«Los Hombres Lobo»: William Wilfred Campbell; poema y análisis.


«Los Hombres Lobo»: William Wilfred Campbell; poema y análisis.




Los Hombres Lobo (The Were-Wolves) es un poema gótico del escritor canadiense William Wilfred Campbell (1860-1918), publicado en la antología de 1893: El viaje aterrador (The Dread Voyage).

Los Hombres Lobo, sin dudas uno de los mejores poemas de William Wilfred Campbell, se introduce en la leyenda de los Hombres Lobo para razonar una horrorizada respuesta a la lógica de la supervivencia del más fuerte planteada por Darwin. Es un poema discordante, que relaciona la alegoría cristiana de la Edad Media con imágenes bestiales de que amenazan con subvertir su marco religioso [ver: Análisis psicológico del Hombre Lobo en la ficción]

Los Hombres Lobo está ambientado en los «páramos del norte», donde los licántrpos están condenados a merodear en la fría medianoche del Polo «hasta el día del juicio». Según el narrador, los Hombres Lobo alguna vez fueron humanos, «son las almas de los hombres» de las lejanas «edades oscuras»; es decir, no son nativos de la región boreal, sino que han migrado desde la Europa medieval, posiblemente perseguidos por el cristianismo. En este contexto, los licántropos encarnan una severa advertencia moral:


Éstos, que podrían haber sido como dioses,
eligieron, cada uno, ser una bestia repugnante,
entre los inmundos cementerios del corazón,
cebándose en pensamientos putrefactos;
pero el gran Dios que los hizo
les dio a cada uno un alma humana,
y así, en una eterna medianoche,
merodean alrededor del Polo.


El mensaje de Los Hombres Lobo queda casi sepultado por la atmósfera gótica que impregna cada verso. El uso que hace William Wilfred Campbell de estas figuras bestiales para simbolizar el mal mueve más a la piedad, si no directamente a la fascinación, que a la condena moral; la cual era claramente la intención del autor, muy preocupado por la erosión que el darwinismo produjo en la barrera entre las especies [ver: Razas y clanes de Hombres Lobo]

En este sentido, los Hombres Lobo [anteriormente humanos], plantean una involución, una regresión atávica hacia algo más primitivo, más elemental. William Wilfred Campbell ciertamente estaba preocupado por las teorías evolutivas de Darwin que [según su propia visión] redujeron al ser humano de una poderosa creación divina a un simio más o menos ingenioso.

El planteo de William Wilfred Campbell sería el siguiente: muy bien, acepto que el ser humano moderno ha evolucionado desde formas más primitivas, incluso estoy dispuesto a aceptar que no somos el producto de la creación divina, siempre que tú [Charles Darwin] aceptes que ese camino también puede recorrerse de forma inversa; es decir, que el progreso evolutivo del ser humano puede ser interrumpido, o incluso revertido, a un tipo de atavismo bestial. Por supuesto, no me refiero al primitivo culto a los antepasados o a las salvajes costumbres del totemismo, sino a involucionar realmente en bestias salvajes [ver: Freud y el caso del Hombre de los Lobos]

La figura del Hombre Lobo es pertinente para este razonamiento. Las leyendas de licántropos no adquirieron sus rasgos más horribles hasta que el pensamiento pagano que las originó en primer lugar fue modificado por el contacto con la teología cristiana. Recién en la Edad Media la licantropía pasó a ser considerada una especie de brujería, un don, si se quiere, obtenido a través de algún tipo de pacto satánico. Hasta entonces estaba más relacionada con la locura [por ejemplo, la de los Berserkers escandinavos] que con una maldición o castigo divino.

William Wilfred Campbell intenta resucitar el marco cristiano de la leyenda de los Hombres Lobo, incluso cuando su horrorizada fascinación por el atavismo acepta la teoría evolutiva de Darwin. De esta forma, un poema que intenta confrontar los aspectos más sombríos de la teoría de la evolución termina concediéndole veracidad. Sin embargo, el autor se toma una pequeña revancha personal. Estos Hombres Lobo que «alguna vez fueron humanos», ahora se ven reducidos a perseguirse sus propios rabos en los confines de la tierra por el crimen de repudiar «al gran Dios que los hizo», análogo al «crimen» darwiniano de repudiar a Dios en términos científicos [ver: El origen de la enemistad entre Vampiros y Hombres Lobo]




Los Hombres Lobo.
The Were-Wolves, William Wilfred Campbell (1860-1918)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Corren, todavía corren,
desde el atardecer hasta el alba;
y sus ojos cansados resplandecen
bajo los cielos blancos del norte.
Cada pantera en la oscuridad
es un alma embrujada por demonios,
los sombríos, fantasmagóricos hombres lobo
que merodean alrededor del Polo.

Sus lenguas son de llameante carmesí,
sus atormentados ojos azules brillan,
y se esfuerzan al máximo
sobre lagos y arroyos helados;
sus gritos son una nota de agonía,
que no es ladrido ni aullido,
estas panteras del páramo del norte
que lo recorren en la oscuridad.

Puedes oír la agitada respiración,
puedes ver sus formas fugaces
en la pálida medianoche polar,
cuando el norte amasa tormentas;
cuando llamean las heladas árticas
y retumban los truenos sobre el campo de hielo;
estos demoníacos hombres lobo
merodean alrededor del Polo.

Corren, todavía corren
a través de la noche boreal,
llenos de una aterradora locura,
un horror por la luz;
por siempre y para siempre,
como hojas ante el viento,
dejan muy atrás el pálido
resplandor del alba.

Su única paz es la oscuridad,
corren sin descanso
hasta el corazón de la medianoche,
para siempre desde el amanecer.
A través de lejanos y fantásticos témpanos,
el ojo de la noche puede marcar
a estos hombres lobo
por el espanto que los acosa en la oscuridad.

A lo largo de este odioso viaje
son las almas de los hombres
que en la lejana edad oscura
hicieron de Europa un pantano negro.
Huyeron de las cortes y los conventos,
y ataron su polvo mortal
con demoníacos, lobunos cinturones
de humano odio y lujuria.

Éstos, que podrían haber sido como dioses,
eligieron, cada uno, ser una bestia repugnante,
entre los inmundos cementerios del corazón,
cebándose en pensamientos putrefactos;
pero el gran Dios que los hizo
les dio a cada uno un alma humana,
y así, en una eterna medianoche,
merodean alrededor del Polo.

Una oración por la negrura,
un anhelo por la noche,
porque cada uno está condenado
por el horror de la luz;
y lejos en el corazón de la medianoche,
donde se lanza su vuelo sombrío,
sienten con dolor el amanecer
que se arrastra en torno al mundo.

Bajo la medianoche del norte,
sobre el hielo blanco y reluciente,
corren, todavía corren
con su horror al amanecer;
por los siglos de los siglos,
corren hacia la noche,
todavía corren hasta el día del juicio.


They hasten, still they hasten,
From the even to the dawn;
And their tired eyes gleam and glisten
Under north skies white and wan.
Each panter in the darkness
Is a demon-haunted soul,
The shadowy, phantom werewolves,
Who circle round the Pole.

Their tongues are crimson flaming,
Their haunted blue eyes gleam,
And they strain them to the utmost
O’er frozen lake and stream;
Their cry one note of agony,
That is neither yelp nor bark,
These panters of the northern waste,
Who hound them to the dark.

You may hear their hurried breathing,
You may see their fleeting forms,
At the pallid polar midnight,
When the north is gathering storms;
When the arctic frosts are flaming,
And the ice-field thunders roll;
These demon-haunted werewolves,
Who circle round the Pole.

They hasten, still they hasten,
Across the northern night,
Filled with a frighted madness,
A horror of the light;
Forever and forever,
Like leaves before the wind,
They leave the wan, white gleaming
Of the dawning far behind.

Their only peace is darkness,
Their rest to hasten on
Into the heart of midnight,
Forever from the dawn.
Across far phantom ice-floes
The eye of night may mark
These horror-haunted werewolves
Who hound them to the dark.

All through this hideous journey
They are the souls of men
Who in the far dark-ages
Made Europe one black fen.
They fled from courts and convents,
And bound their mortal dust
With demon, wolfish girdles
Of human hate and lust.

These, who could have been godlike,
Chose, each a loathsome beast,
Amid the heart’s foul graveyards,
On putrid thoughts to feast;
But the great God who made them
Gave each a human soul,
And so ‘mid night forever
They circle round the Pole.

A-praying for the blackness,
A-longing for the night,
For each is doomed forever
By a horror of the light;
And far in the heart of midnight,
Where their shadowy flight is hurled,
They feel with pain the dawning
That creeps in round the world.

Under the northern midnight,
The white, glint ice upon,
They hasten, still they hasten,
With their horror of the dawn;
Forever and forever,
Into the night away
They hasten, still they hasten
Unto the judgment day.


William Wilfred Campbell
(1860-1918)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de hombres lobo.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de William Wilfred Campbell: Los Hombres Lobo (The Were-Wolves), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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