Invité a un demonio a mi casa.
Continuamos con otro correo que recientemente llegó al Consultorio Paranormal de El Espejo Gótico.
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Hola a todos los que hacen El Espejo Gótico. Soy Exequiel. Tengo veintitrés años y quiero compartir mi experiencia paranormal. Sucedió hace varios años ya, cuando estaba entrando en la adolescencia. No soy muy bueno escribiendo, así que les pido que tengan paciencia conmigo.
Siempre había sido escéptico sobre lo paranormal, pero al mismo tiempo siempre quise creer, ya que el tema me parece sencillamente fascinante. Supongo que lo que quiero decir es que nunca fui una persona supersticiosa, pero sí abierta. Esto me permitió sobrellevar algunas noches largas en casa de mi madre después de que se separara de mi padre. Nunca pude dormir bien allí. Me sentía como si constantemente estuviera siendo observado (ver: Sentir «presencias» cuando estás solo). No sé como explicarlo exactamente (ver: Experiencia aparicional: cuando sentimos que no estamos solos).
Mi experiencia ocurrió un domingo a la noche. Lo recuerdo porque mi padre nos había llevado de vuelta a casa de mi madre, así que solo éramos yo, mi madre y mi hermano menor en la casa en ese momento.
No sé bien cómo definir esto, pero lo cierto es que siempre me gustó someterme a la tortura de asustarme, pero al mismo tiempo lo odiaba. Algunos de ustedes quizás puedan entenderlo. Sufro de ansiedad y he tenido ataques de pánico en el pasado, con lo cual el miedo no es una sensación que debería buscar conscientemente. Sin embargo, lo hacía. Me refiero a pequeñas cosas, tonterías realmente, como quedarte despierto con todas las luces apagadas, de noche, mirando una película que realmente te aterroriza.
Esa noche me sentía particularmente valiente. El día anterior había besado por primera vez a la chica que me gustaba, así que mi autoestima estaba por las nubes. Decidí que practicaría uno de mis retos más temerarios, uno que siempre comenzaba pero que nunca me atrevía a llevar a cabo del todo. Se lo había escuchado a un amigo de la escuela, pero siempre me había parecido lo suficientemente ridículo como para realizarlo yo mismo. Consistía en encerrarse en el baño, con la luz apagada, y mirar el espejo durante unos cinco minutos. Creo que había que pronunciar algunas palabras en particular, pero no las recordaba (ver: Cosas en tu casa que pueden atraer a los demonios).
Bien, entonces procedí a realizar el reto cuando mi madre y mi hermano se fueron a la cama. Debo decir que la situación me inquietó mucho menos de lo que había pensado. Me encerré, con la luz apagada, y me quedé mirando mi silueta en el espejo durante varios minutos. Sentí una ligera sensación de inquietud, pero nada más.
Hasta ahora nada fuera de lo común.
Antes de avanzar en la historia tal vez sea importante mencionar que uso esta cosa llamada almohada para ojos, es como una pequeña almohada que se coloca sobre los ojos para relajarse. Y funciona, al menos para mí, así que tiendo a usar una al irme a dormir, sobre todo en aquellos años, donde sufría ataques de ansiedad.
Me desperté en la noche, no sé exactamente a qué hora; probablemente después de las dos. Todavía tenía colocada mi almohada para ojos, ya que no tiendo a moverme mucho mientras duermo. En ese momento, sin embargo, sentí la necesidad de quitarme la almohada por una razón desconocida. Cuando lo hice, me saludó esta figura sombría a los pies de la cama (ver: Una sombra se sienta en el borde de mi cama).
Traté de levantarme pero todos los músculos de mi cuerpo se contrajeron. Se sintió como si hubiese sido amarrado por una fuerza desconocida. Ni siquiera podía mover los ojos, que estaban fijos en esta figura (ver: Algo me tira de los pies en la cama). Debió haber pasado algún tiempo, instantes apenas, pero eventualmente recuperé el control de mi brazo derecho.
Estaba a punto de lanzar el brazo contra la mesa de luz para llamar la atención de mi madre, ya que no podía articular sonido en ese momento, cuando me di cuenta que la figura había desaparecido.
Empezó entonces lo que yo llamaba ritual de limpieza del miedo. Una tontería que mi padre me había enseñado cuando era pequeño. Básicamente consistía en encender las luces del cuarto, caminar tranquilamente al baño, lavarme la cara con agua fría, ir a la cocina por un vaso de gaseosa, y volver a la cama. Suena tonto, lo sé, pero ese proceso realmente lograba calmarme cuando me despertaba sobresaltado por una pesadilla.
Una vez que finalizó el ritual, me deslicé otra vez debajo de las sábanas tratando de volver a dormir, pero nuevamente sentí la misma urgencia de mirar, y otra vez fui saludado por la figura sombría (ver: Gente Sombra: la verdad detrás del mito). Esta vez no estaba quieta a los pies de la cama, sino que estaba de pie, avanzando hacia mí.
No me sentí paralizado, así que traté de gritar y, al mismo tiempo, de incorporarme, pero todo lo que pude escuchar era una especie de ruido blanco. No podía oír mis propios gritos, aunque claramente sentía que mis cuerdas vocales ardían por el esfuerzo.
Mi madre, evidentemente, sí pudo escucharme, porque entró en mi cuarto y encendió la luz. Mi visión era borrosa, recuerdo, como si estuviera viendo debajo del agua. Me sentía muy angustiado, casi histérico.
No me tranquilicé durante una buena hora, como mínimo. Mi madre entonces me dijo que llevara el colchón a su habitación, así que lo hice sin pensarlo dos veces.
Una vez que la angustia fue pasando me sentí muy cansado, pero luché para tratar de no dormirme. Todavía estaba despierto, y alerta, cuando mi madre se despertó para ir al baño. De hecho, recuerdo que la esperé en la puerta del baño. No podía soportar la idea de quedarme solo. Al volver al colchón, esperaba con impaciencia que un rayo de sol entrara por las persianas, pero fue en vano, el sueño me venció antes del amanecer.
No fue hasta el día siguiente que pude explicarle detalladamente a mi madre lo que había sucedido. Pensé que trataría de calmarme con alguna explicación racional (que siempre tenía), pero a medida que le contaba mi experiencia vi que su rostro se volvía cada vez más pálido. Según me contó, cuando había ido al baño en la noche había sentido una presencia. Ella la describió como una sombra humana que asomaba la cabeza por un ángulo del espejo.
Esta figura, la que yo vi, no era simplemente oscura; quiero decir, no era como una de esas sombras extrañas que, al encender la luz, descubres que era otra cosa. No, era tan negra que incluso contrastaba con la oscuridad alrededor. Si lo has experimentado, estoy seguro de que lo entenderás (ver: El Hombre del Sombrero).
Tuvimos que limpiar nuestra casa con salvia en cada habitación. Ahí es cuando aprendí algo sobre malas energías (ver: Parásitos astrales y las «malas energías»). Me dijeron que el miedo disminuía mi energía, lo que significaba que mis retos, y el miedo que me producían, me hacían susceptible a las entidades que se manifiestan en frecuencias más bajas, las cuales incluso podían pegarse a mi (ver: Entidades del Plano Astral que se «pegan» al aura). No sé cuánto de cierto habrá en esto.
Desde entonces siempre he sentido esa presencia oscura cuando estoy solo. A veces me parece oírla. Sonará ridículo, pero a veces les pregunto a mis padres qué querían porque juro que escucho sus voces llamándome (ver: Siento que hay alguien detrás mío).
No me gustan las moralejas, pero esta historia parece tener una bastante evidente: no meter la nariz en estos temas si no sabes lo que haces, y ciertamente no llamar o invocar cosas que tal vez estén ahí, acechando, esperando para responder (ver: Si los ves, Ellos te ven).
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Consultorio Paranormal. I Fenómenos paranormales.
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1 comentarios:
¿Es tan fácil atraer a un demonio o lo que sea?
Me recuerda Sredni Vasthtar, un cuento de Saki. ¿Es posible que los himnos inventados por el protagonista, junto con ese culto también inventado, hayan funcionado como conjuros?
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