pasos montañosos alimentándose de sangre, tomando la precaución de no vaciarlos por completo para así observar como la vida abandona lentamente de sus cuerpos, tal vez buscando en la macabra agonía algún gesto que le recuerde el rostro de Oriana, desfigurado y atravesado por la muerte.

La presencia de Fear Liath Mor se reconoce en el viento como una voz fría, inhumana, cuyas vibraciones oprimen el corazón de los caminantes. Las leyendas narran también que existe una sola forma de evitar el ataque de Fear Liath Mor: escuchar su triste historia de amor.

Se dice que si alguien observa su forma gigantesca en los pasos helados y le solicita amablemente que le narre el recuento de sus desdichas, Fear Liath Mor se sentará junto al fuego y repetirá, incansable, la terrible historia de su amor por Oriana. Quien olvide escuchar atentamente su tragedia sentirá una presencia que paraliza a las aves y enmudece a las aguas; luego una voz profunda, antigua como las cumbres inmemoriales. El gigante sin tiempo se revelará entonces a la vera del camino, acercándose al viajero con los ojos inyectados de una negrura que lo impermeabiliza ante el dolor de otros.

Solo pronunciará una frase, que también es un nombre, acaso lo último que todavía le pertenece:


Am Fear Liath Mor...

(Yo soy el Gran Hombre Gris)


Uno de los pocos hombres que sobrevivió un encuentro con Fear Liath Mor fue el alpinista J. Norman Collie, quien en 1925 describió cómo este inmemorial ser de los bosques lo acechó durante varios días en la oscura ruina de Ben MacDhui.




Leyendas de vampiros. I Razas y clanes de vampiros.


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1 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

El verdadero monstruo fue ese arquero tan torpe, que abandonó a su víctima.



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