«Para alguien en el manicomio»: Ernest Dowson; poema y análisis


«Para alguien en el manicomio»: Ernest Dowson; poema y análisis.




Para alguien en el manicomio (To One in Bedlam) es un poema decadentista del escritor inglés Ernest Dowson (1867-1900), publicado en la edición de agosto de 1892 de la revista The Abernale Review, y luego reeditado en la antología de 1894: Versos (Verses).

La palabra bedlam pertenece al argot londinense del siglo XIX: básicamente una deformación coloquial del Hospital of Saint Mary of Bethlehem, antiguo monasterio fundado en 1247 y posteriormente convertido en un asilo para lunáticos.

Para alguien en el manicomio es un poema de soledad, una soledad forzada, desde luego, como todo aislamiento impuesto por la sociedad; en este caso, la de alguien que vive encerrado en un hospital psiquiátrico, alejado del mundo pero no únicamente por muros y rejas sino también por la incomprensión de los demás.

La imagen de este hombre desolado que observa la luna y las estrellas a través de los barrotes herrumbrados, aferrándose a un manojo de hierbas y creyendo, o confiando, que se trata de un hermoso ramo de rosas, es una de las escenas más memorables de obra poética de Ernest Dowson.



Para alguien en el manicomio.
To One in Bedlam, Ernest Dowson (1867-1900)

Con delicadas, dementes manos, detrás de las sórdidas barras,
Él sostiene sus flores, manojo apretado en densas lágrimas;
Aquellos marchitos ramos de paja, marcan miserablemente
Su espacio, universo enjaulado, donde contempla al mundo indolente.

Pedante y lastimoso. ¡Ah, como luchan su arrebatadora mirada
Contra la indiferencia! ¿Saben ellos de los sueños divinos que lo agitan,
Riendo como en un sueño encantado por el vino,
Mezclando en una quimera su melancolía con las estrellas?

¡Oh, Hermano desdichado! Sí, de tí sienten lástima.
¿No he cedido con alegría a la promesa de tus ojos,
Reino de los tontos, lejos de los hombres que siembran y cosechan
La vanidad de sus días? Mejor que las flores mortales
Son tus pequeñas rosas lunares: Mejores que el amor o el sueño,
Las estrellas han coronado con olvido la soledad de tus horas.


With delicate, mad hands, behind his sordid bars,
Surely he hath his posies, which they tear and twine;
Those scentless wisps of straw that, miserable, line
His strait, caged universe, whereat the dull world stares.

Pedant and pitiful. O, how his rapt gaze wars
With their stupidity! Know they what dreams divine
Lift his long, laughing reveries like enchanted wine,
And make his melancholy germane to the stars'?

O lamentable brother! if those pity thee,
Am I not fain of all thy lone eyes promise me;
Half a fool's kingdom, far from men who sow and reap,
All their days, vanity? Better then mortal flowers,
Thy moon-kissed roses seem: better than love or sleep,
The star-crowned solitude of thine oblivious hours!


Ernest Dowson (1867-1900)




Poemas góticos. I Poemas de Ernest Dowson.


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El análisis, resumen y traducción al español del poema de Ernest Dowson: Para alguien en el manicomio (To One in Bedlam), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

aeternus dijo...

PARA MÍ, ESTE HA SIDO UNO DE LOS MEJORES POEMAS QUE HE PODIDO LEER EN MI VIDA, ME HA INSPIRADO GRAN TERNURA Y EN SUMO, UNA NOSTALGIA RECURRENTE CADA VEZ QUE PIENSO EN LOS RENGLONES TRISTEMENTE EMBARRADOS DE LA IMAGEN DE UN DESOLADO ENFERMO QUE AÚN GUARDA EL RADIANTE RECUERDO DE SU PASADO, Y DE LA MENTIRA QUE REPRESENTA LA VERDAD DE CADA UNO DE NOSOTROS... iMPRESIONANTE

A INSPIRACIÓN DE ÉSTE POEMA UNO DE MIS MUNDANOS ESPECTROS:

Canto de un vagabundo desesperado

Pobre alma mía que vaga por doquier,
Rascando de la tierra la veracidad de tus respuestas,
Explotándote en la eternidad que nos arresta y nunca existe.
¿Qué más queda de nosotros?
Simples juguetes que pulimos las puntas de lanza.
Ahorcadas marionetas cansadas de la mendicidad material.
Desechamos incesantemente los ángeles y las luces eternas,
La teofísica ha sido una farsa desde que pensamos.
Siempre cavilamos y gimoteamos en noviembre,
El otoño vuelve triste al espíritu mi pobre alma.
Somos vagabundos y encendemos nuestra veladora,
Encandeciendo al mar en frío que nos rocía con sus húmedos lamentos

Hemos sido melancólicos desde que recordamos,
Solamente tú y yo nos hemos abrazado en fuego puro,
La memoria no es la mejor de nuestras condiciones,
Y el espectro del temor solamente nos ha subyugado
Cuando le hemos temido a él mismo.

Pobre alma mía,
¿Qué hacemos solitarios en una tierra que no nos entiende?
Ni tan solo escuchan comprendiendo, ¿Para qué hablar?
Que las moscas zumben en la orbe,
Y la jungla llena de delincuentes se absorba con dolor en su ignorancia.
¿Qué más preguntarnos si nada hemos respondido?

Pobre alma mía somos vagabundos,
Harto el suplicio y doloroso el fuego que juega en nuestras manos,
Nuestra mente que nos indica caminos en ocasiones falsos y rotos.
Harto el suplicio y doloroso el fuego que arde en nuestras lenguas,
En nuestras mentes que no se cansan de seguir indicando caminos,
Y que menos se fatigan de buscarse dentro de respuestas existenciales.
Ni ese tal Dios nos ha dado una respuesta verdadera,
¿Qué hemos de esperar si el “omnisciente” nunca pudo contestar?
¿Fe? Bastante fe hemos perdido inculcando a los cerdos en dos pies,
Rampantes fecalidades en un desierto caluroso, inmundicias “pensantes”.

Pobre alma mía.
Que vagas por doquier afilando las puntas de lanzas.
¿Qué hemos de hacer si solo somos vagabundos errantes?

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AETERNUSPRAECIPITIUM

Andrés Arenales dijo...

Creo que me he identificado



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