Cosmogonía nórdica: los tres reinos primordiales de los mitos nórdicos

Cosmogonía nórdica: los tres reinos primordiales de los mitos nórdicos.

En esta sección de El Espejo Gótico dedicada a la mitología nórdica daremos cuenta de la creación del universo en los mitos germánicos antes y después de la división de los Nueve Mundos o planos de existencia.

Empecemos por ubicarnos en el tiempo, o mejor dicho, en el espacio: aún no existe el Asgard, el Midgard, o Tierra Media; tampoco el Alfheim, el mundo de los elfos; el Svartalfheim, el plano de los elfos oscuros. Ni siquiera se vislumbra el frío Hel de la masa informe que precede al tiempo.

Heinrich Niedner comenta acertadamente que el concepto nórdico del pasado sólo puede expresarse como negación, es decir, por su no existencia. Curiosamente, los mitos hebreos más antiguos emplean el mismo recurso al denominar a Jahvé por lo que no es, en este caso, porque nada le es comparable.

Pero los pueblos nórdicos sí imaginaron a esa nada en términos de un espacio incierto, de transición entre un estado informe a otro definible.

Así habla la Vala, la anciana muerta, en el primer canto del Edda Mayor, también conocido como Voluspa.

Atención,
Vosotros de razas divinas,
¡Grandes y pequeños
Hijos de Heimdal!
Os narraré las maravillosas
hazañas de Valfodr,
los más antiguos cantos
de los hombres,
Los primeros que yo recuerde.

En el amanecer del Tiempo
Vivía Ymer;
no había mar ni arena,
no había olas refrescantes,
no existía la tierra
ni el cielo sublime,
Sólo se agitaba el Ginungagap,
pero no había hierba.

Esta es la pintura que nos da el Edda Mayor sobre el principio de la realidad.

Valfodr no es un nombre, sino un epíteto de Odín que significa «padre de los muertos». Más allá de esto, la aparición de divisiones en el universo es bastante confusa.

Inmediatamente después de afirmar que no había nada se aclara la existencia de una región en el norte llamada Nifelheim, o Mundo Nebuloso; y otra al sur: el Muspelheim, o Mundo de Llamas.

En el medio se abre otro plano: el Ginungagap, que algunos traducen imprudentemente por un oxímoron: «abismo abierto»; ya que pensar en un abismo cerrado resulta poco menos que inconcebible.

Así comienza la primera división de la realidad en los mitos nórdicos.

A los tres reinos primordiales se sumarán seis más, dando forma a los Nueve Mundos. Por ahora sólo daremos cuenta de algunas características de los que ya hemos entrevisto.



Muspelheim.

Muspel significa «fuego», pero no el fuego que conocemos en la tierra, ni siquiera como abstracción. El Muspel es diferente a todos los fuegos posteriores ya que se alimenta de sí mismo.

Esta diferenciación nos hace inclinar por la palabra «llamas», que si bien provoca el mismo principio se diferencia en que consiste en la expresión visible del fuego pero no de su esencia. Por otro lado, la palabra norsa Heim puede designar tanto un país como una región, una casa o un recinto; es decir, se limita a definir un espacio cerrado, aunque éste pueda tener proporciones colosales.

Muspelheim es conocido como el Reino de Surt, un personaje bastante oscuro en la mitología nórdica. Algunos sostienen que se trata de un Jotun, pero estas criaturas se caracterizan por poblar las regiones heladas del cosmos. De él solo se conoce su celo en el cuidado de las fronteras ardientes.

Recordemos que el Muspelheim es un espacio abrasador y sólo habitable para quienes fueron forjados allí.



Nifelheim.

El Nifelheim es algo así como el reino de las tinieblas: un sitio oscuro, helado, morada del horror y la desesperanza. Nifl significa «niebla», «bruma», pero aquí el término se emplea de forma metafórica, es decir, para dar la sensación de una realidad incierta e indefinible.

Podemos pensar en este plano como el forjador de la materia fría en estado puro; o sea, el principio material opuesto al del abrasador Muspelheim.



Ginungagap.

El gran abismo surge tras el choque del Muspelheim y el Nifelheim, especie de Big Bang producto de la colisión entre la materia primordial fría y la caliente.

Dentro de sus fronteras existe un ambiente relativamente habitable, especialmente en su centro, donde se encuentra un equilibrio entre los extremos que lo rodean.

Aquí tendrá su nacimiento Ymer, el padre de los Jotuns o gigantes del frío, y el primer ser realmente importante de la mitología nórdica.


Sobre estos tres reinos se basa toda la cosmogonía nórdica; de hecho, podemos pensar que todas sus variantes posteriores emergen a partir de la colisión entre los reinos primordiales. Aquellos que deseen seguir recorriendo este rastro fascinante pueden entrar en nuestro artículo sobre los Nueve Mundos de la mitología nórdica.




Mitología nórdica. I Mitología comparada.


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